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Medio Oriente

21 de abril del 2002

Tres tristes tigres

Manuel Vázquez Montalbán
La Jornada

Está ya casi claro que Washington consagra a Sharon como el bueno y a Arafat como el malo, y es lo que cuenta. Europa no puede entrar en esta historia ni por la puerta trasera. Deprimentes las imágenes de Aznar, Solana y Piqué, desvalidos, fanés y descangayados a las puertas de la cercada casa de Arafat, impedido el encuentro porque Ariel Sharon es el que manda cual arcángel San Miguel con el espadón flamígero bien protegiendo las puertas del paraíso o del infierno, ¿serán las mismas? En cualquier caso, que Sharon impida el paso a tres altísimos representantes de Europa, entre ellos su jefe político de Defensa, y en cambio dé vía libre a cualquier político estadunidense que desee hacerse la foto con Arafat, invita a una seria, definitiva consideración diría yo, del papel de Europa como palanganero, insisto, palanganero del meublé sangriento. Por otra parte, las visitas supuestamente pacificadoras de los enviados de Bush suelen cumplir recorridos morosos y llegan a Tel Aviv después de haber dado la vuelta al mundo, con lo que Sharon dispone de tiempo para matar a 200 palestinos al día, cifra éticamente meritoria si se tiene en cuenta que podrían ser 400 o 4 mil y no habría perrito que le ladrara.
Tampoco el omnipotente Bush escapa a la impresión de colaboracionismo porque, en efecto, ha fruncido el ceño y el morrito, en su caso son inseparables, y ha recriminado al genocida israelí que no le haga caso en sus confusas propuestas de retirada o de no avance en la ocupación de ciudades palestinas, pero ninguna medida realmente disuasoria amenaza el avance de Sharon hasta cumplir su objetivo de convertir a Palestina en espacio de seguridad ocupado y a Arafat en un terrorista aislado, invalidado para cualquier posibilidad de negociación. ¿Qué puede hacer Europa ante este desastre humano y político? Ni siquiera extremar los mensajes simbólicos de condena de la agresión israelí y defensa de los derechos del presumido Estado palestino. No puede ni fotografiarse con Arafat y hasta Piqué, el político más sonriente de la galaxia, puede exhibir su sonrisa actor's studio porque no encaja en el plano general de muerte e impotencia.
A la altura alcanzada por el sistema represivo del Estado de Israel ya no cuela que combatir el sionismo sea una forma enmascarada de practicar antisemitismo. Es posible que el antisemitismo larvado o activo recupere la calle avalado por la brutalidad del Estado de Israel, pero la inmensa mayoría de la contestación social contra Sharon la componen los mismos que se habrían manifestado en favor de los judíos si volvieran a ser víctimas de un pogromo. La situación roza el absurdo cuando se perciben técnicas y objetivos de pogromo en las acciones del ejército israelí contra los palestinos con la excusa de exterminar a los terroristas y más absurda todavía si comprobamos que los socialistas israelíes, con Simon Peres a la cabeza, respaldan la expansión a la vez colonizadora y de tierra calcinada de Sharon. Ignoro qué se dicen dos socialistas como Solana y Sharon cuando se encuentran. Probablemente recurran al bolero de Lorenzo González: Hola qué tal. Cómo te va. Te veo muy bien. Yo soy aquel que sin piedad abandonaste...
Europa. ¿Qué hacer? Objetivamente aparece contra Sharon, pero ni Blair quiere separarse de la doble verdad estadunidense, Berlusconi ya ha expresado su desdén por el subdesarrollo islámico y Shroeder no quiere resucitar o ayudar a resucitar en Alemania cualquier fantasma antijudío. Buena parte de la legitimación moral del actual Estado de Israel se debe al Holocausto organizado por los nazis alemanes y austriacos y sus aliados fascistas y los gobiernos alemanes democráticos se han visto obligados a tratar el problema como si pisaran huevos. Pero es que ahora tal vez no se trate de pisar huevos, sino calaveras, porque Palestina se está convirtiendo en una inmensa fosa común, donde yacen las víctimas de la orgía disuasoria israelí. Si Blair no se despega de Estados Unidos y Shroeder del pasado, Aznar, Piqué y Solana bastante hacen con cubrir el expediente representativo y con sonreír menos, llegando incluso a parecer tres tristes tigres.
Aznar apenas cumple como reina madre de Europa durante seis meses, Piqué comprueba la inutilidad de ser el símbolo de la diplomacia Europa durante seis meses, y más difícil lo tiene Solana, inutilizado Mr Pesc que no ha levantado cabeza desde su expedición a Kosovo y que no debiera confiar demasiado en ser el futuro secretario general del socialismo español en 2004. Tendrá entonces Solana una edad límite y sobre sus espaldas y sienes, huellas de la cruz y la corona de espinas que le ha puesto, en todo lo alto, como el estoque a los toros, Ariel Sharon.

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