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Latinoamérica

El ritual de exterminio de más de 400 personas en 3 días en el Estadio Nacional

por Héctor Vera (Chile)

Es ya muy conocido, por la película de Costa Gavras "Missing", el caso de Charles Horman, periodista norteamericano asesinado en Chile. Nada se sabe, sin embargo, del detalle de los asesinatos cometidos en el Estadio Nacional los días siguientes del golpe militar (1973). Adam Schesch, historiador norteamericano y su esposa Pat Garrett, socióloga, vivieron, en detalle, el ritual de la muerte de 400 a 500 opositores a la Junta Militar en el Estadio Nacional en "tres días y cuarto".

Este informe se conoce recién porque Adams Schesch viajó desde Wisconsin para testificar ante el juez Juan Guzmán (mayo 2002). Ambos cientistas norteamericanos hicieron parte de los 150 extranjeros que estuvieron detenidos en el Estadio Nacional. Su situación de privilegio como observadores y participantes, hacen de este relato un testimonio particularmente revelador.

He aquí parte del descarnado y vívido relato del historiador que hoy es revelado.

"Fuimos detenidos por más de ocho días por un grupo de 20 carabineros con mi esposa Pat, del 14 de septiembre al 21 del mismo mes. Primero fuimos conducidos a la Escuela de Suboficiales y de allí al Estadio Nacional. Allí permanecimos detenidos como extranjeros. Yo fui golpeado en uno de los interrogatorios. Durante tres días y cuarto presenciamos el ritual de la muerte que motiva este testimonio. Pudimos salir del recinto el 18 en la tarde".

"Se nos acusaba de tener dos mapas de valor militar. Estos documentos sólo contenían datos de nuestros estudios sobre movimientos sociales, tema que hacían parte de nuestros estudios en Estados Unidos".

"Lo que allí vimos ha marcado profundamente nuestras vidas. Lo que yo vi no está en el informe Rettig. Lo que han visto los chilenos del Estadio Nacional es lo que ocurrió después del 18 de septiembre, cuando se empezó a pasar a las graderías a los detenidos que estaban en los camarines, pasillos y bodegas del Estadio".

"El horror que presencié es anterior a esos días. Calculamos, con total rigurosidad de observadores interesados en el destino de personas que respetamos, la ejecución, por ametrallamiento, de cerca de 400 a 500 personas, ocurridas en 3 días y cuarto, del 15 al 18 de septiembre".

· ¿Por qué una matanza de esta magnitud, entre 400 y 500 personas, según sus cálculos, realizado en tan poco tiempo, no se conocía o no fueron denunciadas por parte de otras personas que estuvieron en el Estadio Nacional en la misma fecha que Uds. estuvieron?

"La respuesta a esto es simple y fundamental a la vez. Simple porque fuimos testigos privilegiados en tanto nuestros captores no hallaban qué hacer con nosotros. Los prisioneros estaban encerrados en camarines, aislados unos de otros. Esto les impedía ver lo que pasaba en otras secciones. No sabían los militares tratarnos como amigos o enemigos. Y ello los llevó a dejarnos debajo de las graderías del sector Pacífico del estadio en donde se pasaron situaciones muy importantes. Nos permitían ir al baño cuatro veces al día y a movernos en los pasillos cercanos, con lo que pudimos reconocer personas detenidas, escuchar conversaciones y presenciar diversas escenas".

"Vimos y escuchamos a los militares tomar decisiones, discutir, gritar y a los prisioneros en los pasillos y camarines, distribuidos con distintas funciones: golpizas, hombres, mujeres, extranjeros, obreros, dirigentes de la Unidad Popular, recintos para oficiales. Y es también fundamental nuestro testimonio porque nosotros estamos entrenados para la observación como cientistas sociales, de manera que registramos en detalle los movimientos y las palabras escuchadas esos terribles tres días y cuarto de pesadilla y de exterminio sistemático que nos tocó vivir".

· ¿Cómo operaban las ejecuciones en los días que estuvieron Uds. en el Estadio Nacional?

"Observé que siempre repitieron el mismo ritual. Los oficiales tenían un libro posiblemente con el registro de los nombres y chequeaban a las personas. Se formaban dos filas en los pasillos. Los que vivirían, que eran, al principio, los menos, y los que irían al túnel que los conduciría a la muerte. Los rostros de unos y de otros eran distintos. Los unos con cierta relajación y los otros con muestras de dolor y de profunda preocupación".

"La fila de la muerte entraba por un túnel del estadio y pasaban a la cancha de juego, donde serían ejecutados. Antes de proceder a los ametrallamientos, un suboficial se encargaba de poner en marcha los ventiladores de los camarines... Ahora que he venido de nuevo al lugar, después de 29 años, he constatado que esos mismos ventiladores están y meten tanto ruido como en 1973. Ese ruido servía para ahogar el ruido de los disparos que duraban entre 1 a 2 minutos cada vez. Terminado esto se apagaban los ventiladores nuevamente. Cada grupo que era ejecutado estaba compuesto por 15 a 25 personas. Por el número de veces que repitieron este ritual, 5 a 7 veces al día, en los tres días y cuarto, he calculado que mataron entre 400 a 500 personas en la pista central de estadio".

¿Cuál era la actitud de los prisioneros que pasarían por el túnel de la muerte?

"Muchos de los prisioneros eran brutalmente golpeados con las culatas de las armas de los soldados, incluso adolescentes y viejos. A mí me rompieron una costilla con botas de guerra, durante una de mis interrogaciones".

"Pero en medio de ese dolor, mi esposa escuchó a la gente cantar antes de morir y se iban apagando sus voces mientras los ametrallamientos continuaban. Después venía un pesado silencio acompañado por los ventiladores que paraban de funcionar".

"Pienso que la gente tenía una tremenda dignidad y eso posiblemente desesperaba a los militares, que volvían a los gritos y a las golpizas una y otra vez".

En esta parte del relato, el rostro de Adam, casi dio paso a las lágrimas, acumuladas desde tantos años. Pero sin que se quebrara del todo su voz, agregó:

"¿Por qué no hay una investigación más seria sobre estos hechos? El juez Guzmán está solo, no tiene el apoyo que se necesita para restablecer la verdad. La Comisión Rettig registró solo 40 muertes en todo el período en el Estadio Nacional. Exactamente 10 veces menos de lo que estoy testificando. Esta diferencia sustancial de cifras se debe a que lo que se dice en el informe es sólo a partir de 18 de septiembre, en que las ejecuciones, como consta a otros testigos, fueron mucho más esporádicas que lo que tuvimos la oportunidad de conocer como testigos extranjeros. Han quedado en la retina de los chilenos y del mundo las escenas del Estadio lleno de prisiones. Sin embargo lo más siniestro ocurrió antes de esas escenas..... Es una vergüenza que no se haya investigado mejor estos hechos y que esto ocurra en un país que ha logrado recuperar la democracia... Ya no debieran los chilenos tener miedo de los militares golpistas y debieran también denunciar las numerosas torturas de la que han sido víctima tantos chilenos"...Nosotros lo hicimos en relación a la guerra de Vietnam. Nos costó, pero lo hicimos".

· ¿Por qué tardó tanto tiempo en dar a conocer estos hechos tan sustantivos sobre los asesinatos del Estadio Nacional?

"Inmediatamente después de llegar de regreso a Estados Unidos, con Pat , hicimos un informe para el Subcomité de Investigación de Problemas conectados con los Refugiados y Escapados del Senado de mi país (28/09,1973), del cual tengo una copia . Ahora que vine a Chile, a petición de la viuda de Charles Horman, he hecho entrega de dicho documento al Juez Guzmán y he relatado los detalles, con mi testimonio, durante más de 9 horas, en dos días de declaraciones. Nunca he callado ni callaré lo que he presenciado porque la humanidad debe saber qué pasó en Chile durante la dictadura militar".

Este periodista posee la copia del documento citado por Adam y que fue entregado al juez Guzmán. En dicho documento hay una parte de lo relatado. El resto forma parte del secreto del sumario. También en ese documento se consigna un mapa con los lugares donde ocurrieron los hechos.

· ¿Qué siente ahora, después de 29 años de estar en Estados Unidos y de regresar a Chile?

"Después del golpe de Estado viví en Madison , Wisconsin. Me desempeñé como investigador analítico de servicios comunitarios en la Universidad de Wisconsin. Desde 1994 obtuve el Doctorado en Historia".

"El episodio de Chile lo guardé como si fuera un paréntesis en mi vida. Pero nunca he podido abandonar a mis amigos chilenos. Ahora que he regresado al país, he revivido la profunda emoción de ese momento. Me he dado cuenta que nunca podemos borrar el horror de lo vivido a pesar del tiempo y la distancia. Tengo conciencia que más que nunca los chilenos deben conocer toda la verdad. Que lo peor que puede pasarles es dejar las cosas a medias. Los torturadores y asesinos deben ser denunciados, los horrores deben ser relatados, porque es la única forma de superar los miedos y avanzar en la convivencia democrática".

"La verdad tiene un gran aliado en el Juez Guzmán. Los chilenos deberían aprender a apoyarlo más, a respetarlo más, porque es una garantía de rectitud con la verdad de esta historia que nos duele tanto".