12 de octubre del 2002
Guantánamo y la destrucción del derecho
Christine Delphy
corriente@lterna
Desde el comienzo de la acción armada americana en Afganistán,
de hecho desde los ataques contra las torres gemelas, se asiste a una degradación
rápida del derecho; no tanto de la aplicación del derecho que
tan a menudo deja que desear, sino del reconocimiento de los principios, y más
del reconocimiento de que son necesarios principios, fundamento mismo del derecho.
Por una parte, nuevas medidas de seguridad, que supuestamente ayudan a la lucha
contra el terrorismo, ponen en peligro en todos los países las libertades
públicas garantizadas por los derechos nacionales. Por otra, el derecho
internacional es pisoteado, por Israel desde hace decenios, y por los Estados
Unidos desde la guerra del Golfo y sobre todo desde septiembre de 2001.
Los Estados Unidos no son los primeros en violar el derecho internacional; lo
que es nuevo, es que no intentan ya encontrar excusas; al contrario, ponen en
cuestión sus principos, y dicen abiertamente que no ven su necesidad.
Lo que es aún más nuevo y más grave, es que no ponen en
cuestión esos principios para reemplazarlos por otros, como ocurre con
las libertades públicas. No, en el terreno del derecho internacional
y más particularmente del derecho de la guerra, y en el momento mismo
en que apoyan al Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia que juzga a Milosevic,
declaran abiertamente que encuentran molesto tener cualquier tipo de reglas.
Si la situación en Guantánamo es ejemplar, no es porque la suerte
de los prisioneros es allí la más horrible: otros han sido enviados
a los países que practican la tortura; otros aún están
detenidos en secreto, sin abogados, y sin que se conozcan sus nombres, desde
septiembre, en prisiones americanas. Su número tampoco está claro:
se habla de 2000, de 600, de 300. Su única equivocación es ser
de origen árabe o de religión musulmana. Ponemos el acento en
Guantánamo porque ahí la administración americana no ha
sido avara de fotos y de declaraciones ,y que sobre la base de esas fotos y
declaraciones, ONGs de derechos humanos han podido denunciar las condiciones
de detención y la negación del derecho internacional por el gobierno
estadounidense.
El tratamiento de los prisioneros de Guantánamo es una ilustración,
aunque no sea la única, del peligro que se corre si se acepta sin otra
forma de proceso la noción bushiana de terrorismo y de guerra contra
el terrorismo. Sin embargo, todos los gobiernos la han aceptado. Algunos con
entusiasmo. Se constata ahora que ello permite definir todas las situaciones
como sin precedente, y por tanto todas las leyes existentes como carentes de
pertinencia. Por supuesto , el peligro no está el la palabra misma, sino
en su utilización: antes, había acciones terroristas que remitían
al derecho penal ordinario. Ahora hay personas terroristas, y esta calificación
basta, según la administración americana, para privarles de todo
derecho, incluso de los derechos mínimos reconocidos a los peores criminales;
además esta calificación resulta de un efecto retórico
que recuerda el juego de palabras cristiano: "Tú eres Pedro y sobre esta
piedra fundaré mi Iglesia". En efecto, para ser considerado terrorista,
no hay necesidad de haber cometido un acto terrorista, ni siquiera algún
tipo de delito: basta con haber sido detenido en el marco de la "lucha contra
el "terrorismo".
El tratamiento de los prisioneros de Guantánamo proporciona un ejemplo
chocante, aunque no sea el único, de la aplicación del derecho
de los vencedores. El derecho de la guerra ha sido una conquista sobre el "Vae
victis" de Roma, que significaba que los vencidos no podía esperar ninguna
justicia de sus vencedores, que no tenían ya ningún derecho, en
definitiva, que eran despojados por la derrota del estatuto de ser humano, un
estatuto por otra parte ignorado por Roma que no reconocía como sujetos
de derecho más que a sus propios ciudadanos. El derecho de la guerra
había logrado restituir esta humanidad a los vencidos, al menos en principio.
En el espacio de algunas semanas, y desde antes de Guantánamo, los USA
han ido marcha atrás en dos tiempos. El primero ha sido la creación
de tribunales militares por un acta presidencial del 23 de noviembre, acto verdaderamente
romano, puesto que estos tribunales son reservados a los extranjeros, a los
no ciudadanos americanos. El segundo acto es el tratamiento de los prisioneros
de Guantánamo y los argumentos utilizados para justificarlo por las autoridades
americanas.
LA DESHUMANIZACIÓN DEL ENEMIGO, PREVIO PARA LA INSTAURACIÓN
DE LA ARBITRARIEDAD
El trato de los prisioneros de Guantánamo, calificados, antes de
toda presentación de un elemento de prueba, de "terroristas", efectúa
una regresión mayor: el abandono del gran principio del derecho occidental,
el habeas corpus, dicho de otra forma , de la presunción de inocencia.
Este abandono, en ruptura con los principios de nuestros derechos, está
en cambio en continuidad con las prácticas racistas salidas del colonialismo.
Esta continuidad es patente en el uso del doble estandarte que es fundamentalmente
de la misma naturaleza que el dos pesos-dos medidas expresado en otras circunstancias,
según el cual las vidas blancas tienen más valor que las vidas
morenas. Las víctimas de los atentados de New York han tenido derecho
a flores y coronas, a discursos y ceremonias, pero también y sobre todo
a un nombre, una foto, una historia individual en los periódicos. Las
víctimas afganas de los bombardeos americanos han quedado invisibles
y anónimas, no han sido nunca contadas, ni siquiera aproximadamente.
Los civiles israelíes son siempre mencionados en primer plano en nuestros
medios, y siempre se dice que han sido asesinados por "terroristas", mientras
que los civiles palestinos "han encontrado la muerte en incursiones israelíes".
Ningún agente humano ha causado su muerte, no hay asesinos, justo una
coincidencia: mueren en el momento mismo en que se producen incursiones.
¿Qué de nuevo se podría decir? Lo que es nuevo, es que el racismo
es, esta vez, dicho y reivindicado, formalizado e institucionalizado allí
donde no lo había sido hecho aún, en el código penal.
Aunque se suponga a la ley ser la misma para todos, no lo es en el derecho civil
que conoce categorías de ciudadanos. Pero la ley penal, en cambio, en
la mayor parte de los países, es en principio verdaderamente la misma
para todos en materia de crímenes de derecho común; su aplicación
puede ser diferenciada por eximentes -eximentes de minoría, excusas de
demencia- pero un crimen es un crimen, quien quiera que lo cometa. Así,
la ley penal es la misma para los dos sexos desde hace mucho, cuando las otras
partes del derecho eran diferentes según que se fuera mujer u hombre.
Los extranjeros que hubieran cometido un crimen en un país son juzgado
como los ciudadanos del país y este principio no ha sido nunca puesto
en cuestión. Con la creación de tribunales reservados para los
extranjeros, los Estados Unidos acaban de dinamitar este principio universalmente
admitido, que un crimen es juzgado según la ley del país y no
según la nacionalidad de su autor. Los Estados Unidos erigen así
en principio lo que antes ocurría solo en el orden de la práctica
discriminatoria, que se podía denunciar y condenar precisamente como
derogatorio del derecho.
El tratamiento de los prisioneros en Guantánamo no ha producido el escándalo
que habría debido porque las opiniones públicas occidentales impregnadas
en una gran medida de un racismo difuso o confeso, han aceptado sin dificultades
su demonización. Se dirá que en toda guerra el enemigo es tratado
así. Durante la primera guerra mundial, la propaganda francesa repartía
dibujos que mostraban a soldados alemanes cortando las manos de los niños
franceses. Pero esta representación de "monstruos" estaba en ruptura
con la representación ordinaria, incluso cuando era burlona o peyorativa,
de un pueblo fundamentalmente concebido como vecino e igual. La demonización
de los prisioneros de Guantánamo está en cambio en perfecta continuidad
con la representación de los árabes y en general de los pueblos
del Tercer Mundo como inferiores y salvajes, en definitiva, "untermensch", sub
humanos. En cuanto que no son plenamente humanos, no están lejos de ser
animales.
ecíprocamente, la mejor fora de probar lo que ya se sabe , que no son
gente como nosotros, es presentarles como animales. Es lo que se ha hecho en
Guantánamo. Para ponerles fuera del derecho, había primero que
ponerles completamente fuera de la humanidad. Se les ha dejado sin mirada poniéndoles
gafas de ski. Se les ha dejado sin palabra amordazándoles. Se ha justificado
esta mordaza por el miedo a que mordieran. ¿Cómo decir mejor que no son
hombres sino perros, y perros rabiosos?. En fin, se les pone con los pies y
las manos encadenadas en jaulas de barrotes abiertas a las miradas de los guardianes
las 24 horas del día. Son fieras, y la prueba de que son fieras , es
que están en la jaula. Esta total deshumanización no puede hacerse
más que sobre una base de racismo. Permite recíprocamente instaurar
de forma formal, legal, un tratamiento totalmente diferente para categorías
anteras de personas que son categorías raciales y culturales: los árabes
y los musulmanes.
Estas categorías, ya víctimas del racismo por múltiples
razones históricas -la colonización francesa del Maghreb, franco-inglesa
del Machrek (los "mandatos") donde los israelíes han tomado el relevo
de los ingleses en Palestina- son oficialmente designadas como criminales. Todos
los árabes y todos los musulmanes se convierten en sospechosos de terrorismo,
y, en los términos de los nuevas reglas americanas, un sospechoso de
terrorismo es ya un criminal. En efecto, las nuevas prácticas, en parte
ilegales como los internamientos de extranjeros, en parte legales como los tribunales
para extranjeros, han borrado en los USA la distinción entre sospechoso
y culpable. Este tratamiento discriminatorio legalizado no puede más
que reforzar el racismo espontáneo y crear un foso de desconfianza y
de odio entre Occidente y el resto del mundo.
EL INTERNAMIENTO EN GUANTÁNAMO ES CONTRARIO AL DERECHO INTERNACIONAL
Y AL DERECHO PENAL
Los prisioneros de Guantánamo han sido transportados desde Afganistán
el 11 de enero de 2002. Están desde entonces detenidos en las condiciones
que sabemos en lo que no se puede llamar más que una detención
arbitral, como ha denunciado la Federación Internacional de los Derechos
Humanos. No están por el momento inculpados de nada: no están
en detención preventiva, tras inculpación y antes de juicio, sino
presos. Esta prisión se prolonga más allá de todos los
plazos conocidos, y sin ninguna de las garantías clásicas: teléfono,
abogado, etc. Los americanos dicen que esta prisión (tan ilimitada como
la guerra al terrorismo) puede prolongarse indefinidamente. La única
razón que podría justificar su detención sin inculpación
sería considerarlos como prisioneros de guerra. Y aún esto no
sería válido, según las convenciones de Ginebra, más
que hasta el fin de las hostilidades. Sin embargo, el sindicato de la magistratura
las estima terminadas, declarando el 20 de marzo: "El único hecho de
haber tomado parte en los combates no puede justificar su internamiento, salvo
si está probado que se han hecho culpables de crimen de guerra, genocidio
o de crimen contra la humanidad, incriminados en el estatuto de la Corte penal
internacional. Según el artículo 118 de la Convención de
Ginebra, deben ser liberados y repatriados inmediatamente tras el fin de las
hostilidades activas".
Sin embargo, los Estados Unidos niegan el estatuto de prisioneros de guerra,
a pesar de las amonestaciones que les han sido prodigadas por colectivos de
abogados, ONGs como la FIDH, Human Rigths Watch o Amnistía Internacional,
y últimamente por la comisión de derechos humanos de la Organización
de los Estados americanos. Las convenciones de Ginebra prevén que todas
las personas presas en el campo de batalla deben ser tratadas como prisioneros
de guerra. Los prisioneros de guerra tienen derecho a un trato idéntico
al de las fuerzas armadas del país que les ha hecho presos. Si hay duda
sobre el estatuto de la persona, debe decidir un tribunal. Si éste rechaza
la calidad de prisionero de guerra, los detenidos disfrutan de las protecciones
de la 4ª Convención de Ginebra que se ocupa de los civiles detenidos
en el marco de un conflicto. Si los civiles no tienen derecho al trato de los
prisioneros de guerra, está en cambio formalmente prohibido por esta
misma 4ª Convención desplazarles del lugar de su arresto, por ejemplo
para deportarles de Afganistán a Guantánamo. Hay que señalar
que ninguna ONG se ha apoyado en la 4ª Convención de Ginebra para denunciar
la deportación a Guantánamo de las personas detenidas den Afganistán,
y denunciar lo que se parece a un secuestro. En cambio, las ONGs han llevado
sobre la cuestión del tratamiento de los detenidos como prisioneros de
guerra y sobre la de los nuevos tribunales militares un valeroso combate. No
han obtenido gran cosa. La administración americana ha aceptado aplicar
las convenciones de Ginebra a los prisioneros talibanes, pero no a los miembros
de Al Quaida, a la vez que reconocía que sería necesario mucho
tiempo para hacer la distinción entre los dos. Sobre todo, persiste en
negar, incluso a los soldados talibanes, el estatuto de prisioneros de guerra.
Los detenidos siguen siendo reos de los nuevos tribunales militares, cuyos procedimientos
expeditivos han sido ligeramente modificados bajo el efecto de las protestas,
permitiendo en adelante que los procesos sean públicos y que sea posible
un recurso, pero siguen siendo una máquina de matar legalmente, perteneciendo
la decisión en última instancia de forma soberana al presidente
americano.
Hará falta mucho tiempo para organizar estos procesos, pues es "difícil
construir las actas de acusación", declaraba el ministro de la defensa
americano Donald Rumsfeld el 21 de marzo de 2002. Mientras tanto, los detenidos,
que no son siquiera sospechosos en el sentido usual del término puesto
que no ha sido presentada ninguna inculpación, no tienen derecho a ninguna
visita de su familia, y no tienen derecho a abogado. Recientemente, un nuevo
anuncio ha venido a conmover de arriba abajo lo que quedaba de reglas que se
podían creer aún intangibles. Rumsfeld ha declarado, en efecto,
que en la eventualidad de que esos procesos lejanos declararían libres
a los prisioneros, éstos no serían sin embargo liberados. "Son
gentes peligrosas, no se les puede poner en la calle, es de sentido común"
ha dicho.
LA DEMOLICIÓN DE TODOS LOS FUNDAMENTOS DEL DERECHO ANTE EL SILENCIO
DEL RESTO DEL MUNDO
Ciertos detenidos son naturales de países europeos. Si Suecia ha
exigido la repatriación de uno de los detenidos, ciudadano sueco, los
demás, principalmente Gran Bretaña y Francia, no ejercen su deber
de protección respecto a sus ciudadanos. Sin embargo, Francia ha enviado
ya cuatro misiones a Guantánamo; pero era claro que se trataba de informar
a la policía francesa -miembros de los servicios de información
franceses formaban parte de ellas-, de ayudar a sus homólogos americanos
y no de defender los derechos de los detenidos. Al término de la tercera
misión, el portavoz del Quai d?Orsay hizo el 2 de abril una declaración
pasmosa. A la pregunta: "¿Sabe de qué se les acusa?", respondió:
"No era el objetivo de la misión". A la pregunta: "¿Propuso Vd. una ayuda
jurídica?", respondió: "Ese punto no ha sido abordado, no era
el objeto de la visita". A la pregunta: "¿Desean ser juzgados en Francia?",
el portavoz hizo la misma respuesta: "No era el objeto de la visita". A tra
pregunta: "¿Sabe VD. de qué están acusados?", la respuesta fue:
"No".
Así, los países europeos claudican totalmente ante la instauración
de la arbitrariedad de los EE.UU.; violan ellos mismos su derecho negando a
sus ciudadanos la protección diplomática normal y dejándoles
en manos de organizaciones ilegales como el campo de Guantánamo. Pero
violan también el derecho internacional; cada estado signatario de los
Acuerdos de Ginebra está obligado a hacerlos respetar por otros estados:
sin embargo, lejos de llevar a los EE.UU. por el buen camino, los países
europeos firmantes de los Acuerdos de Ginebra hacen como que no se dan cuenta
de la ilegalidad flagrante de los EE.UU.
Con la "lucha contra el terrorismo", los Acuerdos de Ginebra y otros instrumentos
del derecho internacional, ya violados de forma rutinaria por numerosos países
-por ejemplo Israel deporta desde hace años a gentes que habitan los
territorios que ocupa, hace la guerra a civiles, sin que nadie le recuerde que
eso está prohibido por el 4º Acuerdo-, son declaradas caducas por los
EE.UU.(que pretenden por otra parte condicionar sus relaciones con otros países
al respeto por éstos de los derechos humanos....). El derecho sin más
está siendo pisoteado. Las distinciones entre sospechoso, persona interrogada
pero no inculpada, acusado, persona inculpada de un delito y "acusada" por ello,
y culpable, persona juzgada con las reglas y encontrada culpable, todas esas
distinciones sin las que no puede existir justicia, se hunden. Esto se deduce
de las preguntas sin embargo bien intencionadas de los periodistas en el Quai
d?Orsay: "Preferirían los detenidos ser "juzgados" en Francia?". Esos
periodistas parecen olvidar que no se puede ser juzgado antes de ser inculpado.
Que lo olviden tan fácilmente es revelador de la deriva que se está
produciendo, pero también de la lamentable forma en que hacen su trabajo.
Pues preguntando "¿De qué están acusados?", prejuzgan la pregunta:
"¿Están siquiera acusados?". Sin embargo, de las respuestas de Rumsfeld
("es difícil montar las actas de la acusación"), igual que informaciones
informales dadas a algunos abogados de detenidos franceses, resulta que los
detenidos no están inculpados. Están pues detenidos arbitrariamente,
tras haber sido transportados ilegalmente fuera de Afganistán.
Sin embargo ningún gobierno -incluidos los de los países, y son
numerosos que tienen naturales propios en Guantánamo- ha protestado contra
esta detención arbitraria.
LA LIBERTAD EN CUESTIÓN
Y ningún gobierno -ni ningún medio en Francia- ha comentado
la declaración escandalosa de Rumsfeld, que viene a poner la guinda en
el pastel de la destrucción sistemática del derecho: en efecto,
si no se es liberado cuando se es absuelto, no hay ya diferencia entre inocente
y culpable. Tanto como decir que la finalidad misma del derecho penal se desvanece.
Es difícil ver porqué se mantendría el procedimiento anterior,
la instrucción, el fiscal, la defensa, el proceso, el jurado y todo lo
demás. El precedimiento Guantánamo, lejos de hacerse raro, se
extiende. José Padilla, sospechoso de preparar una bomba "sucia" (sic),
y detenido el 8 de mayo en Chicago cuando venía de Suiza, debía
comparecer ante un jurado. Por un juego de birlibirloque, ha sido rebautizado
como "combatiente enemigo" y se ha quedado sin abogado, sin proceso, y en camino
hacia una detención en secreto e ilimitada. Sin embargo, no ha habido
bomba: solo es sospechoso de haber querido prepararla.
Poca gente y grupos políticos, fuera de los círculos propiamente
jurídicos, parece tomar conciencia de la gravedad de estas nuevas prácticas
y de estas nuevas doctrinas americanas. ¿ El derecho es, quizás, visto
aún en ciertos medios como una "superestructura", cuando no una institución
burguesa mixtificante?. Cuando es la libertad de todas y todos lo que está
en juego, pues ¿quién puede jurar no conocer la suerte de José
Padilla, la última víctima hasta ahora de este régimen
de excepción convertido en norma?. Y sobre todo, que la lógica
de esta arbitrariedad contra los individuos es la misma que la de la arbitrariedad
contra los pueblos que permite a los Estados Unidos decidir destruir bajo las
bombas -fomentando golpes de estado, imponiendo embargos, etc- tal o cual país
que tiene la desgracia de no gustarle: la lógica de un estado ebrio de
su poder militar, que se declara por encima de las leyes, pero se pone en realidad
fuera de la ley.
Christine Delphy es Directora de investigación del CNRS, presidenta
de la Fundación Copernic. Ultimo libro publicado: L?ennemi principal,
tome 2: Penser le genre. Paris. Syllepse, 2001. Publicado en la revista Contretemps
No 5, Francia. Traducción de Alberto Nadal