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30 de
enero del 2002
Argentina:
propuesta para el debate de un grupo de economistas
Luego de la reunión
realizada el 9 de enero pasado en Económicas, quedó planteada
la necesidad de trabajar en la formulación de propuestas alternativas
frente a la crisis. Con el siguiente documento pretendemos abrir el debate,
subrayando que nuestras iniciativas se rigen por el principio de que el peso
del extraordinario desastre desatado debe recaer enteramente sobre los capitalistas
que fundieron al país y no sobre los trabajadores, los desocupados,
los profesionales y los pequeños productores, comerciantes y ahorristas.
La crisis supera ampliamente las precedentes de 1975, 1981 o 1989 por la gran
intensificación de la pobreza, el desmantelamiento industrial y la
desintegración regional. Por otra parte, la depresión que atravesamos
no es un resultado exclusivo de la "convertibilidad", el "modelo" o la "apertura"
sino que expresa el efecto combinado de las convulsiones periódicas
del capitalismo, de su inserción periférica y de la política
neoliberal de la última década.
Nuestra iniciativa se hace eco de la revuelta popular que tumbó al
gobierno hambreador y que continúa a través de las protestas
y cacerolazos cotidianos.
Participamos activamente en la movilización popular y rechazamos el
régimen político actual, que se basa en el gobierno por decreto
al servicio de la clase dominante, en la delegación legislativa de
poderes a los ejecutores del ajuste y en el mantenimiento de los jueces que
garantizan impunidad a los saqueadores del tesoro nacional. Apoyamos las manifestaciones
que golpean las puertas de los bancos y de las empresas privatizadas y alentamos
la discusión de soluciones a la actual catástrofe social en
las asambleas populares que surgen en distintos barrios y localidades. Nuestro
punto de partida es la oposición total a las medidas que está
implementando el gobierno ilegítimo que surgió de un contubernio
en la Asamblea Legislativa.
Las siguientes caracterizaciones delinean la orientación de nuestras
propuestas y constituyen una primera aproximación al programa que buscamos
propiciar. Somos concientes que estas metas sólo podrán ser
implementadas a través de una decidida profundización del proceso
abierto en diciembre último. Además, creemos que las movilizaciones
deben apuntar claramente a cambiar la dirección de las expropiaciones
descargadas contra el bolsillo popular y hacerlas recaer sobre los capitalistas.
Esta perspectiva debe orientar las luchas por el aumento de los salarios,
el seguro de desempleo y la devolución de los depósitos que
se quieren confiscar. Pero, al mismo tiempo afirmamos que la solución
de las aspiraciones del conjunto de la sociedad sólo podrá ser
alcanzada en el contexto de una transformación socialista.
1) La devaluación fue dispuesta para perpetrar una nueva transferencia
regresiva de los ingresos a favor de la clase dominante y su efecto se traducirá
en el encarecimiento de los alimentos, los remedios y los bienes de consumo
básicos. Si la cotización del dólar libre continúa
disparándose comenzará una escalada inflacionaria que provocará
mayores sufrimientos al pueblo. El panorama es ya aterrador, porque los 14
millones de pobres con ingresos familiares inferiores a 460 pesos mensuales
incluyen 4,5 millones de indigentes que apenas pueden adquirir una canasta
de alimentos esenciales valuada en 70 pesos. Se estima que si el aumento de
los precios llega al 10% el número de pobres se ampliará en
1,3 millones de personas y si el incremento trepa al 30% la nueva pauperización
afectará a 3,7 millones de habitantes.
Semejante descenso al infierno de la miseria no puede ser atenuado por el
gobierno devaluacionista que precipitó la nueva escalada de sufrimientos
populares. Sus medidas de control de precios serán inefectivas frente
al aumento de los bienes industriales y agropecuarios y ya ha aparecido el
desabastecimiento de artículos e insumos indispensables. La especulación
cambiaria resurgió a pleno y es financiada por el propio Banco Central
con la venta subsidiada de divisas a las casas de cambio. Las disposiciones
para limitar el desempleo encareciendo los despidos resultan insustanciales
en el marco de la hiper-desocupación actual y del contexto de congelamiento
salarial, que aprueban las bancadas mayoritarias del parlamento.
El "seguro de empleo y formación" de 150 pesos que prepara el gobierno
es una burla de la demanda de 450 pesos que se planteó en la reciente
consulta popular. En nuestra opinión, la eliminación inmediata
de la pobreza es factible, pero depende de una reorganización planificada
de la producción y de una redistribución contundente del ingreso
y no de expectativas en la futura reinversión empresaria. Serán
los propios trabajadores y no la clase dominante los artífices de un
"círculo virtuoso de crecimiento" favorable al pueblo.
Frente a la dramática situación actual nuestra propuesta es
sencilla y contundente: establecer un inmediato seguro de desempleo de 500
pesos, mientras se reduce la jornada laboral, se reparten las horas de trabajo
existentes y se contratan nuevos empleados. Esta medida junto a la fijación
de un salario mínimo y universal de 600 pesos permitiría comenzar
a recomponer el poder adquisitivo, en la perspectiva de alcanzar a la brevedad
un piso salarial equivalente al costo de la canasta familiar de 1.030 pesos.
Además, las jubilaciones mínimas deben ser elevadas a 450 pesos
y este monto debe alcanzar también a todas las personas mayores de
edad que carecen de cobertura de la seguridad social. Por supuesto que se
plantea el problema de la financiación de estas medidas.
Proponemos tres vías de recaudación de los fondos requeridos
para este plan: la suspensión total del pago de la deuda externa, el
establecimiento de impuestos inmediatos a las grandes fortunas y la restauración
de los aportes previsionales. En los últimos presupuestos nacionales
se contemplaban 9.000 millones de pesos anuales para el pago de la deuda y
esta cifra supera los 5.000 millones en la propuesta elaborada para el 2002.
En materia impositiva se puede establecer un gravamen equivalente al 10% de
los activos de las cien empresas de mayor facturación y otro 5 % a
las compañías con ventas superiores a los 5 millones de pesos
y una imposición especial a las ganancias obtenidas por los rentistas.
En los casos necesarios y para impedir elusiones, el impuesto sobre los activos
será sustituido por un suplementario extraordinario a las ganancias
o a las ventas de las empresas. Estos gravámenes permitirían
recaudar 20.000 millones de pesos. Asimismo, debería establecerse una
tasa del 30 % sobre el capital radicado en el exterior que no tenga el carácter
de inversión directa, afectándose los bienes registrados en
el país para el cumplimiento de esta obligación.
En tercer lugar pensamos que la inmediata eliminación de las AFJP y
el establecimiento de un sistema único de jubilaciones solidarias en
base a la restauración de los aportes patronales, facilitará
la recuperación de 4.000 millones de pesos anuales para el fisco. De
igual manera, deben eliminarse exenciones, diferimentos y subsidios que favorecen
a grupos capitalistas y empresas privatizadas. De la suma de estas tres fuentes
de financiamiento, junto al conjunto de medidas que se exponen en este documento
surgirán los fondos iniciales para enfrentar la emergencia social.
2) El corralito que instauró Cavallo para socorrer a los banqueros
a costa de los pequeños ahorristas se ha convertido ya en un inocultable
instrumento de expropiación de la clase media. Para proteger a los
bancos se paralizó primero toda la actividad financiera y se reforzó
luego el cerrojo con mayores limitaciones a la extracción de fondos.
Duhalde mintió al prometer que los depósitos serían "devueltos
a su moneda original". De los bancos ya no sale un solo dólar y es
inminente la pesificación forzosa de todos los depósitos, es
decir su confiscación explícita. Cuánto más trepa
la cotización del dólar más se afianza la estafa a los
pequeños ahorristas, que recibirán pesos devaluados o certificados
desvalorizados por las sumas que entregaron a los bancos.
Un primer cálculo que hemos realizado de esta expropiación en
términos financieros indica que rondaría el 50% del valor actual
de los depósitos, es decir 23.000 millones de dólares.
Las entidades financieras, que han sido el canal para la fuga de más
de 20.000 millones de dólares en el 2001, deben ser conminadas a la
devolución de los depósitos mediante el cobro anticipado del
crédito a las grandes empresas (las grandes firmas tienen deudas bancarias
que cubrirían el valor de los depósitos pequeños y medianos),
con aportes suministrados por las casas matrices e incluso con su capital
propio. Se estima que sólo el patrimonio de los bancos extranjeros
totaliza los 6.200 millones de pesos.
Se afirma que frente a esta exigencia, las entidades extranjeras se irían
del país y las nacionales se declararían en quiebra. Si optan
por este camino habría que proceder a la inmediata confiscación
de todos los bienes vinculados a estas instituciones. Quiénes se van
deberán dejar todos sus activos incluyendo las propiedades directas,
encubiertas y asociadas Pensamos que de ninguna manera la sociedad puede asumir
los costos de los quebrantos bancarios mediante el recurso de la licuación
de sus pasivos por la vía inflacionaria o de una nacionalización
ruinosa de estas entidades. Esta solución es tan nefasta como la extranjerización
completa ("off-shorización") que promueven otros grupos financieros,
porque su costo será descomunal para el país. El socorro a los
bancos insumió un gasto equivalente al 25% del PBI mexicano luego de
la crisis de 1994, del 16 % del PBI coreano y del 40% del PBI indonesio luego
de desplome asiático de 1997-98. En el caso argentino ya hubo un precedente
cercano luego del tequila, pero en el estado actual de las finanzas públicas
este rescate propinaría el tiro de gracia a la economía nacional.
4) La otra cara del corralito incluye a la masa de individuos que se endeudaron
para comprar algún bien. Pero, como se señaló, el grueso
de los deudores son empresas, que al cabo de cuatro años de depresión
enfrentan graves dificultades para pagar los créditos que obtuvieron.
El gobierno afirma que la cobranza acelerada de estos préstamos para
liberar el corralito provocaría la quiebra generalizada de las empresas.
Pero si las empresas quiebran: ¿quién debe pagar los platos rotos?
¿Sus dueños o el resto de la sociedad ? ¿Quién es responsable
de la caída, los propietarios o los empleados?. ¿Es posible que los
grandes capitalistas del país tengan el mismo trato que deben recibir
las pequeñas empresas?.
Como en el caso de los banqueros, el gobierno se dispone a obligar al pueblo
a pagar también esta factura. Los hombres del gobierno trabajan para
generalizar la licuación de pasivos iniciada con la devaluación.
Los destinatarios de la "nueva alianza productiva" propuesta por Duhalde son
Macri, Soldati, Eurenkian, Techint, Bridas, Perez Companc y todos los grupos
que hicieron fortunas limpiando en los 80 sus pasivos con el proceso inflacionario.
Gran parte de los capitalistas que vendieron sus empresas en la última
década e invirtieron en el exterior se preparan, además, para
liderar el negocio de la compra devaluada de activos.
Todos estos grupos negocian en secreto y al más alto nivel la pesificación
de sus deudas, esperando el momento apropiado para sancionar las leyes que
convaliden esta estafa. Mientras se organiza este salvataje, el gobierno dejó
de lado a los deudores no bancarizados provocando todo tipo de arbitrariedades
entre la clase media endeudada por la compra de un departamento, un auto o
material de trabajo. A los pequeños deudores les espera la misma confiscación
que a los pequeños acreedores, porque forman parte del mismo sector
golpeado por un gobierno que se ha fijado el objetivo de socorrer a las grandes
empresas capitalistas.
Frente a esta situación proponemos que los industriales reciban el
mismo trato que los banqueros, es decir que respondan con su patrimonio, sus
inversiones en el exterior, sus fortunas personales y sus testaferros por
la deudas que mantienen con los bancos. Debe procederse a la cancelación
anticipada de los créditos de las grandes compañías que
concentran la mitad del total de los préstamos del sistema. Si la empresa
amenaza con cierres y despidos debe ser nacionalizada e incorporada a un nuevo
sector público de propiedad colectiva y gestión democrática
bajo control de los trabajadores y el pueblo basada en claras prioridades
de inversión, ahorro y consumo, democráticamente discutidos
y aprobados por la población.
5) La cesación de pagos en que se encuentra la Argentina confirma la
total inutilidad del sacrificio realizado por el pueblo durante años
para cumplir con los pagos de la deuda pública. Está a la vista
la imposibilidad de hacer frente a vencimientos de intereses que triplicaban
los gastos de administración del gobierno e insumía seis veces
más fondos que la asistencia social y 23 veces más recursos
que los planes de empleo. Además, ya no pueden ser refinanciados con
nuevas privatizaciones porque el patrimonio del estado ha sido totalmente
rematado.
Numerosas investigaciones demuestran que el grueso de la deuda fue en su origen
fraudulenta y careció de contrapartida en inversiones productivas,
es decir que fue el resultado de maniobras especulativas que enriquecieron
a los acreedores y a sus socios locales. Por eso reiteramos aquí el
reclamo básico, ya compartido por gran parte de la población
de una suspensión inmediata de los pagos de la deuda que en gran parte
se compone de títulos que están en manos de los capitalistas
argentinos. Esta suspensión debe ser complementada con el abandono
de todas las negociaciones con el FMI, el desconocimiento definitivo de todos
los pasivos fraudulentos, la renegociación de líneas de crédito
vinculadas a transacciones comerciales prioritarias y el establecimiento de
un sistema futuro de pago sólo acotado a los pequeños tenedores
nacionales de títulos. Todas las alternativas que se han ensayado para
evitar esta salida llevaron al desastre actual. El plan Brady y las sucesivas
reducciones de intereses y ampliaciones de los plazos de pago sólo
condujeron a engrosar el pasivo y a condicionar toda la actividad económica
a exigencias de los acreedores.
Este mismo camino está recorriendo nuevamente el gobierno, cuando en
pleno default acelera las negociaciones con el FMI para fijar un nuevo cronograma
de pagos. Buscan retomar el rumbo que trazó Cavallo con el canje de
los títulos en manos de los acreedores externos y el reconocimiento
de los nuevos bonos entregados a las AFJP y los bancos locales. Para asegurar
este continuismo Duhalde ha colocado al frente del Banco Central a un representante
directo del FMI.
A esta altura resulta indispensable admitir que las dificultades que ocasionaría
el desconocimiento de la deuda serían muy inferiores a los padecimientos
que genera la continuidad de su pago. ¿Qué escenario peor al actual
podría desatar una moratoria? ¿Mayor corte del crédito internacional
interrumpido desde hace más de un año? ¿Mayor ausencia de inexistentes
inversiones? ¿Mayor aumento del riesgo país? ¿Incautación de
los irrelevantes bienes públicos en el exterior? Todos los fantasmas
anunciados ante un eventual desconocimiento de la deuda ya se han materializado
por haber evitado esta decisión. Llegó el momento de iniciar
otro camino: una emancipación de los acreedores de la deuda externa
-incluyendo a aquéllos que residen en el país- que contará
con la solidaridad de todos los pueblos del mundo sometidos a las mismas cadenas.
La sublevación popular que existe en nuestro país ha provocado
una gran conmoción internacional y un gran temor al "contagio político
del ejemplo argentino" entre los acreedores. Estas condiciones favorecen la
implementación inmediata de la decisión soberana del no pago.
6) El desconocimiento de la deuda permitiría una reformulación
total del nuevo presupuesto 2002, debatido por la población y sin ninguna
supervisión de técnicos del FMI. El proyecto oficial abandona
el "déficit cero" pero no el principio de ajustar sueldos, jubilaciones
y partidas provinciales en función de la recaudación, porque
contempla la prioridad de pago de 5.275 millones de pesos de intereses de
la deuda a organismos internacionales y acreedores locales. Por eso convalida
el recorte que hizo Cavallo del 13% de los salarios y lo extiende a todo el
ejercicio. En las partidas de educación no se contempla el pago del
incentivo docente y se perpetúa el desfinanciamiento del PAMI y de
los hospitales públicos. Pero como la devaluación ha iniciado
un proceso inflacionario y la recaudación seguirá cayendo durante
la recesión récord del semestre en curso, el recorte presupuestario
del 2002 será muy superior a todo lo conocido. Por eso pensamos que
cualquier plan fiscal debería adaptarse a los objetivos enunciados
anteriormente:
aumento salarial y seguro al desocupado financiado con el desconocimiento
de la deuda y los impuestos al gran capital.
7) En medio del desangre económico que sufre el país, las empresas
privatizadas continúan gozando de los grandes beneficios que le brindó
su apropiación de los resortes estratégicos del proceso productivo.
El impuesto a las compañías petroleras para socorrer a los bancos
se mantiene tan indefinido y la renegociación de las tarifas de los
servicios públicos ya quedó abierta durante el reciente tratamiento
parlamentario del tema. Las compañías y sus representantes diplomáticos
(desde embajadores hasta presidentes) ejercen una presión descarada
para amortiguar las retenciones a las exportaciones petroleras, exigir seguros
de cambios y compensaciones tarifarias. Pero la mentalidad colonial y la aceptación
del trato servil ya es tan común entre los funcionarios, que nadie
repudia esta ingerencia en las decisiones económicas del país.
Las compañías privatizadas no han abandonado su proyecto de
dolarizar la economía para continuar remitiendo utilidades al exterior.
Simplemente apuestan a reintroducirlo a otra paridad como en Ecuador luego
de un caos inflacionario. Mientras preparan esta nueva versión de la
convertibilidad, trabajan en lo inmediato en planes de indexación tarifaria.
Las nefastas consecuencias de las privatizaciones están a la vista.
Las compañías lograron una inédita acumulación
de beneficios a costa del resto del país. Adquirieron las empresas
por sumas irrisorias, introdujeron inversiones mínimas en algunos sectores
y vaciaron las empresas en otras ramas. Se apropiaron de la renta petrolera,
destruyeron los ferrocarriles, liquidaron las aerolíneas, estafaron
a los transportistas con los peajes, encarecieron los teléfonos, el
agua y la electricidad. Cómo ya usufructuaron abusivamente de contratos
fraudulentos, llegó la hora de poner fin a esta depredación
para iniciar la reconstrucción económica del país.
Un programa de emergencia que represente los intereses de los trabajadores
debería propiciar la reestatización de las empresas privatizadas
sin ningún tipo de indemnización a fin de remodelar por completo
su funcionamiento al servicio del país, abaratando las tarifas (actualmente
impagables y en mora generalizada), asegurando la inversión y reciclando
las ganancias y la renta dentro del circuito productivo nacional. La reestatización
es indispensable, porque las empresas se especializan en burlar todas las
formas de control y regulación de su actividad y porque resulta imposible
desenvolver un plan económico popular sin el manejo estatal de las
compañías estratégicas. Para evitar el retorno a la experiencia
pasada de burocratización, corrupción y enriquecimiento de grupos
asociados a las empresas públicas, proponemos la introducción
de nuevas formas de gestión democrática, basadas en la participación
directa de los trabajadores y usuarios.
8) Entre otras medidas, un programa de emergencia debería asegurar
un manejo centralizado del comercio exterior y el control de cambios.
También resulta imperiosa la reestructuración de las economías
regionales sacudidas por la decadencia productiva, la indigencia y la situación
generalizada de endeudamiento y asfixia impositiva de los pequeños
productores. Asimismo creemos que debería establecerse una inmediata
reducción de las tasas del IVA. Finalmente, los impuestos al capital
que aquí se proponen deben ir de la mano de una reformulación
total de la estructura impositiva que, entre otras cosas, erradique la escandalosa
evasión de 20.000 millones de dólares al año.
8) Las propuestas presentadas a través de este documento constituyen
sólo un punto de partida de la discusión realizada el 9 de enero
pasado en Económicas. Buscamos alentar la elaboración de programas
concretos en cada uno de los temas genéricamente abordados en este
primer análisis.
Durante los últimos años de neoliberalismo, la profesión
de los economistas quedó identificada con la actividad de los gurúes,
técnicos y hombres de negocios que aparecen en los medios de difusión
para justificar los atropellos contra el pueblo. Nos proponemos transformar
por completo esta imagen, demostrando que existen economistas críticos
del capitalismo, que trabajan en abierta oposición a las fundaciones
de la clase dominante. Nos ubicamos junto a las reindicaciones de los trabajadores,
las demandas de los piqueteros, las movilizaciones de la juventud y los reclamos
de la clase media, que han confluido en un proceso extraordinario de luchas
que cambiará el futuro de la Argentina.
LUIS BECERRA. ALBERTO BONNET.
ALFONSO FLORIDO. GUILLERMO GIGLIANI. CLAUDIO KATZ. JORGE MARCHINI. ALBERTO
TESZKIEWICZ.