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Latinoamérica

11 de marzo del 2002

Presos políticos de Querétaro, México
Chivos expiatorios del orden, la "onradez" y el ornato

Agustín Escobar Ledesma, Masiosare

El autobús donde viajaba el presidente Zedillo y su comitiva fue apedreado el 5 de febrero de 1998. A consecuencia de los sucesos de aquel día, Sergio Jerónimo Sánchez y Anselmo Robles, dirigentes del Frente Independiente de Organizaciones Zapatistas, fueron encarcelados - acusados de ser los autores intelectuales del delito de despojo y de realizar una pinta en una barda- y condenados a ocho años de prisión.Gracias a que el gobernador Loyola Vera ha mantenido contra viento y marea a los zapatistas en la cárcel, el autor asegura que se han convertido en un emblema de la izquierda queretana y que en el momento en que sean liberados tendrán la autoridad moral para convocar a un movimiento civil.Hace una semana, a integrantes de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos les fue negado el permiso para entrevistarse con los dos presos

AL MEDIO DIA DEL 5 DE FEBRERO de 1998, en la ciudad de Querétaro, un autobús de la comitiva del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León que se "desvió" de la ruta previamente establecida fue apedreado. En aquella fecha, el primer mandatario de la nación, y último de la dinastía priísta, había acudido a una ceremonia más de aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 en el Teatro de la República.
Las confusas imágenes del video tomado por un camarógrafo de TV Azteca de la agresión a la caravana presidencial dieron la vuelta al mundo. El suceso nunca se aclaró. Algunos sostienen que a los manifestantes les tendieron una emboscada. Entre los que aquel día denunciaban ante el Presidente de la República las agresiones y amenazas de muerte de las que habían sido objeto por parte de las autoridades panistas se encontraban Sergio Jerónimo Sánchez, Anselmo Robles y Pascual Lucas Julián, incómodos dirigentes -para el recién estrenado gobierno panista- del Frente Independiente de Organizaciones Zapatistas (FIOZ).
A los dos días del suceso, el jueves 7 de febrero, decenas de policías armados hasta los dientes rodearon la colonia Vista Alegre Maxei para detener a los líderes sociales, a quienes les revivieron algunos procesos en su contra que las administraciones priístas no cumplimentaron, aplicándoles la ley de manera retroactiva. Desde entonces Sergio y Anselmo (Pascual Lucas Julián, dirigente otomí del FIOZ salió libre bajo fianza a nueve meses de haber sido detenido, pero aún hay procesos pendientes en su contra y la policía le cuida hasta la sombra) permanecen en la cárcel. Fueron acusados de ser los autores intelectuales de despojo (se les condenó a cinco años y ocho meses) y de haber realizado una pinta en una barda, cuyo daño se estimó en 200 pesos, y por la cual el juez les aplicó una condena de dos años cuatro meses. (Coincidentemente, en aquellos días el gobernador Ignacio Loyola Vera entregó bonos a jueces, magistrados y diputados por 100 mil pesos, en un escándalo en el que estuvo implicada la entonces titular del Poder Judicial, Araceli Aguayo. Al conocerse el descarado soborno a través de la prensa local y nacional, el gobernante, a manera de justificación, dijo que esa era una práctica común entre las administraciones priístas y que nadie se había espantado, que por qué ahora se hacía tanto escándalo, que además el dinero había salido de un "sobrante" del presupuesto).
Happy birthday
El pasado 7 de febrero, Anselmo y Sergio cumplieron cuatro años -la mitad de su condena- en el Centro de Readaptación Social, ubicado en San José El Alto, Querétaro. Por tal motivo, un grupo de académicos y periodistas acudió al sitio en el que el gobernador Loyola Vera mantiene aherrojados a los luchadores sociales. Los trámites para ingresar al penal los iniciamos al medio día. La revisión en este centro penitenciario ha de ser una cuestión de género, ya que a la única mujer que va en el grupo es a quien registran. La comitiva para ver a los presos está formada por Ana Cecilia Figueroa y Germán Espino, del semanario Tribunal de Querétaro; Paco Ríos Ágreda y Gonzalo Guajardo, académicos de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro; el escritor y periodista Julio Figueroa y este amanuense público. Llevamos libros para los presos. Bernardo García Camino, imberbe secretario de Gobierno, recomendó no proporcionar a los visitados El Conde de Montecristo, por aquello de las fugas. Sin embargo, Julio Figueroa lleva el de Máxima Seguridad, del maestro Julio Scherer. Libros, periódicos y revistas quedan a resguardo de los carceleros bajo la promesa de hacerlos llegar posteriormente a los destinatarios (el 5 de marzo aún no los habían recibido). Después de una hora ya estamos dentro de una sala de juntas con los dos presos, sus esposas, una hija de Anselmo y su madre.
Los reos, sin el clásico uniforme a rayas a que uno está tan acostumbrado a ver en las películas, están vestidos de manera informal; Sergio con una playera amarilla de aniversario de la Vista Alegre Maxei (colonia construida con base en un proyecto de autogestión comunitaria) y pantalón de pana beigé; la cabellera le cubre casi toda la cara y se confunde con su poblada barba de la que sobresalen unas grandes antiparras.
El tiempo que te quede libre...
Sergio y Anselmo, de cierto modo, han superado la crueldad carcelaria y se dan el lujo de bromear respecto de su encierro. Preguntan a los visitantes por el pastel y las velas para festejar su cuarto aniversario.
Ya en serio, Sergio menciona que comparten el penal con alrededor de mil reos, de los cuales sólo unos 200 tienen empleo. El director del penal ha tratado que Sergio, en particular, permanezca inactivo. Ya le han anulado tres empleos: el de bibliotecario, porque al director no le gustó que los reos se juntaran a leer; también lo quitaron del área de alfabetización, y en el taller de herrería sólo le permitieron permanecer 15 días. Para matar el tiempo se dedica a elaborar artesanías con materias primas que las propias autoridades carcelarias le venden. "Aquí no existe la readaptación social, estos sitios son para domesticar e inutilizar cualquier esfuerzo de los presos por ser productivos y sentirse útiles. El sistema carcelario no trata mal a los presos por ignorancia, es por consigna. Yo creo que el sistema carcelario es reflejo de lo que somos socialmente ya que, como dicen los psicólogos, para que exista un sádico se necesita un masoquista", dice Sergio.
Crimen y castigo
Nomás para que se vea el inhumano trato que sufren de manera cotidiana Anselmo y Sergio (presos políticos que el gobernador Loyola no reconoce como tales, pero cuya liberación -al igual que la de los presos de Cerro Hueco y Tabasco- figura como una de las tres condiciones del EZLN para reanudar el diálogo por la paz con el presidente Vicente Fox) hay que referir lo ocurrido el pasado 29 de enero. El obispo de Querétaro, Mario de Gasperín Gasperín, oficiaba una misa en la capilla del penal a la que asistieron el presidente municipal Rolando García y el secretario de Gobierno Bernardo García Camino. Anselmo y Sergio acudieron a la ceremonia con marcaje personal y, a media misa, el director del penal los obligó a abandonar el sagrado sitio.
Los presos tienen que andarse con mucho cuidado -recién llegaron, fueron directamente "al rojo", el módulo de castigo-, y más ahora que las autoridades están estrenando una celda de castigo. Además, los internos con quienes han hecho amistad han sido castigados. Otros que se han acercado para que les ayuden a gestionar los beneficios que figuran en el reglamento interno también han sido reprimidos.
Anselmo Robles es un campesino que a pesar de ser de complexión delgada y bajo de estatura, hace honor a su apellido con su estado anímico. Mientras su pequeña hija de cuatro años duerme plácidamente en sus brazos platica la injusta situación en la que se encuentra: "Yo estuve trabajando un año en la cocina del penal, me pagaban seis pesos diarios y al salir y entrar me revisaban de pies a cabeza desnudándome totalmente. Ya tengo experiencia en esta cárcel, ya conocía a algunos internos y a algunos custodios pues, estuve encerrado en 1982 por ciertos problemas de un pozo de agua de Buenavista (comunidad de la que es oriundo que pertenece a la zona rural y pobre del municipio de Querétaro), ya que nosotros peleamos el pozo al gobierno que nos lo quería quitar cuando siempre ha pertenecido a la comunidad. En 1998, cuando llego con Sergio Jerónimo y Pascual Lucas Julián, diario iban los vigilantes a las celdas para hace revisión de nuestras pertenencias y destrozarlas y tirarlas. Eso hicieron durante varios meses, todo mundo podía salir del módulo, menos nosotros, los custodios nos decían que eran 'órdenes de arriba'".
El pueblo unido...
Visitantes y visitados hacen un balance de la izquierda queretana. Hay coincidencia en los planteamientos: son necesarias nuevas formas de hacer política, crear nueva identidad política en el estado; si no hay una alianza en contra del PAN, el siguiente candidato a la gubernatura, así pongan al peor, seguramente ganará. La izquierda anda agarrada de la greña por todo y por nada; el panorama de los partidos políticos es desolador, no muestran nada nuevo.
Gracias a que Loyola Vera ha mantenido contra viento y marea (sin respetar el estado de derecho) a los zapatistas en la cárcel, se han convertido en el emblema de la izquierda queretana. El gobernador ha fortalecido a Sergio y Anselmo y, en el momento en que queden en libertad, tendrán la suficiente autoridad moral para convocar a un movimiento amplio dentro del espectro de la sociedad queretana. Aún así, los presos consideran que ellos serán un actor más de la realidad política del estado ante el poder, no consideran que sean ellos quienes dicten línea sobre el futuro de la izquierda queretana, que deberá ser un proyecto construido desde las bases, ya que los partidos políticos ya no representan una alternativa de cambio porque todos se amamantan del mismo veneno. "Es necesario establecer una alianza sin partidos, luchar por la justicia y la democracia, la esencia de los planteamientos zapatistas que hay que resbalarlos a la realidad queretana", explica Sergio Jerónimo. Ambos dicen no coincidir con el zapatismo en la lucha armada, pero en los otros aspectos sí. "De los partidos no surgirá el cambio, será de la sociedad civil, de los ciudadanos de a pie, hay que convocar a los diferentes grupos de la sociedad civil para elaborar un proyecto de largo alcance", señala Jerónimo.
Unidos por Querétaro
Irma Pérez Lugo, madre de tres hijos, profesora de secundaria, compañera de Sergio, y Martha Zúñiga, madre de seis hijos, pintora, esposa de Anselmo, desde el día del encarcelamiento de los zapatistas se convirtieron en madres y padres de sus vástagos. Sobre sus hombros ha recaído la responsabilidad de cuidar a los niños, quienes han vivido todo tipo de secuelas, por ejemplo, la discriminación por parte de profesores y compañeros, a tal grado que a uno de ellos lo tuvieron que cambiar de escuela.
El proceso también ha ayudado a madurar a los niños, los ha hecho más responsables, la relación con sus padres es más cercana, a excepción de los más pequeños que salen llorando en cada visita a la cárcel, ya que no entienden por qué sus padres quedan encerrados. Esposas e hijos, después de cuatro años, están entendiendo el proceso, situación que ha aliviado los resentimientos contra sus verdugos. Saben que su lucha no es contra una persona, en este caso el gobernador, sino en contra de todo un sistema; los niños ahora entienden que sus padres están sin libertad porque buscan darles un mundo mejor.
Como dice Martha, el castigo no sólo es para los presos sino para todos los integrantes de las familias. Es un proceso doloroso que les ha ayudado a reencontrarse. Ya ni siquiera le guardan rencor al gobernador Loyola (a quien tienen muy presente por su "generosidad", ya que en la ocasión en que le solicitaron ayuda les dijo que les iba a dar una despensa).
Propiedad privada
Sergio menciona que en la cárcel se han sacudido de encima la relación de propiedad que existe en las parejas. Se han dado cuenta, para bien, que los hombres no somos indispensables para sus compañeras, que, incluso, en muchos casos, están mejor que con ellos. "Mis hijos ya entendieron que la bronca no es conmigo, ya no la viven contra mí, sino que están en contra de los mismos compas que corrieron y nos dejaron solos, así como contra quienes nos la han impuesto desde las esferas del poder; la furia, el coraje, ya no me duele, sé que hay que construir sobre el proceso de dolor, construir un núcleo familiar distinto, con más armonía, como la sociedad a la que aspiramos. La separación, por el encierro, familiarmente nos ha unido en vez de destruirnos", dice el preso.
Los sagrados alimentos
Los alimentos en la cárcel son una basca, cada vez están peor, sólo es una pieza de pollo a la semana, caldo con verdura, frijoles, algo de sopa, guisado de papa con tinta de chorizo (sustancia cuyas manchas en la ropa difícilmente se quitan con agua y jabón) por las mañanas, y en las tardes hay café y un pan. "Nosotros nos hemos organizado para hacer nuestra propia comida. Compartimos la celda, que es para cinco, con un recluso más; ha habido ocasiones en que nos han mandado a locos violentos o a informantes que nomás están atentos a lo que hacemos y decimos", cuenta Sergio Jerónimo.
El indulto
Gonzalo Guajardo rememora que una semana antes del 15 de septiembre de 2001, 65 queretanos solicitaron el indulto para los presos del FIOZ (fecha en que tradicionalmente el gobernante en turno concede graciosamente, cual majestad real, el perdón a algunos reos). Pero, como exclamara el comediante Ausencio Cruz, "¡lástimaaaa Margarito!", un oficio firmado por el secretario de Gobierno estatal informó que la petición había llegado un día después y que por ende la solicitud no procedía. Por comentarios de los presos, Sergio Jerónimo Sánchez y Anselmo Robles se han enterado que mientras esté Loyola Vera en el poder no saldrán de la cárcel. Nadie se ha acercado a nosotros para proponernos la libertad, ninguna instancia gubernamental lo ha hecho. En 1998 el PRD estatal les planteó un arreglo poco claro: que aceptaran las condiciones del gobierno, que pidieran perdón. El PRD los quiso utilizar, prácticamente les dijeron que se afiliaran.
El gobernador queretano (enemigo declarado de los indígenas, dijo, en una gira por España, que los indios son pobres por haraganes y borrachos) resistió la presión generada por el EZLN a su paso por la muy noble y colonial (más lo segundo que lo primero) ciudad de Querétaro, durante la Marcha por la Dignidad Indígena para excarcelar a Sergio y Anselmo. Los presos son los chivos expiatorios que justifican el orden, la onradez y el ornato, lineamientos de gobierno con los que ha conducido su administración.