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Latinoamérica

Ahora sos el enemigo

A propósito de los afiches aparecidos en Buenos Aires pidiendo la libertad del coronel Seineldin y también la de reconocidos militantes populares

El viernes 8 de marzo la ciudad de Buenos Aires amaneció empapelada de afiches que reclamaban por la necesidad de "patriotas". "Se necesitan patriotas", urgía el cartel impreso en colores celeste y blanco. Y más abajo, en mayúsculas y tamaño de fuente grande: "Libertad a Seineldin, Emilio Alí, Castels, Bértola, Quintero y demás presos políticos del liberalismo".
El agravio estaba firmado por la agrupación "Peronismo que resiste" y en el cartel constaba el nombre de quien vendría a ser su titular o referente público, Jorge Reyna, aquel que compartió una fórmula presidencial con Humberto Tumini, de Patria Libre, hoy cercano al cura Farinello, quien a su vez es defensor y amigo del que ahora es presidente, Eduardo Duhalde. Al día de hoy, tras prudentes cinco días y sus noches, no se ha escuchado una explicación al respecto por parte del nombrado, que rectifique o confirme la autoría del afiche. El tiempo transcurrido y el silencio de Reyna corroboran la autenticidad de los carteles. Al mismo tiempo, es imprescindible una declaración de repudio de los propios compañeros aludidos, o al menos de las comisiones que procuran su libertad (tal como lo hicieran los familiares de Diego Quintero el mismo viernes 8), que despeje cualquier hipótesis de complicidad o acuerdo en la maniobra.
Una vez más, ciertos autotitulados "nacionales y populares" demuestran no saber bien adónde empieza lo nacional con "z" y confunden "popular" con burguesía de escarapela, himno y gorra militar. Sin embargo, para el campo popular consecuente y serio en la lucha resulta claro y terminante: nadie nunca jamás tendrá el derecho a igualar, comparar, nombrar siquiera en una misma oración a los milicos del ejército más asesino del mundo, al servicio de los burgueses más explotadores del mundo, y a los compañeros presos y procesados políticos que luchan junto al resto del pueblo en nombre de la dignidad y la justicia para los trabajadores con y sin trabajo. Para unos hay la jaula de oro, el cotillón de la cárcel con pileta de natación, el descanso bajo la protección y compañía de los camaradas de armas; para el resto la celda oscura, las requisas nocturnas con sus consabidos golpes, las charlas familiares a la sombra del guardián. Quien disimule las diferencias y empate a los compañeros con sus verdugos, argumentando, además, posiciones y palabras propias de la izquierda, estará incurriendo en la más grosera y perversa de las traiciones.
Ese peronista que dice que "resiste" que hizo el cartel, ¿acaso se olvidó de los compañeros de izquierda que resultaron muertos a tiros del ejército en las puertas del cuartel de Villa Martelli, cuando fueron a parar con su cuerpo el alzamiento militar encabezado por el genocida Mohamed Seineldin? Aquella sangre derramada, caída en combate, donada en corajes a la revolución, ¿no está señalando con el dedo a Jorge Reyna ahora? ¿Saca espuma por la boca en representación de rabia? Los restos de esa sangre, la memoria de esa sangre, los pedacitos de esa sangre que se negaron a ser lavados por la lluvia, ¿miran a los ojos a Reyna? ¿Le dicen con palabras de silencio "ahora sos el enemigo"? ¿Jorge Reyna, de "Peronismo que resiste", puede sostenerles la mirada, acaso? ¿Qué o a quiénes puede resistir aquel que reivindica como preso político del liberalismo a un asesino que entrenó grupos de contrainsurgencia en diversos países de América Latina, precisamente para derrotar a las organizaciones que luchaban contra el liberalismo impuesto a dedo por los imperialistas norteamericanos? ¿Qué es el liberalismo si no una fase determinada en el desarrollo a escala planetaria del sistema de producción capitalista, sistema que tiene en el ejército argentino al que el coronel Seineldin pertenece y celebra un aliado, pero más que eso: un garante? ¿O para Reyna el liberalismo imperialista, apátrida y foráneo, es malo, pero no lo es el capitalismo nacional de Macri, Bunge y Born, Fortabat y demás perlas propias?
Nada justifica que se pretenda ensuciar con mugres oportunistas la clara dignidad, el compromiso solidario, la entrega compañera de todos los luchadores rehenes del Estado, encarcelados por luchar. Sus luchas y combates son definitivamente nuestros y las ofensas para ellos, también. Los agravios que se levanten sobre su ejemplo resultarán duras afrentas para todo el campo popular. Aquel que se anime injuriarlos, que sepa que se enfrentará a la resistencia, la memoria y los ojos claros y lúcidos de los que sabemos distinguir entre hinchazón y gordura, juez y justicia, patria y fanfarria militar.
Demetrio Iramain