|
28 de julio del 2002
Entre mentiras y justificaciones
Dos masacres, los mismos autores
Elson Concepción Pérez, Granma
Masacre 1: Es casi madrugada del martes 23 de julio. Desde un avión
F-16, fabricado en Estados Unidos y entregado a Israel, una bomba de una tonelada
de peso es dejada caer sobre un populoso barrio de Gaza, 15 palestinos mueren
en la explosión, entre ellos siete niños, y otros 176 resultan
heridos, entre estos últimos hay 36 niños y 23 mujeres.
Opinión de Ariel Sharon, el carnicero primer ministro de Israel: "La
operación fue `un gran éxito'. Esta acción (el ataque a
Gaza) es uno de nuestros grandes éxitos, pero también nos exige
mantenernos en alerta máxima contra posibles atentados de respuesta",
afirmó. Ben Eliezer, ministro de Defensa israelí, dijo: "Los niños
y civiles no tenían que estar en el lugar en el momento del bombardeo
de la fuerza aérea israelí...".
Masacre 2: Afganistán, provincia de Uruzgan. Comienzos de julio. Cientos
de personas asisten a una boda familiar de pobladores de la zona. La alegría,
acorde con tradiciones y credos, llega a su máxima expresión cuando
la pareja acepta el compromiso de amarse mutuamente. Besos, saludos efusivos,
aplausos, brindis, y.... aviones de combate de Estados Unidos lanzan bombas
y misiles contra el lugar de la boda. La alegría es interrumpida por
el impacto de la metralla. La sangre de más de 40 civiles muertos y otras
decenas de heridos colapsa el brindis y la felicidad.
Justificación de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Estados Unidos:
"La campaña de bombardeos estadounidenses en Afganistán ha sido
la más precisa realizada jamás, con un número de bajas
civiles relativamente bajo".
Opinión del Pentágono: "El ataque que mató accidentalmente
a 40 civiles que celebraban una boda en Afganistán, era parte del operativo
para dar con el líder talibán, el mulah Omar".
UNA CONCLUSIÓN NECESARIA
Respecto a la masacre 1, ha habido críticas y condenas, incluso una hipócrita
por parte del gobierno de Estados Unidos. En casi todos los casos, han sido
tenues señalamientos a la acción irracional y genocida israelí.
Pero también es cierto, que, como lamentara el líder palestino,
Yasser Arafat, este martes, "ante esta matanza que ningún ser humano
podría imaginar, cómo el mundo puede hacer silencio y no poner
fin a tales crímenes".
Otra conclusión evidente: ¿Cuál será la reacción
del propio movimiento palestino, particularmente de Hamas, al ver a uno de sus
principales jefes y sus hijos y demás familiares y vecinos del lugar,
destrozados por la metralla israelí, lanzada desde un avión yanki
durante una acción irracional de Israel, punta de lanza estadounidense
en el Oriente Medio?
En cuanto a la masacre 2: Afganistán, uno de los países más
pobres de la Tierra, ahora más destruido que nunca, ingobernable como
siempre y cansado de que su suelo siga ocupado por fuerzas externas, está
mucho peor hoy que antes del inicio de los salvajes bombardeos emprendidos por
la potencia mayor del mundo, en nombre de la lucha contra el terrorismo.
En aquellos inhóspitos parajes, el imperio y sus fuerzas no han encontrado
aún al saudita Osama bin Laden ni al jefe talibán, mulah Omar,
y a cada rato, sin saber de dónde salen, disparos de misiles y ataques
artilleros irrumpen contra los campamentos de soldados norteamericanos o de
sus aliados de la OTAN.
En fin, las masacres continúan, unas veces en suelo afgano y otras en
suelo palestino o en ambos a la vez. Las mentiras y justificaciones, tanto de
la administración estadounidense como de Israel, tratan de opacar la
sangre vertida por niños, mujeres y hombres cuyo único delito
es querer ser libres y tener un pedazo de tierra donde vivir.
http://www.granma.cubaweb.cu/