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Latinoamérica

14 de marzo del 2002

Fracaso militar frente a la resistencia guerrillera
La operación "Dios de la muerte" en Colombia

El Siglo

Ni la cuantiosa ayuda financiera y militar de los EE.UU., ni el entrenamiento de las tropas colombianas por expertos norteamericanos, así como las acciones de los paramilitares, han sido capaces de impedir la lucha liberadora de la guerrilla, a la cual se acusa de "terrorista" y de narcotraficante para justificar la política proimperialista del gobierno colombiano.

Marco Calarca, vocero internacional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), participó al igual que numerosos dirigentes de partidos de izquierda en el VI Seminario "Los Partidos y una Nueva Sociedad", finalizado el domingo pasado en México. El dirigente declaró que el Plan Colombia "es una estrategia de reposicionamiento colonial de Estados Unidos", y agregó que éste "no es un problema de Colombia, sino un plan de guerra imperial contra los pueblos de América Latina y el Caribe. Su objetivo es apropiarse del Amazonas y toda su riqueza natural. Busca abarcar Brasil y Venezuela".
En cuanto a la situación actual en su país, afirmó que "seguiremos luchando por la autodeterminación del pueblo colombiano".
El gobierno declaró zona de guerra un territorio con 19 pueblos correspondientes a seis departamentos, el cual comprende sabanas y selvas con una superficie de 42.000 kilómetros cuadrados, concedió facultades especiales al ejército y ofreció recompensas de miles de dólares por la captura de líderes de las FARC.
En Washington, Bush apuró la entrega de repuestos militares y aviones a Colombia y ofreció a Pastrana fotos aéreas de movimientos y campamentos de la guerrilla.
El ejército colombiano cuenta con tres batallones entrenados por el Pentágono, equipados con helicópteros Black Hawk, y la ley de presupuesto presentada por Bush al congreso incluye para el año 2003, 98 millones de dólares para entrenar otra brigada del ejército colombiano.

Provocaciones y mentiras

El periódico del Partido Comunista colombiano, "Voz", denunció en qué forma las autoridades del país provocaron varios hechos violentos, de los cuales culparon a la guerrilla, para justificar la posterior ruptura de negociaciones con las FARC-EP.
"A nombre de la 'sociedad civil', cuya representatividad nadie les otorgó, algunos gobernadores y alcaldes convocaron a unas marchas, en su mayoría lánguidas, y a apagones en las capitales, que no lograron dejar sin luz ni siquiera la mayoría de los centros urbanos. El filo de la protesta oficial era contra los 'desafueros de la guerrilla'", expresa el periódico.
Agrega "Voz" que "los promotores de la 'resistencia civil' fueron nada más ni nada menos que Antanas Mockus, alcalde de Bogotá, y Alvaro Cruz, gobernador de Cundinamarca, dos de los mandatarios que más han sobresalido por sus actos arrogantes y despóticos contra los reclamos populares. Ambos, dueños de una visión anacrónica de la autoridad, fundada en el autoritarismo y la represión".
Al referirse a los gastos militares del gobierno, "Voz" sostiene que el gasto de "defensa", según la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, en el año 2000 apenas llegó a 1,89 por ciento del Producto Interno Bruto. Más adelante agrega que "Colombia, para este año, está gastando en los militares casi el 5 por ciento del Producto Interno Bruto, incluyendo las partidas adicionales al Presupuesto de Gastos de la Nación. Pero no está sumada la cuantiosa ayuda militar de los Estados Unidos (más de 1.300 millones de dólares en varios años), que proviene del Plan Colombia y de otras partidas aprobadas en el Congreso yanqui".

Impedir la paz

Escribe Jimi Andrés Rangel, para la Agencia de Noticias Nueva Colombia: "la ruptura del proceso de paz es una prueba más de las verdaderas intenciones del gobierno de Pastrana y los Estados Unidos en el tratamiento al problema de la violencia en Colombia.
Añade que "necesitaban, claro está, cualquier excusa para sabotear un posible cese al fuego con una serie de compromisos tanto por parte de las FARC como del gobierno. Si se llegaba en el mes de abril a una tregua, el gobierno tendría las manos amarradas y se vería obligado a discutir temas como el desmonte y castigo de los grupos paramilitares, el subsidio del desempleo y todas las reformas económicas y sociales que venía planteando esa organización guerrillera".

Fracaso militar

Los guerrilleros han vuelto intransitables las vías que conectan diversos pueblos con el resto del país, han cortado el suministro eléctrico y el servicio telefónico. Entre otros lugares en que las FARC han respondido a la represión del ejército, figura la ciudad de Florencia, situada a 380 kilómetros al suroeste de Bogotá.
En esta ciudad operaba a cargo de las tropas el general Alvaro Porras, quien debió renunciar por su incapacidad para impedir los ataques guerrilleros, lo mismo que se vieron forzados a hacer otros jefes del ejército, como el teniente coronel Rómulo Vásquez, el mayor Gerardo Cano y el capitán Alvaro Pérez, a quienes se sumó el coronel Antonio Moya, comandante de la Policía en el petrolero departamento de Arauca.
Según la Agencia Vientos del Sur, "la más grande, costosa y planeada operación militar contra la guerrilla colombiana, macabramente denominada Thanatos (dios de la muerte), cosechó ya un estruendoso fracaso, en menos del tiempo esperado".
"Y es que, agrega, las acciones de los frentes de las FARC, en los antiguos límites de la zona, como a lo largo y ancho del país, no sólo tienen inmovilizadas las fuerzas de élite en los sitios adonde pudieron descargarlos los helicópteros en tres cascos urbanos, sino que ha logrado aislar a las avanzadas de apoyos por tierra y dispersar y hacer variar todo el cuadro de despliegue que los generales planearon para asaltar la zona, pero así mismo el de protección y ataque en todo el territorio nacional.
En una operación de la magnitud e importancia político-militar de este tipo, los resultados debían ser contundentes y de pocos días, pero como ha sucedido con el entrabamiento de la operación y la variación de la táctica sobre la marcha, los mejores analistas consideran que una ofensiva semejante es un total fracaso".
Afirma la agencia citada que "la derecha militarista que aupada por sus medios junto con el sector paramilitar de los mandos y los asesores gringos coordinados por su embajada, le exigieron al Presidente desde hace dos meses romper el dialogo y asaltar la zona 'para arrodillar a la guerrilla' empiezan a arrepentirse, a calcular los costos, a temer por su carnaval electoral; y los cargos de responsabilidad como un inconfesable mar de contradicciones afloran en los salones azules, rojos y dorados del tenebroso establecimiento oligárquico".
"Los generales, tan locuaces antes como reservados ahora, dicen que la toma de la Zona puede demorar entre seis meses y un año".