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28 de abril del 2002
Los jóvenes egipcios escuchan el llamado al 'martirio'
Tim Golden
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
L SHEIK ZWAYED, Egipto, 21 de abril— Hace unos días, un joven
egipcio de 23 años, Milad Mohammed Hemeida, pasó frente a los
guardias egipcios cerca de la frontera con Israel, y los ahuyentó con
una advertencia: "Si alguien se acerca," dijo, "me hago volar."
Hemeida siguió caminando, dijeron los funcionarios de la seguridad, directamente
hacia la estrecha tierra de nadie que separa a los dos países. Del otro
lado, los soldados israelíes le ordenaron que se detuviera, y luego dispararon
por sobre su cabeza. "¡Dios es grande!" les gritó Hemeida en árabe.
Uno de los soldados israelíes volvió a disparar, derribando al
joven de un solo tiro.
El señor Hemeida no portaba ningún explosivo, dijeron los funcionarios.
Pero desde su muerte al día siguiente, ha sido celebrado en Egipto como
el primero en una nueva serie de mártires árabes por la causa
palestina.
Es un espectro que ha atemorizado desde hace tiempo a los funcionarios tanto
en Israel como en los países árabes que lo rodean –que prometedores
jóvenes árabes, frustrados por la falta de oportunidades en su
país y enfurecidos por el trato dado por Israel a los palestinos, se
unan a la lucha como no lo han hecho desde 1948.
Es también una perspectiva que de pronto se ha vuelto muy real.
Funcionarios egipcios han confirmado que, desde la semana pasada, una media
docena de jóvenes hombres y mujeres, incluyendo al señor Hemeida,
han sido detenidos cuando trataban de infiltrarse en Israel, al parecer para
realizar ataques. Un funcionario de la seguridad egipcia dijo que desde el mes
pasado, las fuerzas de seguridad han estado arrestando a varios jóvenes
por día por casos similares.
La reacción ha sido la intensificación del control de la frontera
por Egipto, registrando cuidadosamente a los jóvenes en puntos de control
ubicados mucho antes de la línea internacional. El domingo pasado, funcionarios
de seguridad fuera de esta localidad norteña devolvieron a periodistas
que trataban de llegar a la ciudad de Rafa, en la frontera de unos 10 kilómetros
entre Egipto y la Franja de Gaza, diciendo que ya no podían visitarla
sin un permiso especial del Ministerio del Interior.
"Tenemos cuidado de evitar toda provocación," señaló el
portavoz jefe del gobierno egipcio, Nabil Osman, diciendo que los arrestos en
la frontera eran incidentes aislados. "Pero la situación en los territorios
palestinos es muy provocativa."
Sin embargo, a diferencia de los combatientes musulmanes que acudieron a las
guerras en Afganistán, Bosnia y Chechenia, los jóvenes árabes
no tienen un camino fácil hacia el interior de Israel. Aunque Jordania,
el Líbano y Siria tienen grandes poblaciones palestinas, los funcionarios
israelíes han informado sobre sólo unas pocas incursiones recientes
desde esos países, todas al parecer realizadas por militantes palestinos.
El llamado a los dirigentes para que "abran las puertas a la yihád" en
Israel se ha convertido en la norma en las manifestaciones callejeras árabes.
A pesar del dejo religioso de tales demandas, la explosiva respuesta de los
jóvenes árabes está fuertemente arraigada en preocupaciones
seculares.
"Se trata de una nueva cultura que emerge en el mundo árabe," dijo Mahdi
F. Abdul Hadi, un politólogo e historiador palestino. "No es islamista
o pan-árabe; tiene que ver con un nuevo sentido de dignidad entre los
jóvenes del mundo árabe, que se identifican con los sufrimientos
de los palestinos."
Tales sentimientos se reflejaron fuertemente en la vida de Milad Hemeida, el
segundo de cuatro hijos de una familia de agricultores pobres en el Delta del
Nilo.
Los padres del joven, descendientes de una tribu de beduinos llamada Awlad Ali,
viven a sólo una hora en coche de Alejandría, la segunda ciudad
de Egipto. Pero trabajan y se visten de manera muy similar a lo que hacían
sus antepasados, y sus vidas siguen siendo guiadas por antiguas nociones sobre
la familia, el honor, y la vergüenza.
Como muchos otros de su generación, el señor Hemeida nació
en un mundo de nuevas posibilidades –incluyendo una escuela abierta en 1985,
en el camino de tierra que pasa por su casa, financiada por la Agencia de Desarrollo
Internacional de Estados Unidos. Era el tipo de proyecto que pretendía
promover las simpatías pro-estadounidenses en el campo egipcio, y hay
algunos indicios de que podría haberlo logrado.
"La gente siempre ha buscado un sitio que represente la justicia y la libertad,"
dijo Gamal Hishmet, miembro de la Hermandad Musulmana, de oposición,
que representa a un distrito vecino en el Parlamento egipcio. "Pensaron que
encontrarían en Estados Unidos lo que no podían encontrar en sus
propios países. Pero EE.UU. nunca mantendrá su posición
a menos que adopte políticas más justas."
Cuando dos reporteros estadounidenses llegaron a la casa de adobe de la familia
Hemeida el viernes pasado, poco después del funeral de Milad Hemeida,
sus parientes apenas se pudieron contener.
"¡Ustedes son los que lo mataron!" gritó amargamente uno de los tíos
de Hemeida, mientras docenas de hombres en vestimentas de algodón salían
de una tienda funeral abundantemente alfombrada. "¡Esas balas israelíes
son pagadas por Estados Unidos!"
La cólera apenas había disminuido un día más tarde.
En su momento, sin embargo, un primo dijo confidencialmente que agentes de la
seguridad del estado le habían advertido a la familia que guardara silencio.
Los periódicos controlados por el gobierno han ignorado por completo
la muerte del señor Hemeida; los de la oposición sólo comenzaron
a informar al respecto varios días después.
Una vez que se les persuadió para que hablaran de Hemeida, fue casi imposible
interrumpir a parientes y amigos.
Lo describieron como un joven orgulloso, excepcionalmente sensible quien, como
lo dicta la costumbre, se dedicaba a su familia incluso cuando se mudó
más allá del mundo de la aldea. Le gustaba el fútbol y
la playa. Llevaba una pequeña copia del Corán en su bolsillo,
decían, pero a nadie le dio la impresión de ser un fanático.
"Quería tener una familia, un hogar, y niños, como todos los demás,"
dijo un primo ya mayor, Abdel Moneim Hassan Rashid, de 36 años, abogado.
"Era una persona muy ambiciosa. Pero también se preocupaba siempre más
por los demás que por sí mismo."
Después de terminar la escuela primaria financiada por EE.UU., Hemeida
se matriculó en una escuela secundaria de estudios agrícolas,
en la localidad cercana de El Dilingat. "Gasté todo mi dinero tratando
de ayudarlo a aprender," dijo tristemente su padre, Mohammed, que no sabe ni
leer ni escribir.
Pero cuando se graduó para ingresar a la estancada economía egipcia
de fines de los años 90, descubrió que su educación no
era la entrada que tal vez algún día podía haber sido.
"Esta economía hace mucha presión sobre la joven generación,"
dijo Donald P. Cole, un antropólogo en la Universidad Americana en El
Cairo, que ha estudiado la tribu Awlad Ali. "Los jóvenes de 22 no tienen
ni siquiera las mismas oportunidades que tuvieron sus hermanos y hermanas mayores
–y sus expectativas son aún mayores."
Por el camino, en toda dirección, Hemeida veía las grandes casas,
de ladrillos rojos, que representan monumentos al trabajo de sus vecinos como
trabajadores itinerantes en el Golfo Pérsico. Semejantes trabajos han
sido durante mucho tiempo un tema para radionovelas árabes, cargadas
de escenas de humillación por jeques ricos en petróleo. A pesar
de todo, su encanto es tan tangible como las antenas parabólicas que
brotan por todas partes de los techos de la aldea.
A fines de diciembre, después del fin del sagrado mes de Ramadán,
Hemeida fue a juntarse con su hermano mayor en Libia. Aunque encontró
trabajo en la construcción y otras actividades, volvió pronto
a casa después que Israel comenzó su ofensiva militar en los territorios
palestinos.
No contó gran cosa sobre el tiempo que pasó lejos. Algunos de
sus primos imaginaron que había sufrido algo por el abuso que a menudo
es parte integrante de tales trabajos de baja categoría. Pero lo que
más los impresionó fue hasta qué punto se encolerizó
por los eventos en Cisjordania.
"¡Lo que sucede no es justo!" le dijo a un primo, Helmi Abu Sheeba. "¿Hasta
cuándo vamos a permanecer en silencio con lo que está sucediendo?"
Los parientes del señor Hemeida dijeron que a todos los habían
afectado los ataques del 11 de septiembre, su cumpleaños. Pero a él
le dolió más la suerte de los palestinos.
Después de su muerte, sus parientes dijeron que uno de sus amigos les
había dicho que había tratado por primera vez de cruzar la frontera
israelí en Rafa a principios de diciembre, pero que había sido
detenido y golpeado por las fuerzas egipcias de seguridad.
El amigo también les dio un poema que dijo que había sido escrito
por el señor Hemeida. Comenzaba:
"En nombre de un hombre que ha perdido sus derechos y perdido su dignidad. "En
nombre de un hombre que muere por una época en la que pueda vivir en
libertad."
Incluso en una aldea en la que las retransmisiones vía satélite
han ayudado a politizar a muchos que antes sólo seguían los acontecimientos
del mundo a través del filtro de las noticias controladas por el gobierno,
Hemeida estaba excepcionalmente afectado por lo que veía por televisión.
Pero ninguno de sus parientes lo tomó muy en serio cuando le dijo a su
madre que partía a buscar trabajo "en uno de esos nuevos proyectos agrícolas."
No está en claro cómo llegó a la ciudad fronteriza de Rafa,
sólo que lo hizo rápidamente.
Las 'Fuerzas de Defensa de Israel' [ejército israelí] dijeron
que fue alcanzado por sus balas el lunes por la tarde; los funcionarios de la
policía egipcia y los parientes del señor Hemeida dijeron que
fue el martes por la mañana.
Dentro de días, el joven tranquilo, sensible, ya se estaba convirtiendo
en un mito.
Los periódicos de oposición saludaron al "primer mártir
de la causa palestina" de Egipto." Los maestros decidieron cambiar el nombre
de una escuela local en su honor. "Nació el día en que murió,"
dijo un primo, Gubr Abu Sheeba.
Otro primo de más edad, Fawzi Anwar, vio la pérdida de una manera
algo diferente.
"Es muy importante que el pueblo de EE.UU. comprenda lo que sucede en las mentes
de estos jóvenes," dijo. "Era un joven que amaba la vida. No era una
persona hostil o colérica. La humillación y la injusticia que
veía lo llevaron a hacer lo que hizo."