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¡QUÉ VERGÜENZA, SEÑOR FOX!
Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo
¡Qué vergüenza, señor Fox! Ha asumido como suyas las tesis
que esgrime Washington en materia de derechos humanos, que los manipula para
sus fines injerencistas. Al hacerlo, ha roto usted con casi dos siglos de gallarda
independencia de nuestra política exterior, cuyos principios se remontan
a Morelos y sus Sentimientos de la Nación, y a Juárez y su inmortal
apotegma. Se ha puesto usted de rodillas ante al poderoso. Ha violado la Constitución
de la República, que protestó cumplir. Y se ha burlado de quienes
votaron por usted, hastiados de tres presidentes neoliberales y entreguistas.
Hoy ven que nada cambió. Que usted sólo significa más de
lo mismo, pero en raciones mayores.
¡Qué vergüenza, señor Fox! Usted dijo, estando a un lado
de Bush, allá en Monterrey, que nadie había pedido a Fidel Castro
que restringiera su participación en el foro que allí se realizó.
Y lo reiteró después muchas veces. Usted mintió con descaro
al mundo y a los mexicanos, hoy queda claro. Igual que su canciller, Castañeda
el chico, a quien ni le alcanzó el diccionario.
¡Qué vergüenza, señor Fox! Usted actuó en lo oscurito,
como todo pícaro, como todo el que realiza actos bochornosos. Se atrevió
usted a solicitar a un Jefe de Estado que renunciara a sus derechos, como miembro
de la ONU, y eso es una agresión y una falta de respeto a un pueblo soberano.
Y una falta de decoro por parte suya. Se exhibió usted no como gobernante
de otro país independiente y soberano, sino como mensajero del vecino
del norte, como lacayo de Bush. Y vea usted a quién se lo pidió.
Al Jefe del Estado que durante cuatro décadas ha resistido las peores
amenazas, las más insidiosas y violentas agresiones por parte del país
más poderoso de la historia para que deje de ejercer su soberanía,
y que jamás ha cedido. Usted se atrevió a pedir a Fidel Castro
que aceptara ser echado a un lado, en un evento en el que tenía iguales
derechos a participar que usted, o que el señor Bush. Era ese el primer
golpe. Ya estaba usted comprometido con Bush para el segundo, el de Ginebra.
También eso queda claro hoy.
¡Qué vergüenza, señor Fox! Ahora usted ha sido exhibido como
falso, como un hombre sin honor y sin principios. Fue pillado con las manos
en la masa. Y su reacción da pena ajena. Se hace usted el ofendido. Llama
a la unidad de los mexicanos, maniobra infantil. ¡Qué poco conoce usted
a los mexicanos, señor Fox! ¡Qué poco sabe usted de patriotismo!
Ciudad de México, 24 de Abril de 2002.