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11 de marzo del 2002
Militantes chilenos detenidos en Brasil
La jugada de fondo de la derecha
El Siglo
Aprovechando la coyuntura detonada por la detención de los frentistas
chilenos en Brasil, la derecha impone su discurso represivo y despeja el camino
para la impunidad de los violadores de los derechos humanos.
Desde el 3 de febrero, cuando la noticia de la detención en
Brasil de los frentistas chilenos involucrados en el secuestro del publicista
Washington Olivetto salió al aire, el tema no ha cesado de figurar entre
los titulares destacados por la prensa, convertido en una brasa caliente para
la agenda política del Gobierno y los partidos de la derecha. Ministros
que interrumpen sus vacaciones, envío de emisarios a Cuba y Brasil con
carácter de urgencia, encuentro de Lavín con Fidel en La Habana
y un nutrido intercambio telefónico entre parlamentarios, personeros
gubernamentales y de los partidos de la Concertación, RN y la UDI, terminaron
copando la distensión estival de febrero con los efectos de una bomba
noticiosa que cada día presenta nuevas aristas y se mantiene en el centro
de la agenda política.
Misil Desde Sao Paulo
Ya nadie pone en duda que el año político 2002 se inició
antes de lo pronosticado. Y tampoco parece dispuesto a aminorar su ritmo, porque
tanto la Concertación como la derecha procuran marcar la cancha para
sus posteriores pasos a partir de las detenciones en Brasil. Los primeros hicieron
del tema el elemento ordenador de su nueva etapa tanto en materia de su política
internacional y como de orden interno, pasando por su posición frente
a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, convocada para abril,
como en la capacidad de ofrecer "garantías" a EE. UU. y sus aliados,
atormentados por la explosión social en Argentina y hoy en plena cruzada
contrainsurgente después de la ocupación de Afganistán
y la puesta en marcha del Plan Colombia, de que en Chile cuentan con un clima
diferente, caracterizado por la desarticulación de organizaciones como
el FPMR y la ausencia de convulsiones sociales de envergadura suficientes para
desestabilizar al modelo.
Adicionalmente con el propósito de presentar la imagen internacional
de "un país limpio" donde "las instituciones funcionan", carta de presentación
para postular la incorporación de Chile a un acuerdo de libre comercio
con Estados Unidos que le permita convertirse en una suerte de punta de lanza
para las operaciones norteamericanas en la región, el oficialismo se
muestra empeñado en aprovechar la coyuntura también en materia
de orden interno. No resulta ajeno a este objetivo el que el seguimiento de
la detención de los frentistas haya sido manejado directamente desde
el nuevo equipo político de La Moneda, ministro del Interior incluído,
pues de ese modo la derecha y los altos mandos de las Fuerzas Armadas pueden
contar con un interlocutor eficaz a la hora de concordar los aspectos más
conflictivos que se encuentran pendientes en materia de orden interno, particularmente
en relación con la adopción de las medidas necesarias para impedir
cualquier rebrote de resistencia -que podrían ir desde la represión
de las organizaciones mapuches hasta la desarticulación de todo vestigio
del FPMR y otros sectores vinculados a la izquierda bajo el argumento de la
lucha contra el terrorismo-, hasta el lanzamiento de una nueva ofensiva destinada
a cerrar definitivamente el seguimiento de los casos pendientes de violaciones
de los derechos humanos durante la dictadura.
En esa misma línea, el ministro Insulza se adelantó en anunciar
que el Gobierno apelaría de la resolución del juez Hugo Dolmetch,
que rebajó a 16 años la condena perpetua aplicada al militante
del FPMR Rafael Escorza por su participación en el secuestro del empresario
Cristian Edwards en 1991, agregando que también solicitaría la
extradición de Mauricio Hernández por el proceso sobre el asesinato
de Jaime Guzmán. Y aunque finalmente la apelación fue rechazada
de plano por improcedente y sus propios promotores han debido reconocer que
la solicitud de extradición resulta particularmente engorrosa y de escasa
efectividad porque podría esperar durante años, La Moneda confirmó
su objetivo de enviar una señal política hacia la derecha acerca
de su determinación de avanzar nuevos pasos en esa dirección.
El Mundo al Revés
Simultáneamente con los esfuerzos de la Concertación por tomar
las riendas del asunto, desde la derecha también la detención
de los frentistas motivó una acelerada disputa por el protagonismo y
aparecer públicamente tomando la iniciativa y golpeando la mesa a la
Concertación. El senador UDI Carlos Bombal, acompañado de Eugenio
Cantuarias reaccionaron de inmediato el 4 de febrero manifestándose "profundamente
impactados" apenas se conoció la detención de Hernández
y los demás frentistas en Brasil, y anunciaron una serie de entrevistas
con personeros de gobierno para exigir una aclaración de los hechos "con
serenidad, pero con mucha firmeza". En tanto, la integrante de la directiva
de RN Catalina Parot, acusó a las autoridades de haber "protegido a los
delincuentes mediante omisión" y señaló que "es ineludible
exigir al Gobierno que inicie inmediatamente las gestiones de extradición
de Hernández Norambuena".
No fueron los únicos en tomar iniciativa. Días más tarde,
el general Izurieta ofreció los servicios del Ejército para completar
la información de inteligencia acerca del FPMR.
En medio del torrente de declaraciones, emplazamientos y referencias del más
variado tipo acerca de los pormenores del caso, incluyendo no pocas especulaciones
acerca de las ramificaciones de los capturados, el efecto práctico y
más de fondo -aunque paradójicamente el menos aludido- es que
la derecha logró un triunfo estratégico al uniformar las declaraciones
e informaciones de prensa en torno a lo que nunca logró instalar ni la
propia dictadura: el supuesto de que a los terroristas, hay que buscarlos en
la izquierda.
Sin cerrar los procesos pendientes por las violaciones de los derechos humanos
de los agentes de la dictadura, ni formalizar la anhelada amnistía y
el punto final, desde ese momento se da por hecho en prácticamente todas
las informaciones nacionales y las declaraciones de personeros gubernamentales
y de la Concertación, que los principales interesados en la erradicación
del terrorismo están en la UDI, RN y las instituciones uniformadas. Incluso
se vio nada menos que a los diputados UDI Iván Moreira y Andrés
Chadwick -que todavía lucía el bronceado de su reciente estancia
en las playas de Varadero en Cuba-, emplazando públicamente desde La
Moneda a la Concertación a entregar resultados efectivos, y no "más
explicaciones".
La paradoja del caso es que, independientemente de que los actos de secuestro
y el terrorismo constituyen una práctica ampliamente rechazada, especialmente
por quienes han estado vinculados a la lucha por los derechos humanos, justamente
quienes constituyeron el brazo político de la dictadura, que hizo del
secuestro y la desaparición de sus adversarios una de sus prácticas
más recurrentes, aprovechen la nueva coyuntura para presentarse públicamente
como los más intransigentes "en la lucha contra el terrorismo".
En esa misma dirección, en las sucesivas alusiones a los distintos períodos
y expresiones del terrorismo presentadas tanto por personeros de la Concertación
como de la derecha, lisa y llanamente se omiten las prácticas de terrorismo
de Estado, ejercido sistemáticamente durante los años de dictadura,
iniciados nada menos que con el bombardeo de La Moneda, y que incluyen el asesinato
de dos comandantes en jefe -los generales Carlos Prats y René Schneider-
, además de los crímenes consignados en el Informe Rettig.
Como botón de muestra, en días recientes la derecha, a través
de sus medios de prensa, presentaron como "paradójico" -y sin encontrar
réplica desde la Concertación- el sometimiento a proceso del general
(r) de la Fach Enrique Ruiz Burger por sus actividades como jefe de inteligencia
de la Fach durante la dictadura y cabecilla del siniestro Comando Conjunto,
autor del secuestro y desaparición del militante comunista Alonso Gaona
en septiembre de 1975, y que luego de ser trasladado a un centro de torturas
en Gran Avenida en Santiago, murió producto de la tortura, colgado de
una ducha. Posteriormente, se dio la explicación de que Gaona habría
sido lanzado al mar. Antes, Ruiz había sido procesado por la desaparición
de Víctor Vega Riquelme y de Carlos Contreras Maluje, en 1976.
El general retirado cumple prisión preventiva en su domicilio, pero sus
defensores han aprovechado las circunstancias para colocar en el centro que
en marzo de 1990, cuando oficiaba como empresario junto al ex miembro de la
Junta Gustavo Leigh, sufrió un atentado junto a este por parte de un
grupo armado, en el que habría participado Mauricio Hernández.
En la misma dirección podría interpretarse la apelación
del Gobierno a través del Consejo de Defensa del Estado (ver recuadro)
contra la reducción de la condena aplicada contra el frentista Rafael
Escorza, mientras se rehusó de hacerse parte para apelar contra la liberación
del ex jefe de la DINA, el general Manuel Contreras.
En el mismo sentido, las palabras del Presidente Lagos el lunes 18, apenas regresaba
a La Moneda, adquieren una connotación especial al señalar que
"la vía violenta fue y será derrotada" en nuestro país,
al dejar abierta la interpretación que sobre el tema del terrorismo presenta
la derecha, toda vez que el alto grado de impunidad en la que permanecen las
violaciones de los derechos humanos cometidas por la dictadura, con estas mismas
palabras podría entenderse por saldada.
Voto Chileno
La otra gran arista presentada por las detenciones en Brasil apuntó hacia
las relaciones oficiales con Cuba, que ya tenía como antecedentes el
grado de expectación provocado por versiones de prensa anunciando presiones
sobre el gobierno chileno en dirección a que éste votara condenando
a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en abril, además
de las acusaciones de la UDI, según las cuales el gobierno cubano estaría
protegiendo a los frentistas involucrados en el atentado que le costó
la vida a Jaime Guzmán.
Se exigieron medidas enérgicas y hasta se habló de retirar el
embajador, en medio de un clima donde lo central era arrinconar al oficialismo,
que reaccionó enviando como emisarios "oficiosos" a los senadores Gabriel
Valdés (DC) y Ricardo Núñez (PS) a La Habana el domingo
20, con el propósito de recabar antecedentes sobre los frentistas y presentarle
al gobierno cubano una versión acerca de la postura de La Moneda en torno
a la posición de Chile frente a Cuba en la ONU. Es la versión
que se entregó a la prensa, pero todo indica que en la trastienda se
encontraba el propósito de contrarestar el protagonismo alcanzado en
torno al caso por la UDI, y retomar la iniciativa haciendo un gesto de disposición
a tomar cartas en el asunto, pues ya la posición del gobierno cubano
se encontraba definida con anticipación, básicamente en torno
a que no poseían mayor información que la entregada por los conductos
y en los términos oficiales, descartando toda vinculación con
los actos perpetrados por los frentistas, y rechazando nuevas presiones, especialmente
aquellas destinadas al condicionamiento del apoyo chileno ante la votación
en Naciones Unidas.
Según las declaraciones formuladas por los senadores Valdés y
Núñez a su regreso a Santiago después de haberse reunido
personalmente con Fidel Castro durante seis horas, habían sostenido una
"conversación muy franca" y se manifestaron conformes con los resultados
de la gestión realizada.
En relación con el eventual condicionamiento del voto chileno sobre Cuba
en la ONU, el Presidente Lagos optó por no referirse públicamente
al tema, y el Secretario General de Gobierno Heraldo Muñoz señaló
que el gobierno "no está disponible para un ritual de rechazo o aprobación
de una resolución que, una vez que se aprueba o rechaza, al día
siguiente se olvida hasta un año después, cuando llega la votación
de la Comisión de derechos Humanos de Naciones Unidas".
Lavín en La Habana
La situación sufrió un nuevo giro cuando se confirmó la
visita de Joaquín Lavín a La Habana. Aunque oficialmente su viaje
anunciaba el propósito de conocer personalmente el sistema de atención
primaria implementado en la isla en torno a los llamados médicos de familia,
y que permiten a la población contar en su barrio con un médico
disponible las 24 horas del día por cada poco más de 400 personas,
es conocido que la iniciativa se inspiraba en un propósito abiertamente
político.
En la propia derecha se mencionó que lo hacía ante la posibilidad
de llegar a la Presidencia el 2005, que ganaría figuración ante
la prensa internacional y ganaría puntos en su empeño por librarse
de la imagen de fanático e integrista que pesa sobre él, además
de que este paso le permitiría captar nuevas simpatías al interior
de la Concertación, las mismas que requiere para las elecciones presidenciales
del 2005. Pero lo concreto es que llegó a la isla, y fue recibido por
Fidel Castro.
Fue un nuevo remezón donde cada uno hizo lo propio, que obligó
a la derecha a morigerar sus declaraciones y dejó descolocados a buena
parte de los personeros de la Concertación, que ante el hecho aparecieron
"más papistas que el Papa" en materia de las relaciones con el gobierno
cubano, y que incluso días antes habían llegado a competir con
la UDI para demandar medidas más enérgicas desde La Moneda.