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30 de abril del 2002
Homenaje a Palestina
Rechacemos la guerra, desertemos el capitalismo
John Brown
Traducido para Rebelión por John Brown
1. Palestina es el mayor centro de detención de refugiados de
nuestro planeta. Un centro de detención que niega a todo un pueblo el
derecho a la tierra. Del mismo modo que los estados de la gobernanza imperial
deniegan todo derecho a los refugiados que huyen de la catástrofe neoliberal
del Tercer Mundo, el estado israelí deniega a los presos de los bantustanes(1)
palestinos toda posibilidad de disponer de su tierra transformándolos
en refugiados o prisioneros de guerra. En tales condiciones, pueden en todo
momento ser expulsados o muertos por un poder que no les reconoce derecho a
la vida ni a la tierra. Les cabe apenas sobrevivir como mano de obra explotable
por la economía israelí al mismo tiempo que se les impide mantener
o desarrollar su propia economía. La división de Palestina en
un puzzle de pequeños bantustanes permite al poder israelí transformar
la vida de los Palestinos en vida desnuda : una vida sin economía, sin
ciudadanía, sin ninguna de las características de una comunidad
política humana. Los Palestinos, comme antaño los judíos
sometidos al Orden Nuevo nazi, se han vuelto simplemente « humanos » : privados
de comunidad política, se les arranca mediante la violencia el más
básico de todos los derechos, el « derecho a tener derechos ».
2. La mano de obra « carcelaria » palestina es, sin embrago indispensable para
la economía colonial israelí : prueba es de ello el hecho de que
Israel tenga que aceptar aún hoy a trabajadores palestinos, aunque, a
veces, su desesperación los haga estallar…Las explosiones de trabajadores
forman parte de los costes de transacción de una economía salvaje
que, en Palestina, debe mantener un estado permanente de negación del
derecho para poder disponer de la la fuerza de trabajo y de los recursos (tierras,
agua etc.) que necesita.
3. Israel no es sino la metáfora o incluso el modelo a escala reducida
del Imperio global : un poder que impone la guerra permanente como medio para
desestabilizar a las poblaciones para mejor explotarlas. La guerra no es un
accidente fortuito del capitalismo. Si Jaurès pudo decir en 1914 que
« el capitalismo lleva dentro de sí la guerra como la nube lleva la tormenta
», hoy esta tormenta es constante y no puede no serlo. El capitalismo actual
necesita a la vez la totalidad de la vida de los individuos, su inteligencia,
su sociabilidad y sus afectos ; y la más completa sumisión de
estos mismos individuos. El capitalismo necesita a la vez nuestra vida y nuestra
libertad y AL MISMO TIEMPO nuestra opresión y nuestra explotación.
4. Esta paradoja conduce a la guerra permanente que no es sino una guerra de
destrucción del tejido social y de la autonomía de lo social.
Como un vampiro que debe mantener en vida a su presa para nutrirse de su sangre,
el capitalismo globalizado conserva y fomenta nuestra vida, manteniéndola
en los límites estrictos de su gobernanza. Toda tentativa de autodeterminación
se reprime severamente y ese poder guardián de la vida se vuelve, sin
solución de continuidad, torturador y verdugo. La guerra permanente es
ese momento de control absoluto, que hace de la gobernanza neoliberal poder
de excepción. El derecho, los valores humanitarios, la libertad, son
sonoramente proclamados por el poder democrático israelí y en
las demás provincias del Imperio, lo que no impide a éste ejercer
la violencia más desatada y homicida en nombre de esos mismos valores.
5. Somos todos palestinos. Somos todos miembros de una sociedad mundial que
busca su tierra y su autodeterminación frente a un capitalismo que, al
mismo tiempo que nos necesita a todos nosotros, sólo nos las puede denegar.
Nada tiene esto que ver con un nacionalismo, por mucho que ideologías
nacionalistas residuales sigan presentes en las luchas actuales. Todos nos encontramos
en un sistema frágil donde los trabajadores potencialmente explosivos
son tan indispensables como insoportables. La enfermedad esencial del sistema
que es el terrorismo nos muestra perfectamente su naturaleza en estas terribles
explosiones.
6. Dentro del sistema están también, y sobre todo, la vida, el
amor, la inteligencia, todo lo que no se deja transcribir en términos
de capital por mucho que el capital lo necesite vitalmente. Para liberar este
potencial, para liberarnos, debemos rechazar la guerra o, lo que es lo mismo,
rechazar la lógica homicida del capital. Es lo que han hecho con un valor
que no se ve reflejado en los medios de comunicación imperiales algunos
centenares de hermanos y de hermanas que han ido a la Palestina ocupada a defender
la vida, nuestra vida común, defendiendo al pueblo palestino. Denuncian
así el lenguaje hipócrita de nuestros vampiros y colocan al sistema
ante su más flagrante contradicción.
7. La « diplomacia desde abajo » reconstituye y extiende a escala mundial el
tejido social destruido por la guerra y la economía capitalistas. Lo
reconstituye contra los estados y los ejércitos, apelando a una democracia
sin límites frente a la impotente -cuando no criminal- retórica
de los derechos humanos. El valor de colocar su propio cuerpo ante los tanques
del ocupante, de denunciar los asesinatos, de exigir que los heridos puedan
ser atendidos, que las ambulancias puedan circular sin que las acribillen a
balazos y que, en resumen, se respete la dignidad de las personas, se opone
al racismo monstruoso de la democracia colonial israelí, para la cual
nuestros hermanos y hermanas de Palestina son alimañas que hay que exterminar
si se rebelan. El discurso racista distingue entre « occidentales » y « musulmanes
», pero también entre pacíficos ciudadanos y el black block o
el « entorno difuso » del terrorismo. Nada tiene esto que ver con las razas
supuestamente « biológicas », de lo que aquí se trata es del derecho
a matar. El racismo es, en efecto, el único discurso que permite a un
régimen que dice y necesita promover la vida y los valores humanitarios
imponerse como soberano y, por consiguiente, poder quitar esa misma vida en
que se basan su legitimidad política y su lucro económico.
8. La presencia en Palestina en estos meses de marzo y abril de 2002 de los
internationales del movimiento de resistencia contra la globalización
capitalista representa un auténtico hito en la política mundial.
No sólo queda denunciada la brutalidad del Imperio y de su sátrapa
israelí : a partir de ahora puede empezar a desarrollarse en Palestina/Israel
una nueva red militante en la que nuestros hermanos y hermanas árabes
o judíos podrán unirse para desertar la guerra del Imperio. La
vida, el amor, la risa, podrán incluso en esos campos en que se nos destina
a la muerte vencer como en la hermosa película « La vita è bella
» de nuestro amigo Benigni al torpe y sanguinario Imperio de los feos y malos
(brutti cattivi).
1- Microestados artificiales creados por el régimen del apartheid
sudafricano para segregar a los trabajadores negros. El actual mapa de Palestina
después de las « generosas ofertas » israelíes en el marco del
« proceso de paz » sólo es comprensible en términos de una geopolítica
del apartheid.