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Medio Oriente

5 de abril del 2002
El asesinato de Arafat

Uri Avnery
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Si Ariel Sharon logra asesinar a Yasir Arafat, como desea hacerlo, el líder palestino permanecerá en la memoria colectiva de su pueblo, y de todo el mundo árabe, como Moisés en la memoria judía.
Moisés se rebeló contra la opresión egipcia, llevó a su pueblo en su marcha fuera de "la tierra de la servidumbre," los dirigió durante 40 años por el desierto, los convirtió en un nuevo pueblo y los llevó al umbral de la Tierra Prometida.
No entró al país propiamente tal – Dios sólo se lo mostró desde lejos. Lo mismo se dirá sobre Arafat, si ahora se convierte en un mártir.
Moisés, desde luego, es una figura mitológica. Ningún erudito serio del mundo creyó que el éxodo de Egipto haya sucedido en realidad. Los expertos explican que podría no haber tenido lugar realmente. Pero eso, en realidad, no es importante: el Moisés de la mitología formó la conciencia del pueblo judío más que cualquier dirigente de carne y hueso de una tribu nómada en el desierto podría haberlo hecho.
La Haggada, el libro leído en la noche de Pesach (Pascua) en casi todas las familias judías del mundo, nos conmina a sentirnos como si nosotros mismos hubiéramos salido de Egipto. La escala de valores y las actitudes básicas judías están basadas en esta premisa. El texto de los Diez Mandamientos en el Deuteronomio 5 explica por qué en el Sábado sagrado se debe permitir que también los sirvientes y los esclavos descansen: "Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto."
En el nuevo mito que está naciendo ante nuestros ojos, Sharon es el Faraón y nosotros somos los antiguos egipcios. En la historia sobre el Éxodo, la Biblia hace decir a Dios: "Yo endureceré su corazón (del Faraón) y el corazón de sus sirvientes." Después de cada calamidad que le ocurría, el Faraón rompía su promesa de liberar a los israelitas. ¿Por qué? ¿Cuál era el propósito de Dios? Quería que los israelitas se endurecieran por la penuria, antes de que comenzaran su larga marcha. Es lo que les está ocurriendo ahora a los palestinos.
¿Así que, qué ocurrirá si una bala israelí mata a Arafat ahora? Después de Moisés, no apareció un segundo Moisés, sino que Josué, el guerrero despiadado que cometió genocidio. (Esto, a propósito, también es un mito. Todos los eruditos serios creen que en realidad este genocidio sagrado nunca tuvo lugar.) Después de Arafat, su heredero no será Abu-esto o Abu-este otro. Será el Hermano Kalachnikoff, como la canción que solíamos cantar en nuestra juventud, durante la lucha contra la ocupación británica: "Dale la palabra al camarada Parabellum, dale la palabra al Camarada Tommy gun." Parabellum era una pistola, Tommy-gun una metralleta.
No habrá un Quisling palestino –y si se encontrara un candidato, sería matado al día siguiente como el Quisling libanés de Sharon, Bashir Jumail. Docenas de dirigentes guerrilleros locales se harán cargo, y ellos comenzarán una campaña de venganza, no sólo en el país, sino en todo el mundo. La vida de cada israelí se convertirá en un infierno, todo el mundo se convertirá en una calle Ben Yehuda al estilo de Jerusalén. Ninguna embajada israelí, ningún avión, ningún turista estará a salvo.
Arafat muerto será mucho más peligroso que Arafat vivo. El Arafat en vida está totalmente dispuesto a lograr la paz. El Arafat muerto no puede hacerlo. Eternizará el conflicto.
En nuestros días, los historiadores se preguntan qué locura se apoderó del pueblo judío hace 1930 años, que los llevó a comenzar una rebelión sin esperanzas de éxito contra el imperio romano y que condujo a la más terrible destrucción de la mancomunidad judía en Palestina. Dentro de cien años, los historiadores se preguntarán qué locura se apoderó de este pueblo, llevándolo a elegir a Sharon, un personaje sangriento que no ha hecho nada en su vida fuera de derramar sangre y establecer asentamientos. ¿Qué locura se apoderó de este pueblo, llevándolo a preferir los asentamientos y algunos territorios a la paz y la conciliación? ¡Y qué hace que este pueblo permanezca indiferente, cuando todo el mundo árabe les ofrece precisamente eso –tal vez por última vez! – paz auténtica y relaciones normales, y el público escucha las estúpidas diatribas de los políticos y los comentaristas, que ridiculizan esa oferta y que impulsan a Sharon, al comienzo de una sangrienta campaña, peor que cualquier que haya habido antes.
La historia recuerda a los pocos que advirtieron al pueblo del desastre que ocurriría si escuchaban a los Zelotas, La historia nos recordará a nosotros, los pocos que estamos advirtiendo al pueblo ahora del desastre que sufriremos todos, si seguimos a Sharon y a su pandilla. Esperemos que nuestras voces sean escuchadas a tiempo, de manera que podamos comenzar por un nuevo camino.
Si Arafat es asesinado, será el punto desde el que no habrá forma de volver atrás.
Uri Avnery, 30 de marzo de 2002