Counterpunch Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Vi las ilustraciones que los niños dibujaron en Terezin [Theresienstadt- en alemán] en marzo pasado cuando estuve en una conferencia en Praga para presentar una ponencia. Ayer vi una foto de una mujer palestina, anciana e inclinada, llorando mientras veía a la aplanadora de Sharon que demolía su casa. Los cuadros de los niños se me vinieron a la memoria; los miles de dibujos, escondidos en Terezin, son la sola evidencia de su existencia. Las madres, las mujeres mayores llevadas a Terezin por los nazis con el pretexto de que era una instalación para cuidar a los ancianos, y la comandancia nazi, permitieron que los niños dibujaran, como un medio para expresar cómo se sentían al ser arreados como ganado, hacinados en oscuros desvanes y sótanos, separados de sus padres antes de ser transportados a Izbice, Maly Trostinec, Sobibor, Majdanek, Treblinka o a Auschwitz. Porque Terezin era un punto de trasbordo en el sistema de transporte.
Se me ocurrió que el salvajismo de Sharon con los palestinos refleja los horrores sufridos por los judíos en Terezin. Pensemos en la mujer llorando por su hogar. ¿Qué dirían las mujeres de Terezin si vieran a Sharon destruyendo el hogar de esa mujer? ¿Cómo compartirían la angustia de ser expulsadas de sus hogares, como les había sucedido a ellos, y ser confinadas, como la mujer palestina, en condiciones escuálidas, en un campo de refugiado bajo las botas de su opresor? ¿Qué dirían los judíos de Terezin al ver a sus hijos, hijas, sobrinas y sobrinos, acorralando al pueblo nativo de Palestina en guetos, apretujado en búnkeres de hormigón, no demasiado distintos de las celdas de Terezin, o hacinados en antiguas ciudades donde los muros se derrumban o son enteramente arrasados?
¿Qué dirían los judíos de Terezin al ver a Sharon construyendo muros alrededor de los guetos? Como los muros de Terezin que se alzaban ante los encerrados que esperaban el día en el que serían transportados hacia la muerte. Como la Gestapo, el IDF [ejército israelí] se cierne sobre los palestinos mientras se agazapan encerrados en sus casas bajo el toque de queda, sin poder ir al mercado, sin poder jugar en las calles, sin poder ir a trabajar, dependiendo de la voluntad del opresor para ir a buscar los alimentos de la ONU, su única defensa contra la muerte inminente.
¿Qué dirían los judíos de Terezin si vieran a Sharon rodeando sus albergues temporarios con reflectores de torres y camiones, encerrándolos tras alambradas de púas, sufriendo la indignidad de animales enjaulados? ¿Qué dirían si vieran a una familia palestina esperando en fila durante horas antes de poder pasar por la entrada, ridiculizados y sufriendo las burlas de los soldados riéndose de sus sufrimientos? ¿Qué dirían los judíos de Terezin al ver a los suyos robando tierras y casas de sus propietarios con el pretexto de que son animales y que no merecen la tierra dada a Sharon por D***? ¿No habían perdido todo ante sus opresores?
¿Qué dirían los judíos de Terezin a los encarcelados tras los muros sin poder arar los campos que les han sido arrebatados, sin poder ir a una ciudad a otra a visitar a sus parientes, amigos, vecinos, sin poder sobrevivir sin la generosidad de naciones de más allá de los muros? ¿No comprenderían a los que trataban de resistir? ¿No habían tratado de resistir ellos mismos? ¿No comprenderían que lo que la desesperación genera es desesperación? ¿No se habían visto ellos mismos como David contra Goliat? ¿No verían a este David, el palestino aprisionado, como sus hermanos y hermanas lanzando piedras a los tanques de toneladas de peso, tirando balas de sus rifles Kalashnikov contra los jets F-16 y los helicópteros Apache, y de pie, desafiantes, ante las aplanadoras mientras Goliat envía a algunos de sus 134.000 soldados a los guetos, envía a unos pocos de sus 32.000 aviadores a bombardear hogares y fábricas, y conduce sus 3.900 tanques a la ciudades-gueto y a los campos de refugiados? ¿No utilizarían la metáfora de la historia bíblica que ilustra gráficamente las consecuencias para los fuertes que tratan, intencional y despiadadamente, de destruir a los débiles? ¿Y no sabrían que David triunfará porque David no tiene nada que perder, su causa es justa, y su Dios le ha prometido la victoria? Pero los fuertes tienen todo que perder, y temen que lo van a perder. Como dijera el profesor israelí Martin Van Crevold: "El sabio no debería en ningún momento entablar combate contra el débil."
Cuando estuve en Terezin, vi el dibujo de una carroza fúnebre, el único medio de transporte en el gueto, por Ferdinand Bloch, el cuadro de Alfred Kantor que muestra una patrulla policial controlando a mujeres que vuelven del trabajo, y el dibujo negro de Bedrich Fritta de la vida apretujada en el ático, y otros, otros de niños, y pensé en la anciana arrodillada en la calle mirando como demuelen su casa. Eso, también, es un cuadro que captura para siempre el miedo de los que viven sin esperanza, sin dignidad, sin respeto. ¿Qué dirían los judíos de Terezin? Tal vez pueden hablar por mi boca: LOS FANTASMAS DE TEREZIN
Vi los cuadros de los niños de Terezin
Apretujándose en el ático al llegar la oscuridad, --
Cuadros de sol tras la lluvia,
De madres enfundadas en pañuelos y solemnes vestidos,
De padres orgullosos bajo sus yarmulkas, --
Todos esperando pacientemente el día prometido
Cuando puedan subir al tren plateado
Y huir a la Ciudad Santa.
Y lloré ante su sufrir,
El silencioso, desconocido, lacerante, miedo
Que quema dentro de su gueto pecaminoso,
Este Terezin.
Y sobrevino otro dolor,
Otra escena, tan extraña, tan encarnada en la otra
Que estalló intrusa en mi corazón en lágrimas,
Una escena más desgarradora que Terezin,
De callejones y pasajes anegados en inmundicia y desesperación
Donde niños respiran el fétido aire del odio
Que asciende como de cenizas humeantes.
Y aparecieron, sorpresivamente, sobre las tumbas, los fantasmas de Terezin,
Alzándose como la bruma alrededor del crematorio;
Padres y madres, en su tierra prometida, por fin,
Estaban ahí, silenciosos como centinelas,
Arropando niños sobre sus pechos.
Y lloraban mientras contemplaban en vano
A los guardianes circulando por los campos
Como los agentes de la Gestapo de otrora,
Severos, fríos, indiferentes al dolor
Ante los que se acurrucan bajo los techos de hojalata,
Encajonados como muertos en cajas de hormigón
Como el olor acre de persistentes residuos
Que fluyen por los callejones y las casas.
Vieron a los tanques haciendo vibrar las calles
Y las filas de soldados serpenteando tras ellos,
Buscando a las alimañas que infestan todo, --
Sin hogar, sin nombre, sin cara, --
Colándose por este gueto en la oscuridad de la noche
Para llevarse a los niños de esta ciudad de trasbordo,
Este campo de refugiados resucitado, este nuevo Terezin,
Donde el nuevo judío vaga por el mundo
Como los judíos de Terezin,
Unidos por su soledad y desesperación
Mientras ven a sus niños
¡Convirtiéndose en los muros de Terezin! 20 de noviembre de 2002
William Cook es profesor de inglés en la Universidad de La Verne en California del Sur. Su correo es: cookb@ULV.EDU