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Latinoamérica

28 de abril del 2002

Perdió México

Martí Batres Guadarrama
La Jornada
¿Y cómo queda México después de todo esto? Esa es la pregunta que los gobernantes del país deberían plantearse, pues una política exterior tiene sentido por los objetivos que alcanza.
Pero no sólo nada se alcanzó, sino que México perdió. Perdió fuerza, aliados, autonomía, prestigio, liderazgo, credibilidad, dignidad, capacidad de diálogo y negociación. Y sus gobernantes quedaron como traidores frente a América Latina, como títeres frente a Estados Unidos, como tontos frente al mundo, como mentirosos frente a los mexicanos.
La "nueva" política exterior se hizo polvo en unos minutos. La debilidad y el entreguismo, la torpeza y la novatez, casi dibujan una imagen de ingenuidad y hasta de candidez en los gobernantes de México. Tiembla uno al reflexionar en manos de quién estamos y hacia dónde nos llevan.
¿Qué esperaban Fox y Castañeda? Primero llaman "amigo" a Fidel Castro y al mismo tiempo orquestan el voto contra Cuba. Y la amistad, ¿dónde quedó? Primero llaman "amigo" a Fidel y luego lo califican de dictador y tirano. ¿Son amigos de dictadores y tiranías?
Primero lanzan una ofensiva política internacional contra el gobierno de la isla y después esperan que su dirigente sea un caballero. Estamos en manos de unos yupis novatos que juegan con fuerzas y factores de poder mundiales que desconocen.
George Bush debe estar feliz, frotándose las manos. El es el gran triunfador en todo esto. Cuba quedó más aislada; México perdió soberanía en su política exterior. América Latina se quedó sin escudo diplomático y sin frontera estratégica.
El gobierno de Uruguay, "autor" de la "constructiva" iniciativa para condenar a Cuba en Ginebra, enseña el cobre y rompe relaciones con La Habana. El gobierno mexicano ingresa al mediocre club de las repúblicas bananeras que compiten para ver quién se arrastra más frente al gobierno de Estados Unidos.
La relación entre Cuba y México nunca ha sido de identidad doctrinaria. Tenemos sistemas políticos, económicos y sociales distintos. En realidad, aquí hay una cuestión geopolítica muy profunda. México y Cuba comparten frontera con la gran superpotencia económica, política, militar y tecnológica del mundo. Ese es el asunto de fondo.
La relación entre Cuba y México es estratégica, geopolítica, necesaria para lograr equilibrios y autonomía frente al poderoso vecino.
¿Podrían entender esto nuestros gobernantes? Lo más probable es que no. Por lo pronto ya llevaron a México a una gran derrota internacional. Y por eso urge definir una política exterior de Estado, con la participación de todos los poderes de la Unión, antes que quienes aplican esa política "nueva" continúen dividiendo al país.