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Latinoamérica

Con Alejandro Pencheff
La militancia por Internet


Nació en la ciudad de Colonia, tiene 62 años y hace 28 que comenzó su exilio en Suecia, donde ya abandonó la idea del retorno definitivo a su país. Fue comunista, tupamaro después y ahora se dice independiente dentro de la izquierda. Se inició en el periodismo gráfico trabajando para El Popular y desde hace pocos años es responsable de la página www.rodelu.net, su actual militancia a través del ciberespacio.

Fredy González
Desde Colonia / BRECHA

-¿Cómo surge su relación con el periodismo gráfico?
-Tal vez todo se haya iniciado en el liceo de Colonia, en forma muy prematura, cuando junto a algunos compañeros comenzamos a publicar el periódico estudiantil El Faro.
Por esa época, a los 17 años recién cumplidos, me marcho a Montevideo a trabajar en el diario El Popular y ahí comienzo uno de los períodos más ricos de mi vida: un mundo nuevo en Montevideo y un mundo nuevo con una cantidad de gente de mucho valor desde el punto de vista intelectual.
En aquellos momentos integraba la Juventud Comunista. Cuando en 1957 surge El Popular se necesitaba gente y a través de un amigo me pude contactar y llegar a hacer mis primeros pasos como corrector de pruebas, diagramador de páginas y dibujante de caricaturas. Empecé entonces a tomar contacto con una cantidad de gente que luego fueron figuras del periodismo uruguayo, como Eduardo Viera y Enrique Rodríguez, que eran los directores del diario, y también con Mauricio Rosencof.
Independientemente de las diferencias que yo tuve después, eso me marcó un despertar al mundo de la información y la contrainformación.
-¿Las diferencias con el Partido Comunista surgieron en esa etapa?
-Sí, estaban en pleno auge la revolución cubana y la polémica entre los chinos y los soviéticos. A raíz de las discrepancias que surgen por ello yo me alejo del partido y me adhiero por un corto período a la línea de los chinos a través del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que luego fue uno de los grupos que participó de lo que fue el embrión de Tupamaros.
-¿Llegó a integrar el Movimiento de Liberación Nacional?
-Claro, y debido a eso fue que tuve que dejar el país.
Primero salí, en agosto de 1972, para Argentina por un mes y medio, gracias a algunos compañeros que me ayudaron y a la buena voluntad de un vendedor de pasajes que me permitió figurar con el apellido de mi madre, y por eso en lugar de Alejandro Pencheff pude viajar como Alejandro Pérez, porque el requerido era Alejandro Pencheff.
El 18 de setiembre pasé a Chile y allí también encontré a la que hoy es mi compañera. En Chile estuve hasta el 1 de enero de 1974.
-¿Cómo vivió ese período del gobierno de Allende?
-Cuando llegué ya se manejaba la información de que aquello no se mantenía, por un sabotaje de toda la derecha que luego desemboca en el golpe militar. El golpe no es una cuestión espontánea, es la preparación política organizada con todos los medios económicos a su alcance para derrocar al gobierno de la Unidad Popular.
-¿Será que la izquierda no puede consolidarse en el gobierno a través de elecciones?
-Yo creo que se puede llegar, lo difícil es valorar cuándo se dan las condiciones para ganar. Es importante contar con una izquierda flexible que sepa adaptarse y conjugar las distintas formas de lucha en cada momento.
Yo hoy estoy contra la violencia, no contra la lucha armada, porque entiendo que toda regla tiene su excepción y la lucha violenta es a veces el único método que tiene la gente para defenderse, porque vivimos en un mundo que está cargado de violencia contra nosotros. Pero también entiendo que hay maneras de avanzar en forma pacífica, desde lo político o lo gremial, para lograr que la gente cambie su forma de pensar y se dé cuenta, como de repente lo hacen los piqueteros en la Argentina o como lo puede estar haciendo el Foro Social Mundial, esa conjugación de distintas formas.
-¿Qué significaba ser tupamaro entonces? ¿Con qué se soñaba?
-Se soñaba con oponerse al mundo que se caía. Yo quería cambiar la sociedad y hoy no quiero que la sociedad me cambie a mí. Y quería cambiar la sociedad por mi propia formación cristiana. Yo fui educado en la escuela de hermanas, fui monaguillo. Entro a la adolescencia con esa formación cristiana y encuentro que, en lo político, lo que más se acercaba a aquellos valores eran las posiciones socialistas y comunistas. Porque el amor al prójimo, la solidaridad y la igualdad eran valores que yo los había aprendido en la iglesia y los encontraba dentro de la izquierda uruguaya.
-¿Dónde están plasmados hoy esos sueños, esa filosofía cristiana?
-Yo soy un producto de esa formación, pero yo hoy no profeso ningún tipo de religión ni pertenezco a ninguna organización política.
Me mantengo independiente, no neutral, pero indudablemente soy una consecuencia de esa formación cristiana, socialista o como quieras llamarle.
-¿Cómo ve a la izquierda uruguaya?
-Desde Suecia no estoy muy interiorizado del proceso, sé que hay problemas y me mantengo un poco afuera, pero lo que sí me interesa es la realidad uruguaya, más que la izquierda uruguaya.
Pienso que culminaría en estos años un proceso de unidad que tiene sus bemoles pero que creo que podría culminar con una victoria del Frente Amplio, que si bien yo entiendo que no sería la solución, también pienso que sería un importante paso adelante en la historia de la sociedad uruguaya para ganar terreno hacia un mayor bienestar del pueblo.
De todas formas no creo que sea la solución, pienso que todavía faltan muchos años más y quizás también otros contenidos políticos que permitan encontrar una solución.
No creo en una sociedad perfecta sino en una sociedad que mejora, creo en el constante mejorar del hombre.
-¿Se conservan los mismos fundamentos frenteamplistas de 1971?
-Obviamente que un gobierno del Frente en 2005 no sería lo que un gobierno del Frente en el 71, pero creo que los problemas no son sólo del Frente Amplio. Hoy a nivel internacional no existe una alternativa organizada que responda a organizaciones o partidos que puedan enfrentar esta avasallante agresividad del imperialismo. Eso determina una búsqueda de nuevas formas de lucha y de organización, porque aparentemente ciertas formas tradicionales han perdido vigencia y aplicación.
La mayor crisis que hoy tenemos es la económica y ello trae aparejadas una crisis política y una profunda crisis moral. Y en esa crisis moral juegan un papel preponderante los medios de información. Está claro que siempre los medios de información han estado en manos de los centros de poder, que hoy más que nunca se ocupan de dirigir y canalizar todo lo que pasa internacionalmente.
Son pocas las alternativas que hay y los medios independientes que aun así logran mantenerse.
-Para usted, ¿en Uruguay existe prensa independiente?
-Lo que yo más miro de Uruguay es BRECHA y La República, que pienso son los medios más independientes, los más jugosos, donde puedo encontrar la información que más me interesa, que tiene que ver con los valores de los derechos humanos, la justicia, la denuncia y la cultura.
-¿Por qué tantos latinoamericanos se exiliaron en Suecia?
-Se dan dos factores determinantes. Uno es el desarrollo que tiene Suecia en los años sesenta, que hace que necesite mano de obra.
Suecia pasa de ser una sociedad campesina e industrial primaria a una sociedad tecnificada. Hoy vende técnica, aparte de los renglones tradicionales que sobre todo se vinculan a lo forestal, porque es un país de inventores hasta para lo más elemental y práctico.
Incluso antes que comenzaran los exilios latinoamericanos Suecia salió en los años sesenta a buscar mano de obra en Grecia, Italia y Turquía. Esa gente comenzó a trabajar en las fábricas suecas y en los servicios de limpieza. Por otro lado, en los sesenta la socialdemocracia todavía mantenía un perfil solidario con las luchas del Tercer Mundo, y Olof Palme aparece como la figura líder. Al ser asesinado se desarticula la línea tradicionalmente de izquierda de la socialdemocracia.
Palme fue el individuo más odiado por la derecha sueca, pero en muchas partes del mundo se lo recuerda como un gran hombre e incluso he visto que hasta el jardín de infantes del gremio papelero de Juan Lacaze lleva su nombre. O sea que resumiría la respuesta en lo que fue la línea tradicional de la socialdemocracia solidaria con el Tercer Mundo, por un lado, y por otro la necesidad imperiosa y urgente de mano de obra.
-¿Cómo vivió ese encuentro de culturas al llegar a Suecia?
-No hay tantas diferencias culturales entre Suecia y Uruguay, incluso yo diría que hay muchas afinidades. Las dos diferencias mayores son el idioma y el clima, pero en lo demás tenemos hasta procesos paralelos, similares.
Suecia es un país que logra profundizar la seguridad social, el bienestar social, algo parecido al proceso que caracterizó a José Batlle y Ordóñez en Uruguay. Es un país donde nadie se muere de hambre, donde todos tienen garantizado su techo, su comida y su ropa.
-¿Cómo fue comenzar en aquel país?
-Mi primer trabajo fue enseñar español en la organización abf, que depende de la Central de Trabajadores Suecos, y poco después entré a trabajar en una fábrica que pertenecía a la Ericsson; ahí trabajé 28 años y hace poco recibí la jubilación por convenio.
-¿Por qué no se volvió a radicar en Uruguay?
-Cuando nos fuimos todos pensábamos que volvíamos enseguida y cuando llegó el momento de volver, en el 85, ya se habían desarrollado las cosas de tal manera que, si bien queríamos volver, se hacía casi imposible. Una familia ya conformada internacionalmente, mi señora chilena, hijos nacidos fuera de Uruguay, criados en otro medio geográfico y cultural...
Yo volví en el 85, vine con mi señora en el 87, compramos una propiedad en Colonia para ver las posibilidades de radicarnos, pero mi señora es asmática y le hacía mal el clima, mis hijos tenían que recomenzar todos sus estudios acá, había grandes dificultades para trabajar y se daban una gran cantidad de factores que hicieron que la posibilidad de volver se hiciera cada vez más difícil.
-¿Cómo surgió la idea y la posibilidad de la página web Rodelú?
-Rodelú hay varios y hay dos en Suecia, pero como página de Internet la más conocida es Rodelú en Suecia, que está bajo mi responsabilidad.
La militancia política afuera, en los primeros tiempos, se dio a nivel de reagruparse, discutir. Había terribles divisiones, problemas aquí y allá. Yo formé parte, hasta 1985, de un grupo que se llamaba Förening Uruguay, que comenzamos sacando una revista que en sueco sería Noticias de Uruguay, sobre actividades políticoculturales, dirigida fundamentalmente a contar con el apoyo del medio sueco.
Allí hice de fotógrafo, diagramé páginas, dibujé e incluso traté de trasmitir la experiencia que tenía en ese aspecto a otros compañeros que pensaban que iban a volver inmediatamente después de que se decretara la amnistía.
Ahí conocí a Rodolfo Porley, me reencontré con Eduardo Viera, el director de El Popular, me encontré con Guillermo Israel, conocí a Gerardo Bleier y comencé a retomar la actividad periodística.
Después del 85 me aíslo, desaparece el semanario Mayoría, empiezan a surgir las llamadas radios de cercanía y hace tres o cuatro años empecé a tomar contacto con ellas, colaborando con material de Internet, fundamentalmente con las noticias de Uruguay que sacaba de BRECHA o de La República. Lo que me decidió a abrir una página web fue aquel conflicto de José Carbajal con los militares, cuando el Sabalero dijo que en el Liceo Militar se formaba a "hijos de puta". Por entonces abrí una página muy rudimentaria de apoyo al Sabalero a la que le puse Rodelú en Suecia, con información y fotos sobre el cantante. Después se transformó, el Sabalero dejó de ser el tema y yo empecé a poner más información.
-¿Qué es Rodelú en Suecia?
-Es la única página en español que hay en Suecia con perfil uruguayo, y ya es un emblema de alguna manera.
Todavía la página no ha madurado, ha tenido un crecimiento continuo y empezamos a trabajar fundamentalmente con el tema de los derechos humanos en Uruguay, Argentina y Chile, junto a los grandes problemas internacionales, además de que se va sumando gente que manda sus poemas, sus cuentos o sus análisis políticos.
Hay un compañero chileno, Sergio Ramírez, que es muy buen periodista, tengo varios columnistas, entre ellos Daniel Calero Davyt, un pastor de la iglesia protestante que está en Suecia pero que es de Colonia. Tengo una sección de Eduardo Galeano, otra de Juan Gelman. En un momento renovaba la página todos los días pero es un trabajo imposible de cumplir, entonces ahora le agrego cosas todos los días pero renuevo la portada una vez por semana.
-¿Le aporta algún rédito económico esa página?
-No, la página es costeada exclusivamente por mí, es mi compromiso, mi militancia. Es totalmente no comercial, puede haber algún aviso pero gratuito, de amigos que tienen algún negocio, como ahora tengo el de una librería de amigos chilenos.
Debe haber unas veinte personas que colaboran. Cuando yo vuelva voy a tratar de que nos juntemos todos los colaboradores para intentar darle otro impulso a la página y pasar a la ofensiva en cuanto a propaganda.
-¿Cómo encontró la ciudad de Colonia?
-Colonia es una linda mujer de la cual te podés enamorar. Pero, también como algunas mujeres, Colonia es algo creado y todavía Colonia no ha descubierto lo auténtico de Colonia, es algo creado a partir de la especulación.
Desde mi infancia se habla del puente Colonia-Buenos Aires y de otros proyectos. Sucesivamente en Colonia levantan proyectos que no van a existir, grandes inversiones y especulaciones. Yo pienso que es una especie de sueño del que ahora despertamos. Colonia tiene una primera etapa en la que pasa de aquella aldea de vecinos en la que los medios de ingresos venían de la zona rural, más el cuartel y el puerto, a todo lo que significó Sudamtex.
Sudamtex le da el gran impulso a Colonia en 1946, cuando la gente del campo llega a trabajar para mejorar sus ingresos y lograr al poco tiempo un bienestar pequeñoburgués, la casa, el auto.
En los últimos veinte años aparece el boom del turismo argentino, el descubrimiento ya en forma masiva y especulativa de Colonia como elemento para invertir.
Y ahora, a partir de que se produce la crisis por el cierre de Sudamtex, y al afectarse el turismo por los problemas en Argentina, a Colonia le toca despertar a una realidad que no sé cómo la podrá afrontar y acaso recuperarse.
-¿Será bueno o malo ese despertar?
-Puede ser duro el primer shock de darse cuenta que la realidad que se vive es ésta, con muchos comerciantes que han tenido que cerrar, mucha gente que ha perdido su capitalito y mucho cartel de "se vende" y "se alquila".
Hay también una cantidad de gente que ganó plata con la especulación de los terrenos, de las casas, y del lavado de dinero que pasa por Colonia.
Como todo despertar tiene sus pros y sus contras, pero quizás sea el comienzo de saber y entender de una vez por todas quiénes somos realmente y cuál es nuestra identidad real.