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Los políticos y su crónica de una muerte anunciada
Por Hugo Alberto de Pedro
El Diario Clarín del pasado domingo publicó en sus páginas
10 y 11 una nota titulada "Contactos entre el duhaldismo y la UCR para
evitar ataques a los políticos" donde se desarrolla la información
sobre la preocupación de peronistas y radicales ante las protestas contra
políticos. Además de ilustrarnos sobre párrafos del discurso
de Raúl Alfonsín del 21 de febrero pasado en el Congreso Nacional
y la búsqueda de una "Ley Escudo". (1)
Sinceramente esta situación no me resulta improbable de quien nos tiene
acostumbrados, siempre invocando su apego y defensa del sistema democrático,
a participar de cuanto acuerdo, pacto y connivencia ha estado a su alcance desde
hace decenas de años.
Podría enumerar muchas de las posiciones del ex presidente, pero hay
algunas que han contribuido a la total pérdida de confianza de la civilidad
tanto en él como en la clase política toda: "economía
de guerra, obediencia debida, punto final, sucesos de La Tablada, pacto de Olivos,
reelección de Menem, aumento de los miembros de la Corte Suprema de Justicia,
héroes de Malvinas, felices pascuas, la Alianza Frepaso-UCR, apoyo al
Cavallo heterodoxo, designación de Duhalde como presidente, y podría
seguir la enumeración sin dudas.
No será con leyes, bravuconadas, agresiones o trompadas como Alfonsín
podrá cambiar la opinión unánime de la gente, que en el
caso de la provincia de Buenos Aires le retiró los votos en el año
2001. Tampoco lo será negándose a dar explicaciones sobre los
años de sueldos que el pueblo argentino pago a su secretaria privada
que figuraba como empleada del Congreso Nacional y no haber tenido la nobleza
de devolver, al ser descubierto, los cientos de miles de pesos cobrados a costa
de las paupérrimas jubilaciones de nuestros padres.
Tampoco podrá correr con nuevos engendros legales a un pueblo entero,
quien desde su cargo en la Internacional Socialista muy poco ha hecho para que
esa organización socialdemócrata denuncie la calamitosa situación
económica, educativa y de sanitaria a la que están acorralando
a millones de compatriotas, tanto nativos como foráneos.
No ha querido, o en el mejor de los casos no ha tenido la valentía y
coraje cívico suficiente, hacer que el centenario partido –la UCR- se
nutra de nuevos y jóvenes dirigentes en todos estos años de manejo
del Comité Nacional del radicalismo. Y es simplemente por eso que son
las mismas caras, los mismos pensamientos y los mismos operadores que hicieron
caer al país en el desmanejo de la economía, la hiperinflación
y la huída anticipada del poder. Sin olvidar también la posición
mezquina, al no denunciar el camino hacia el abismo, que nos llevaba el gobierno
de la Alianza encabezado durante dos tristes años por De la Rúa,
a quién hoy quieren expulsar del partido con una muy justa razón.
Pero parece que la razón no se aplica para quienes desde la política
han creado verdaderos cotos de caza a miles de afiliados, adherentes y simpatizantes.
Pienso y repienso en que situación de "sedición" me
encontrará la nueva artimaña legal que Alfonsín y sus socios
políticos están pergeñando, y eso me renueva las fuerzas
al saber que seremos millones los "sediciosos" que pensamos que ésta
clase política se tiene que ir, y lo verán en las próximas
elecciones si es que antes no reflotan la idea de eliminar el voto obligatorio
que todos sabemos tienen en carpeta.
Siguiendo con la nota del diario, ésta hace mención que el trío
de ex presidentes no pueden andar tranquilos por lugares públicos y es
una verdad tan contundente como la que miles de recién nacidos mueren
por desnutrición y falta de atención, miles de jubilados mueren
abandonados por el sistema de seguridad social, miles mueren productos de enfermedades
de adaptación a la realidad actual, miles mueren por no tener la cobertura
médico-asistencial estatal necesaria. Ahí, entonces, está
la cuestión: Los políticos que han traicionado la voluntad popular
también merecen la muerte cívica y política que hoy un
pueblo entero reclama pacíficamente y sin alzamientos colectivos violentos.
Nosotros no poseemos dietas, jubilaciones de privilegio, gastos reservados,
pasajes, prebendas y cuanto otro cualquier arreglo que estos políticos
han sabido conseguir a expensas de su actuar democrático en la política.
Y también debo decir que los dictadores y genocidas no han sufrido tal
acecho simplemente porque los últimos tres gobiernos democráticos
han desprocesado, perdonado, indultado y prohibido la extradición a tribunales
del exterior que los pretenden juzgar por delitos de lesa humanidad.
No escapa a mi conocimiento que desde ciertos lugares de la prensa, la política,
la intelectualidad económica, el sindicalismo engordado, el empresariado
corporativista, los sectores financieros insaciables y los cuarteles se intenta
capitalizar el descontento popular, pero en eso lo argentinos podemos estar
tranquilos porque los conocemos muy bien, sabemos de su forma de operar, conocemos
sus contactos entre los mismos políticos, sus relaciones internacionales
y ello nos permite estar bien alertas y ser nosotros, los ciudadanos, los que
estamos dispuestos a defender las instituciones de la Nación. Pero no
queremos ni debemos defender a quienes en nombre de ellas han llevado al país
a este estado de cosas y pretenden mantener sus privilegios de "clase".
Pensemos pues si ésta clase política con sus mentiras, traiciones,
cobardías, contubernios, pactos, compra de votos y voluntades, punterismos,
reformas constitucionales, nombramientos de jueces, enriquecimientos desmedidos,
en fin, con sus actitudes "apolíticas" no han dado rienda suelta
a nuestro legítimo sentimiento de que todo es una crónica de una
muerte anunciada.
(1) http://www.clarin.com/diario/hoy/p-01015.htm -
http://www.clarin.com/diario/hoy/p-01102.htm
4 de marzo del 2002
Hugo Alberto de Pedro
Buenos Aires – Argentina