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  15 de abril: ¿El día en que 
  se engendró la impunidad? 
El 15 de abril de 1972 la Asamblea General del Poder Legislativo uruguayo aprobó la suspensión de garantías individuales y la declaración del "estado de guerra interno". El día anterior se habían producido los trágicos enfrentamientos en los que el MLN-Tupamaros ejecutó a un civil, un militar y dos policías acusados de pertenecer al Escuadrón de la Muerte, y las Fuerzas Conjuntas mataron a ocho tupamaros. Aquellos acontecimientos marcaron el rumbo del Uruguay y dejaron una secuela que aún perdura tres décadas más tarde.
1 - El Uruguay de 1972 
  
  La herencia de Pacheco 
  
  La lucha política y electoral que caracterizaron 1971, luego del surgimiento 
  del Frente Amplio que implicaba una ruptura del tradicional bipartidismo uruguayo, 
  se cerraba con las denuncias de Wilson Ferreira Aldunate y Carlos Julio Pereyra 
  de que el Partido Nacional había sido víctima de una "estafa electoral". 
  
  En complejas elecciones nacionales, el presidente colorado Jorge Pacheco Areco 
  no había logrado imponer una reforma constitucional que permitiera su 
  reelección y, luego de setenta y cinco días de "sórdido" 
  escrutinio, los uruguayos se enteraron que tenían como nuevo mandatario 
  al hasta entonces ministro de Ganadería y Agricultura, Juan María 
  Bordaberry. 
  Al comenzar el nuevo año, el Movimiento de Liberación Nacional 
  (MLN) Tupamaros proclamaba desde Paysandú el fin de la tregua unilateral 
  declarada ante los comicios. Como contracara, el semanario ultraderechista "Azul 
  y Blanco" afirmaba que "la dialéctica de las palabras, debe ceder su 
  lugar a la dialéctica de las pistolas" y auguraba: "Si quieres paz, prepárate 
  para la guerra". 
  El MLN mantenía secuestrados a Ulysses Pereyra Reverbel, Carlos Frick 
  Davies y Ricardo Ferrés Terra, a quien liberaba el 28 de enero. Ese mismo 
  día, eran secuestrados el fotógrafo técnico de la policía, 
  Nelson Bardesio, y el redactor responsable de "Acción", diputado Homero 
  Fariña. También se sucedían las acciones de las Fuerzas 
  Armadas Revolucionarias Orientales (FARO), la Organización Popular Revolucionaria 
  33 Orientales (OPR 33) y el grupo "22 de Diciembre", disidente de los tupamaros. 
  
  La organizaciones políticas de izquierda habían logrado su mejor 
  votación de la historia (5 senadores y 18 diputados) con un Frente Amplio 
  al que se habían sumado destacadas figuras de los partidos tradicionales. 
  La central única de trabajadores (CNT) estaba enfrentada a la política 
  económica y los conflictos se multiplicaban. La gremial estudiantil (FEUU) 
  evidenciaba su militancia en Universidades y liceos, donde chocaba con la ultraderechista 
  Juventud Uruguaya de Pie (JUP) que anunciaba su "Plan Terremoto": "1972 será 
  un año decisivo; o salvamos al país o nos hundimos con el país", 
  arengaban. 
  
  La asunción de Bordaberry 
  
  El 1º de marzo, Bordaberry asume el gobierno de un país con medidas prontas 
  de seguridad vigentes, con más de un centenar de detenidos "a disposición" 
  del Poder Ejecutivo, y en el que meses antes las Fuerzas Armadas habían 
  sido llamadas a dirigir la lucha antisubversiva al frente de las llamadas fuerzas 
  conjuntas. 
  El gabinete de Bordaberry queda integrado, entre otros, con el abogado Alejandro 
  Rovira en el Ministerio del Interior, el general Enrique Magnani en Defensa 
  Nacional, Francisco Forteza en Economía y Finanzas, y Julio María 
  Sanguinetti en Educación y Cultura. También nombra como nuevo 
  comandante en jefe del Ejército, al general Florencio Gravina y como 
  nuevo jefe de Policía de Montevideo, al coronel Roberto Zubía. 
  
  Como primeras medidas, el nuevo gobierno resuelve una devaluación monetaria 
  del cien por ciento y envía al Parlamento un proyecto de "Ley de Seguridad 
  del Estado" que incrementa las penas a quienes atenten contra la Constitución. 
  Se eliminan los reintegros para las exportaciones, se deroga el recargo a las 
  importaciones, se legaliza el mercado paralelo de cambios, se duplican los precios 
  de alcoholes y combustibles, aumentan un 90 % las tarifas de UTE, se impone 
  una veda al consumo de carne y, antes de terminar Semana de Turismo, se aumentan 
  unos cuatrocientos artículos de consumo en un 37 %, pero sólo 
  se elevan los sueldos de la industria privada un 20%. 
  En los primeros cuatro meses del año se denuncian sesenta atentados en 
  Montevideo. Locales partidarios del Frente Amplio, casas de militantes, defensores 
  de presos políticos, familiares de detenidos, docentes de centros de 
  enseñanza y librerías fueron víctimas de bombas incendiarias 
  y balaceras. Estos ataques no llevan a la detención de ningún 
  sospechoso. 
  El 12 de abril de 1972 se produce una nueva fuga del penal de Punta Carretas: 
  15 tupamaros y seis presos comunes protagonizan lo que se conoció como 
  "el gallo". Salieron por un túnel de sesenta metros que comunicaba a 
  la red cloacal. Reeditaban el escape (""el abuso"") que un año antes 
  habían hecho 111 presos en el mismo lugar. 
  Los datos anteriores, extraídos de la cronología comparada "La 
  Caída de la Democracia" (1967-1973) editada por la Fundación de 
  Cultura Universitaria y el libro "Alto el Fuego" de Nelson Caula y Alberto Silva, 
  resultan elocuentes: los primeros meses del año 1972 confirmaban las 
  previsiones de una agudización del enfrentamiento y la violencia política 
  en el país, aunque nadie sospechara que en aquel el mes de abril se produciría 
  un quiebre histórico que determinaría el futuro del Uruguay por 
  los siguientes treinta años. 
  
  2 - El mes de abril 
  El Escuadrón de la Muerte 
  
  En varias investigaciones históricas se relatan detalles de cómo 
  se fueron constituyendo los grupos paramilitares que actuaron en Uruguay en 
  la década del sesenta y a principios de los setenta, y cuyas ramificaciones 
  y herencias metodológicas pueden llegar, con otros nombres, hasta nuestros 
  días. 
  Las actividades de injerencia interna por parte de la CIA, el FBI y otros servicios 
  de la Embajada de Estados Unidos en Uruguay, se han detallado en diversos libros 
  de "arrepentidos" y ex agentes cuyas denuncias han confirmado no pocos documentos 
  "desclasificados" del gobierno norteamericano. 
  La Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) y la United States Information 
  Services (USIS) fueron dos de las agencias que, en contacto con embajadas de 
  países con dictaduras en la región (Paraguay, Brasil y Argentina), 
  fueron cooptando elementos policiales y militares uruguayos para jugar de peones 
  en el tablero de la "guerra fría". 
  El 2 de febrero de 1970, la Asociación de Magistrados Judiciales hace 
  públicas sus denuncias contra el juez Púrpura, a quien se acusa 
  de intentar integrar a la CIA a jueces y abogados. Púrpura, conectado 
  con mandos policiales y militares, reconoce la creación de "grupos de 
  choque anticomunistas" que entrenaban en Florida. El magistrado termina por 
  renunciar el 7 de setiembre de ese año. 
  Los convulsionados años sesenta habían dejado "marcados" a muchos 
  militantes de izquierda, víctimas de este tipo de organizaciones. Desde 
  tiempos de Nardone actuaban grupos parapoliciales que tatuaban "svásticas" 
  en estudiantes. Pero es a fines de la década que con asesoramiento norteamericano 
  se aceitan grupos de acción que sobrepasan los juegos de vigilancia e 
  inteligencia. 
  Las páginas secretas de los Escuadrones de la Muerte se abren cuando 
  el MLN-Tupamaros secuestra al fotógrafo-agente Nelson Bardesio, quien 
  confiesa cómo una serie de "comandos", que habían actuado en asesinatos 
  y atentados políticos, eran coordinados y daban cuenta a las más 
  altas estructuras del Estado. No había paramilitares, sino terrorismo 
  de Estado. 
  Las "Actas de Bardesio" describen los atentados a los abogados Arturo Dubra, 
  Alejandro Artuccio y Manuel Liberoff y a la periodista María Esther Gilio. 
  La orden venía del propio Ministerio del Interior. También reconoce 
  los asesinatos del Abel Ayala y Manuel Ramos Filippini en julio de 1971, y el 
  de Héctor Castagnetto el 17 de agosto de ese año. El 28 de febrero 
  del 72, con Bardesio secuestrado, un "Comando Caza Tupamaros" tortura y mata 
  a Ibero Gutiérrez: "Vos también pediste perdón. Bala por 
  bala, diente por diente", decía una esquela sobre su cuerpo. 
  
  La historia "oficial" del 14 
  
  En el libro "La Subversión - De las Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental", 
  se relata, al compás del gerundio, una cronología (págs. 
  716 y 717) sobre lo ocurrido aquel 14 de abril de 1972: 
  "- En Avda. Millán y Las Violetas es detenida una camioneta por personal 
  de las FFCC, aprehendiéndose a sus seis ocupantes, dos de los cuales 
  son fugados del Penal de Punta Carretas. 
  - El Poder Ejecutivo dispone que los Ministerios de Interior y Defensa Nacional 
  adopten las medidas oportunas para garantizar la vigilancia e integridad de 
  los establecimientos de reclusión de subversivos, pudiendo incluso habilitar 
  otros que sean adecuados. 
  - Distintos grupos de sediciosos roban, en la madrugada, cinco automóviles. 
  
  - Sobre las 8 de la mañana y desde dos automóviles, integrantes 
  del MLN-T acribillan con fuego de ametralladora, en las calles Rivera y Soca, 
  a un patrullero policial, muriendo el subcomisario Oscar Delega Luzardo y el 
  agente Carlos A. Leites y quedando gravemente herido otro agente policial. Consumado 
  el atentado, los asesinos bajan de los vehículos y disparan sobre los 
  funcionarios caídos en el suelo, huyendo luego. 
  - Sobre las 9 horas es ametrallado en la localidad de Las Piedras, departamento 
  de Canelones, donde vive, desde un automóvil que estuvo aguardando en 
  la zona, el capitán de Corbeta Ernesto Motto, quien muere en el acto. 
  
  - Sobre las 22 horas y desde una ventana del segundo piso de la Iglesia Protestante, 
  sita en las calles Constituyente y Barrios Amorín, dos francotiradores 
  acribillan con armas largas de precisión al profesor Armando Acosta y 
  Lara, ex subsecretario del Interior, quien muere, hieren a su esposa y a un 
  agente policial de su custodia, cuando salían de su domicilio, y huyen. 
  
  - En las calles Franciso Pi y Nicolás Herrera las FFCC detienen una camioneta 
  que huye, iniciando entonces sus ocupantes la retirada a pie, cubriéndose 
  con fuego de armas largas y cortas, que es repelido por las autoridades, muriendo 
  dos sediciosos y quedando herido un comisario de la Policía. 
  - La Policía allana la finca de la calle Amazonas Nº 1440, sus ocupantes 
  desacatan la orden de arresto y abren fuego, el que es repelido, muriendo dos 
  sediciosos y resultando uno herido y otro ileso. 
  - Es allanada otra finca sita en la calle Pérez Gomar Nº 4392, produciéndose 
  un intenso tiroteo en el que mueren los sediciosos Jorge Candán Grajales, 
  Horacio Carlos Rovira Griecco, Grabiel María Schroeder Orozco y Armando 
  Hugo Blanco Katras, siendo capturados otros cuatro. 
  - En ambos allanamientos se incautan $ 305.000 m/n y 29.420 dólares y 
  copiosa información del MLN-T. 
  - Es capturado en la avenida Centenario y Propios el dirigente del MLN-T Juan 
  Almiratti Nieto, fugado el 26 de mayo de 1971 de un local judicial. 
  - El Poder Ejecutivo solicita anuencia al Poder Legislativo para suspender la 
  seguridad individual y decretar el Estado de Guerra Interno". 
  
  La otra versión de los hechos 
  
  En realidad en esa triste jornada, que el régimen militar designaría 
  como "Día de los Caídos en la lucha contra la sedición" 
  y durante el primer gobierno democrático de Julio María Sanguinetti 
  pasaría a llamarse "Día de los Caídos en defensa de la 
  Democracia", las cosas no sucedieron como oficialmente se relatan. 
  Todos los "objetivos" de los tupamaros ese día eran miembros de los Escuadrones 
  de la Muerte, según había confesado el agente Nelson Bardesio. 
  También se había planificado matar a Miguel Sofía (operativo 
  que fracasa y en el que murieron los tupamaros Nicolás Gropp y Norma 
  Pagliano) y del capitán de navío Jorge Nader (que no se llega 
  a realizar), entre otros. 
  Los procedimientos que las Fuerzas Conjuntas realizan luego del mediodía, 
  no fueron casuales. El allanamiento en la calle Amazonas, comandado por el entonces 
  comisario Hugo Campos Hermida (también denunciado como miembro del Escuadrón 
  de la Muerte), no tuvo respuesta armada. El periodista Luis Martirena fue acribillado 
  cuando abría la puerta y su mujer, Ivette, muerta cuando se levantaba 
  de la mesa en la que estaba almorzando. 
  El hoy senador Eleuterio Fernández Huidobro conserva las marcas de los 
  cinco balazos que recibió ese día en el operativo de represalia. 
  El "Ñato" acepta volver a repetir, como todos los años cuando 
  llega esta fecha, el testimonio que ha escrito en "Memorias del Calabozo", con 
  Mauricio Rosencof, y en "La Tregua Armada", donde cuenta pormenorizadamente 
  su versión de los hechos. 
  "A mí me salva la vida el señor juez Echeverría y el médico 
  forense que lo acompañaba. Estaban de casualidad en el lugar, porque 
  habían venido a reconocer los cuerpos del matrimonio Martirena que habían 
  sido asesinados y rematados en el piso. Nosotros estábamos escondidos 
  en un berretín y todavía no nos habían encontrado. Nosotros 
  escuchábamos todo y supimos que el juez estaba ahí con Campos 
  Hermida. Fue entonces que descubrieron el berretín y estaban esperando 
  que se fuera el juez, no porque pensaran que ahí podía haber gente, 
  sino porque suponían que allí podían encontrar material 
  del que no tuvieran que dar cuenta al juez. Fue un soldado del Ejército 
  que había ido a mear al baño, el que se enteró que estaba 
  el berretín y, sin el oficio de los policías, se lo fue a comentar 
  al capitán Calcagno, sin saber que los que estaban con él eran 
  el juez, el médico forense y Campos Hermida. "Vamos para ahí" 
  dijo el juez. Es entonces que, cuando están abriendo el berretín 
  nosotros (lo acompañaba David Cámpora) decimos que hay gente, 
  que estamos heridos y nos vamos a entregar. Si no estaba el juez, no creo, es 
  mi opinión, que hoy estuviera aquí...", narró a LA REPUBLICA. 
  
  Tampoco en el operativo en la calle Pérez Gomar, que dirigió el 
  inspector Víctor Castiglioni (también sindicado como miembro del 
  Escuadrón), los hechos habrían sido como "oficialmente" se contaron. 
  En la casa detuvieron a ocho personas y a cuatro de ellas (Candán Grajales, 
  Rovira, Schroeder y Blanco) los ejecutaron, según denunciaría 
  horas más tarde en el Parlamento el senador Enrique Erro. 
  
  La interna de los Tupamaros 
  
  En el libro "Sendic" (Trilce 2000), Samuel Blixen dedica todo un capítulo 
  a las acciones del 14 de abril, en las que reconoce haber tenido una participación 
  directa, "concretamente en la ejecución de uno de los jefes del Escuadrón 
  de la Muerte, el ex subsecretario del Ministerio del Interior, Armando Acosta 
  y Lara. Por esa acción fui procesado y condenado". Cumplió 13 
  años en prisión. 
  En su relato, Blixen considera que ese día "el MLN cayó en una 
  emboscada que le tendieron el gobierno y las Fuerzas Armadas y el golpe fue 
  tan devastador que en siete meses la estructura militar de los tupamaros quedó 
  desarticulada, herida de muerte" y afirma que si bien el Ejército y los 
  cuerpos represivos de la policía hicieron bien su trabajo "nunca hubieran 
  obtenido el resultado que recogieron si no fuera por las profundas contradicciones, 
  las desviaciones, las desprolijidades y las frivolidades que como un cáncer 
  venían comiendo el cuerpo de la guerrilla". 
  Blixen sostiene que desde setiembre de 1971, cuando asumen el control de las 
  operaciones antisubversivas luego de la fuga de un centenar de presos de la 
  cárcel de Punta Carretas ("el abuso"), las Fuerzas Armadas comenzaron 
  a planificar el golpe y elegir la marcha militar de sus futuros comunicados. 
  "Necesitaban el pretexto para accionar la propaganda, la tarea de inteligencia 
  y la manipulación de masas que acotaría la oposición, de 
  la gente, del Parlamento y de los partidos políticos. Ese pretexto el 
  MLN lo sirvió en bandeja el 14 de abril, cuando desencadenó la 
  represalia contra el Escuadrón de la Muerte", afirma. 
  El libro señala que las acciones del Escuadrón de la Muerte entre 
  1971 y 1972 "parecían apuntar a difundir el terror en los aparatos de 
  masas del MLN, en la periferia de la guerrilla, cosa de desestimular su crecimiento, 
  de reducir el colchón de simpatía". (...) "Había, por tanto, 
  'un reclamo generalizado, fundamentalmente en las columnas de masas' del MLN, 
  para algún tipo de represalia contra el Escuadrón". Pero agrega 
  que en "la dirección del MLN había una percepción diferente. 
  De alguna manera se tenía la impresión de que una acción 
  importante contra el Escuadrón traería consecuencias que después 
  no se podrían controlar", escribe. 
  Se consideró que las acciones sería asimiladas por el gobierno 
  como había ocurrido con la muerte de Dan Mitrione o con la fuga de los 
  111 presos. "En cambio, para los aparatos de masas, la represalia podía 
  significar la eliminación del accionar paramilitar, si la respuesta era 
  lo suficientemente contundente", indica y añade: "Sendic tenía 
  prevenciones, Fernández Huidobro percibía una "frivolidad" en 
  tanto esas acciones no se encuadraban en una estrategia, y Mujica alertaba sobre 
  el error político". 
  "Nadie tuvo la percepción de que la represión estaba organizando, 
  ella sí, un salto cualitativo, donde el factor sorpresa sería 
  demoledor. No hubo al parecer, un análisis profundo de la manera en que 
  los jefes del Escuadrón asumieron el secuestro de Nelson Bardesio (...) 
  Desde el punto de vista político cualquier revelación del policía 
  Bardesio era una catástrofe, incluso para las Fuerzas Armadas. Existía, 
  por tanto, la posibilidad de una contraofensiva de los jefes del Escuadrón 
  de la Muerte, que era como decir una contraofensiva del gobierno, del partido 
  de gobierno y de las Fuerzas Armadas. El MLN actuó como si esa posibilidad 
  no existiera. Dio un salto al vacío sin siquiera tener conciencia de 
  que se abría el suelo a sus pies", analiza Blixen. 
  
  3 - La raíz de la impunidad 
  Aparece la Justicia Militar 
  
  A las 19.30 horas de aquel 14 de abril, comenzó a sesionar la Asamblea 
  General, convocada en forma urgente. Un mensaje del Poder Ejecutivo sostenía 
  que el proceso de subversión se había agravado y pedía 
  la anuencia para "disponer la suspensión de la seguridad individual" 
  y que se decretara "el estado de guerra interno a los afectos de la aplicación 
  de las disposiciones constitucionales y legales pertinentes". 
  El debate parlamentario se extendió hasta las 15 y 45 del día 
  siguiente, en una de las más agitadas jornadas vividas en el Palacio 
  Legislativo. Los alcances de la solicitud del presidente Juan María Bordaberry 
  eran evidentes: se lanzaría una ofensiva contra la "subversión" 
  y se necesitaba eludir al Poder Judicial e imponer la acción de la Justicia 
  Militar, a la vez que declarar el delito de lesa nación como delito militar. 
  
  Las actas parlamentarias (102 hojas del diario de sesiones) sólo recogen 
  lo dialogado dentro de sala, pero fue en el ambulatorio y corrillos políticos, 
  donde se fue procesando, a lo largo de las horas, la negociación que 
  permitiría, con los votos de los partidos tradicionales, la aprobación 
  de una moción cuyas consecuencias se mantienen tres décadas más 
  tarde. 
  Hubo debates ideológicos, análisis globales del mundo, debates 
  jurídicos y constitucionales, enfrentamientos duros, finas ironías 
  y una gran inconsciencia de la significación que luego tendría 
  lo votado, aunque no fueron pocos los que advirtieron sobre la implicancia de 
  un crecimiento del poder militar a la luz de las dictaduras en Brasil, Paraguay 
  y Argentina. 
  Fue el senador Raumar Jude quien al pedir un minuto de silencio en recuerdo 
  de "los caídos en defensa de las Instituciones" instauraría la 
  fecha que año a año conmemoran las Fuerzas Armadas. 
  Esa noche se negó un pedido del senador Terra para que se pasara a cuarto 
  intermedio a efectos de estudiar las "Actas de Bardesio" sobre los Escuadrones 
  de la Muerte, documento que finalmente leería en sala el senador Enrique 
  Erro, hecho que llevó a un grupo de personas a ingresar al Palacio Legislativo 
  gritando que matarían al legislador. 
  
  El "cuco" del golpe de Estado 
  
  La solicitud del Poder Ejecutivo fue modificada, inicialmente, por el Partido 
  Colorado quien mocionó para que las garantías individuales se 
  suspendieran por 90 días y, poco más tarde, por el Partido Nacional 
  que había logrado un consenso interno para aceptar la medida de excepción 
  por sólo 30 días. 
  El acuerdo dentro de los blancos, llevó a que el senador Dardo Ortiz 
  hablara en nombre de toda la bancada adelantando su posición de votar 
  transitoriamente el pedido del gobierno. En un momento, al discutir las implicancias 
  constitucionales de la declaración de guerra, Ortiz llegó a afirmar: 
  "Nosotros preferimos que la crítica de nuestras actuaciones se realice 
  en el foro universitario y no en el local de las autopsias. Es por eso que votamos 
  lo que votamos", dijo con singular clarividencia. 
  También hubo presiones. El senador Zelmar Michelini advirtió: 
  "Es que en el Ambulatorio ha estado, permanentemente, el fantasma de las Fuerzas 
  Armadas. Se ha dicho que si no se hacía tal cosa, las Fuerzas Armadas 
  adoptarían tal actitud. En definitiva, ha existido el fantasma y el 'cuco' 
  del golpe de Estado". 
  Mientras se debatía en el Parlamento, la ofensiva de las Fuerzas Conjuntas 
  se había iniciado. El allanamiento de la sede central del Partido Comunista, 
  en el que fueron puestos contra el piso y golpeados un centenar de jóvenes, 
  fue un adelanto de lo que ocurriría 48 horas más tarde con ocho 
  militantes de la Seccional 20ª. 
  Wilson Ferreira Aldunate sólo intervendría para establecer los 
  alcances de la moción blanca, a la que consideró limitada en el 
  "tiempo" (30 días) en el "objeto" (reprimir a subversión), en 
  su "geografía" (sólo en el área concreta en que la subversión 
  opera) y en cuanto a los "medios" (sólo a efectos del artículo 
  253 de la Constitución). 
  "El único alcance de estas normas, si resultan aprobadas, es a los solos 
  efectos de determinar una jurisdicción, y no podrá ser invocada 
  absolutamente para ninguna otra", dijo Wilson. Tiempo después reconocería 
  el error. 
  En realidad, el reclamo de "herramientas" para combatir la subversión, 
  lo habían hecho los propios comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, 
  en sendas reuniones, realizadas el 6 de abril, con los legisladores colorados 
  y blancos en la sede que las Fuerzas Conjuntas tenían entonces en 8 de 
  Octubre y Garibaldi, según se denunció aquella noche. 
  
  El pie a la "manu militari" 
  
  "En eso tienen razón las Fuerzas Armadas, cuando dicen 'Nosotros no vinimos, 
  nos llamaron'. Ya los habían llamado el año anterior cuando, después 
  de la fuga "el abuso" de Punta Carretas, les encomendaron dirigir la lucha contra 
  nosotros. Esta vez, es el Parlamento, el Poder Legislativo, el que acepta declarar 
  el Estado de Guerra. Eso tiene una consecuencia profunda. Ya no era la represión 
  a una fuerza irregular, estábamos en guerra y eso permitió una 
  serie de cosas. Por ejemplo, que todos pasaran a la Justicia militar, desde 
  el combatiente, al que repartía volantes o el simpatizante. Hubo consecuencias 
  legales y jurídicas tremendas", analiza hoy Eleuterio Fernández 
  Huidobro. 
  "Lo que es verdad -agrega el senador tupamaro- es que a partir del 14 de abril, 
  comienza otra historia en el Uruguay. Tal vez una historia que empezaron a preparar 
  los más experimentados en la lucha antisubversiva. Hasta ahí hubo 
  un nivel de enfrentamiento armado y a partir de ahí comienza otro distinto. 
  Las Fuerzas Armadas comienzan a actuar 'manu militari', es decir, arrasando 
  con todo". 
  "Yo me arrepiento, lo he dicho y está escrito, porque es lindo acomodar 
  el cuerpo a posteriori, como hizo Jaime Pérez cuando se refirió 
  al aparato armado del Partido Comunista. Lo he dicho acá en el Senado, 
  en la prensa y en 'El golpe en la nuca' que tiene como subtítulo 'Autocrítica 
  del MLN', aunque es la autocrítica personal mía, ya que sobre 
  esto puede haber tantas posiciones como compañeros del MLN. Yo señalo 
  los errores que cometimos. Yo me arrepiento de no haber planteado, cuando vuelvo 
  a la dirección del MLN el 16 de marzo del 72 y esta operación 
  del 14 de abril ya estaba en marcha, que no había que hacerla porque 
  era un garrafal error. Soy responsable por omisión, pero soy responsable. 
  Porque yo era jefe y no quiero hacer como otros jefes militares que no reconocen 
  su responsabilidad ante la opinión pública, ante el pueblo uruguayo 
  y el gobierno uruguayo, de las órdenes que dieron y dejan que a sus subalternos 
  de aquel entonces los siga enjuiciando todo el mundo, pero ellos que fueron 
  los responsables no son capaces de tener carácter militar y decir el 
  responsable soy yo... Yo me hago responsable de todo, de lo bueno y lo malo 
  que pudimos haber hecho, para eso fui jefe", reflexiona. 
  Para Fernández Huidobro la "guerra" termina con la caída de Raúl 
  Sendic el 9 de setiembre de ese año. "No porque fuera Raúl, que 
  ya había estado preso antes, sino porque era el último de los 
  dirigentes históricos en ser capturado. El resto habíamos caído, 
  la mayoría heridos. Después ya siguió el momento en que 
  las Fuerzas Armadas entran en una gran asamblea política interna y sus 
  conflictos con el poder político, por lo que deciden terminar con todo, 
  como ellos mismos confiesan en su libro de dos tomos sobre la subversión. 
  Allí cuentan que ya en 1971 se planificó derrotar primero a la 
  lucha armada, pero seguir después con los trabajadores, la universidad 
  y el propio sistema político. Eso está escrito. Yo no creo que 
  haya sido así. Pienso que había un grupo que si planificó 
  eso desde el 71, pero que es a mediados del 72, por julio o agosto, en medio 
  de una gran crisis interna, que las Fuerzas Armadas comienzan a planificar el 
  golpe de Estado". 
  
  Las consecuencias del voto 
  
  Varias fuentes políticas, que prefirieron no hacer declaraciones públicas 
  sobre "un tema del pasado", al ser consultadas por LA REPUBLICA para 
  realizar este informe, reconocieron que la fecha elegida para recordar a los 
  "caídos en la lucha contra la "sedición" o "en defensa de la democracia", 
  no es la más feliz a la luz de la realidad histórica que determinaron 
  los trágicos hechos. 
  Hubo una decisión del Estado gobernante de silenciar la existencia de 
  los Escuadrones de la Muerte y se llegó a negar la posibilidad de investigarlos, 
  cuando el tema afloró nuevamente en el Parlamento meses después, 
  luego de que se protocolizan las "Actas de Bardesio", a las que se le sumó 
  el testimonio de otro "arrepentido", el policía Mario Benítez. 
  
  Resulta sintomática la anécdota relatada por el dirigente democratacristiano 
  Juan Pablo Terra en el libro "Alto el Fuego", en la que narra un diálogo 
  con Julio María Sanguinetti, en el que el entonces ministro de Educación 
  y Cultura, le dice que Bordaberry estaba "consternado" por las acciones del 
  Escuadrón, pero había tomado medidas para que eso no se repitiera. 
  Según Terra, Sanguinetti reconoció entonces que se había 
  ordenado el traslado al interior o al exterior de algunos de sus miembros y 
  a otros se los embarcó a navegar. 
  Más significativo es aún, que al regreso de la democracia, cuando 
  el diputado Lorenzo Rovira inició una causa contra los Escuadrones de 
  la Muerte y sus homicidios, el Poder Ejecutivo, que encabezaba el ya presidente 
  Julio María Sanguinetti, informase al juez penal que la causa se consideraba 
  amparada en la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. 
  
  En la introducción del libro "Uruguay Nunca Más - Informe sobre 
  la violación a los Derechos Humanos (1972-1985) del Servicio Paz y Justicia 
  (Serpaj) de Uruguay, se analiza particularmente lo que significó en los 
  años posteriores lo aprobado aquel mediodía del 15 de abril. 
  "La autorización que la Asamblea General otorgó al Poder Ejecutivo 
  para decretar el "estado de guerra interno" era a los solos efectos de extender 
  el ámbito de vigencia de la jurisdicción militar. De esta forma, 
  las FFCC quedaban en libertad para controlar y disponer de los detenidos, sin 
  tener que rendir cuentas al Poder Judicial o al Parlamento", señala. 
  
  "De aquí en adelante, las FFAA inauguraron en la vida del país 
  una lógica de los acontecimientos en los que participaban y un discurso 
  legitimador de los mismos. Según esta concepción, que la institución 
  armada adoptó, los hechos se evalúan desde una exclusiva concepción 
  bélica, no regulados por normas jurídicas que pretendan humanizar 
  los medios utilizados en la represión; la violencia se contrarresta con 
  la violencia, y ésta se concreta en sus aspectos meramente fácticos. 
  De aquí la justificación de sus consecuencias: la violación 
  de los derechos humanos", señala el informe. 
  El Estado de Guerra Interno lo aprobaron, aquel 15 de abril, 87 de los 118 legisladores 
  presentes. El entonces ministro Julio María Sanguinetti fue dos veces 
  presidente de la República. El entonces diputado Luis Alberto Lacalle 
  llegó una vez a primer mandatario. Varios de los legisladores que votaron 
  la moción, luego de una década de proscripción, volvieron 
  a tener o aún tienen cargos políticos, parlamentarios o municipales. 
  
  Muchos de los que no votaron aquella moción fueron presos de la dictadura. 
  Zelmar Michelini, que no la apoyó, y Héctor Gutiérrez Ruiz, 
  cuyo sector la aprobó, fueron asesinados en Buenos Aires. Wilson Ferreira 
  Aldunate, como miles de personas, fue procesado por la Justicia militar. Casi 
  un centenar de uruguayos continúa en condición de desaparecido. 
  El "cuco" de las Fuerzas Armadas al que se hizo referencia aquella noche, nueve 
  meses después dio a luz el golpe de Estado. *