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El cónsul temerario    
 Por Miguel Bonasso 
Rosario, viernes 12 de abril, una menos cinco del mediodía. El prestigioso 
periodista Coco López escucha el programa "Trascendental" de 
su colega José Maggi y pega un respingo: Pepe entrevista a otro rosarino, 
el cónsul argentino en Caracas, Patricio Alejandro Kingsland, que opina 
muy suelto de cuerpo a favor del golpe de Estado contra el presidente constitucional 
Hugo Chávez Frías. 
Oye que el cónsul comenta alegremente: "El señor (Pedro) Carmona 
Estanga es muy amigo de la Argentina, primero. Quiero recordarle que la embajada 
argentina se encuentra en el edificio de Fedecámaras, es decir, es un hombre 
de encuentro fácil para nosotros y con quien hemos tenido siempre una relación 
muy estrecha. Es un hombre, un empresario muy destacado, un demócrata cabal, 
un hombre con una altísima moralidad y ética pública y creo 
que ha sido el consenso de los venezolanos en erigirlo como el hombre de la transición...". 
Minutos antes, en la pregunta anterior, López ha escuchado al cónsul 
argentino decir que la situación es "normal", que "el presidente 
de la CTV (la central sindical opositora) y uno de los organizadores del paro 
que llevó finalmente a la caída del presidente, ha pedido la renuncia 
de toda la Asamblea Nacional". Normal, lo que se dice normal. 
Sigue escuchando, un rubor que es vergüenza por nuestro país e indignación 
por la insólita intromisión de algunos sujetos que tienen la tarea 
profesional de representarlo. Piensa que hay que procesar al cónsul por 
"apología del crimen". Del crimen que en esas mismas horas se 
estaba perpetrando. 
Cuando concluye el reportaje toma su decisión: llama a Buenos Aires al 
abogado Ricardo Monner Sanz y lo pone al tanto. Ni lerdo ni perezoso, Monner Sanz 
("por propia obligación de cara a las disposiciones éticas 
del Colegio Público de Abogados") presenta una denuncia contra el 
cónsul ante el juez federal Jorge Luis Ballestero. Pidiendo, asimismo, 
que se determine si la investigación debe alcanzar al ministro de Relaciones 
Exteriores, Carlos Ruckauf. Para saber si el cónsul respondía a 
instrucciones de la cancillería o si, en caso contrario, se lo había 
sancionado. 
Hasta ayer no había reacciones de Ruckauf ni se sabía de ninguna 
sanción contra el cónsul Kingsland. Solamente había un rechazo 
periodístico de la acusación por parte del imputado: "Es un 
disparate. Lo que manifesté es que el gobierno que se había formado 
parecía tener algún tipo de andamiaje". 
El verborrágico Kingsland miente. La grabación del programa y su 
correspondiente transcripción no dejan lugar a dudas. Pepe Maggi le pregunta 
si Chávez cayó porque "no pudo mantener un gobierno en contra 
de los intereses de Estados Unidos" y el cónsul oficial de la República 
Argentina, contesta (sic): "No, no, no. De ninguna manera, de ninguna manera. 
Esto fue una decisión total absoluta, consciente y muy valerosa de la civilidad 
venezolana. Digamos la recuperación de la democracia por la sociedad civil. 
De ninguna manera Estados Unidos tiene una participación activa en esta 
situación. Esto es algo de los venezolanos". 
Maggi quiere saber entonces qué hizo mal Chávez para sufrir el golpe 
que no osa decir su nombre y el diplomático rosarino responde haciéndose 
eco de la propaganda opositora y de una acusación temeraria contra el presidente 
constitucional de Venezuela: "Bueno, como primera medida habría que 
señalar, digamos, el millón de personas que estaba en la calle y 
todos aquellos que lo estaban mirando pero que también adherían 
a la situación. Básicamente es una fuerte oposición al manejo 
político del presidente Chávez y, bueno, algunas situaciones que 
se empezaron a producir hace algunos meses con las declaraciones de ciertos miembros 
de las fuerzas armadas en que acusaban al presidente de una cierta connivencia 
con lasFARC de Colombia. El general González González, que fue el 
último que salió a la palestra pública con esta situación, 
presentó pruebas contundentes acerca del tema, de manera tal que la sociedad 
civil tomó conciencia de que la situación era real y, bueno, eso 
es lo que pasó básicamente". 
Léase bien: está acusando al presidente de la Nación ante 
la cual está acreditado de mantener relaciones con la guerrilla de las 
FARC ("el general González... presentó pruebas contundentes"). 
De postre, Kingsland actuó como repetidora de la mentira oficial de los 
golpistas y cerró un comentario acerca de la confrontación en la 
petrolera venezolana con esta frase: "Ese fue uno de los desencadenantes 
fundamentales de la crisis que ha desembocado en la renuncia de Chávez". 
El inquietante tropezón del cónsul honorario lo hermana a una vasta 
legión de "quemados" entre los que están las autoridades 
del FMI, el presidente español José María Aznar, el colombiano 
Andrés Pastrana y los voceros oficiales del presidente Bush y el Departamento 
de Estado. Sólo que en su caso podría tener consecuencias penales 
diversas: no sólo porque la apología golpista está expresamente 
vedada por la Constitución de 1994 sino porque podría interpretarse 
como un acto material hostil que "expone a la Nación Argentina". 
El canciller tiene la palabra. 
 
    
       
  