13 de agosto del 2002
Los ex hombres del Presidente
Mariana Hernández
Gustavo Cisneros, Javier Elechiguerra, Hermann Escarrá, Luis Miquilena,
Jorge Olavarría, Miguel Henrique Otero, Alfredo Peña, Isaac Pérez
Recao, Manuel Rosendo, Ángela Zago. La lista es larga. ¿Qué pasó
con esa gente? Porque aún no se ha secado la tinta de sus soflamas chavistas
y ahora andan con el mismo enardecimiento contra el "Proceso". ¿Por qué
Chávez provoca esos cambiazos tan fastuosos? Gente que parecía
quererse dejar matar por él ahora andan buscando verle el hueso.
Lo cierto es que uno no puede ser chavista hasta el punto de celebrarle su sentido
de la amistad.
Miquilena era "su padre"... Ángela Zago le dedicó un libro de
ditirambos desmedidos titulado nada menos que La rebelión de los ángeles.
Ninguno abandonó sus procederes pringosos. Cuando Miquilena era atacado
por Arias Cárdenas lo llamaba lechero. Cuando le hablaban de Sociedad
Civil preguntaba insolente: "¿Con qué se come eso?". Alfredo Peña
daba vergüenza ajena defendiendo no sé qué durante no recuerdo
ya qué elecciones, maltratando a los periodistas y a todos. Olavarría
le pedía a Chávez que fuese tan autoritario como luego lo acusó
de ser. Hermann Escarrá era tan cursi defendiéndolo como ahora
es atacándolo. Otero dirige un periódico, El Nacional,
que en sus tiempos chavistas lo era tan encarnizadamente que los socarrones
lo llamaban Granma. Era igual de rabioso que ahora, pero chavista.
Porque uno entiende alguien se decepcione de alguien, hasta de Chávez.
Está bien, ya no les gusta el tipo por lo que sea. Por radical, porque
tiene una verruga, porque no es político. Pero de ahí a desestructurar
una vida entera de izquierda, como Miquilena, como Bandera Roja, para pasarse
con todas sus maletas a una conspiración de ultraderecha, vamos hay un
buen trecho.
Douglas Bravo ha tenido al menos la decencia de decir que Carmona y Chávez
son la misma cosa, pero no se ha puesto a la orden de Otto Reich para lo que
guste mandar. Y ahí es donde me pregunto si esa gente fue realmente de
izquierda alguna vez.
Quisiera una vez más, como millones de venezolanos, que Chávez
me oyera. Me dirijo a él o a algún íntimo suyo (que no
esté pensando voltearlo también, por supuesto), que le pueda comunicar
estas cosas. Pero es que, como él mismo lo reconoció, ha unas
semanas en su ¡Aló, Presidente!, no tiene tino para escoger amigos.
No sé si en el famoso librito Cómo ganar amigos y conservarlos
hay algún consejo sobre el modo de escogerlos.
Pero en alguna parte debe haberlo. Algún confesor, algún confidente,
su esposa, su hija, no sé.
La política, presidente Chávez, o amigo íntimo de Chávez,
es difícil, aparatosa, llena de enemigos de toda clase. Lo sé
porque sé cómo ha vivido mi familia metida en eso, en vaivenes
bien lejanos de la santidad. Eso habla bien de Chávez, que es ingenuo,
como un novato, sin malicia. Pero es peligrosísimo. ¿Cómo no iba
a darse cuenta de la maldad de Miquilena luego del escándalo de Micabú?
¿Cómo no lo percibió en las reuniones confidenciales en donde
Miquilena tiene que haber ventilado a las claras sus procederes? ¿Por qué
lo dejó ir tan lejos? ¿Por qué no lo largó a tiempo como
a Olavarría? Perdón, Olavarría fue al revés, como
desde el principio Chávez no le dio la preeminencia que sí le
dio a Miquilena, fue Olavarría el que largó a Chávez.
¿Cómo no se dio cuenta de cómo era Peña? ¿Cómo no
percibió a los Pérez Recao? ¿Nadie le contaba los malos manejos
de Rosendo? ¿De la Zago y su marido? Porque, ¡vamos!, una cosa es ser inocente
y otra... ¿Cómo llamarlo? Estas no son tonterías, el futuro de
un país depende de cómo Chávez escoja sus futuros enemigos,
que están a su alrededor, Presidente. Usted pidió una vez que
lo llamáramos "Chávez Ojo Pelao". Pero como que no podemos llamarlo
así. Seguirá siendo inocente hasta que demuestre lo contrario.