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         Latinoamérica | 
  
19 de abril del 2002
Una revolución en curso 
 Victor F.-A Luchar por el Socialismo n.º 4 
La imagen que los medios de comunicación nos ofrecen de Argentina es 
la de un país sumido en la ruina, el caos y la desesperanza, cuya única 
salida reside en conseguir una "ayuda"del FMI. En cuanto a nosotros, nos tocaría 
compadecernos de su triste suerte y brindarle caridad. 
Pero Argentina no es noticia por el desabastecimiento de productos 
básicos, la escalada de precios, la devaluación de su moneda, el 
paro o el hambre. Hay una amplia lista de países latinoamericanos donde 
los padecimientos populares son similares a los de Argentina y, sin embargo, no 
ocupan portadas. 
Hasta ayer Argentina era el alumno modelo del FMI para la región. No en 
vano, con el indecente compincheo de la oligarquía local y la corrupta 
clase política, Argentina ha sido sometida a un saqueo brutal y 
sistemático por el capital internacional, en el que han participado con 
nombres propios la gran banca y las multinacionales españolas. 
Pero lo nuevo de Argentina no ha sido el pillaje imperialista sino la resistencia 
obrera y popular, que culminó en el Argentinazo que el pasado diciembre 
derrocó a dos gobiernos, dejó en ruinas al régimen democrático-burgués 
lacayo del capital extranjero e inició una revolución obrera y popular. 
La sumisa izquierda institucional europea descalificará sin duda esta afirmación, 
pero no se puede esperar otra cosa de una gente que ha hecho de calentar un asiento 
parlamentario o un sillón ministerial un confortable medio de vida. Para 
ellos los acontecimientos argentinos no son más que un caos amenazante 
que hay que reconducir cuanto antes a la "institucionalidad". 
"Tomar el destino en sus propias manos" 
León Trotsky escribía en 1930 unas frases que pueden 
aplicarse hoy con toda justicia a Argentina: "En tiempos normales, el Estado, 
sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; 
la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los 
ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en 
los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para 
las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, 
derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean 
un punto de partida para el nuevo régimen." (…) "La historia de 
las revoluciones es, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta 
de las masas en el gobierno de sus propios destinos" 
Argentina vive una rebelión permanente. Manifestaciones a Plaza de 
Mayo, cacerolazos, asambleas populares en los barrios, protestas ante los tribunales, 
cortes de ruta piqueteros, marchas multitudinarias. Las principales instituciones 
del régimen se hallan paralizadas, en medio del rechazo popular. La consigna 
más unánime es "que se vayan todos": todos los políticos 
peronistas, radicalistas o frepasistas, los jueces de la Corte y los militares 
genocidas. No se atreven a salir a la calle. Washington y los hombres del gran 
capital saben además que, actualmente, una aventura golpista sólo 
conseguiría precipitar la revolución. 
La clase media argentina, tantos años base electoral del partido radical, 
expropiada en sus ahorros por la oligarquía y el capital internacional, 
ha tomado el camino de la alianza con el potente movimiento piquetero. 
Las masas argentinas han comenzado a organizarse en asambleas barriales, donde 
convergen los desempleados piqueteros, empleados públicos, las capas intermedias 
arruinadas, fábricas en lucha y sindicatos combativos. Es la respuesta 
a la degradación social provocada por la depresión y el desmoronamiento 
del Estado. Las asambleas van tomando en sus manos los problemas más apremiantes, 
discuten los problemas del país y comienzan a agruparse entre sí 
(interbarrial de Parque Centenario). 
El pasado 16-17 de febrero se celebró en Plaza de Mayo la Asamblea Nacional 
piquetera, a la que se sumaron Asambleas populares, fábricas ocupadas (Zanón 
y Brukman) y sectores sindicales combativos. Esta Asamblea levantó un programa 
frente a la catástrofe: Exigió la libertad de los luchadores sociales 
presos y el juicio y castigo a los responsables de los asesinatos del Argentinazo; 
el no pago de la deuda externa; la nacionalización de la banca y las empresas 
fundamentales; la prohibición de despidos y suspensiones; la estatización 
y funcionamiento bajo control obrero de las empresas que cierren y la reapertura 
de las que fueron cerradas; la inmediata devolución de depósitos 
a los pequeños ahorristas; el reparto de las horas de trabajo y un salario 
mínimo y un subsidio de paro acorde al valor de la cesta familiar. La Asamblea 
hizo un llamamiento a unificar el movimiento piquetero con las asambleas populares 
y los trabajadores de la industria y se pronunció por echar al gobierno 
Duhalde y a favor de un gobierno de trabajadores. 
Lo nuevo contra lo viejo 
El diario oligárquico "La Nación" escribía el 
14 de febrero, refiriéndose a las asambleas populares: "Si bien es cierto 
que el auge de estas asambleas aparece como una consecuencia del hartazgo político 
ante las conductas poco confiables de la clase política (...) encierran 
un peligro pues por su naturaleza pueden acercarse al sombrío modelo de 
decisión de los "soviets" (…) La posibilidad de que pretendan hacer justicia 
por su propia mano y sustituir a jueces, legisladores y administradores gubernamentales 
encierra un alto riesgo" 
Las asambleas populares están lejos todavía de constituirse en un 
doble poder alternativo al de la clase capitalista. De momento sólo comienzan 
a serlo a escala local. Sin embargo, el editorial de "La Nación" demuestra 
que la burguesía argentina es bien consciente del duelo que ha comenzado 
a establecerse entre un nuevo orden que pugna por emerger y el viejo orden en 
bancarrota. 
Aquellos que miran por encima del hombro 
Hay una cierta izquierda que mira la revolución argentina por encima 
del hombro, reduciéndola a una mera revuelta contra la corrupción 
política o a "un movimiento de la clase media". Luego están 
los sabios arrogantes que, bien acomodados a la democracia parlamentaria, 
se dedican a repetir la verdad de perogrullo de que la revolución argentina 
carece hoy de una dirección reconocida para descalificarla como algo caótico 
sin rumbo ni futuro. Sin duda que la revolución argentina deberá 
superar grandes dificultades que para dotarse de una dirección que haga 
posible la victoria socialista. Pero es miserable negarse a reconocerla como uno 
de los procesos revolucionarios más importantes en mucho tiempo. 
Revolución y contrarrevolución 
La revolución argentina, como toda revolución, no es el fruto de 
una conspiración ni un capricho natural sino una profunda necesidad social 
que ha surgido, inevitable, cuando el orden capitalista se volvió insoportable. 
La revolución argentina es el intento de supervivencia física y 
moral de las masas argentinas frente a la destrucción imperialista del 
país. 
Los planes imperialistas para Argentina son hambre y colonialismo. Lo ha dicho 
Kohler, el director del FMI: "Argentina deberá sufrir". R. Dornbusch, 
del MIT, ha esbozado el programa en el Financial Times: "caída de los 
salarios a un tercio de su valor actual" (es decir, salarios de hambre en 
el sentido más literal), completa apertura de los mercados 
(o sea, acabar con lo poco que queda de industria nacional), profundos recortes 
del gasto público (ya reducido a niveles de infamia para poder pagar 
la deuda externa) y "una masiva campaña de privatización" (aunque 
ya sólo quedan puertos y aduanas sin vender). Prosigue Dornbusch: 
"Argentina debe abandonar temporalmente su soberanía en todos los asuntos 
financieros (...) durante un extenso periodo, digamos cinco años, su gasto, 
su expedición de moneda y su administración fiscal debe ser controlada 
por agentes extranjeros". 
Tenemos los dos programas frente a frente: el de la Asamblea nacional piquetera 
y el del imperialismo. Vamos a vivir un proceso largo de enfrentamientos. El programa 
imperialista sólo podrá llevarse a cabo por medio de una dictadura 
militar que aplaste en sangre a la revolución argentina. Por el contrario, 
el triunfo de la revolución exigirá la extensión, el reforzamiento 
y la centralización de sus organismos de base y que estos se hagan con 
el poder, para así reconstruir la sociedad sobre unas bases socialistas, 
en estrecha alianza con los trabajadores y los pueblos latinoamericanos y del 
mundo. Es para asegurar este resultado que una nueva dirección deberá 
ser construida. 
La solidaridad internacionalista 
Entre los que rechazan la solidaridad hay quien defiende que el problema no 
son las multinacionales o el FMI sino los corrompidos políticos argentinos. 
Es un argumento tramposo para esconder que el saqueo imperialista y la corrupción 
política son inseparables, pues no habría pillaje sin antes comprar 
a los políticos locales. 
Hay que luchar sin descanso contra el veneno chovinista que, en nombre de "los 
intereses de España", trata de enfrentar a los trabajadores españoles 
con sus hermanos argentinos y ponerlos del lado del enemigo, de los mismos que 
aquí nos despiden, precarizan y reducen el poder adquisitivo de nuestros 
salarios. Recordemos a los compañeros de Sintel. Aquí y allí 
tenemos el mismo enemigo y los mismos intereses. 
Por eso rechazamos la actitud de los dirigentes de CC.OO y de UGT que, en lugar 
de exigir la anulación unilateral de la deuda externa argentina y denunciar 
al FMI, le piden que sea "comprensivo" con Argentina. Por eso denunciamos 
la política proimperialista del PSOE de alineamiento con las multinacionales 
españolas y con Aznar, limitando su crítica al gobierno a "no 
ayudar suficiente con medicina y alimentos". Y tampoco podemos estamos de 
acuerdo que Llamazares, en nombre de IU, pida a las multinacionales españolas 
que "vean su inversión en Argentina como algo a mediano y a largo plazo". 
Hay que levantar un movimiento permanente de solidaridad con la revolución 
argentina, con sus reivindicaciones y su lucha por reconstruir el país 
sobre unas nuevas bases. 
 
    
       
  