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Latinoamérica

8 de marzo del 2002

FRE.NA.PO o F.RE.NA.PO

Gustavo Tomasi

El autodenominado Frente Nacional contra la Pobreza aparenta ser un camino viable para quien se deje arrastrar por las urgencias de cambio que demanda la crudeza conque castiga el sistema a los mismos de siempre: la clase obrera con o sin trabajo. Pero el planteo puede ser muy distinto para quien hurgue profundo en la crítica, sólo entonces advertirá en las propuestas y actividades del FRE.NA.PO el causal de una metamorfosis que altera la puntuación y significación de su sigla que valdría la pena repasar.
El F.RE.NA.PO (Frente Reformista Nacional Populista) se erige como una nueva institución policlasista con pretensiones hegemónicas por parte de lo que queda de la burguesía nacional que demanda un gobierno (Neo) keynesiano (Welfare State o Estado Benefactor) y que centra, hasta el momento, toda su "confrontación" política al estilo weberiano (burocrático/ administrativo), en sus diferentes variantes como pueden ser los repetidos petitorios a la burocracia política dirigente y/o propuestas al estilo del Seguro de Empleo y Formación. Una versión timorata incapaz de resolver cualquier crisis. Ya sea la de la burguesía nacional en franca disolución, contra la gran burguesía transnacional; o de la masa de desocupados y obreros explotados por ambas.
Que no resuelva el problema intrínseco de uno ni de otros, ni su antagonismo es propio de una institución que desconoce al menos dos aspectos fundamentales de análisis:
Primero: La intentona reformista del FRE.NA.PO que se pone en evidencia con un discurso que reduce toda su campaña en acciones concerniente a introducir reformas parlamentaria/ presupuestaria para "incluir" dentro del sistema, Seguro de Empleo y Formación mediante, a los "excluidos" de la distribución del pan y de los peces. Cuestión que no hace más que vaciar el sentido protagónico y transformador de las clases subalternas, reafirmando también la dominación sobre el proceso del trabajo y sus productos, por el capital y no por la clase trabajadora. Por otra parte, su teoría separa implícitamente entre ocupados, subocupados y desocupados, cuando es la misma clase explotada y despojada que bajo la consigna de "piquetes y cacerolas, la lucha es una sola" demandan en forma urgente la unidad orgánica de clase.
Segundo: ¿Cómo esperar que "no haya ningún hogar pobre en la Argentina" sin disputarle el poder político a quienes, desde el estado, sustentan la propiedad privada burguesa sobre los medios de producción y cambio?. Propiedad que conlleva históricamente la distribución previa de dichos medios en manos de esa clase. ¿Cómo terminar con la pobreza sin abolir la riqueza capitalista basada en la explotación de plusvalía, su acumulación ampliada y apropiación en cada vez menos manos?. El proteccionismo reaccionario es una etapa acabada para el tercer mundo entre los ´70 y ´80 por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, nefastos personajes que obedecieron a rajatabla la demanda del capital que de ninguna manera desea abolir ese inmenso ejército de reserva "excluido" (desocupados), que se constituye para el capitalismo, desde hace más de un siglo, en un poderoso instrumento de opresión y sometimiento que "justifica", a partir de la competencia entre los obreros, la reducción de salarios, su precarización laboral y la sobre explotación más humillante en detrimento de aquellos que todavía encuentran quienes compren su fuerza/capacidad de trabajo.
Aunque los párrafos anteriores expresen una visión "subjetiva" sobre el accionar de la organización, lo más rico e interesante para determinar las insuficiencias del FRE.NA.PO como "medio" positivo de transformación y superación social, se puede encontrar en la revisión de algunos de los ejes discutidos en el plenario nacional.
Cuando esta organización multisectorial desea "instalar la justicia en todos los ámbitos de la Nación" olvida cómo y quiénes la constituyeron de puño y letra para luego vendar sus ojos.
También formula la ida de "reforma política que tienda a consolidar el sistema democrático (...)", pero omite, aunque se vuelva manifiesto en el vocablo reformar, que tipo de sistema democrático. Si consolida el que supimos conseguir las consecuencias serán aún peores.
Cuando propone "velar por el cumplimiento de la Constitución Nacional" es más una intención de deseo emparentada al primer ítem; que también está viciado del "derecho" legitimado contractualmente que deviene en la explotación de una clase por sobre otra. El contrato como la paz borran las huellas de una derrota previa.
Cuando pretende un "replanteo del rol del Estado" cae en contradicción, no es un problema de roles estatales - como si éste fuera neutro -, basados en fantasías de que puedan ser perfectibles a través de funcionarios honestos éticos y morales. Lo que esta en juego y debe replantear es qué Estado queremos. O es éste burgués/capitalista que ya todos conocemos u otro contrapuesto. El FRENAPO tendrá su argumentación. Resuelto éste punto ya no tendría mayor sentido la discusión sobre la justicia, la educación, la salud, la vivienda o el sistema previsional de reparto, porque no son otra cosa que las expresiones terminales y específicas de la crisis del Estado que gobierna. La ecuación sería: a otro Estado, otra justicia, educación, salud...
El último punto de los ejes de acción enuncia "recuperar la soberanía para salir de la esclavitud y pobreza (...)", petición bien intencionada pero improvisada porque olvida de cuajo que el capital no tiene patria. Cuánto puede importar para la desposeída clase trabajadora si quien lo emplea y explota es el Capital imperialista transnacional o del burgués vernáculo, vecino de la esquina, que se apoderó de los medios de producción y distribución.
Por lo expuesto el F.RE.NA.PO no parece expresar más que una salida de tinte reformista (gatopardista y etapista), nacional (antiimperialista) y populista (contempla al "pueblo" expropiado, explotado y confiscado como pobres a subsidiar). Una vieja y gris propuesta política que la historia ya vómito. De trascender las ideas del Frente, no estaríamos haciendo otra cosa que tirar el ancla y amarrar los sueños y esperanzas, quien sabe por cuanto tiempo, de los verdaderos sujetos de la gesta transformadora.