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7 de abril del 2002
Colombia: Cruz Roja Internacional organizó encuentro entre Coca Cola y Carlos Castaño
Agencia de noticia Nueva Colombia
LOS ANTECEDENTES DE UN "PUNDONOROSO" GENERAL DE LA REPUBLICA
04.03.2002 – Federico Sarmiento - El jueves 27 de diciembre de 2001 el periodista del Washington Post, Scoott Wilson, uno de los frecuentes invitados del binomio Castaño-Mancuso a sus guaridas del Cerro de Paramillo, realizó un significativo reportaje sobre el auge y consolidación del "proyecto paramilitar" en el sur de Bolívar [Washiongton Post, "A Transfer of Power in Colombia: Paramilitary's Rise Unintended Outcome of U.S. Assistance", Thursday, December 27, 2001].
En dicho reportaje, el periodista gringo ilustra bien el viraje cualitativo del "control de territorial y de la población" en la estrategia contrainsurgente del ejército colombiano en el Sur de Bolívar, los nexos de este viraje con la ayuda militar estadounidense, y sobre todo, la complicidad y la doble moral de los funcionarios estadounidenses frente a las explicaciones "justificatorias" del general Martín Orlando Carreño para incumplir la orden impartida por el Presidente Pastrana a la Quinta Brigada del ejército, de despejar una "zona de distensión", en cumplimiento de los iniciales acuerdos de despeje firmados en ese momento con el ELN.
Según el Washington Post "el ejército no cumplió las órdenes de Pastrana" de despejar el area acordada al ELN y más bien "trabajó en equipo con las fuerzas paramilitares para empujar las fuerzas de la guerrilla hacia las profundidades de la jungla" que cubre las montañas de la Serranía de San Lucas. Un jefe paramiltar le dijo al periodista Wilson: "Cuando llegó el ejercito los dejamos entrar...ellos nunca se enfrentaron con nosotros como con la guerrilla...y ahora nosotros estamos haciendo el trabajo del ejército aquí".
El General Carreño, de quien el Washington Post anotó irónicamente que "fue promovido a comandante de la Segunda División del ejército", se justificó diciendo que "se disgustó cuando el Presidente Pastrana le ordenó a sus hombres despejar la zona". Y manifestó que estuvo trabajando con funcionarios estadounidenses para "llevar los helicópteros y el apoyo de inteligencia que los Estados Unidos prometieron para el año 2003, a la turbulenta región". Los funcionarios estadounidenses manifestaron por su parte que el desacato a la orden presidencial por el general Carreño, obedeció "mas por causa de incapacidad del 'control gubernamental del área' que a una confabulación con los paramiltares" .
Lo que es increíble de esta información es que los "países amigos" del proceso de negociación con el ELN, " solicitaron a la Embajada estadounidense en Bogotá de que se "amenazara con retirar la ayuda militar estadounidense a la fuerzas armadas colombianas, a menos de que estas cumplieran la orden impartida por Pastrana". Estos incidentes ilustran con toda claridad los intereses que se entretejen en la trama colombiana (la opción de guerra o salida negociada al conflicto), los nexos del generalato colombiano con la política de agresión yankee a los pueblos de América del Sur y la lenta y paulatina consolidación en Colombia de un proyecto narco- paramilitar fascista, auspiciado por los Estados Unidos y ejecutado por el generalato colombiano y sus criaturas paramilitares.
A este respecto es ilustrativo el análisis que hizo el profesor argentino Juan Gabriel Tokalian en su artículo del Tiempo de Bogotá, intitulado "¿Nueva Alianza Trinitaria?, el sábado 30 de marzo de 2002.
El proyecto fascista está maduro en Colombia. Los Medios de Comunicación, los gremios empresariales, lo que queda de los partidos políticos tradicionales, la iglesia, el congreso y el aparato judicial están prácticamente copados. Solo resta el presidente que se elegirá el próximo 26 de mayo, que según las encuestas, favorecerá a un personaje con raíces sociales y políticas que se conectan con las "fuerzas oscuras" del narcotráfico y el paramilitarismo. No es gratuito que una columnista estadounidenses como la señora Anastasia O´'Brady (editora en español del Wall Street Journal) y "analistas estratégicos" yankees como Thomas Marks o David Spencer empiecen a cobrar notoriedad en Colombia, incluso entrev ciertos círculos intelectuales y "académicos", al promover las bondades contrainsurgentes del paramilitarismo en el caso colombiano.
La fiscalía colombiana, hasta ahora un vestigio juridicidad en un océano de impunidad, fue transformada en un apéndice de la Justicia Penal Militar por el nuevo fiscal Camilo Osorio. Como lo denunciara la propia Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la señora Mary Robinson (obligada a renunciar por presión de EEUU) es inquietante el "desmantelamiento" de la Unidad de Derechos Humanos en represalia por las investigaciones hechas a Generales colombianos por paramilitarismo. El lunes 1º de abril los televidentes colombianos tuvieron la oportunidad de ver en los noticieros de televisión de la noche a un Coronel de Inteligencia Militar junto a un "Fiscal" de la república, acusando públicamente a la hermana de la difunda senadora Marta Catalina Daniels, de ser la responsable de su asesinato.
En este contexto de histeria guerrerista y fascista que vive Colombia, de pérdida total de toda noción de soberanía, dignidad nacional y de Estado de Derecho, es comprensible que un general con los antecedentes de Martín Orlando Carreño, protegido del Comando Sur y auspiciador del paramilitarismo en las unidades militares que ha comandado, se convierta en un agente provocador contra la dignidad y la integridad política y la soberanía de la hermana República Bolivariana de Venezuela, sus instituciones militares, su pueblo y su gobierno democrático y progresista.
Y peor todavía, que las declaraciones del general Carreño sean avaladas por la dirigencia del gobierno colombiano y aceptadas por el 92% de la población que según las encuestas de la Cadena de Televisión Caracol (también sembradora de cizaña "antivenezolana" en nuestro país) "considera que Venezuela da refugio a los 'terroristas' de las FARC".
Con las calumnias infames que este mediocre estratega militar ha levantado y que ha encontrado el "blindaje" cómplice del resto del generalato colombiano y la subordinación incluso de la propia Cancillería colombiana, no sólo encubre su incompetencia como comandante de unidades militares (no se podía esperar menos de un asesino de sus propios compatriotas) sino su abyecta condición de marioneta y provocador al servicio de la estrategia del Comando Sur en contra de nuestras patrias bolivarianas.
La evolución de la situación política en Colombia, el desespero de la oligarquía colombiana frente a la mayor crisis de dominación que enfrenta en sus historia y la complicidad de esta oligarquía con los sectores mas reaccionarios de los Estados Unidos invitan a nuestros pueblos a estar alerta en contra de las provocaciones y solidificar cada vez más nuestra solidaridad latinoamericana, nacida al calor de los combates históricos por la dignidad, la independencia nacional y el derecho a la felicidad de nuestros pueblos.
Leif Anderson, Estocolmo
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