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2 de marzo del 2002
Grave violación de derechos en Guatemala
Según AI, la situación actual es semejante a la
vivida en los peores años de la dictadura
Armando G. Tejeda
La Jornada
Madrid, 28 de febrero. "Estado de mafia corporativa", integrado por militares
acusados de genocidio, empresarios indiferentes a la miseria y un Poder Judicial
maniatado por una "red secreta" que permite la impunidad. Ante este panorama,
y a seis años de la firma de los acuerdos de paz, la situación
de los derechos humanos en Guatemala se asemeja a la vivida en los peores años
de la dictadura militar, con el riesgo de "recrudecerse", advierte un informe
dado a conocer hoy aquí por la organización Amnistía Internacional
(AI).
El legado mortal de Guatemala. El pasado impune y las nuevas violaciones de
derechos humanos fue presentado por Tracy Ulltveit-Moe, investigadora de AI
para ese país, quien denuncia en el documento la "violencia política"
que practican gobierno, militares, empresarios y multinacionales.
"Los acuerdos de paz de 1996 pretendían restablecer el estado de derecho
y abordar las causas subyacentes del conflicto mediante convenios sobre los
derechos y la identidad de los pueblos indígenas, sobre las garantías
socioeconómicas, sobre el fortalecimiento del poder civil y sobre el
papel del ejército en una sociedad democrática."
Sin embargo, "aún no se han puesto en práctica ni los elementos
de los acuerdos de paz relacionados con los derechos humanos ni las recomendaciones
de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), y prácticamente
ninguno de los responsables de las atrocidades masivas ha comparecido ante la
justicia", señala el documento.
Por el contrario, Guatemala sigue por la senda de la "anarquía y el terror",
asegura el informe, que cita como prácticas habituales contra los defensores
de derechos humanos "las amenazas de muerte o las agresiones", con lo que se
ha establecido algo parecido al "estado de sitio" para ese colectivo.
Los culpables del genocidio no sólo gozan de impunidad, ahora son
más poderosos
La organización humanitaria hace especial hincapié en que los
responsables del genocidio de más de 200 mil personas, la mayoría
de la etnia maya, durante los 30 años de dictadura militar, no sólo
gozan de impunidad, sino que ahora también son más poderosos.
En este sentido, Esteban Beltrán, presidente de AI sección española,
destacó que a diferencia de Argentina o Chile, "en Guatemala algunos
de los principales acusados de este genocidio continúan en el poder,
incluso uno de ellos preside el Congreso", en alusión al ex dictador
Efraín Ríos Montt.
"Habiendo cometido impunemente asesinatos en masa durante los años del
conflicto, los responsables no ven motivo para frenar sus actividades, sino
que además se han enzarzado en toda una nueva gama de delitos de motivación
económica, inducidos y encubiertos por organismos estatales, en lo que
se ha dado en llamar el 'estado de mafia corporativa' de Guatemala", dice el
informe, y agrega que al mismo tiempo los índices de delincuencia y violencia
parapolicial "aumentan implacablemente".
Un caso expuesto "como ejemplo inequívoco de la impunidad" en Guatemala
es el del asesinato del obispo Juan José Gerardi, en 1998, cometido días
después de que presentara un documento que detallaba el exterminio y
la política de "tierra arrasada" en las comunidades indígenas.
En el marco de este caso ya murieron nueve testigos, mientras que quien fuera
el fiscal especial, Celvin Galindo, se refugió en Barcelona ante las
amenazas de muerte en su contra.
"A las tres horas del crimen se comenzó a manejar una hipótesis
totalmente falsa, y el mismo gobierno dijo, en cadena nacional, que el asesinato
del obispo Gerardi había sido por razones pasionales. Cuando fui nombrado
para hacerme cargo de la investigación, en mi condicion de fiscal, supe
que sería el principio del final de mi carrera; tomé el desafío
con la esperanza de que iba a encontrar voluntad política de apoyar la
investigación, pero me equivoqué", dijo Galindo, quien asistió
a la presentación del informe, donde denunció: "estamos viviendo
una violencia política de las mismas proporciones de la que se vivió
en los peores años del conflito".
Asimismo, estuvo presente Denese Becker, antes Dominica Sic Ruiz, sobreviviente
de una matanza de ejército y paramilitares, y luego adoptada por una
familia estadunidense.
Al analizar el aparato judicial guatemalteco, AI sostiene que es "incapaz de
actuar o de garantizar los derechos de los ciudadanos, y tampoco puede combatir
la impunidad". Esto contrasta con la argumentación de la existencia de
un estado de derecho en Guatemala, citada por la Audiencia Nacional española
para desestimar el caso por la política de genocidio contra los indígenas
de ese país. En cambio, existe "una red secreta" dedicada a obstruir
la justicia, atacada por la injerencia política y la "corrupción
generalizada.
"Hasta que se emprenda una reforma de raíz en la judicatura guatemalteca
para ajustarla a las normas internacionales, y hasta que se haga llegar claramente
el mensaje de que no quedará impune ningún abuso contra los derechos
humanos, no puede haber una paz real y duradera en Guatemala", concluye AI.