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Los argentinos que Cuba formará como médicos
Son 60 jóvenes que estudiarán medicina en la isla. Cuba los formará con la intención de que atiendan las necesidades en los lugares más críticos de Argentina.
Por Luis Bruschtein
"La gente del norte necesita mucha atención en salud y yo decidí
que puedo dar esa ayuda", afirma con algo de timidez Alejandro Patagua,
de 21 años, de Purmamarca, Jujuy, que forma parte del contingente de
60 argentinos que fueron becados para estudiar Medicina en Cuba. Anoche partieron
hacia la isla, donde se integrarán a los otros 140 argentinos que ya
están estudiando allá junto a cinco mil becarios de 19 países
de América latina.
Moreno, de pelo crespo y renegrido, con rasgos coyas, Patagua se hizo famoso
porque salió por televisión. "Lo que pasa es que habíamos
juntado la plata para el pasaje, 600 pesos, y en el medio nos agarró
la devaluación", explica Marcos Tabarcachi, profesor de la escuela
jujeña donde estudió Alejandro. El gobierno cubano se hace cargo
de los gastos de estudio, alojamiento y comida por los seis años de la
carrera, incluyendo los libros y útiles de estudio, además de
unos pesos para sus viáticos, pero el pasaje hasta la isla corre por
cuenta de los becarios.
"Imagínese, en el pueblo ya nadie tenía un peso, a muchos
no nos pagaron y otros están sin trabajo y había que resolverlo
rápido", relata Tabarcachi. La hija del director de la escuela,
que sólo tiene 14 años, se sentó en la computadora y mandó
un mail al Canal 13 explicando el problema. Alejandro salió por televisión
diciendo que quería estudiar Medicina en Cuba porque quería regresar
a Purmamarca como médico para ayudar a su gente y que necesitaba ese
dinero para completar el costo del pasaje. "Conseguimos la plata y Alejandro
se va y se lo merece porque se ha criado solito, siempre se destacó,
era el abanderado de la escuela y de otra forma no hubiera podido seguir estudiando",
agrega el profesor. En estos dos o tres días que estuvo en Buenos Aires,
antes de viajar a Cuba, un hombre lo reconoció en la calle Florida y
le compró un traje, camisa y corbata. "Ya que te vas a estudiar
a Cuba con la beca, tenés que ir bien vestido", le dijo.
Alejandro es parco, habla poco y parece serio, pero en realidad la sonrisa surge
fácil, entre su timidez y la ilusión del viaje y los años
que le esperan. "Somos cuatro hermanos –dice– y yo soy el penúltimo,
los dos más grandes ya hicieron familia y quedamos una hermana y yo.
Estaba cursando el último año del bachillerato cuando surgió
esta posibilidad a través de la Fundación Juanita Moro. Mi papá
es changarín, yo siempre quise estudiar medicina para ser útil
a mi gente, pero no creo que hubiera podido." Cuando se le pregunta por
el futuro, responde: "Ahora hay que estudiar, lograr el título y
darle salud a la gente que lo necesita".
El gobierno de Cuba creó la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas
hace tres años como parte de un Programa Integral de Salud que incluye
las brigadas voluntarias de médicos y enfermeras cubanas que desarrollan
tareas en países de Centroamérica, el Caribe y Africa. La idea
impulsada por el mismo presidente Fidel Castro era promover los recursos humanos
de esos países para que cuando se retiraran los voluntarios cubanos no
se produjera un hueco en los requerimientos médicos de esas zonas. Finalmente
el programa incorporó a becarios de Sudamérica e incluso de Estados
Unidos.
Por esa razón, la selección de los becarios no es sólo
por sus notas, sino también por su vocación social. Cuba realiza
un enorme esfuerzo para formarlos y la idea es que regresen y devuelvan esa
inversión en sus lugares de origen y no que aprovechen sus títulos
profesionales para emigrar a Estados Unidos u otros países. En el caso
de Argentina los nombres de los candidatos son sugeridos por organizaciones
sociales y de derechos humanos, como la CTA, HIJOS, Serpaj, y las casas de amistad
argentino-cubana.
Por lo general, los becarios provienen de sectores populares, clases medias,
trabajadores y campesinos, como los chicos de Chubut y Neuquén que viajan
en este contingente. Miguel Angel Calfupán y sus compañeros miraban
en silencio el video sobre la Escuela. Aunque ya lo habían visto antes
era la primera vez que lo hacían junto a los otros becarios en la embajada
de Cuba y no podían evitar la ansiedad y la expectativa. "En mapuche,
Calfupán quiere decir león azul", comenta con orgullo su
amigo Bernardino Ñancupil que lleva puesta una camiseta negra con el
retrato del Che. "Nosotros somos fanáticos del Che", aclara
por si hace falta.
Calfupán es de la localidad de Maytén. Y Ñancupil, de gorra
con visera y pelo lacio hasta los hombros, de El Bolsón. Junto con Ricardo
Omar Jiménez Carrasco, de Epuyén, son inseparables. "Han
formado un equipo bárbaro", señala la profesora Mirta Veraz,
que los acompañó hasta Buenos Aires. Las familias de los tres
trabajan en el campo. "Vivimos de lo que producimos", explica Ñancupil.
Calfupán es huérfano de padre y vive con la madre, que recibe
una pensión.
Jiménez Carrasco es el más alto de los tres, y el más chico,
porque tiene 18 años. "No me decidía entre Medicina y Educación
Física, las dos tienen que ver con la salud, y al final elegí
medicina", explica. Ñancupil relata con entusiasmo que eran 35 chicos
los que aspiraban a la beca y que ellos fueron elegidos después de una
selección. "Yo quería estudiar medicina, pero no se me hacía
fácil", subraya, mientras posa para la foto con sus dos amigos de
aventura. "Conseguir la plata para los pasajes fue un rollo, pero al final
lo conseguimos", dice la profesora. Como sucedió con muchos de los
otros chicos, se hicieron fiestas y colectas para reunir la plata y contaron
con el apoyo de vecinos y compañeros.
El clima en el hall de la embajada cubana el jueves en Buenos Aires, donde se
reunieron los chicos con sus familias y con algunos familiares de los chicos
que ya están estudiando en la isla, era de agitación y expectativa.
Todos estaban nerviosos por la inminente partida y despedida. Se hizo un pequeño
acto en el que habló un representante de la asociación de padres
de becarios en Cuba, una de las chicas que viaja en este contingente, y el embajador
Alejandro González Galeano, quien explicó que en el programa de
voluntarios cubanos participan actualmente 2480 colaboradores cubanos en distintas
partes del mundo, y que en total han participado 4390 colaboradores de Cuba.
Al hacer un balance del programa detalló que los voluntarios cubanos
han atendido a más de 11 millones de personas, entre ellas, más
de un millón de niños, realizaron 138 mil operaciones de cirugía
y 80 mil partos, vacunaron a 960 mil personas y efectuaron más de 40
mil actividades docentes para la salud, en forma gratuita, en las zonas más
pobres del planeta.
"Ningún país desarrollado se animó jamás a
dar una ayuda humanitaria como ésta a nuestros pueblos –afirmó
González Galeano–, ni siquiera el FMI que no hace otra cosa que exprimir
a nuestra gente. Y mucho menos lo han hecho aquellos poderosos países
que se atreven a criticar en las Naciones Unidas a Cuba por el tema de los derechos
humanos."