Hieren a voluntaria internacional y matan a jefe de la ONU
Militares israelíes disparan a mansalva sobre niños palestinos en Yenín
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Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Caoimhe Butterly habla con Annie Higgins en el campo de refugiados de Yenín, Palestina. 22 de noviembre de 2002. En la reinvasión de hoy del campo de refugiados de Yenín, las Fuerzas de Ocupación de Israel, convirtieron en la mañana el sector inferior del campo en una zona militar cerrada, utilizando unos veinte tanques, diez jeeps, y por lo menos dos helicópteros artillados Apache. Traté de colocarme entre los niños indefensos y los tanques, cuando recibí un llamado de una amiga que quería que evacuara a su hija enferma, ya que el Ejército no permitía que pasara ninguna ambulancia. Fui con un amigo periodista palestino, y fuimos de inmediato arrestados, junto con otro voluntario internacional, y llevados a un sitio en el que retenían a unos veinte palestinos. Estaban con los ojos vendados, esposados, desnudos excepto por sus pantalones o su ropa interior y habían sido brutalmente golpeados. Después de permanecer detenida durante dos horas y de ser brevemente interrogada, los soldados israelíes dijeron que me podía ir. Pedí permiso para quedarme con los hombres, esperando poder minimizar la violencia, pero los soldados se negaron, diciendo que no estaba permitido. Cuando me negué a partir, me arrastraron por la fuerza, me tiraron por la carretera, y me dijeron que si volvía al área me dispararían.
Volví por donde había venido, pasando delante del complejo de las Naciones Unidas. Ahí hablé brevemente con Iain Hook, Jefe del Proyecto de la UNRWA (Agencia de Trabajo de Ayuda de las Naciones Unidas) en Yenín Dijo que estaba tratando de negociar con los soldados para que las mujeres y los niños pudieran irse a casa. Salió del complejo de la ONU llevando una bandera azul de la ONU y la única respuesta de los soldados fue vociferar por su altavoz en inglés: "¡No nos importa si eres de las Naciones Unidas o quién seas! ¡Vete a la mierda y ándate a tu casa! Iain dijo que las cosas no iban bien. Insistió en que quería asegurar el libre paso de sus cuarenta colaboradores palestinos y el suyo, utilizando medios legales, es decir la coordinación oficial con el ejército. Algunos padres preocupados habían comenzado a hacer un agujero en el muro posterior del complejo para evacuar a los niños que estaban allí para un programa de vacunación. Acompañamos a casa a algunos de los niños.
Después de esto, volví de nuevo a la casa de la niña enferma. En el camino me encontré con un grupo de niños que me contaron que un amigo mío de diez años, Muhammad Bilalo, había sido asesinado y que tres niños habían sido heridos por el fuego de los tanques, uno de los cuales había sufrido daño al cerebro. Por lo tanto fui donde estaban reunidos los niños, y los tanques les estaban disparando a espacios irregulares. Caminé por la ruta entre los niños y los tanques hasta que me encontré a cincuenta metros del tanque, y traté de dialogar con los soldados. Les imploré que no dispararan con munición de guerra contra niños indefensos. Entonces dejaron de disparar. Unos momentos más tarde, llegó un transporte blindado de soldados (APC) junto al tanque, y pude ver claramente sus caras y me imagino que también pudieron ver la mía. Había visto estos dos vehículos blindados antes el mismo día. Un soldado sacó la parte superior del cuerpo y su fusil por la escotilla del segundo vehículo y comenzó a disparar. Primero tiró al aire, y la mayor parte de los niños se dispersaron, corriendo hacia una callejuela al lado izquierda de la calle. Sin embargo, unos tres pequeños se quedaron, y traté de llevarlos a la fuerza a la callejuela, tirándolos y empujándolos. Miré por sobre mi hombro y pude ver que el soldado me estaba apuntando desde unos cien metros. Cerca de la entrada a la callejuela me dio en el muslo. Cuando caí continuaron disparándome. Me arrastré por la callejuela, y algunos de los niños me llevaron a rastras el resto del camino. No permitían el ingreso de ninguna ambulancia al campo, así que me llevaron en una camilla improvisada hasta dónde una ambulancia de la Media Luna Roja pudo alcanzarme a la entrada del campo. Mientras estaba en la Unidad Intensiva del Hospital de Yenín, llevaron a Iain Hook de la UNRWA. Murió unos minutos más tarde.
Nos dijeron que cuando le dispararon, el Ejército de Israel impidió que una ambulancia, claramente marcada, de la ONU lo evacuara y lo transportara, durante casi una hora, tiempo en el que perdió mucha sangre. Finalmente el personal de la ambulancia se lo llevó sacándolo por un agujero en el muro trasero, abierto por los empleados.
Por haber estado en el Campo toda la mañana, puedo testimoniar que los combatientes palestinos habían dejado de disparar por lo menos dos horas antes de que nos hirieran. Cuando pasé frente al complejo de la ONU por la mañana, me rodearon francotiradores y soldados del Ejército de Israel que estaban disparando a mansalva hacia el Campo. Mataron a dos personas e hirieron a seis. Todas, con la excepción de una, fueron alcanzadas por fuego de los tanques afuera de lo que el Ejército consideraba una zona militar cerrada. No fui alcanzada por ningún tipo de fuego cruzado como están afirmando falsamente las Fuerzas de Ocupación de Israel, y no creo que Iain lo haya sido.
La matanza no ha terminado. Las violaciones de los derechos humanos y los crímenes de guerra vistos de manera tan flagrante por el mundo en abril de este año continúan a diario en Yenín. Ayer, con los asesinatos al pasar que marcaron el día, no fue algo poco usual en Yenín. Se ha convertido en un acto potencialmente suicida si uno realiza los actos más básicos de supervivencia. Las Fuerzas de Ocupación de Israel se empeñan repetidamente en una política de tirar a matar sin preocuparse de si sus objetivos son civiles o combatientes armados. Los israelíes han mostrado en abril que pueden salirse con la suya con una masacre, y que toda la condena internacional del mundo no puede lograr que una ambulancia evacue a una persona herida.
Por lo tanto, la falta de responsabilidad por parte de Israel se ha hecho más descarada, ya que eventos como los de ayer se han hecho casi rutinarios. No se trata de campañas militares. Son actos de terror destinados a humillar, insensibilizar, e intimidar a los palestinos para subyugarlos. No se les niega sólo el derecho a resistir, sino el derecho mismo de existir.