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Las desaforadas presiones de EEUU contra Cuba
LA REPUBLICA/URUGUAY
Las Presiones que ejerce EEUU para que la Comisión de Derechos Humanos
de la ONU reunida en Ginebra condene a Cuba llega a extremos absolutamente desaforados.
Pocas veces se ha llegado a esos límites en la historia de las relaciones
internacionales. De Bush en persona para abajo, la maquinaria gubernamental
yanki participa en una maniobra de alcance mundial, que combina la extorsión
y la amenaza con promesas y sobornos. En este episodio se pone de relieve el
abismo de bajeza y servilismo a que es capaz de precipitarse la conducta internacional
de algunos países, desde la ex socialista República Checa a varios
latinoamericanos, con la particularidad de que algún novel canciller
se estrena en este camino de degradación.
La Argentina, Bush, Perú
El año pasado, la moción anticubana que para su vergüenza
presentó la R. Checa fue rechazada por Cuba y Venezuela, se abstuvieron
Brasil, México, Ecuador y Perú, y los votos a favor corrieron
por cuenta de Costa Rica, Guatemala, Argentina y Uruguay. De la Rúa adhirió
a la fórmula menemista de las "relaciones carnales" con EEUU y Jorge
Batlle metió a Uruguay en ese brete. Ante la instancia de este año,
Ruckauf hizo punta con una actitud arrastrada pagando tributo al FMI, y el mandatario
uruguayo reitera su persistencia en la conducta de 2001, contraria a la tradición
nacional en la materia.
Bush presionó directamente sobre este tema (y sobre la extensión
del Plan Colombia) a los países andinos que el fin de semana pasado,
tras la cumbre de Monterrey, se reunieron en Lima; y en primer término
a Perú, que el año pasado se abstuvo en Ginebra. Después
abordó el punto en su reunión bilateral con Alejandro Toledo,
según confirmó el lunes el embajador norteamericano en Perú,
John Hamilton. The Washington Times informó que Bush solicitó
el compromiso de Toledo para un voto contra Cuba en la Comisión de DDHH
de Ginebra. EEUU fue excluido de la misma el año pasado, una vez que
los países tuvieron oportunidad de expresar su opinión por voto
secreto; y la República Checa, que perpetró dos años seguidos
la ignominia de presentar la moción anticubana, no quiere repetirla.
Se está a la busca de los votos y de un bien mandado patrocinador.
La infamia de Castañeda
Ha quedado establecido fehacientemente que fue el presidente Bush personalmente
quien hizo sentir todo su peso para evitar que Fidel Castro concurriera a la
reunión de Monterrey, o para limitar al mínimo su presencia. En
LA REPUBLICA del 24 de marzo ("Fidel Castro en la cumbre de Monterrey")
señalé la complicidad con estas maniobras del canciller mexicano
Jorge Castañeda, quien fue su brazo ejecutor. Hice referencia a "la presión
infame ejercida por el presidente Bush, a lo que se mostró permeable,
en vergonzosa actitud, el canciller mexicano Jorge Castañeda", agregando
que "quien asumió el trabajo sucio fue el canciller Castañeda,
el mismo que con sus declaraciones imprudentes (por decir lo menos) en Miami
provocó el reciente incidente en la embajada mexicana en La Habana, conjurado
gracias a la sensatez y mesura de los cubanos". Tampoco olvido que Castañeda
escribió un libro sobre el Che cuya deleznable finalidad es acusar a
Fidel Castro de su muerte, tema sobre el cual polemizamos en oportunidad.
Ahora el mismo Castañeda tomó la posta en la 58ª reunión
de la Comisión de DDHH, ya iniciada en Ginebra, para anticipar su propósito
de atacar a Cuba. En el mismo momento, un comunicado del PCC acusa que "la extrañísima
política de México en relación con el incidente (la partida
anticipada de Castro de la cumbre de Monterrey) tiene un diabólico y
cínico arquitecto: se llama Jorge Castañeda", quien "mintió
descaradamente sobre hechos que conoce con toda exactitud". Recuerda también
su encuentro con disidentes cubanos en La Habana en febrero, coincidiendo con
la visita del presidente Vicente Fox, y sus contactos con la mafia de Miami
ante la cual --y con la amplificación de Radio Martí-- abrió
de par en par las puertas de la provocación en la embajada azteca en
la capital cubana.
La gran maniobra
Todo parece indicar ahora que, bajo la batuta de Washington, Castañeda
proyecta presentar, en contubernio con la Argentina, la moción para condenar
a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos.
Así se está urdiendo la gran maniobra, que responde a un objetivo
perseguido persistentemente por el gobierno de Bush. Esto ocurre cuando Estados
Unidos aparece como uno de los principales violadores de los derechos humanos
en el plano interno, pisoteando las garantías constitucionales con respecto
a miles de personas, particularmente extranjeros e indocumentados, envolviendo
al país en una oleada turbia de xenofobia y macarthismo; y a la vez,
en el plano internacional (y en este sentido es revelador el análisis
de Roberto Savio inserto ayer en Bitácora) como el país que rechaza
toda la legislación adoptada por la comunidad internacional, desde el
tratado antimisiles al protocolo de Kyoto, desde la prohibición de armas
y ensayos nucleares a las convenciones sobre uso de armas pequeñas, pasando
por la guerra a otros países decretada exclusivamente por su interés
y su voluntad unilateral, la proliferación a escala mundial de sus sistemas
de espionaje tipo Echelon, y un vastísimo etcétera.
La renuncia de Mary Robinson
Esta política extiende sus efectos maléficos por doquier. Estados
Unidos forzó la renuncia de Mary Robinson, quien no volverá a
postularse como Alta Comisionada de DDHH de la ONU, cargo que desempeñó
con total dignidad (de la Conferencia de Durban a la reunión del FSM
en Porto Alegre), porque el imperio no admitió su crítica dura
y enérgica a las violaciones de DDHH perpetradas masivamente por los
bombardeos a Afganistán. *