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Leonardo Boff
Servicio Informativo "Alai-amlatina"
Ultimamente muchos me han preguntado: ¿Qué podemos esperar del año 2002?
Frente a la dramaticidad de los días actuales guardé silencio obligado. Una
entrevistadora me interpeló: "¿Pero Usted no es teólogo? El teólogo siempre
tiene fe y esperanza". De mi parte pude haber recitado la lección del cristianismo:
después que Jesús resucitó no nos es más permitido perder la esperanza. La
vida y no la muerte fue la última palabra que Dios pronunció sobre la tragedia
humana. De hecho, la esperanza cristiana garantiza el fin bueno de la historia.
Mas no nos dice por qué caminos llegaremos allí. Por eso no osé recurrir a
esa reserva espiritual de esperanza. Pues, pensé: para que la vida triunfase
fue preciso pasar por "una noche obscura y terrible" como dirían los místicos.
Los textos sagrados refieren que la crisis que gestó la vida nueva por Jesús
resucitado fue tan radical que sacudió lo que existe de más consistente (el
firmamento) y atropelló lo que hay de más sagrado (el velo del templo). A
ese costo el Sol volvió a brillar.
¿No vivimos tiempos semejantes?
Es mejor callar reverentemente que decir palabrerías endulzadas. Después,
dando vueltas al asunto, pensé en dos puntos que nos podrán traer alguna esperanza:
la no linealidad del proceso evolutivo y el efecto mariposa, argumentos derivados
de la cosmología contemporánea.
El proceso de evolución
no se hace linealmente, sino por rupturas. A partir de cierto momento, la
complejidad aumenta, se acumula energía que proviene misteriosamente de vacío
cuántico hasta que rompe todas las barreras, produciendo una ruptura, lo antiguo
se desestructura y lo nuevo irrumpe con fuerza seminal. Surge una nueva virtualidad
en el universo, en la sociedad o en la biografía de una persona y se traza
un nuevo horizonte de esperanza.
No son pocos que ven en
la actual situación los síntomas de grandes cambios que la evolución y la
Tierra pasarán. Ellos representan una travesía que destruye un orden e induce
a uno nuevo. ¿No estamos pasando de lo local a lo global? ¿Del Estado-nación
a la sociedad planetaria? ¿De la sociedad planetaria a la sociedad de vida?
¿De la sociedad de vida al superorganismo vivo, Gaia? ¿De Gaia al cosmos?
Un nuevo estado de conciencia está emergiendo, rumbo a lo que Teilhard de
Chardin llamara noosfera, vale decir, la humanidad se reúne en un lugar único,
en el planeta Tierra, con los corazones y las mentes (noos) buscando equilibrio
y armonía más altos. ¿No estarían la catástrofe de noviembre y sus desdoblamientos
acelerando la ruptura inevitable y abriendo espacio para lo nuevo emergente,
portador de esperanzas para la humanidad? Ojalá 2002 nos lleve más adelante
en ese proceso. Vale esperar.
El segundo argumento de
esperanza reside en el así llamado efecto mariposa. Él es una derivación de
la física cuántica que nos enseña: todo tiene que ver con todo y somos todos
inter- retro-dependientes. Por eso cada individuo es un eslabón de la inmensa
corriente de energía y de vida y cuenta mucho. El efecto mariposa representa
una concreción de este principio. Fue identificado en 1960 por los que hacen
previsiones meteorológicas. En ese campo como en otros funcionan sistemas
caóticos, quiere decir, sistemas en los cuales domina la imprevisibilidad.
Como un todo, tales sistemas también están sometidos a leyes matemáticas factibles
de descripción; mas su comportamiento concreto no puede ser previsto. Pequeñas
modificaciones pueden ocasionar grandes cambios. Entonces se dice: "Si una
mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva
York". O como en un estadio de fútbol: basta que algunos comiencen a hacer
la ola y, de repente, todo el estadio es contaminado y surge una inconmensurable
ola. Es el efecto mariposa: un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones.
Ese gesto puede estar
escondido en cada uno de nosotros. Y está. Como estamos ligados a todo y a
todos, puede desencadenar aquel proceso cuyo efecto es una inconmensurable
transformación de la historia. El año 2002 se inscribe dentro de este arco
y de esta esperanza posible.