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11 de marzo del 2002
La dirección del PT se niega a decidir en referéndum
las alianzas con la derecha
Brasil en campaña electoral
Correio da cidadanía
Varios temblores de tierra sacudieron el panorama electoral brasileño
en las últimas semanas: el candidato del Partido de los Trabajadores
(PT) vio frustrado su intento de ampliar su base electoral hacia el centro,
mientras el bloque gubernamental vive una feroz lucha interna entre dos candidaturas
de futuro incierto.
Dos meses atrás el cuadro electoral estaba aproximadamente
así: Luiz Inácio da Silva, "Lula", encabezaba las encuestas con
cerca de 30 por ciento del electorado, y varios candidatos disputaban quién
sería su oponente en una segunda vuelta. Pugnaban por esa segunda plaza
tres que se definen como oposición al gobierno de Fernando Henrique Cardoso:
el actual gobernador de Rio de Janeiro, Anthony Garotinho (Partido Socialista
Brasileño, psb), el exgobernador de Ceará, Ciro Gomes (Partido
Popular Socialista, pps) e Itamar Franco (Partido Movimiento Democrático
Brasileño-pmdb), expresidente y actual gobernador de Minas Gerais; y
dos del bloque oficialista, la gobernadora de Maranhão, Roseane Sarney
(Partido Frente Liberal, pfl) y el exministro de Salud, senador José
Serra (Partido Social Demócrata Brasileño, psdb, el mismo de Cardoso).
Hace apenas quince días las encuestas apuntaban que el duelo central
sería entre Lula y Roseane -como se conoce popularmente a Sarney-, pero
mientras el primero había descendido hasta un 26 por ciento la segunda
crecía de forma bastante sistemática alcanzando el 23 por ciento
de las intenciones de voto. Para la hipótesis de la segunda vuelta, las
encuestas daban la victoria a Sarney.
BUSCANDO EL CENTRO. A diferencia de las dos anteriores elecciones presidenciales
(1994 y 1998), cuando se registraron procesos de unificación de la oposición
en torno a la candidatura de Lula y al PT, ahora se daba por sentado que habría
varias candidaturas de oposición que sólo buscarían unificar
criterios para la segunda vuelta. Considerando ese dato, Lula y la dirección
del PT tomaron una iniciativa que sorprendió a muchos dentro y fuera
del partido: anunciaron un proceso de aproximación con el Partido Liberal
(PL), al cual ofrecían el puesto de vicepresidente en la lista encabezada
por el petista. El PL es un conglomerado heterogéneo de políticos
conservadores que después de haber formado parte del bloque de Cardoso
se independizaron hace algún tiempo y votaron con la oposición
en el Congreso en algunas ocasiones. Cobija tanto al senador por Minas Gerais
José de Alencar, un gran empresario del sector textil, como a políticos
pastores de la Iglesia Universal del Reino de Dios, una gran empresa del ramo
de la religión que domina canales de tevé y radio y tiene "sucursales"
en varios países.
Para Lula, Alencar era el vice ideal. La presencia de un gran empresario le
daría credibilidad en el mundo de los negocios, cuyos voceros insisten
en que una victoria del PT provocaría fuga de capitales e inestabilidad
financiera. Además conseguiría el apoyo de la Iglesia Universal,
que tiene gran penetración en la población pobre y despolitizada,
y que en contiendas electorales anteriores hizo campaña contra Lula denunciándolo
como la encarnación del demonio (sin comillas).
Pero el operativo abortó por varios factores. Hubo una fuerte reacción
de los obispos católicos progresistas que le cobraron al PT una aproximación
puramente electoral -es decir, sin identidad programática- con esos sectores
conservadores. Sectores moderados del PT también reaccionaron escandalizados
contra el acercamiento al PL. El propio Alencar minó la alianza al asegurar,
en una entrevista, que en un gobierno presidido por Lula continuará en
el cargo el actual presidente del Banco Central, un tecnócrata neoliberal
llegado directamente de Wall Street. Además, atacó las ocupaciones
de haciendas por parte de campesinos sin tierra y defendió el golpe de
Estado de 1964. La senadora por Alagoas (y candidata del PT al gobierno de ese
estado) Heloisa Helena, exigió en nombre de los sectores de izquierda
del PT que la alianza con el PL fuera sometida a una consulta con los afiliados
el próximo 17 de marzo. La propuesta fue rechazado por el presidente
del partido, José Dirceu, con el argumento de que el asunto es prerrogativa
de la dirección (véase recuadro).
CUESTA ABAJO. Mientras Lula caía en las encuestas y se enredaba en polémicas
internas sobre las alianzas, la novedad era la candidatura de Roseane. Se trata
de una heredera de la oligarquía nordestina, hija del expresidente José
Sarney (1985-1989) que fue lanzada por su partido dentro de un operativo para
mantener similar espacio político, ya que el pfl cuenta con el vicepresidente,
Marco Maciel. Lo que era un mero operativo se convirtió en estrategia:
Roseane tuvo un crecimiento espectacular en las encuestas y forzó a su
partido a asumir su candidatura de forma definitiva.
Lula venía perdiendo terreno antes de su aproximación al PL. Daba
por consolidado su inicial 30 por ciento y parecía entender que sólo
crecería diluyendo su programa. El riesgo que corre ahora es perder su
electorado tradicional y no ganar nuevos votos.
José Serra fue lanzado por el psdb y saltó a la arena electoral
dejando el Ministerio de Salud en un momento en que hay una epidemia de dengue
-producto de la desidia estatal- se cobró más víctimas
en Rio de Janeiro que en cualquier otra coyuntura. Los humoristas lo llaman
"presidengue". Es un político con raíces en la gran burguesía
paulista pero siempre tuvo dificultades para atraerse votantes.
En los últimos días, sin embargo, dos hechos mostraron que el
juego aún no ha comenzado. El Tribunal Superior Electoral (tse) determinó
que las alianzas a nivel nacional y estatal debían ser "simétricas",
cuando todas las candidaturas de oposición, incluso la de Roseane, se
alimentan de alianzas en cada estado con disidentes de otros partidos, es decir,
forman alianzas cruzadas. Además del obvio resultado de dificultar la
vida de los otros candidatos y de ayudar a Serra, que no tiene aliados fuera
de las fronteras de su partido, esa intervención provocó suspicacias
porque quien preside el tse es Nelson Jobin, un amigo, exministro y correligionario
de Cardoso.
Tal medida pone en jaque la táctica de los partidos de oposición
de lanzar varios candidatos en la primera vuelta. En el PT la preocupación
inmediata dejó de ser un crecimiento hacia el centro y volvió
a concentrarse en la unidad con otros partidos de izquierda. Por su parte, el
pfl pretendía atraer disidentes de todos los partidos con el gancho de
que Roseane era la candidata oficialista mejor colocada en las encuestas.
La semana pasada se registró un segundo temblor de tierra. En una acción
combinada de la Policía Federal -cuyo comando pertenece al psdb- y de
una revista de gran circulación, el escritorio de una empresa de Roseane
fue allanado en búsqueda de materiales utilizables en un proceso judicial
que investiga fraudes contra los fondos públicos. La oligarquía
nordestina tradicionalmente se enriqueció a expensas de las políticas
públicas de estímulo al desarrollo en las áreas más
pobres del norte y nordeste. Eso es conocido y está denunciado. La oportunidad
y la forma de la acción policial llamaron la atención de todo
el espectro político.
De inmediato, Roseane bajó del pedestal de favorita para ocupar las páginas
policiales. El pfl amenazó romper su alianza con Cardoso y presentó
a su candidata como víctima de un complot urdido en el palacio de gobierno.
Aún es temprano para saber qué consecuencias va a tener en las
intenciones de voto.
La esperanza y el deseo de Cardoso es que todo esto lleve el juego electoral
a punto cero. Eso significaría que la candidatura de Roseane sería
apenas para presionar en las negociaciones internas pero no para sustituir al
candidato del psdb. Para alentar esa estrategia, Serra tendría que crecer
en las encuestas, que la de Lula se debilitara y que otras candidaturas fueran
inviables. Tres cosas que ya están ocurriendo. Los métodos de
Cardoso pueden parecer brutales, pero es seguro que sabe dónde quiere
llegar.
Gustavo Codas Desde San Pablo
Con José Dirceu, presidente del PT
La dificultad de hacer alianzas
El presidente nacional del PT, José Dirceu, estima que la alianza establecida
con el Partido Liberal (PL) no modifica la línea de su partido sino que
fue refrendada por las bases.
-Hubo una fuerte resistencia dentro del PT a la realización de una alianza
con el PL, porque historias y principios serían antagónicos.
-Hubo un debate en el PT, entre junio y setiembre, cuando recorrimos todo Brasil
debatiendo la política de alianzas, el programa y las candidaturas a la
presidencia por el partido. Por fin, en el encuentro de Recife se decidió
hacer alianzas con partidos que no sean de izquierda pero que se ubiquen en la
oposición al gobierno de Fernando Henrique Cardoso, y decidimos también
un programa de gobierno. Las discusiones con el PL están dentro de esa
resolución, porque no siendo un partido de izquierda y estando en la oposición,
acepta la candidatura del PT así como los puntos básicos de nuestro
programa. En todo caso, si no aceptaran nuestro programa no haríamos la
alianza.
-Se dice que con la alianza con el PL el PT perdería más votos de
los que ganaría. ¿Si eso fuera así, cómo explica la alianza?
-El fundamento de la alianza es la base política del PL, su base electoral
y la necesidad de hacer alianzas para ganar y gobernar. En cuanto al número
de votos las encuestas no confiman lo que usted dice. En todo caso, si confirmáramos
que hay una pérdida de electorado habría que revisar la alianza.
-La dirección se negó a realizar una consulta a las bases para que
confirmaran o no la alianza con el PL.
-La consulta al partido ya se había hecho. El partido ya votó en
setiembre, cuando 230 mil afiliados participaron en la elección de cargos
y eligieron por tanto una política de alianzas, un programa y un presidente.
Hacer una consulta ahora sería desconocer todo ese proceso, pero la discusión
interna va a continuar. La decisión final se tomará en mayo porque
se delegó en la dirección nacional la definición del vice
y las alianzas. Por eso creo que la propuesta que se hizo estos días, en
el sentido de hacer una nueva consulta, no es democrática. Yo mismo defendí
en todo el país la necesidad de una política de alianzas con el
centro, con el PL, con sectores del pmdb.
-¿Si ganara las elecciones, en qué medida los acuerdos podrían afectar
la política del gobierno petista?
-Esa sí creo que es una discusión legítima. Muchos se oponen
a las alianzas por razones políticas, ideológicas o éticas.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que entre quienes se oponen a las alianzas
hay dos sectores: los que rechazan un acuerdo específico con el PL y los
que de-sechan cualquier tipo de alianzas. Por eso es tan difícil para nosotros
llegar a acuerdos con otras fuerzas.