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Latinoamérica

2 de marzo del 2002

Las mentiras de Pastrana

Jimi Andrés Rangel
Agencia de NoticiasNueva Colombia

La ruptura del proceso de paz es una prueba más de las verdaderas intenciones del gobierno de Pastrana y los Estados Unidos en el tratamiento al problema de la violencia en Colombia.
No es un secreto que la embajadora estadounidense en Colombia la señora Patterson se paseó por los batallones del Ejército colombiano dando instrucciones de lo que debían hacer en la zona de distensión en el momento en que la tregua se diera por terminada.
Evidentemente en el mes de enero el gobierno unilateralmente rompió el proceso y dio 48 horas para que las FARC abandonaran la zona de distensión. Fueron entonces los 10 países amigos del proceso y el delegado de la ONU quienes en una carrera contra el reloj salvaran los diálogos.
Pero en esta última ocasión el gobierno unilateralmente acabó con los diálogos sin dar tiempo para que absolutamente nadie los pudiera salvar.
Necesitaban claro está cualquier excusa para sabotear un posible cese al fuego con una serie de compromisos tanto por parte de las FARC como del gobierno.
Si se llegaba en el mes de abril a una tregua, el gobierno tendría las manos amarradas y se vería obligado a discutir temas como el desmonte y castigo de los grupos paramilitares, el subsidio del desempleo y todas las reformas económicas y sociales que venían planteando esa organización guerrillera.
El pretexto fue el secuestro del avión los Estados Unidos y la oligarquía colombiana no perdieron la oportunidad para sabotear los diálogos. El presidente salió a justificar el rompimiento con un discurso ramplón, malintencionado y lejos de la realidad.
Pastrana dijo cualquier cantidad de mentiras que ni él mismo las cree: que las farc habían convertido la zona de distensión en una guarida de ladrones y narcotraficantes, que construían carreteras, aeropuertos clandestinos y hasta carros robados entraban a la zona. Que allí entrenaban militarmente a niños y hacían cursos de terrorismo.
Esas falsas acusaciones no caben dentro de la actual situación donde el gobierno reconoció el estatus político a las FARC, un movimiento que ha venido luchando desde hace 40 años por conquistar profundos cambios en el país y ahora los tilda ese mismo gobierno de delincuentes. Pero el estatus político no se lo otorga el gobierno ni se lo quita cuando quiere. Ese estatus se lo ha ganado el movimiento guerrillero en 40 años de lucha.
Ese discurso lo escribieron los guerreristas en Colombia y Pastrana se remitió a leerlo. Solo lo pudieron hacer aquellos que quieren llevar a Colombia a un estado de guerra permanente y que quieren utilizar todo el material bélico proveniente de los Estados Unidos mayor exportador de armas y de terror en el mundo.
No es un secreto para nadie que los Estados Unidos estaba presionando desde hacía muchos meses por el rompimiento de los diálogos con el fin de empezar a bombardear criminalmente al estilo Afganistán o Irak.
A las FARC se les acusa de no cumplir y de abusar de la buena fe del presidente Pastrana y que esta organización no había mostrado gestos de paz. pero no hay que olvidar que el gobierno empezó a dialogar con los alzados en armas en caliente y el cese de hostilidades se estaba discutiendo en la mesa de diálogos que abortó el gobierno.
La idea de discutir en plena guerra fue expuesta por el "brillante" presidente de ese entonces Cesar Gaviria <90-94> quién sacó a relucir la tesis de que su gobierno dialogaría en medio de la guerra total y que él Ejército no tenía vedado ningún territorio en el país. Así en 1991 bombardeó Casa Verde creyendo que iba a acabar con el secretariado de las FARC para después obligarlos a negociar en calidad de derrotados. Pero los cálculos le fallaron al actual secretario general de la OEA y las FARC en lugar de ser derrotadas salieron fortalecidas.
Pastrana acusa a las FARC de estar preparándose para la guerra, pero es el gobierno el que recibe constantemente incalculables sumas para la guerra por parte de los Estados Unidos, ha fortalecido los grupos paramilitares que vinculados con el narcotráfico cometen horribles masacres contra el pueblo y ha convertido al Ejército en un contingente de soldados profesionales, de mercenarios a sueldo entrenados para matar al que se le pase por delante.
El actual gobierno en lugar de crear las condiciones para una paz verdadera se viene armando para destruir no solamente a las FARC sino acabar con cualquier proceso revolucionario en Colombia.
Es ridículo asegurar que las FARC hayan construido carreteras y puentes clandestinos, además de pistas de aterrizaje para negocios ilícitos en la zona de distensión. Sí construyeron pistas de aterrizaje pero bajo la jurisdicción de la Aeronáutica Civil y puentes y carreteras pero conjuntamente con la población de esas localidades para beneficio de todos los habitantes de la región.
Así es que ese discurso no se ajusta a la realidad y es de lo más ramplón que haya hecho el señor presidente de la republica.
Los altos mandos militares expresan que la recuperación de la "ex zona" de distensión duraría cerca de 24 semanas incluidas 6 semanas de bombardeos y que la llegada de las tropas es sólo un "acto de democracia". Falta a la verdad porque esa zona había sido desmilitarizada única y exclusivamente para facilitar los diálogos entre el gobierno y las FARC.
En ningún momento las FARC plantearon adueñarse de este territorio ni convertirlo en una república independiente y en el momento de romperse los diálogos éstos abandonarían las cabeceras municipales de la zona según lo acordado. Esto hace parte del show de los militares.
En medio de toda esta andanada de botas, fusiles, aviones y cantos de guerra entonados por el Pentágono y la oligarquía colombiana es necesario insistir en la salida política negociada al conflicto interno Colombiano como única vía para solucionar los graves problemas por los que atraviesa el país y exigir que los Estados Unidos mantengan sus garras lejos del territorio colombiano.