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Tres momentos de Abril
MIGUEL ANGEL UNTORIA PEDROSO
Abril fluye a la memoria en forma de destellos, algunos muy intensos, y aparecen
siempre con gran nitidez.
Abril de 1961, amanecer del día 18. El batallón 144 de las Milicias
Nacionales Revolucionarias, dormita inquieto sobre un punto de la estrecha carretera
entre el Central Australia y la Laguna del Tesoro. Los camiones que nos trasladan
semejan una inmensa serpiente inmóvil sobre la vía.
La experiencia era poca: 11 días en la escuela de La Chorrera y casi
mes y medio en la lucha contra bandidos frente al Pico Potrerillo, en el Escambray.
Ni las criminales bombas de napalm norteamericanas detuvieron el avance victorioso
del pueblo uniformado hacia las arenas de Girón.
Luego, dos días de pase en La Habana y ahora a pocos kilómetros
de Girón.
El grito de ¡avión!, llegó y se multiplicó. Un bombardero
mercenario comenzó su picada para dejar caer sus bombas y ametrallar
al personal y los camiones. En algunos instantes el "canto" de las "cuatrobocas"
lo dominó todo y el avión enemigo giró a la derecha dejando
tras de sí una estela de humo. Los jóvenes artilleros habían
llegado durante la madrugada y ocupado sus posiciones para darnos protección.
Después avanzamos, pasamos por Playa Larga, y llegamos a Caleta de Rosario.
Allí la aviación atacó de nuevo, nos causó una baja
mortal y varios heridos.
Destellos inolvidables son también el bombardeo con napalm de los ómnibus
llenos de milicianos que se dirigían a Girón. El paso arrollador
de las fuerzas que tomarían Girón por asalto, la inmensa alegría
de la victoria y los mercenarios despojándose de sus uniformes y entregándose
por toda la Ciénaga.
Abril de 1986, amanecer del día 18. Desde la elevación se observan
los restos de las barracas que ocuparon los mercenarios en las inmediaciones
de la pista y a lo lejos, en el muelle, junto a uno de los barcos hay un gran
ajetreo de gente uniformada. La vegetación es intensa como la de la Ciénaga
de Zapata.
No hay disparos ni bombardeos, los uniformados no son milicianos ni mercenarios,
son jóvenes soldados del Ejército Popular Sandinista que ayudan
a los trabajadores de Puerto Cabezas a descargar los alimentos y medicinas que
en muestra de solidaridad e internacionalismo envía el pueblo de Cuba
a esa nación hermana.
En aquel momento, la comparación era obligada, 25 años atrás
de aquella pista y aquel puerto salían los aviones y buques cargados
de muerte y destrucción siguiendo los planes del gobierno de turno yanki.
La diferencia, notable.
Abril del 2001, amanecer del día 19. De nuevo los vehículos se
acercan a Playa Girón, los milicianos del batallón los abandonan
y recorren algunos centenares de metros a pie. El paisaje resulta inolvidable.
Sobre un mar de pequeñas banderas cubanas se destaca en un gran cartel
la figura de Fidel saltando del SAU-100 como lo hizo 40 años atrás.
Una parte de los milicianos peina canas y otra ni siquiera eso. Pero allí
está el batallón, respondiendo como siempre al llamado del Comandante
en Jefe, en esta ocasión para celebrar el Aniversario 40 de la Victoria
de Girón, junto a él.
Otra vez la palabra de Fidel mostró el camino, recordó los momentos
de gloria y expresó con claridad los nuevos combates y batallas que debemos
continuar librando.
El encuentro el día anterior despertó miles de recuerdos. Todos
buscaban intranquilos, tratando de encontrar un rasgo familiar entre aquellos
rostros, para brindarle una sonrisa y un abrazo temiendo no ser correspondidos.
No todos pudieron participar, algunos no están y a otros los años
no les permiten ya llegar a Girón.
Del pelotón de exploración llegó casi una escuadra, pero
es suficiente, pues dolores de huesos y canas aparte, todos expresaron su disposición
a pasar de nuevo, con la metralleta en mano, por todos los instantes de abril
que fuese necesario, para seguir defendiendo con las armas del pueblo, nuestra
Revolución y cumplir todas las tareas con la misma decisión que
hace 40 años.
A un año de los últimos acontecimientos, fluyen estos destellos
que muestran con claridad tres momentos de abril.