Seamos re-conspiradores contra la clase dominante Isrrael Sotillo *
y contra el imperialismo
Cada día que pasa, el proceso de cambios en Venezuela, gana nuevos adeptos
y miembros; evidentemente, hombres y mujeres, francos y de pujante convicción
revolucionaria, quienes pueden ser educados con procedimientos de amplia actividad,
de extensas discusiones y con observación mutua, cumpliendo con lo propio
de los periodos de democracia y de legalidad. Sin duda que esta es una de las
ventajas que tiene la Revolución Bolivariana, al igual que la relativa
a la formación de sus cuadros dirigentes, en un clima de plena libertad
y por la vía y con los métodos propios de ésta época.
Vistas así las cosas, no parece haber complicación alguna, pero
el problema es más profundo y complejo. La recuperación del movimiento
popular, y especialmente su victoria alcanzada el 13 de abril, lanzan hacia
los sectores revolucionarios una gran masa de nuevos elementos. Estos no pueden
ser objetados, especialmente si son de origen popular, ya que precisamente,
su adhesión es uno de los signos más significativos de la revolución
que se está realizando en Venezuela; además, la dificultad que
se plantea es la de impedir que la dirección política del movimiento
revolucionario sea sumergida y disgregada por el "huracán bolivariano"
como ha venido sucediendo hasta ahora.
Pero, de otro lado, se anuncia un periodo muy grave, véase la prensa
neoliberal de las últimas semanas: "Centros de entrenamiento paramilitar
en varios lugares del país". Es decir, que la conspiración para
derrocar al gobierno sigue su marcha, al parecer, indetenible. En ese sentido,
seguiremos siendo reiterativos hasta el cansancio: "La derecha no sólo
conserva el poder, sino que lo comparte en gran medida con Chávez; por
eso pretende emplear grupos entrenados militarmente para liquidar la esperanza
de las masas venezolanas. Antonio Gramsci nos advierte a todos que "la historia
de las clases populares, especialmente en la época que atravesamos en
Venezuela, muestra cómo éste peligro no es imaginario".
Mientras ellos aparecen radicalizados (el hecho de que a menudo anuncien sus
verdaderos propósitos extremistas con frases teñidas de sangre,
lo confirma); los revolucionarios bolivarianos, por nuestra parte, tenemos que
echar de la mano hoy más que nunca la teoría marxista-leninista
e ir preparando a los oprimidos y oprimidas, de ser necesario, para la insurrección
armada de todo el pueblo contra los ricos, fijar la fecha y llevarla a la práctica.
De no ser así, seremos incapaces de vencer al poderoso enemigo que está
allí perpetuamente, igualito que el dinosaurio del hondureño-guatemalteco
Augusto Monterroso.
Para nadie es un secreto que en Venezuela los partidos tradicionales están
experimentando una recuperación que debe preocuparnos a todos los revolucionarios.
De allí que sea un imperativo inaplazable en esta etapa del proceso de
cambios no desdeñar como nos enseña Lenin "a los deberes del revolucionario
que oculta cuidadosamente de los ojos del mundo las relaciones y los vínculos
que tiene, establece o trata de entablar"; por consiguiente, debe desmarcarse
-en buen argot futbolístico- de cualquier conducta neoliberal, de las
cuales describimos algunas, en el entendido de que hay muchas más que
Ustedes mis queridos lectores pueden acrecentar:
1).- A sabiendas de que una persona está en un error, no sostener una
discusión de principios con ella y dejar pasar las cosas para preservar
la paz y la amistad; es decir, rozar apenas el asunto en lugar de ir hasta el
fondo.
2),- Hacer críticas irresponsables en privado en vez de plantear activamente
sugerencias a la organización.
3),- No decir nada a los demás en su presencia, sino andar con chismes
a sus espaldas; o callarse en las reuniones, pero murmurar después.
4).- No considerar para nada los principios de la vida colectiva, sino dejarse
llevar por las inclinaciones personales.
5).- Dejar pasar cuanto no le afecte a uno personalmente; decir lo menos posible
aunque se tenga perfecta conciencia de que algo es incorrecto.
6).- Ser hábil en mantenerse a cubierto y preocuparse únicamente
de evitar reproches.
7).- Desobedecer las órdenes y colocar las opiniones personales en primer
lugar.
8).- Exigir consideraciones especiales de la organización, pero rechazar
su disciplina.
9).- Entregarse a ataques personales, en vez de debatir los puntos erróneos
y luchar en contra de ellos en bien de la unidad.
10).- Escuchar opiniones incorrectas y no refutarlas, e incluso escuchar opiniones
contrarrevolucionarias y no informar sobre ellas.
11).- No hacer propaganda ni agitación y no hablar en las reuniones.
12).- No indignarse al ver que alguien perjudica los intereses de las masas,
ni discutirlo, ni impedir su acción, ni razonar con él o ella,
sino dejarle hacer.
13).- Trabajar descuidadamente, sin plan ni orientación definidos, cumpliendo
sólo con las formalidades.
14).- Considerar que se ha rendido grandes servicios a la revolución
y darse aires de experimentado.
15).- Desdeñar las tareas pequeñas, pero no estar a la altura
de las grandes.
16).- Ser negligente en el trabajo y flojo en el estudio.
17).- Tener conciencia de los propios errores, pero no intentar corregirlos,
tomando una actitud neoliberal para consigo mismo.
Todas las identificaciones de conductas anteriores, hechas, como se sabe, por
el gran timonel de la Revolución Cultural China Mao Tse Tung, tienen
como destinatarios a los cuadros militantes bolivarianos, y, de manera muy especial
a los revolucionarios que ejercen funciones de gobierno ahora mismo en Venezuela.
La historia de los movimientos y partidos revolucionarios nos enseña
como éstos se han dejado destrozar por la reacción y por el propio
comportamiento de los "revolucionarios". Ya decíamos que aquí
en Venezuela la oposición no está disgregada, por el contrario,
vienen recuperándose; en tal sentido llamamos la atención, una
y otra vez, para que las previsiones sean debidamente estimadas.
En todo caso, no podemos darnos el lujo de que sobrevenga la indiferencia y
la pasividad de las amplias masas, recuerden que estamos en un periodo reaccionario;
ellos y mucha gente nuestra quieren insertarnos como única norma de conducta
"la prudencia". No la rechazamos, sería una irresponsabilidad de nuestra
parte el hacerlo; sin embargo, antes hay que tomar las previsiones y las perspectivas
contra la amenaza que se cierne; o sea, la vuelta a la seudo democracia de la
que acabamos de salir: represión, persecución, tortura y cárcel
para los y las "cabezas calientes".
De la misma forma, cualquier acción que emprendamos, tiene que pasar
por considerar las relaciones reales de las fuerzas sociales, por el estado
de ánimo de las grandes masas obreras, campesinas, de mujeres, de jóvenes,
de intelectuales y de los soldados patriotas. Comprendemos que el elemento "espontaneidad"
no es suficiente para la lucha revolucionaria, pues nunca lleva a la clase popular
más allá de los límites de la democracia burguesa existente.
Es necesario el elemento conciencia, el elemento "ideológico", es decir,
la comprensión de las condiciones en que se lucha, de las relaciones
sociales en que viven las masas, de las tendencias fundamentales que operan
en el sistema de estas relaciones, del proceso de desarrollo que sufre la sociedad
por la existencia en su seno de contradicciones irreductibles, etcétera.
Ciertamente, no se le puede pedir a los bolivarianos de la masa tener una completa
conciencia de toda la compleja función que su clase está resuelta
a llevar a cabo en el proceso de desarrollo de la humanidad, pues eso hay que
reclamárselo a los cuadros revolucionarios. Por eso reivindicamos en
todos los espacios, que deben ser los bolivarianos, quienes tienen que conducir
la revolución y administrar el Estado, no ellos.
El Movimiento Quinta República, la principal organización del
bloque del cambio, por ejemplo, no es un partido democrático, al menos
en el sentido amplio que ordinariamente se le da a esta palabra. Es un partido
centralizado nacional. ¿Qué consecuencias puede tener y ya ha tenido
este tipo de organización, que también es una exigencia de la
revolución? Si ensayamos una respuesta a esta pregunta, pudiéramos
intentar aproximarnos a detectar, mientras respondemos, que el enfrentamiento
constante de las fracciones, de las tendencias y con frecuencia de hasta de
pandillas de negociadores oportunistas como el MAS-menos aquél; ultimaríamos
diciendo que eso ha roto a la organización en una infinidad de fragmentos
sueltos.
Entonces, de acuerdo al planteamiento expuesto anteriormente, consideramos que
en el MVR, prácticamente, se ha llegado a la conclusión de no
discutir absolutamente nada ideológico. Lo que precede explica, muy bien,
por qué la actividad teórica y la lucha en el frente ideológico,
se haya descuidado tanto en esa organización.
La centralización, de la cual hablamos, esa unidad de dirección
y esa unidad de concepción, se ha convertido en un estancamiento intelectual.
A ello ha contribuido, en gran medida, la necesidad de la lucha incesante contra
la conspiración, que verdaderamente comenzó el mismo momento,
y desde mucho antes aún, de que ésta organización junto
con el Polo Patriótico llegara al gobierno en 1998; recordemos aquí
que ya la conspiración estaba en una fase activa y ofensiva, pero que
sin temor a equivocaciones, contribuyó de alguna manera a las erróneas
concepciones del aparato-electoral que existe en este instante.
¿Cuál es la "tesis sobre la táctica" del MVR? Se desconoce. O
mejor: ¿Cuál es la línea política de la Dirección
Estratégica Nacional (DEN) de Quinta República en este momento?
Nada se sabe. De nuestra parte no tenemos respuesta alguna, por eso, hemos asomado
que la centralización y la unidad se han venido concibiendo de un modo
demasiado mecánico: La DEN, prácticamente, es todo el Partido,
en lugar de representarlo y dirigirlo.
Si ésta concepción se sigue aplicando permanentemente, el Partido
del gobierno perderá su carácter emblemático-político
y se convertirá, en el mejor de los casos, en un simple comando al mejor
estilo de Luis Miquilena (el pueblo lo llama triquiñuela) - personaje
de la política venezolana que a los 82 años de su vida se dio
cuenta que no era ningún revolucionario-, sería un verdadero comando
de tipo burgués; echaría por la borda lo que es su fuerza de atracción,
se apartaría de las masas. Para que el MVR active y esté en contacto
permanente con el pueblo, es menester que todos sus miembros sean un elemento
político dinámico, sean dirigentes completos. Precisamente, para
que la Quinta República sea una organización fuertemente centralizada,
se exige un gran trabajo de propaganda y de agitación en sus filas, es
imprescindible que de manera organizada, eduque a sus militantes y eleve su
nivel ideológico.
Centralización quiere decir especialmente que en cualquier situación,
inclusive el estado de excepción; asimismo, cuando los comités
dirigentes no pueden funcionar por un determinado periodo, o fueran puestos
en condiciones de no estar relacionados con toda la periferia, todos los miembros
del Movimiento, cada uno en su ambiente y se hallen en condiciones de orientarse,
de saber extraer de la realidad los elementos para establecer una orientación,
a fin de que la clase popular no se desmoralice, sino que sienta que es guiada
y que puede aún luchar. La preparación ideológica de las
masas populares es, por consiguiente, una necesidad de la lucha revolucionaria,
es una de las condiciones indispensables para la victoria. La "organización
revolucionaria", nos coloca a todos los bolivarianos en la necesidad -siempre
haciéndonos del pensamiento de Lenin- de "elevar la organización,
la disciplina y la técnica de la re-co-conspiración contra la
clase dominante y contra el imperialismo al más alto grado de perfección".
POST-SCRIPTUM: Antonio Gramsci, además de ser un político, fue
un gran revolucionario. El líder de la Revolución Bolivariana
Hugo Chávez lo citaba con mucha frecuencia en los primeros años
de su carrera política, y hoy como presidente, lo ha hecho muy pocas
veces. ¿Qué nos aconsejaría Gramsci para seguir adelante y ser
victoriosos? Esta interrogante me inunda la mente al acostarme y al levantarme.
Tal vez, tal vez... consiga la respuesta en los próximos días,
pero creo que requiero convertirme en el personaje central del cuento "La puerta
cerrada" escrito por el chileno José Donoso, uno de nuestros buenos maestros
del realismo fantástico.
* Periodista y abogado