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16 de mayo del 2002
La solución es la Fuerza
Chris Toensing
Boston Globe
Traducido para Rebelión por Tatiana de la O
Los estadounidenses enviados por George W. Bush a Cisjordania para encarcelar
a seis palestinos buscados por Israel no son los primeros extranjeros enviados
para calmar un sobrecalentamiento en el conflicto entre Israel y los palestinos,
tenso y volátil.
Los países escandinavos, Suiza y Turquía formaron hace cinco años
la Presencia Internacional Temporal en Hebrón "para supervisar e informar
sobre los esfuerzos por mantener una vida normal" en la ciudad dividida por
un acuerdo provisional. En la mitad más pequeña, unos 2.000 soldados
israelíes vigilan a sólo 500 colonos judíos religiosos
nacionalistas que reivindican su lugar entre 40.000 palestinos.
Pero los carceleros estadounidenses en Jericó y los hombres y mujeres
que conducen jeeps blancos en Hebrón son ejemplos del tipo equivocado
de intervención de una tercera fuerza en el conflicto Israel-Palestina,
porque ninguna está autorizada a atacar las raíces de la violencia
recurrente.
El acuerdo entre israelíes y palestinos requiere una solución
drástica: una fuerza armada de la ONU con el mandato de acabar con la
ocupación israelí de tierras palestinas, que ya se acerca a los
35 años de duración. Hasta hace poco ésta era una idea
inimaginable. Ahora la tregua entre la belicosidad del primer ministro israelí
Ariel Sharon y la desesperación palestina evocan escenarios tan aterradores
que las fuerzas de pacificación internacionales deben ser puestas en
acción cuanto antes.
Los generales israelíes están asumiendo que la amplia ofensiva
israelí en Cisjordania no acabará con el levantamiento palestino
contra una ocupación que lleva ya 19 meses, o los horrorosos actos de
auto inmolación palestinos que acaban con la vida de civiles israelíes.
Continúan llegando informes sobre planes de guerra todavía más
expansivos que se tratan en el gabinete de gobierno israelí. Del lado
palestino, los militantes se consideran a sí mismos como luchadores por
la supervivencia de la idea de la independencia palestina. La difusión
de los terroristas suicidas de Hamas o Jihad Islámica a las facciones
seculares es una señal siniestra, así como el desmantelamiento
de los servicios de seguridad de la Autoridad Palestina por parte de Israel.
Parece ser cierto, como escribe el columnista israelí Gideon Samet, que
Israel y la Autoridad Palestina "no son capaces de cambiar [hacia una base de
paz] por sí mismos". Samet continua: "Queridos Estados Unidos, por el
amor de Dios, muévanse antes de que esto empeore mucho más".
La fuerza internacional necesaria supervisaría la implementación
de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, suplantando
a las tropas israelíes en Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza,
que se retirarían a las fronteras de Israel al 4 de junio de 1967. Los
pacificadores no sólo proveerán seguridad, sino también
"serán parte de un ejercicio de construcción de un estado" en
los territorios palestinos, como dijo un negociador palestino. Como en Timor
Oriental, donde las Naciones Unidas enviaron fuerzas en septiembre de 1999 para
proteger a los timoreses pro independentistas de las milicias financiadas por
Indonesia, la misión se apegará a un itinerario estricto, al fin
del cual existirá un estado palestino soberano. Simultáneamente,
Israel y los palestinos deberán volver a empeñarse en negociaciones
de buena fe, bajo la supervisión de la ONU, para resolver los asuntos
de fronteras, asentamientos, refugiados, Jerusalén y el agua.
Las ventajas de la intervención internacional para calmar los ánimos
intranquilos en Palestina e Israel son claras. Los toques de queda impuestos
por Israel, los cercos y puntos de control internos - uno de los más
detestados aspectos de la ocupación - desaparecerían, permitiendo
a la economía palestina comenzar su recuperación de las desastrosas
pérdidas de los últimos dos años. Con un futuro político
salvaguardado para Palestina, la dirigencia podrá actuar con decisión
para impedir los ataques de los agentes contrarios a Israel. Las fuerzas de
pacificación podrían asumir eventualmente la tarea de evacuar
a los colonos o remover los asentamientos, dos tareas que parecen ser políticamente
imposibles de hacer por ningún gobierno israelí.
El New York Times presentó el acuerdo de Bush para liberar a Yasser Arafat
de su "aislamiento" en Ramalá como el primer paso de una gran iniciativa
de paz de EE.UU. y Arabia Saudita que incluiría numerosos "monitores"
en el terreno. Una interpretación optimista sería que el gobierno
de Bush se ha replanteado la negativa de EE.UU. hacia ninguna intervención
internacional que rechace Israel, aunque sea inofensiva (En marzo de 2001 EE.UU.
vetó una resolución de la ONU que habría enviado observadores
desarmados a Cisjordania y la Franja de Gaza). Pero que Bush no espere ser de
mucha ayuda si el compromiso de supervisar el encarcelamiento de los militantes
palestinos es su modelo para la supervisión estadounidense en el futuro.
Los palestinos verán, como mucho, que los supervisores estadounidenses
fueron enviados sólo para debilitar su resistencia a la ocupación.
Para los palestinos, las imágenes de estadounidenses y británicos
escoltando a los seis palestinos "convictos" a la arbitraria corte de Arafat
fueron un cuadro escalofriante. "La totalidad de la población palestina
está viviendo en una prisión israelí, y ahora los agentes
estadounidenses y británicos son enviados como carceleros", remarcó
Adam Hanieh de la Addameer Association for Prisoners' Rights (Asociación
Addameer para los derechos de los detenidos). "Esto no es protección
internacional, es salvaguardar la ocupación israelí."
Es posible que las tropas de EE.UU., que sólo tienen órdenes de
supervisar el cese del fuego, puedan verse atrapadas en tiroteos entre las fuerzas
de ocupación israelí y los combatientes de la resistencia, como
sucedió con los observadores de la ONU durante la ocupación israelí
del sur del Líbano. Como allí, los palestinos denunciarán
la presencia de la ONU como un instrumento para impedir que prosigan su guerra
de independencia. A su vez, los israelíes protestarán que la fuerza
internacional no estaba haciendo nada para impedir los ataques a soldados y
asentamientos (y quizás a blancos civiles dentro de Israel). La pelea
sobre el terreno se corresponderá con una guerra de palabras en los medios
internacionales.
Sin un mando político claro, los supervisores del cese del fuego se encontrarán
en una situación semejante a la Presencia Internacional Temporal en Hebrón.
Este grupo no tiene la orden de hacer nada que no sea informar a los gobiernos
participantes, que a su vez no tienen el mandato necesario para adoptar alguna
acción. Consecuentemente, el grupo no puede hacer más que prevenir
los ataques de los colonos hacia los palestinos, que han sido frecuentes desde
que comenzó el alzamiento, o los ataques de los palestinos hacia los
colonos. Los colonos arrojan frecuentemente piedras y botellas a los jeeps del
grupo. A fines de marzo, dos miembros del grupo murieron al ser baleados en
circunstancias misteriosas mientras se dirigían de Hebrón a Jerusalén.
Su presencia no impidió que Hamas matase a cuatro colonos en Adora el
27 de abril, ni que los tanques israelíes entrasen al día siguiente
al área del pueblo controlada por la Autoridad Palestina y matasen a
nueve palestinos, seis de los cuales eran civiles. Los terceros que simplemente
observan la violencia que conlleva la ocupación israelí podrán
ser un blanco de la violencia, pero no tienen el poder de detenerla.
El fallido experimento de Hebrón pone en evidencia que no bastará
cualquier tipo de intervención internacional en Israel / Palestina. Pero
para ser efectivos, los pacificadores deben estar armados y tener el poder de
desarmar y arrestar a aquellos que desestabilicen la paz en ambos bandos. Pero
más importante, su misión debe ser primeramente política
- para lograr la solución de los dos estados, como se contempla en las
sucesivas resoluciones de la ONU y el plan de paz de la Liga Árabe aprobado
en la cumbre de Beirut.
La intervención de la ONU para asegurar la independencia para Timor Oriental
conduce a una comparación interesante, aunque poco exacta, con el caso
palestino. Como con los palestinos, el mundo apoyó mayoritariamente la
autodeterminación de sus ciudadanos, contra la voluntad de Indonesia,
la fuerza de ocupación, que estaba respaldada por Washington. Estados
Unidos y Australia rechazaron el despliegue de una fuerza internacional para
salvaguardar la independencia de Timor Oriental, alegando que Indonesia no lo
aceptaría. A la postre los informes desde Timor Oriental llegaron a ser
tan sombríos que EE.UU. informó al gobierno de B.J. Habibie que
suspendería su ayuda. Yakarta cedió tres días después.
Hoy en día las fuerzas de pacificación de la ONU están
supervisando la transición de Timor Oriental a la independencia.
Las objeciones de Israel a la misión de investigación de la ONU
"se aumentarían mil veces", en palabras del activista israelí
por la paz Jeff Halper, si la autorización de la fuerza de pacificación
dependiese del gobierno de Sharon. Así que no puede depender de él.
EE.UU. debe actuar con valentía para acabar con la principal causa de
la falta de seguridad de los israelíes y de la desesperación de
los palestinos - la ocupación - afirmando que su ayuda militar y económica
está supeditada a la aceptación de las fuerzas de pacificación.
Dado el equilibrio de fuerzas del Washington actual, decir que una fuerza de
pacificación internacional que saque a Israel de los Territorios Ocupados
es una buena idea, parecería el producto de una imaginación exagerada.
Podríamos preguntarnos también si una administración que
no puede imaginar que una intervención de terceros sea más importante
que la simple supervisión de ceses del fuego está realmente interesada
en la paz de Oriente Medio. O si una Casa Blanca con los ojos clavados en los
soldados israelíes apostados en Belén casi un mes después
de que Bush les haya ordenado que se retiren tiene realmente la ambición
de lograr un estado palestino. Cisjordania no debería desarrollar ninguna
otra semejanza con Timor Oriental antes de que EE.UU. se mueva.
Este artículo apareció en la página D1 del Boston Globe
el 5 de mayo de 2002. © Globe Newspaper Company
http://www.merip.org/newspaper_opeds/CT_answer_in_force.html