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Latinoamérica

5 de abril del 2002
Brasil: La encrucijada Buritis

Frei Betto

Servicio Informativo "alai-amlatina"
Amigo del rey, un filósofo anduvo pregonando que en la política la moral no precisa coincidir con las exigencias éticas. Habría una moral para los ciudadanos y otra para aquellos que transitan en la esfera que decide la vida de los ciudadanos.
La lección parece haber sido aprendida por algunos ministros del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC). Empeñados en desalojar a los sin tierra de la propiedad de los hijos del presidente, los ministros Aloysio Nunes Ferreira, Raul Jungmann y Alberto Cardoso aseguraron al Juez de apelación Gercino José Alves y a la magistrada María de Oliveira -negociadores del gobierno, enviados por el gobierno y revestidos de la autoridad del gobierno-, que no habría prisiones, en caso de que los sin tierra se retirasen pacíficamente. Además de eso, sus líderes serían recibidos por el ministro de Desarrollo Agrario.
Los magistrados confiaron en la palabra de sus superiores y los sin tierra en la de los magistrados. Finalizada la retirada, la Policía Federal apresó a 16 agricultores. En nombre de la decencia, los magistrados dimitieron, conscientes de que, como mínimo, hicieron papel de bobos. Fueron inducidos a negociar una emboscada.
Los sin tierra de Buritis también cayeron en una emboscada electorera. En las cuatro veces anteriores en que se aproximaron a la hacienda presidencial, como recurso para asegurarse que sus reivindicaciones sean oídas, jamás ingresaron en la propiedad. Esta vez, encontraron abiertos el porton de la hacienda y la puerta de la casa. Caminaron del hecho político a la invasión de privacidad y de propiedad, pues la hacienda es productiva y no se instaló en tierra con problemas o sin uso.
Así, dieron al ministro de Justicia, promotor electoral de José Serra (candidato presidencial del oficialista PSDB) y al ministro de Desarrollo Agrario, pre candidato a la presidencia, la munición que necesitaban para atacar la candidatura de Lula, estableciendo una vinculación entre el MST y el Partido de los Trabajadores (PT). José Dirceu, presidente del PT, protestó, negó los vínculos, y el ministro retrocedió.
Hay más de 500 familias asentadas en la región de Buritis. Quieren el asentamiento de más de 80 familias que se encontraban acampadas en situación de miseria. Desde hace años, todas ellas luchan por la conseguir un asentamiento, viviendas y créditos para la producción. Cada vez que, para hacerse oír, los asentados se aproximaban a la hacienda presidencial, el ministro Raul Jungmann prometía atenderlos.
Nunca lo hizo. Llegó a declarar que cada familia recibirá 23 mil reales, lo que no conceden los catastros del Pronaf y del Incra.
Para reivindicar sus derechos, empresarios, abogados, médicos, banqueros o profesores contactan diputados y senadores, promueven notas en los medios, dan entrevistas, son recibidos en audiencia en las oficinas de Planalto. Y los miserables, ¿qué hacen? ¿A quién recurren? Ya se quejaron hasta con los obispos, al punto de que la propia Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB) denunció el desinterés del gobierno para dialogar con el MST.
Reelecto FHC, fui llevado por el diputado federal Tilden Santiago a la mansión del vicepresidente Marco Maciel. Lo exhorté que convenza al gobierno a mantener abiertos los canales con los movimientos sociales. En vano, pese al empeño del vicepresidente de la República.
Gandhi y Luther King enseñaron formas legítimas de presión, hoy utilizadas por el MST. Sufrieron, en sus épocas, ataques semejantes. Excesos y precipitaciones que, en ocasiones, ocurren, están lejos de compararse a los recursos utilizados por quien no escupe en el suelo, pero envía regalos a las autoridades y contribuye a la caja 2 de campañas electorales. Pedir elegancia y trato fino a quien pasa hambre y quiere tan solo un pedazo de tierra para sobrevivir es zapatear sobre la evidencia de que los sin tierra son víctimas de una reforma agraria que nunca salió del papel y de los discursos.
En estos últimos ocho años, cerca de 920 mil pequeñas propiedades rurales fueron eliminadas del mapa de Brasil. Según Mons. Tomás Balduino, presidente de la Comisión Pastoral de la Tierra, apenas 2,8% de los 3.114.898 inmuebles rurales ocupa 56,7% de toda el área disponible.
Jean Ziegler, guste o no al gobierno, tenía razón al afirmar, en su informe la ONU, que Brasil vive una guerra social. Hasta hoy, seis años después, prosiguen impunes los que asesinaron a los 21 agricultores en Eldorado dos Carajás.
Sólo quien fue adepto de Stalin puede considerar que el MST es la correa de transmisión del PT, como ocurría en la Unión Soviética con los movimientos sociales. Pero valdría que el PT no pase a tener vergüenza de sus orígenes. Fuera de los excluidos, el PT no tiene salvación. Y dudo que gane la elección.
Frei Betto es escritor, asesor de movimientos pastorales y sociales, es autor de "Batismo de Sangue" (Casa Amarela), entre otros libros.