23 de
enero de 2002
Antoni Marin
ARGENTINA:
VUELVEN LOS ESCUADRONES DE LA MUERTE
CUATRO POLICIAS FUERON
DETENIDOS POR EL FUSILAMIENTO DE DOS CHICOS
Las caras del escuadrón de la muerte
Una investigación
de Página/12 dio cuenta, meses atrás, de un escuadrón
integrado por policías responsable del asesinato de dos chicos de 14
y 16 años, que aparecieron atados y baleados. Ayer, al fin, cuatro
policías fueron detenidos. Otros cuatro están prófugos.
Las familias de los chicos
muertos en el entierro del Monito Galván, el pasado abril.
Por Cristian Alarcón
Ocho meses después
de que un escuadrón de la muerte fusilara a Gastón Galván
y Miguel Burgos -los chicos de 14 y 16 años cuyos cadáveres
fueron abandonados en abril en José León Suárez-, la
Justicia detuvo a cuatro policías bonaerenses por el doble crimen.
También busca a cuatro más, que permanecen prófugos desde
el viernes. Los detenidos eran personal de la comisaría 3ª de Don Torcuato
y de otras dependencias de la Zona Norte, tal como desde los primeros días
después de la matanza y en una serie de investigaciones publicadas
a lo largo del año sostuvo Página/12. Las detenciones ordenadas
el último viernes significaron 18 allanamientos en la provincia y la
ciudad de Buenos Aires y entre los imputados estaría el hombre al que
se considera como uno de los matadores del Monito y el Piti: Carlos Horacio
Icardo, un oficial señalado como quien se encargó de amenazar
y perseguir a otras víctimas del escuadrón antes de que fueran
fusiladas. Página/12 también aportó hace casi dos meses
a la Justicia el relato de un testigo protegido que luego fue confirmado por
la fiscalía: de allí que ya está demostrado que la noche
del 24 al 25 de abril hasta la 1.30 de la madrugada, una hora antes del asesinato,
los chicos estuvieron detenidos en "la Crítica", como se conoce a la
3ª en la zona del escuadrón.
Dos de los presuntos
asesinos cayeron presos cuando trabajaban en la seccional. Otro fue detenido
en su casa, en el Gran Buenos Aires. El cuarto, en su departamento de la capital.
Fuentes del Ministerio de Seguridad provincial informaron que los presos son
el cabo Ramón Acosta, el sargento ayudante Eduardo Escovedo y el oficial
subinspector Juan Domingo Barrientos, acusados los tres de privación
ilegal de la libertad. Estaban de guardia cuando los chicos ingresaron, alrededor
de las 19.30.
El otro policía
es Carlos Icardo, un famoso agente conocido por los chicos ladrones de la
zona norte como "uno de los pegadores de la Crítica". Hugo Alberto
Cáceres, quizás el más conocido policía de la
zona, famoso como El Hugo Beto, habría quedado fuera de la orden de
detención, a pesar de que es uno de los sospechosos de capitanear el
escuadrón. Icardo está denunciado no sólo en la causa
por la muerte del Monito y el Piti, sino en otras dos por haber sido quien
amenazaba a los adolescentes que luego aparecían caídos en supuestos
enfrentamientos. Así fue por ejemplo en el caso de Fabián Blanco,
un chico de la villa Bayres, conocido de Galván y Burgos, a quien -según
su madre le contó a Página/12- Icardo había corrido a
tiros hasta los fondos de la casa, diciéndole que "tenía orden
de un juez para matarlo" cuatro días antes de su asesinato.
La historia de Galván
y Burgos es la que primero dio indicios de la existencia de un escuadrón
de la muerte en la zona de San Fernando, San Isidro y Tigre, allí donde
la concentración de la riqueza convierte al lugar en el más
injusto de la Argentina. El 25 de abril último aparecieron en un descampado
de José León Suárez los cuerpos atados de pies y manos,
estaban amordazados. Galván tenía 11 balas en el cuerpo. Burgos
seis. Las municiones usadas fueron más que profesionales: son hexagonales
de polígono, hechas para matar o matar y el fiscal debió enviarlas
a peritar a Alemania. Además el arma del que fueron disparadas, una
pistola nueve milímetros, tenía el caño limado, de manera
que no dejó en las balas las estrías necesarias para determinar
su procedencia. Como si fuera poco, al Monito Galván, después
de fusilarlo, le habían colocado en la cabeza una bolsa de nylon, signo
inequívoco de la tortura más clásica en las comisarías
bonaerenses. El caso fue uno de los mencionados por la Corte Suprema en la
acordada sobre las muertes sospechosas de menores que terminó provocando
la caída de Ramón Verón.
Este diario caminó
por las calles de Bancalari, el barrio pobre en el que vivían los chicos.
Sus padres fueron los primeros que dieron idea de cuáles eran los peores
enemigos que tenían: la policía de Don Torcuato. Eran incontables
las veces que habían estado detenidos en la comisaría 3ª,y que
en sus oficinas o calabozos habían sido torturados y golpeados. Durante
los últimos meses habían sido amenazados en público hasta
el punto de que un grupo de la "taquería" le había hecho al
Monito un falso fusilamiento en una esquina del barrio, a dos cuadras de su
casa. Luego varios chicos que solían robar sumas ínfimas junto
a los dos ladroncitos muertos le dijeron a este cronista que "no eran los
primeros de la lista" y que los policías les habían un mensaje:
no serían los últimos. Pues, en principio cumplieron. Icardo
es el hombre de "la crítica" que se dedicaba a "verduguear" a los detenidos
menores y a los más jóvenes. Era él, según las
denuncias existentes, quien junto a Marcos Bressán -posiblemente uno
de los prófugos- enviaba mensajes tales como "decile al Duende que
le va a pasar lo mismo que a Blanco", refiriéndose a lo que podría
ocurrirle a Juan Salto, luego acribillado, y lo que le había pasado
a su amigo Fabián Blanco, el 1º de noviembre de 2000 cuando lo bajaron
a tiros de un árbol.
Esos otros casos, en
principio no vinculados al de Galván y Burgos, surgieron tras la investigación
de este diario como eslabones de una misma cadena de crímenes cometidos
por un escuadrón. Fue reconstruyendo esa cadena que este diario dio
con los hermanos David y Agustín R., dos chicos menores que hacía
meses vivían escondidos en el fondo de un rancho, escapando de Icardo,
Bressán y otros policías de Don Torcuato. A través de
la hermana de ellos se pudo establecer que un preso detenido en la comisaría
3ª el 24 de abril había visto al Monito y al Piti cuando los ingresaron
y cuando se los llevaron, a la 1.30. Según la autopsia, los chicos
fueron asesinados a las 2.30 de la madrugada, apenas una hora después
de que los sacaron de ese encierro que fue su patíbulo.
"Pibes
como el mío me parten el alma"
Por C.A.
Zunilda Galván, "la Negra", es la madre de Gastón, "el Monito"
Galván. Por primera vez en mucho tiempo se le escucha la voz de una mujer
con cierta alegría, casi efusiva para lo que es su tono leve. Página/12
la conoció el día en que velaba a su hijo en el comedor de la
casa que tanto esfuerzo construyó junto a su marido, el Mono Galván,
un empleado de una empresa de recolección de basura. Zunilda es quien
aquella tarde, a pesar del dolor, le contó a este cronista la larga historia
de torturas y amenazas que había sufrido su hijo con los policías
de la Comisaría 3ra. "No era dueño de cruzarse cuatro cuadras
que ya iba adentro y lo golpeaban hasta que convulsionaba. Estaba amenazado
de muerte", dijo aquella vez.
Ahora, todavía
impresionada por las muertes de jóvenes en Plaza de Mayo, y por los
rumores que la hicieron tener que defender con esas barricadas destinadas
a fantasmas del conurbano lo poco que tiene, dice que tiene fe, que los asesinos
serán encarcelados y que cada vez que mira un chico como el que fue
el suyo, se muere de lástima porque nadie lo ayuda.
"Después de que
te pasa algo así es como que uno empieza a mirar por los otros pibes
como el mío, que te parten el alma, te da mucha lástima, te
da no sé qué porque nadie los puede ayudar." Zunilda contó
hace ocho meses cómo su hijo dependía de "la bolsita" de poxiran,
la misma que fue a comprar la tarde en que lo subieron a un patrullero para
matarlo. "El tenía que era enfermo de su adicción -dice-, pero
era bueno, igual que el Piti." Ahora la pone mal ver a los otros chicos del
barrio que sucumben ante el consumo de ese pegamento que los quita de toda
realidad miserable. Piensa en los caminos diferentes que podría haber
habido para su chico de 14 acosado por el consumo y por la Bonaerense. Piensa
también en los muertos de la Plaza de Mayo. Si ella misma, con su madre,
y sus hijos, estuvo allí el ultimo viernes, cuando la Correpi presentó
el informe anual de gatillo fácil que indica que la policía
mata un chico cada cuatro días. "Me dio tanto dolor, ver esa gente
así, que van a hacer una marcha por el bien y terminan asesinados como
el mío", dice entre consternada y contenta por la cárcel de
los presuntos asesinos.