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16 de abril del 2002
Invasión
Israel Shamir
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
La Guerra de Pascua de Sharon es el fin de un capítulo, no de la historia.
Esta semana conocimos toda la medida de la desesperación y
de la humillación. Nuestras protestas y peticiones, correos electrónicos
y manifestaciones resultaron tan poderosos contra los tanques como si fueran
amuletos o maldiciones. Los amigos de la igualdad en Palestina, políticamente
correctos, ofensivos, humorísticos, o vulgares, fueron derrotados. El
Presidente de EE.UU. aclamó "el derecho a la autodefensa de Israel";
la BBC y CNN encontraron una fórmula: "en respuesta a"; y las tropas
de Sharon invadieron las ciudades palestinas. Eliminaron efectivamente la autonomía
palestina y realizaron intensivos allanamientos, masivos arrestos, y ejecuciones
a sangre fría. En Belén, una protesta pacífica de manifestantes
europeos no-violentos fue atacada con ametralladoras por los invasores. Los
vecinos de diferentes localidades hablan de docenas de palestinos asesinados,
matados a quemarropa. Israel y EE.UU., dirigidos hace tiempo por el mismo equipo,
bloquean a la ONU y a las organizaciones internacionales, mientras preparan
la segunda parte de su operación, la invasión de Gaza.
Es un momento difícil, pero no tan sombrío como quisieran hacernos
creer nuestros enemigos. Los medios occidentales sobornados informaron de "combates
entre palestinos e israelíes"; pero, en realidad, los soldados israelíes
encontraron poca resistencia. ¿Por qué los proverbialmente valerosos
combatientes palestinos no combatieron contra los invasores judíos?
Una respuesta es obvia, y fue presentada por el periodista y activista por la
paz israelí, Uri Avnery. La disparidad de fuerzas es demasiado grande
como para que los mal equipados palestinos confrontaran al tercer ejército
más poderoso del mundo, respaldado por su dócil gigante, EE.UU.
Pero hay otra razón que Avnery no mencionó: la Autoridad Nacional
Palestina (ANP) no se ha convertido en un símbolo nacional por el que
los palestinos estén dispuestos a morir. La vida bajo la ANP siguió
siendo la vida bajo el régimen judío.
No es el momento adecuado para discutir los defectos de la ANP, bien descritos
por Robert Fisk y muchos otros. Citaré sólo a Muna Hamzeh del
campo de refugiados Deheishe, que escribió: "Desde que Arafat y su autoridad
tomaron el control de la Zona A en Belén en diciembre de 1995, utilizaron
los "fondos" para Belén para lo siguiente: construir una nueva estación
de policía con una nueva cárcel; nuevos cuarteles para sus fuerzas
de Seguridad Preventiva; nuevos cuarteles para la inteligencia, una nueva sede
presidencial para Arafat y sus visitantes VIP; y una plataforma personal para
helicópteros construida en Jabal Antón, un pequeño monte
que domina Dheisheh y la única extensión natural del campo, donde
Arafat hubiera hecho mejor construyendo una zona de juegos para los niños
del campo de refugiados. Es lo que Arafat construyó en Belén.
("El Holocausto revisitado", 12 de marzo de 2002).
Muna Hamzeh exageró: Belén fue remozada, sus calles fueron pavimentadas,
Manger square fue restaurada, se abrieron nuevos hoteles y la calidad de la
vida mejoró durante los años de control administrativo de la ANP.
Pero ella expresó los sentimientos de muchos de sus compatriotas, desde
el profesor Said a los refugiados en Deheishe, profundamente insatisfechos con
la ANP. Si trataban de cumplir con el que era en definitiva el gobernante, Israel,
o con la población asfixiada, no eran populares. La ANP fue establecida
por los israelíes para controlar a la población palestina. No
fue establecida para mejorar la vida de los palestinos. Dudo que hubiera podido
hacer mucho más.
En el holocausto palestino que está ocurriendo, la ANP fue obligada a
jugar el rol moralmente ambiguo, mejor dicho imposible, del Judenrat, la Autoridad
Judía establecida por los alemanes en el gueto y los campos de la Europa
ocupada. Los alemanes tenían tan pocos deseos como los israelíes
de controlar y administrar a sus víctimas extranjeras. Prefirieron darles
una autonomía limitada en los asuntos internos. Algunos nazis inteligentes
estaban dispuestos a establecer un estado judío separado dentro del marco
del Tercer Reich, algo por el estilo de la visión de Sharon de un estado
palestino. Realmente lo hicieron alrededor de Lublin, un área de Polonia
con una gran población judía. Tuvo varios nombres: Lublinlandia,
Judeolandia, Reserva Judía, y Área Autónoma Judía.
Después de la guerra hubo muchos libros y piezas de teatro sobre las
actividades de esa Autoridad Judía. Los judíos se sentían
mal bajo su propio Judenrat, lo consideraban "corrupto," "atento a las exigencias
del enemigo," y otros argumentos que hoy nos suenan tan familiares. Pero el
Judenrat no podía lograr más de lo que hizo. Ni lo pudo la ANP.
A los palestinos no se les dio respiro alguno, fueron y siguieron siendo dominados
por el estado de apartheid judío, con o sin la ANP.
La invasión de Sharon enterró para siempre la idea descabellada
de la autonomía palestina ('independencia') sobre un pequeño trozo
de Palestina. Fue básicamente la idea nazi de Lublinlandia transferida
a Ramala por la seudo-izquierda judía. La idea de la democracia en toda
Palestina, la liquidación del apartheid, volvió a estar en primera
línea. No hay que recordar con nostalgia los días de la ANP; hay
que mirar con esperanza hacia la Palestina libre y democrática de mañana,
desde el Río hasta el Mar.
II
Muna Hamzeh llamó su ensayo "El Holocausto revisitado". La imagen
del holocausto ha sido evocada por José Saramago, el escritor portugués
galardonado con el Premio Nobel, que comparó Ramala sitiada con el Gueto
de Varsovia. Saramago, que recién ayer había sido glorificado
por la prensa judía por su trato poco ortodoxo de Jesús, se convirtió
en el objeto de masivos ataques. Entre los atacantes, estaban las principales
luminarias de la seudo-izquierda judía israelí, Ari Shavit y Tom
Segev.
Tom Segev movilizó su pluma al servicio del estado judío. "Saramago
declaró que las acciones de Israel en los territorios son comparables
con los crímenes que fueron perpetrados en Auschwitz y Buchenwald. Suena
más bien como algo que pueda haber leído en los muros de un servicio
público que algo que haya escrito en sus libros. Lo que dijo daña
la causa que supuestamente quiere servir, así que él también
salió del episodio como estúpido."
De alguna manera me cansé de escuchar esta cantinela bienintencionada,
dañina a la causa, de los consejeros "de izquierda" judíos a los
palestinos, de Tom Friedman o Tom Segev. No creo que quieran que esta causa
tenga éxito. Y ahora, la diferencia práctica entre la 'izquierda
blanda' y la 'derecha dura' se ha convertido en algo cosmético. Las siguientes
líneas fueron escritas por un 'izquierdista,' Ari Shavit, pero podrían
haber sido escritas por la 'derechista extrema,' Bárbara Amiel, la mujer
de Conrad Black y amiga de Sharon y Pinochet: "Las cosas que dijo José
Saramago el lunes en Ramala no constituyeron una crítica clara de la
ocupación. Fueron una terrible incitación contra los judíos.
No fueron sólo estúpidas, sino que una declaración de hechos
históricos sin base alguna. Fueron una forma de derramamiento de sangre.
Porque si Ramala es Auschwitz -y ésa es el parangón que hizo Saramago-
entonces Israel es el Tercer Reich. Merece la extinción. Tal vez no haya
que matar a todos sus ciudadanos, pero hay que aplastar sus instituciones soberanas.
Y si Ramala es Auschwitz, entonces Tel Aviv es Dresden. Quemarla no sería
un crimen de guerra."
El profesor Alan Stoleroff le dio una buena respuesta: "una vez más hay
un intento de un israelí de izquierda de confrontar la dura realidad
de los actuales crímenes contra la humanidad y los crímenes de
guerra cometidos por la ocupación israelí. ¿Si las palabras de
Saramago, o mis propias palabras judías, hubieran comparado el sitio
y los bloqueos con el Gueto de Varsovia, reaccionaría usted de la misma
manera? ¿No fue en los periódicos israelíes donde apareció
que un general israelí había exhortado a que se estudiaran las
tácticas nazis en Varsovia para aplastar la Intifada? ¿No fueron los
soldados israelíes los que imprimieron números en serie sobre
los palestinos detenidos? ¿No responde positivamente un 40% de los israelíes
a las preguntas de encuestas cuando se les pregunta si están a favor
de que se transfiera a los árabes? Y los bombardeos de superficie de
Dresden FUERON un crimen de guerra."
Si Shavit insiste, estoy dispuesto a complacerlo: Israel, este estado de apartheid
judío, merece desaparecer. Sus instituciones soberanas debieran por cierto
ser desmanteladas. Y sus partidarios, en todas partes, se convierten en participantes
en crímenes de guerra, y en combatientes, por su cuenta y riesgo. No
pueden pretender ser neutrales. El abismo no es étnico o religioso, como
lo demostró Jerry Levin, de Alabama.
Jerry Levin, Jefe de la Oficina de CNN en Beirut, que fue rehén de Hezbolá
en 1984-1985 -y que en estos días trabaja con CPT (los Equipos Cristianos
por la Paz) para proteger a niños, mujeres, y hombres palestinos de la
ira y la violencia de los colonos. Me recuerda a "Adam Shapiro, que es judío,
miembro del Movimiento Internacional de Solidaridad, y trabaja en Ramala". Habría
que agregar a la maravillosa Jennifer Loewenstein, cuyo informe desde Gaza acaba
de ser presentado en los canales palestinos, y a otros amigos de la igualdad
en otros sitios. Esa gente, de diferentes opiniones, junto con sus amigos hacen
frente al bloque "izquierda-derecha" de supremacistas judíos.
3 de abril de 2002
Israel Shamir es un conocido escritor y periodista israelí de origen
ruso. Ha escrito para Ha'aretz, la BBC, Pravda y ha traducido a Agnon, Joyce
y Homero al ruso. Vive en Jaffa.
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