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13 de marzo del 2002
Chile: El "Niño maravilla" era el guardaespaldas del dictador
Sergio Ramírez
Ricardo Izurieta ha dejado el cargo de Comandante en Jefe del Ejército.
Antes hizo algunas declaraciones que no reflejan los hechos ocurridos durante
su mandato. Mientras que las cúpulas políticas del oficialismo
y la reacción han aplaudido y glorificado su quehacer al frente del Ejército,
ocultando la verdad de su verdadero rol.
Antes del término de su función de jefe del Ejército,
Izurieta expresó en una ceremonia con la presencia de la ministra de
Defensa, Michelle Bachelet (PS), que dejaba la institución con satisfacción
ya que "estamos avanzando en la modernización en la mayoría de
los aspectos planificados". Aclaró que pese a que se trata de un proceso
largo, no hay apuro para culminarlo ya que "no se realizará en uno, dos
o tres años. Pero hay una continuidad con el nuevo comandante en jefe
(Juan Emilio Cheyre)". Destacó que "hemos fortalecido nuestros vínculos
con la sociedad. Nos interesa que la gente nos conozca…". Además, reconoció
que que durante su período (1998- 2002) se encontró con situaciones
"complicadas y agradables", dentro de las cuales la detención en Londres
de Pinochet no significó un problema "demasiado complicado".
Las cúpulas políticas de gobierno y de la derecha han coincidido
en sus alabanzas a Izurieta. Entre éstas destaca la del diputado Jaime
Naranjo (PS), que sostuvo que su retiro tiene un gran significado para la democracia.
Afirmó que en su partido ven con respeto y reconocimiento como Izurieta
después de toda una vida al servicio de la patria, "se retira a su casa,
a vivir sus años restantes como lo haría cualquier civil". Y que
esta situación -según dijo- "no sólo prestigia a su persona,
sino también el alto cargo que desempeñaba y en el, a su institución".
En diversos sectores han causado sorpresa las alabanzas, porque recuerdan el
verdadero rol de Izurieta al mando del ejército. La verdad señala
la inconsecuencia y oportunismo de tales homenajes. Al recurrir a la memoria
histórica sobre el período 1973-2002, surge la realidad que se
intenta ocultar.
OPERACION "CONSENSO"
En su oportunidad, la nueva conformación del Alto Mando del Ejercito
fue dada a conocer por Augusto Pinochet y el entonces ministro de Defensa, EdmundoPérez
Yoma (DC). Se concretaba así una negociación que había
convenido que Ricardo Izurieta fuera el próximo Comandante en Jefe del
Ejército. Ambos estaban consientes de la necesidad de finiquitar la "operación
consenso" que permitiera al ex dictador designar a un sucesor de su confianza
y que Frei aceptara, evitando así un nuevo "boinazo" o un "ejercicio
de enlace". Los tres estaban de acuerdo. Decidieron actuar. Pérez Yoma,
en carta confidencial le solicitó a Pinochet los nombres acordados. El
dictador le entregó la nómina. Frei recibió la "proposición"
y al día siguiente le confirmó al genocida que, de acuerdo a los
convenido, había dispuesto que el elegido fuera Izurieta. Se imponía
así el criterio de Pinochet, el presidente sólo firmaba.
Según Pérez Yoma, el ex dictador había cumplido sus "altos
quehaceres" y "era un ejemplo de responsabilidad para quienes elegían
el servicio público". Y, cumplido el compromiso, daba fe de su disposición
motivada por el bien de Chile y del Ejército. Mientras que Camilo Escalona,
presidente del PS, considerando que hay un respaldo "unánime"para la
designación de Izurieta, sostuvo que ella corresponde a la necesidad
que tiene el país de que la jerarquía de esa institución
sea ejercida por un uniformado que no tenga herencias del pasado". El senador
Jaime Gazmuri (PS) dijo tener una buena impresión "de la forma como se
manejaron las cosas" Se omitía que Izurieta había gozado siempre
del apoyo del ex dictador. Su meteórica carrera militar habia sido obra
de determinaciones de Pinochet para apoyar a quien sería su futuro "delfín".
Las cúpulas políticas del oficialismo afirmaban que con la designación
de Izurieta terminaba la transición. No era conclusión de un serio
análisis, sino expresión de una campaña propagandística,
que se orientaba a inventar éxitos políticos, ocultar el espúreo
acuerdo de la designación del "Palo Blanco" de Pinochet y crear la imagen
de Izurieta como el nuevo"Niño Maravilla" del militarismo y la reacción.
Pero la realidad indicaba un proceso diferente. No podía haber término
de la transición porque esta no ha existido y el nombramiento de Izurieta
sólo consolidaba la herencia dictatorial. Además, tenía
la misión, determinada por Pinochet, de continuar con la implementación
del "Plan Alcazar" y la adquisición de material bélico, mientras
millones de chilenos viven en la pobreza. Debía consolidar, desarrollar
y aplicar las tesis militaristas de defensa y el rol de garantes de la institucionalidad
dictatorial. Y, fundamentalmente, impedir cualquier intento de modificación
de la impunidad que gozan los criminales uniformados.
Izurieta, al momento de su designación, daba la impresión que
intentaba demostrar que durante la dictadura se dedicó a cultivar rosas
y a la equitación. Fabricaba y le creaban imágenes que no correspondían
a la realidad. Siempre fue uno de los favoritos de Pinochet. Tras el golpe militar
del 73, asumió la gobernación de Angol. Aplicó un férreo
y brutal control represivo sobre los trabajadores. El favoritismo del dictador
se evidenció más claramente después de su derrota en el
plebiscito de 1988, al designarlo en la estratégica función de
Subsecretario de Guerrra, Ademas, su "padrino" lo nombró Comandante de
la Primera División del Ejército con asiento en Antofagasta, agregado
militar en Israel y jefe de la Misión Militar en Washington. Durante
el gobierno de Frei, fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional (coordinador
de las FF.AA con el gobierno). En tal función actuó como Secretario
del Consejo de Seguridad Nacional. Es decir, una conclusión es evidente:
el nuevo "Niño Maravilla" era sólo un "palo blanco" del Chacal
del Mapocho".
VISTIO UNIFORME DE COMBATE
Izurieta tras un misterioso silencio de 3 meses después de haber
asumido la Comandancia del Ejército, al ser consultado si éste
debía pedir perdón por las violaciones a los DD.HH de la dictadura,
respondió: "no lo he visto como una tarea que vaya a asumir yo". Para
justificar tal negativa, agregó que "no es conveniente volver atrás
sobre situaciones del pasado… Todavía hay muchas personas que miran a
nuestra institución con suspicacia y recelo; históricamente puede
haber habido momentos con ciertos matices… pero el Ejército es una institución
responsable y que cuando tiene que hacer las cosas, las hace".
Los juicios oportunistas de las cúpulas políticas de que con la
designación de Izurieta se entraba a una nueva etapa eran destrozados.
Nada había cambiado. Izurieta era el escudero y guardaespaldas de Pinochet.
Así lo ratificaba al expresar que una de sus nuevas funciones será
"velar por defender el mando anterior". Para ello, dijo en forma amenazante
que era recomendable "no hablar ni bien ni mal, ni a favor ni en contra" de
su antecesor. Tales declaraciones recibieron el aplauso del oficialismo y de
la derecha. Enrique Krauss, entonces presidente del PDC y promotor del golpe
militar del 73, tendía un manto de impunidad: "desde un punto de vista
estrictamente jurídico, las instituciones no comenten delitos ni infracciones
morales". Mientras que María Angélica Cristi, diputada RN, decía:
"creo que de una vez por todas hay que dejar de mirar el pasado y respetar la
Ley de Amnistía de hoy". Esas declaraciones avalaban el continuismo.
La tesis de la impunidad de los crímenes dictatoriales se imponía
una vez más. La DINA y demás aparatos represivos militares son
los reposables de miles de crímenes, de los detenidos desaparecido, los
degollados, torturados, exiliados, etc.. Su ejecución fue ordenada por
el el Alto Mando castrense, cuyo jefe máximo era Pinochet y que su sucesor
también integraba. Por lo cual, Izurieta no sólo defendía
a Pinochet sino que también a si mismo. En efecto, el Ejército
es culpable institucional de tales crímenes. Sus mandos están
manchados de sangre inocente. Todos participaron en la "guerra interna" contra
un pueblo desarmado. Todos conformaron la hueste de ventajista que aprovecharon
el monopolio de las armas para desatar el genocidio. También Izurieta,
el "delfín"de Pinochet, vistió uniforme de combate.
ARSENAL DE MENTIRAS PARA DEFENDER AL TIRANO
La detención de Pinochet en Londres provocó reacciones en
el gobierno, la derecha y en las cúpulas militares. Recurrieron a un
arsenal de mentiras para lograr que Pinochet no fuera extraditado y juzgado
por torturas y desapariciones. En tal marco se ubicaron las mediadas de Lagos,
por imposición de Izurieta, para defenderlo. La historia es conocida.
A hora y media de conocida la resolución de su detención, el Ejército,
por orden de Izurieta, emitió una declaración: "El Ejército
se encuentra profundamente conmocionado con la noticia, ante la certeza que
se trata de una medida abusiva, humillante, incongruente con principios fundamentales
e inconsecuente en su calidad de ex Jefe de Estado, Comandante en Jefe y senador
de la Republica"
Izurieta y demás generales de cartón, medallas y entorchados sentían
temor de seguir por la misma senda que exige la conciencia democrática
del mundo Recurren a falaces interpretaciones. Pero, los "hombres" de Pinochet
son los menos indicados para hablar de principios. Durante 17 años violaron
todas las normas y derechos que los pueblos han establecidos en tratados y pactos
internacionales. El informe Rettig, que registra sólo algunos de sus
delitos, es apenas un breve compendio de las acciones de torturadores, asesinos
y genocidas que recurrían a conceptos de "principios fundamentales" para
proteger a Pinochet. Así quedaba demostrado, una vez más, que
Chile estaba bajo control militar. Las cúpulas castrenses ejercen el
poder real. El gobierno y los directivos de la Concertación realizan
funciones administrativas de un poder formal, aunque puedan discrepar tímida
y formalmente, hacer payasadas circenses o desempeñar roles principales
en algún "culebrón" político, siempre terminan subordinándose
a las órdenes emanadas del poder castrense.
Para enfatizar su determinación de defensa del ex dictador, Izurieta
viajó a Londres. Pese a justificaciones del oficialismo, el viaje tenía
objetivos políticos y era expresión de las permanentes deliberaciones
políticas que se dan en el seno de las FF.AA. No se trataba de un simple
"saludo de camaradería" a un ex jefe que "atraviesa por malos momentos",
sino un gesto político contra la decisión del ministro británico,
Jack Straw, porque según Izurieta, "confirman la vulneración de
principios jurídicos, esenciales para la convivencia civilizada entre
las naciones, las que derivan del respeto a la soberanía propia de cada
Estado". Opinión política falaz que omitía los crímenes
internacionales cometidos en la "Operacion Cóndor", en los mismos instantes
que Izurieta asumía la responsabilidad de Jefe Militar en Zona de Estado
de Sitio, en su calidad de "hombre" del tirano.
Izurieta gracias a su actitud incondicional ante su "amigo" y "camarada de armas"
fue designado por éste para que estableciera continuidad de la política
dictatorial, rechazando todo intento de reforma sustantiva, y para proteger
a los autores de de crímenes de lesa humanidad, fundamentalmente al propio
Pinochet. Pese a lo cual, la ministra de Defensa, Michelle Bachelet, calificó
el traspaso de mando como un "hito histórico". Mientras que sobre lo
que espera de la gestión del nuevo jefe (general Cheyre), dijo que "el
Ejército continuará profundizando lo que hoy día el general
Izuieta está llevando a cabo que es la modernización". Y, respecto
a si serían prioritarios los DD.HH el reemplazante, recalcó que
"la tarea principal del Ejército es la modernización y avanzar
hacia la profesionalización más modernas de las FF.AA… ". Es decir,
más de lo mismo.