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PALOS, GORROS, UNIFORMES: 
  FETICHISMO DE LA MERCANCIA. 
Por Luis 
  Mattini  / La Fogata
  arnolkremer@lafogata.org
 
El  pasado domingo de Ramos  lo habré de recordar el resto de  mi vida.   Una contundente movilización multifacética  demostró que  el repudio a los políticos y a las formas actuales de la política no significa que  disminuya en algo la responsabilidad de los militares en nuestra historia reciente  Menos aun que los argentinos estemos dispuestos a darles alguna chance de  intervención con consenso. 
Confieso que se me llenaban los ojos de lágrimas al ver oleadas tras oleadas de entusiastas grupos, heterogéneos, dicharracheros, cantando, marchando bailando inventando consignas;  niños, adolescentes, jóvenes adultos ancianos.  Uno podía observar los rostros, cada cual una  singularidad y juntos una multitud  que se dirigía  con organizada espontaneidad.   La alegría vital, sensual,  de sentir con el cuerpo  la solidaridad y no como un "deber ser militante"  Estábamos porque teníamos ganas de estar y no porque "había que ir". En ese sentido se recobraba lo mejor del entusiasmo de los setenta. 
 
Sin embargo cuando llegué para  incorporarme a la movilización no fue así. Había  decidido sumarme un rato  al grupo compuesto por la  "Sociedad de Escritoras y Escritores  sin fama"  recientemente formada que se concentraba en Perón y Callao.  
Llegué a la zona por Montevideo y  Rivadavia  y al asomar a la Plaza de los Dos Congresos  por un momento creí que me había equivocado  de convocatoria: las  organizaciones de  izquierda (MTS, PCR,  PCA,  PO,  POR,  PL,  y no sé cuantas  Ps,  Ms, Ts  más habría )  se estaban alineando como para la  batalla de Stalingrado.   Formaciones, estandartes, uniformes, grupos de orden, robustos individuos con amenazantes garrotes  etc. En algunos casos  hasta unos raros delantales   con inscripciones  identificatorias pero que se parecen desagradablemente a los chalecos  antibalas de las fuerzas represivas. Me vino la imagen  de la prosa de Solojov, una parodia de la escena de las Brigadas Internacionales,   de espaldas al Don esperando el ataque de la caballería blanca. Faltaba un colmo y este fue  la presencia de  muchos muchachos enmascarados. Y repito: muchachos, porque no vi ninguna chica que se cubriera el rostro.    
 
Nuestro  pequeño grupo de los escritores sin fama,  con Juanjo  y Vicente sosteniendo   estoicamente el cartel  que los identificaba ,  avanzaba  un tanto mezclado con una columna de la Asamblea de Villa Crespo.   Al llegar a Rivadavia y tumbar hacia la plaza de Mayo,  encontró el camino bloqueado  por estas formaciones  que seguían en orden cerrado,  preparando el  zafarrancho de combate, perdón, de marcha. Para  mayor confusión apuntaban hacia el Congreso como si pensaran avanzar a contramano.  Quizás fue mi imaginación, pero creí percibir el amedrentamiento de los marchantes  de mi grupo al pasar por el costado de  estas  escuadras  con sus palos y su rostros  duros. ¿Sería la nuestra,  la actitud timorata de la  pequeña burguesía frente a la  férrea decisión de ese  proletariado organizado  como  salido de una  caricatura de la pintura de Carpani?    Al llegar a Paraná nuestro desgarbado grupo quedó  encajonado  entre la   izquierda por detrás  y la CTA al frente   que también  se alineaba como para el cruce  del Ebro. Fieros sindicalistas profesionales, muchos de los cuales hace rato perdieron los callos de las manos,  con palos más largos aun.   Por supuesto, también infaltables gorritos y  los novedosos chalecos.  Juro que me impresionaron los palos. Porque estas   fuerzas "organizadas" parecían competir quién tenía los palos más largos.  No. No  me  malinterprete, querido lector, dije palos, no penes.  
 
Fastidiado abandoné a mis amigos  y  yendo por  la periferia,  cuidando no mirar feo por la dudas de no ligar un garrotazo por "pequeño burgués",  alcancé a  los  cientos de personas sueltas que caminaban  por las veredas   dejando atrás  esa  ridícula  fanfarria . Y entonces, para mi alivio, me encontré con la multitud.  Que quede claro, tuve que adelantarme,  la multitud iba adelante.  Ahora sí era pueblo, policlasista, desde luego: empleados, vendedores ambulantes, estudiantes, trabajadores  quinieleros,  desocupados, plomeros, prostitutas, profesores, inmigrantes ilegales, comerciantes,  provincianos que se hacinan en pensiones, jubilados, carteros, artistas, profesionales, artesanos, periodistas, travestis, docentes, en fin, sobre todo jóvenes, incontables columnas de gente como uno,  cada  cual   vestido como se le cantaba, a la moda o fuera de moda.   Tocados o a cabeza descubierta, pelos largos o cortos,  pantalones, polleras, bermudas,  bombachas, camisas o  remeras, zapatillas, alpargatas, moscasines o botines. Los rostros  sonrientes,  compartiendo  el goce común   de ser dueños de la calle, dueños de el presente,  por un intangible sentimiento de  voluntad colectiva única   que reflejaba la  expresión  cabal  de la libertad.   
 
Ahora bien, es evidente que la izquierda aumentó su número en los últimos meses.  Asimismo, si bien siguen siendo minoría, semejante alarde de "organización"  con los palos, las sogas, las superbanderas  y todos los etc , hacía pensar que encabezarían la manifestación como "vanguardia", como la fuerza de choque preparada intelectual y físicamente,  asumiendo el peso principal  de un eventual ataque represivo. Sin embargo, como es sabido, desde 1977  la izquierda marcha siempre detrás de Hebe,  Nora, Estela  o  Perez   Ese  domingo marcharon además   detrás de los motoqueros, y las asambleas.      
 
Entonces uno puede preguntarse:  Si van  a la cola  ¿Para qué los palos?  En caso de represión será la cabeza y el grueso de las columnas las atacadas. Y estos, con los motoqueros al frente,   han demostrado  mayor agilidad  y dominio de las tácticas para las escaramuzas, que toda la "estrategia" de la izquierda. (A propósito, ¿Sabe usted  cuántas veces  en sus sesenta y pico de tomos Lenin usa la palabra "estrategia"?)  
Se me dirá que los palos y los cercos son para evitar infiltrados y provocadores.  Y si, claro, se ha visto más de un policía con una cacerola en la mano. Pero también sabemos que hay más de un cana con carnet del partido.  
 
Eso con respecto a los palos, pero hay  más  todavía… 
 
Uno miraba  al cielo y  no había fuerte sol. No hacían falta sombreros de paja.  Vi un turista con uno. Se  entiende. 
No  llovía.   
De modo que no eran necesarios sombreros de lluvia,  Vi un par de personas muy prevenidas que tenían un paraguas cerrado.  
No hacia frío  
 Menos  hacían falta  sombreros de lana o boinas. 
¿Para qué los gorritos entonces? 
¿Pochitos?  No, o Ud. no vivió los cincuenta o tiene mala memoria.  Estos gorritos no tienen nada que ver con aquellos tan simpáticos (o antipáticos, dependía desde donde se viera)  que usaba Perón  para andar en  motoneta haciendo rabiar a los "contreras". .  Aquellos eran bien criollos y para las motonetas. Estos son para los "scoters". Son típicamente yanquis, quienes  a su vez los tomaron de los  nazis ¿O no han visto la imágenes en el cine de los grupos de asalto  las S.A.  uniformados y con los clásicos gorros de visera?  Los norteamericanos, con su  indiscutible sentido práctico le agregaron  el  elástico atrás. 
¿No se sabe acaso que ponerse algo en la cabeza sin necesidad es un invento  castrense? (Milicos de derecha pero también de izquierda) 
Los militares parecen estar convencidos que  los cascos y  los gorros  impiden entrar y salir ideas  que conspiran contra la disciplina.   
 
Uniformar los cuerpos, pero sobre todo las mentes.  
 
¿Y los delantales? (Les llamo así porque francamente no sé qué son)   
Ya los habíamos visto en la Plaza de Mayo en el Congreso Piquetero.  Delantales  con inscripciones, publicidad del hombre sándwich, gorritos con infaltables avisos  y garrotes amedrentatorios  portados por hombres en posiciones de infantes de marina.  ¿Recuerda Ud. la diferencia entre publicidad y propaganda? 
 
Luego nos quedan las máscaras, digo, los pañuelos… 
 
La gente no puede menos que  experimentar un sentimiento de  estupor cuando no de enojo. Un manifestante podría pensar así: "Mientras yo manifiesto a cara descubierta, estos que las van de revolucionarios, se preservan  de las cámaras.  ¿Qué sentido tiene?  ¿Por haber adoptado supuestamente una  ideología y marchar detrás de una bandera roja (además  desteñida con un poco de  celeste y blanco)  son más peligrosos que  los  vecinos?"  Pues el 19 y el 20 no fue eso lo que quedó  a la vista. . 
 
Que los piqueteros se tapen la cara   cuando cortan una ruta, me parece comprensible.  Ellos actúan en situación  y sólo puede discutirse  el asunto viviendo la situación. Ellos han demostrado originalidad  y, al menos una parte, replantea toda la concepción de lucha emancipativa.  
 
Que los combatientes de El  Salvador  usaran el pañuelo sobre la nariz  obedecía a la realidad salvadoreña y además, muchachos, por favor , eran guerrilleros  en serio.  
 
Marcos  no se cubre el rostro por supuestos problemas de seguridad, sino porque con esa  envidiable creatividad mexicana, decidieron  taparse  la cara  para que  México y el mundo vieran  que los  aborígenes existen. .Antes eran invisibles.  
 
Que los combatientes del ERP o Montoneros en la década del setenta   utilizáramos  diversas formas de enmascaramientos en situaciones operativas tenía su obvias razones, éramos la guerrilla urbana más desarrollada de América.  Y sin embargo, aun así, los militantes del PRT-ERP  como los Montoneros  se incorporaban masivamente a las grandes movilizaciones a cara descubierta, junto a los organismos de masas  a los que pertenecían.   Solo un contado número de militantes solían ponerse un pañuelo  para portar una bandera del ERP.  .Además  siempre fue un tema polémico.  Para colmo de ironías era precisamente la  izquierda tradicional quien criticaba esa  práctica por supuesto "descuelgue" de las masas o "provocación".      
 
Muchachas, muchachos… vean la  dura enseñanza del siglo XX.  Las gestas más puras,  las revoluciones más radicales, los movimientos más  emancipadores, al perder su contenido se fueron llenando de fórmulas huecas, de máscaras, de "ropajes del pasado",  de uniformes, de  símbolos externos, escudos, banderas cuanto más grandes más desteñidas, siglas, fanfarrias, siendo cada vez más  coptados por la diabólica fascinación del mercado.  ¿Qué son esos gorritos sino expresiones concretas del fetichismo de la mercancía? ¿Qué son la remeras sino la cosificación mercantil?  No importa qué dibujo contengan  Puede ser la imagen del Che, la figura de Eliancito o la sigla del sindicato.   En la forma está el contenido  y ese contenido es  la unidimensionalidad  la uniformación  elemento esencial de la dominación capitalista  que ha  llegado a su expresión máxima en la globalización.   Arrasa con lo diferente, destroza  lo múltiple, y por lo tanto arrasa con todo lo que sea vital.  
 
Muchachos,  mirénse en el espejo del peronismo.  Los peronistas protagonizaron uno de los mayores movimientos de resistencia durante 18 años  logrando al fin retornar a su líder.   Y lo hicieron  literalmente con tiza y con carbón: sólo una P y una V multiplicada por millones de manos alfabetas, semialfabetas y hasta analfabetas  en cientos de paredes.  Y, de acuerdo a los momentos, supieron utilizar algo más que un garrote.  
Y  sin desmedro  de aquella legítima lucha, henchida de entusiasmos y alegrías  similares  a  la percibida en estas marchas caceroleras o piqueteras,   hoy el peronismo oficial, institucionalizado y desnaturalizado, ganado por  el mercado, sólo puede organizar regimentadas formaciones de arreados con carteles  pintados por arquitectos o profesionales del diseño y, por  supuesto, también con  los inefables gorritos. .   
 
Por último amigos  recordemos tres  cosas: 
 
No se trata de derrocar a los capitalistas sino de destruir el capitalismo. 
 
Es criminal jugar a la insurrección 
 
Con las bayonetas (en este caso con los palos)  puede hacerse cualquier cosa, menos sentarse sobre ellas.