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5 de abril del 2002
El suicidio palestino
Kintto Lucas
Servicio Informativo "alai-amlatina"
Políticos/as, escritores/as, artistas, amas de casa, profesionales, gobernantes/as, gobernados/as, rebeldes, pragmáticos/as, campesinos/as, politólogos/as, indígenas, militares, religiosos/as, ejecutivos/as, ejecutados/as, izquierdosos/as, derechosos/os, militares, los personajes más diferentes, las miradas más disimiles, las pieles más diversas, los ojos más distantes, las manos apretadas o extendidas. Casi todos y casi todas piden que termine la matanza. Se duelen del soldado israelita apuntando el fusil contra una anciana y dos niños. Se duelen de Palestina.
Desde la India, España, Brasil, Rusia, Ecuador. Bangladesh, Angola, Madagascar, Argentina, Cuba, Francia, Alemania, Polonia, Irak, Suecia, Holanda, Venezuela, Colombia, Nigeria, Australia, Marruecos, Italia, Grecia, Guyana, desde las geografías más encontradas y más perdidas, los ríos más claros y más poluídos, las montañas nevadas y el sertao seco, la selva herida de petróleo, y el campo herido de transgénicos. Desde casi todos los rincones reconocen el derecho a la justicia y al territorio. Se duelen del fuego de los tanques destruyendo Ramalá. Se duelen del llanto y la sangre palestina.
Es un pedido que rechaza el terrorismo de Estado aplicado por Ariel Sharon y sus militares contra un pueblo cuya propiedad es algo más que nada, algo menos. Que pide a la burocracia de la ONU actúe alguna vez para proteger esas vidas, nunca más que pobres, nunca menos. Que reclama a los gobernantes europeos, dejen de murmurar en los corredores, a escondidas, y hablen fuerte, imponiendo sanciones al alumno de Hitler en Oriente Medio, a pesar de Estados Unidos. Que dice a las gentes de los países de esos gobernantes: en Auschwitz está el ejemplo de lo que padecen los palestinos.
Los países europeos miran a un lado en el momento de actuar para detener la masacre. Son esclavos del dinero judío que controla la economía internacional y de las armas norteamericanas que controlan la política mundial. Basta que el gobierno de Bush Hijo diga que las masacres perpetradas por un ejército regular no se encuadran dentro del término terrorismo, para que estas "repúblicas bananeras desarrolladas" digan amen. Aunque la pregonen, no tienen política propia. Si América Latina es el patio trasero de Estados Unidos, Europa ha demostrado que es el patio del costado.
Nadie hace justicia porque la justicia no existe. Nadie ataca o impone sanciones a Israel, porque Israel es Estados Unidos, y Estados Unidos es Israel. Nadie lleva a Ariel Sharon ante un tribunal por crímenes contra la humanidad porque Ariel Sharon es Bush Hijo, y Bush Hijo es Ariel Sharon. Entonces solo queda el suicidio. La única e injusta salida que le queda al pueblo palestino es oponerse al asesinato con el suicidio. La única justicia posible en un mundo que los ignora es suicidarse matando. Muerte por muerte. Solo le dejan esa posibilidad.
Pero los pueblos del mundo, que se duelen del dolor palestino, y del dolor colombiano, y del dolor de cualquier parte; que se rebelan con una mirada, con una lagrima, con un puño, con un azadón, con un martillo, con un arma o una flor, contra la política y la economía que promueven el suicidio de casi todos y casi todas, deben en esta hora ayudar a construir la historia de una Palestina libre, que es como hablar de toda y cualquier geografía, exigiendo a sus gobiernos que actúen, sumando su voz contra la masacre.