EL VIETNAM ANTERIOR A LA ESCALADA
Miguel Urbano Rodrigues
http://resistir.info
En los últimos días dos acontecimientos de enorme significado
político han llamado la atención hacia América Latina como
polo de luchas que condicionan el rumbo de la humanidad.
El 7 de agosto Alvaro Uribe Vélez asumió la presidencia de Colombia
bajo la protección de un gigantesco aparato militar. A la misma hora
morteros y rockets explotaban en el centro de Santa Fé de Bogotá,
dañando un ala del propio palacio presidencial, la Casa de Nariño.
El 8, en Caracas, la Suprema corte de Venezuela emitía un fallo negándose
a juzgar como golpistas a cuatro generales y almirantes que dirigieron el golpe
de estado del 11de abril contra el presidente Hugo Chávez.
Ambos acontecimientos serán recordados como esclarecedores en el viejo
debate sobre estrategias para la toma del poder, la transición al socialismo
y las formas de lucha.
La decisión de los jueces de Caracas, aunque esperada, fue recibida como
chorro de agua fría por el presidente Chávez y por cuantos en
Venezuela apoyan la Revolución bolivariana. Ella iluminó con luz
fuerte las ilusiones de los que allí todavía creen en transformaciones
revolucionarias de la sociedad realizadas por canales institucionales. El fallo
caraqueño sonó en América Latina como un réquiem
a la vía pacífica. La oposición parece creer ahora en la
táctica del desgaste, haciendo lo posible para encaminar el país
hacia una situación caótica. Si el presidente Chávez no
rectifica su estrategia, no es de excluir incluso la eventualidad de un nuevo
golpe.
Las bombas de Bogotá -independientemente de los responsables del operativo-
hicieron recordar a millones de personas que en esta era de hegemonía
absoluta del poder imperial estadounidense una guerrilla transformada en ejército
del pueblo sobrevive en Colombia hace casi cuatro décadas, demostrando
que es posible resistir por las armas al mayor ejército de América
Latina, armado, entrenado y financiado por los EEUU.
En Washington, la alarma provocada por las noticias de Colombia apagó
la euforia resultante de las buenas nuevas llegadas de Venezuela. En la Casa
Blanca y el Pentágono no se olvida que la toma del poder es, a largo
plazo, el objetivo estratégico de las FARC-EP.
Hasta el momento en que escribo, las FARC no se han pronunciado sobre los acontecimientos
del día 7. Pero esa actitud no sorprende porque el movimiento guerrillero
no suele emitir comunicados sobre acciones de ese tipo.
El gobierno, como era de esperar, atribuyó inmediatamente a las FARC
la responsabilidad por las explosiones que hicieron de la toma de mando de Uribe
los titulares de los media internacionales.
URIBE: «!QUE FRACASO!»
Personalidades que rodeaban a Uribe cuando le informaron que el propio palacio
presidencial había sido afectado por el bombardeo han declarado a la
prensa que él, descontrolado, comentó : «!Qué vaina, qué
insuceso!»
Su espanto es comprensible. El pretendía transformar la posesión
del cargo en ceremonia de proyección internacional. Se encontraba rodeado
de jefes de estado y de gobierno. De España, Aznar envió al propio
heredero del trono.
Las fuerzas armadas habían garantizado que la seguridad era total. Un
aparato militar-policial jamás visto en Bogotá había establecido
un cordón protector en el centro de la capital, cubriendo lugares estratégicos.
Más de 20 000 soldados del ejército y la policía integraban
el operativo que incluía tropas de élite entrenadas para intervenir
en áreas urbanas.
Aviones de combate y helicópteros sobrevolaban Bogotá desde la
madrugada. Todos los vuelos comerciales en el espacio aéreo de la capital
habían sido suspendidos entre las 3 y las 5 de la tarde. Un avión
espía norteamericano enviado por los EEUU participó en el operativo
de seguridad. Los media tranquilizaban la población.
Sin embargo, ocurrió lo inimaginable. Aquello hizo recordar a algunos
invitados extranjeros operativos de comandos vietnamitas en Saigón en
el el auge de la guerra contra EEUU.
El efecto que Uribe esperaba con la pompa de la ceremonia y su contradictorio
discurso no se obtuvo.
Además del palacio fueron también bombardeados el Colegio militar
de cadetes y la sede administrativa del gobierno.
Uribe propuso la mediación de la ONU, pero subrayando que solamente concibe
la negociación con las FARC a partir de un cese al fuego previo, que
dejaría indefenso al movimiento guerrillero. Con otras palabras, la paz,
según él, pasa por la capitulación del adversario.
Los invitados extranjeros tuvieron una oportunidad excepcional para sacar sus
conclusiones de la jornada.
El bombardeo provocó víctimas. Murieron personas ajenas al gran
conflicto histórico en curso. Muertes esas que provocaron pesar en todo
el mundo. Pero el esfuerzo de Washington y la oligarquía colombiana para
utilizar los acontecimientos del 7 de agosto como instrumento emocional en la
campaña que presenta la insurgencia armada como desafío terrorista
no puede invertir la realidad.
Colombia es en este inicio de siglo escenario de un conflicto en que a veces
se hace difícil trazar la frontera entre la tragedia y la epopeya. Solamente
en Vietnam encontramos precedente para lo que allí ocurre. Ya lo escribí
después de convivir durante semanas con combatientes de las FARC en un
campamento guerrillero de la selva.Y vuelvo a expresar esa convicción.
No hay calumnias que puedan apagar el compromiso revolucionario de las FARC
en su larga lucha de cuatro décadas por una Colombia democrática
e independiente, un país renovado que responda al proyecto libertador
de Bolívar.
LA CONFESIÓN DEL GENERAL
Las ofensivas de las FARC en las últimas semanas han confirmado que la
organización, luchando en 60 frentes, dispone hoy de un poder militar
que es reconocido por el mismo ejército que les atribuye un efectivo
de combatientes superior a 20 000 hombres. El éxito de operativos en
grandes ciudades permite además concluir que su red de apoyo urbano se
amplió y fortaleció mucho durante el año pasado.
En un comunicado difundido en el país y el extranjero, el Estado Mayor
Central de las FARC-EP dejó claro que es el gobierno quien impide el
canje de prisioneros propuesto por la guerrilla y exigido por el pueblo.
Uribe llega así a la presidencia en un contexto en que su triunfalismo
es desmentido, día a día, por los hechos de la vida real. Condecorado
con la Orden del mérito militar, la Cruz de la fuerza aérea y
la Estrella de la policía, el nuevo presidente promete la victoria sobre
las FARC si ellas no se someten a sus condiciones, o sea, si no entregan las
armas, capitulando.
Habla con la prepotencia de un César caribeño sin uniforme. Mas
mientras anunciaba imaginarios triunfos futuros, el general Tapias (que durante
años fue el hombre fuerte del régimen) confesaba en un discurso
ambiguo, antes de abandonar el mando supremo de las fuerzas armadas, que la
guerra contra las FARC solamente puede terminar en la mesa de negociaciones,
pues no ve para ella otra solución que no sea política.
Los millones llegados de EEUU han permitido a la oligarquía colombiana
montar el más poderoso ejército de América Latina y una
fuerza aérea con un poder de fuego superior al de la brasileña
y argentina sumados. Pero Tapias, en su despedida, reconoce públicamente
que las FARC no pueden ser destruídas militarmente, ni con los dólares
del Plan Colombia.
UN MILLON DE SOPLONES
Colombia es, por sus recursos naturales, uno de los países más
ricos del continente americano. Pero está arruinada. Hasta «El Tiempo»,
portavoz de la oligarquía liberal, reconoce con amargura que todo ha
empeorado en los últimos años. El balance del mandato de Andrés
Pastrana es catastrófico. El de Uribe empieza con morteros y rockets
explotando en Bogotá.
Más del 60% de los 42 millones de colombianos vive en la pobreza. Unos
nueve millones disponen de menos de un dólar al día. Diez millones
están desempleados. La deuda externa supera los 42 mil millones. El panorama
es tan sombrío que en el Congreso de los EEUU se oyen ya voces lamentando
el despilfarro de 2 000 millones de dólares en programas de combate al
narcotráfico, incluyendo fondos anteriores al Plan Colombia. ?Porqué
esa protesta? Un miembro de la Cámara de representantes dió la
respuesta: la superficie de plantaciones de coca y amapola del opio es hoy superior
a la existente cuando se aprobara el Plan Colombia.
La guerra absorbe más del 35% del presupuesto nacional.
Pastrana ahora se lava las manos como el romano Pilatos. Para él llegó
la hora de descansar. Se prepara para dictar conferencias magistrales por este
mundo y disfrutar los encantos de sus propiedades en España.
A Uribe, su sucesor, los epígonos lo llamaron «el pacificador» durante
la campaña electoral. No será por casualidad que lo han comparado
al israelí Ariel Sharon. Es un político fascista. Como gobernador
del departamento de Antioquia fomentó allí el paramilitarismo.
De su espíritu de paz hace prueba la decisión hecha pública
por la ministra de defensa de crear, para ayudar al ejército, un cuerpo
auxiliar de 100 000 soladados y policías. Uribe lo encuentra insuficiente.
Anunció la contratación de un millón (sic) de auxiliares
de la policía, definidos como «informantes». Ni Hitler, Mussolini, Salazar,
Franco y Pinochet sumados dispusieron de tantos soplones.
Interrogado sobre la iniciativa, Uribe la elogió en declaraciones publicadas
por «El Tiempo» (10.08.2002); identifica en la medida una contribución
importante a la paz...
Ese es el estilo del nuevo presidente de Colombia.
Muchos años transcurrieron antes que las grandes mayorías tomaran
conciencia de que los revolucionarios de Vietnam combatían por toda la
humanidad. Un día algo semejante pasará con las FARC.El enemigo
real es el mismo. En otro contexto, las mujeres y hombres del movimiento guerrillero
del comandante Manuel Marulanda se encuentran involucrados en una lucha que
transciende el trágico escenario colombiano. Resistiendo, ellos combaten
también por la humanidad.
Traducción: Marla Muñoz El original en portugues de este articulo
se encuentra en http://resistir.info