6 de agosto del 2002
Los hombres del presidente
Rodolfo Diverio
Rebelión
"Lo que digo no lo digo como hombre sabedor, sino buscando junto con
ustedes". Platón.
Uno de los temas referentes al poder que más deben preocupar al presidente
Chávez es el de la relación que deberá conseguir su administración
con los trabajadores del Estado. Es tan cierto esto, como también lo
es, que no hubo tiempo de preparación política de lo que constituyó
el MVR como movimiento emergente, en los días previos a la primera elección
democrática en muchos años, que lo llevó a ocupar la silla
presidencial. Si a lo anterior agregamos el descrédito que la gente tiene
hacia los partidos políticos, sean tradicionales ó independientes,
de derecha, centro ó de izquierda, - una inmensa mayoría crítica
ha concluido que"se han comportado todos iguales"- nos encontraremos
en una encrucijada muy similar a la vivida desde siempre, durante los casi 40
años del ejercicio de la partidocracia corrupta, en cuyo seno tenían
lugar toda clase de sucios acomodos y prebendas, hasta que por su misma corrupta
intensidad, ya no pudieron mantener vigente ese caldo de cultivo bacteriano
y politiquero.
El advenimiento de Chávez a la escena política de un entablado
carcomido por toda clase de bichitos, su paso firme y decidido ha hecho pedazos
aquella podredumbre. Ha ocurrido una acción bactericida en Venezuela
desde los hechos de aquél 4 de Febrero. Recordemos la trascendencia de
lo concluido en 1998 en el Foro de San Pablo. Con un plenario de representantes
del Partido de los Trabajadores de Brasil, el Partido Revolucionario Democrático
mexicano, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
de El Salvador, del Frente Amplio del Uruguay, además de 58 partidos
y organizaciones de la izquierda latinoamericana y caribeña y también
de 31 fuerzas políticas de Europa, Asia y África, que asistieron
como observadores, se concluía allí, "que es necesario ganar credibilidad
por parte de los dirigentes no tradicionales, rechazando los reclamos que se
consideren inconvenientes y ante el desgaste del discurso político, lleno
de mentiras y promesas irrealizables".
Por otra parte, situándonos en nuestra Venezuela, nosotros entendemos
que es necesario tener bien clara la responsabilidad que encierran los discursos,
cuando ellos salen de la boca de los líderes. Tienen que ir de la mano
con los hechos y deben ser lo suficientemente claros, sinceros, honestos y concretos,
para romper con el descreimiento de la gente en los partidos políticos.
Porque si algo está claro, es que hay que ayudar a recomponer esos elementos
esenciales del sistema democrático, que las mayorías han elegido
y que han sido víctimas de su propio afán desmedido de poder,
utilizando los partidos políticos como disfrazadas herramientas para
la corrupción. Es necesario delimitar con claridad, cuándo la
responsabilidad de acción compete al partido político ó
movimiento y cuándo esa responsabilidad pertenece al gobierno.
El tiempo verdadero del partido lo constituye la elaboración del programa
y su promoción. En cambio el tiempo del gobierno lo constituye el momento
de aplicarlo. Por eso ocurre la sorpresa cuando hay que aplicar programas que
no han sido suficientemente estudiados y detenidamente desmenuzados en sus pro
y sus contra, cuando fueron concebidos y estructurados en el seno del movimiento
ó partido político.
En lo particular nos preocupa el tema de la relación entre el gobierno
del Presidente Chávez y los trabajadores del Estado, debemos concluir
que el último aumento decretado, aunque necesario, no promovió
precisamente una profundización de cariño, de reconocimiento relevante
hacia el Presidente. Al contrario, fue recibido con la apatía y el sinsabor
de quien en medio de una fiebre cancerosa, consigue un pañito de agua
fría para su frente hirviente. Porque los trabajadores del Estado, cuyo
número sobrepasa en más los 700 mil, en su amplia mayoría
constituyen la continuidad de las máquinas electoras de la corrupción
de lo partidista tradicional, y por consiguiente, no aceptarán el reto
de cambiar, de ponerse a producir, a rendir con mística y eficiencia
en sus ocupaciones, a colaborar y posicionarse como los necesarios cimientos
de una nueva concepción de Estado eficiente y realmente productivo.
Si nos remontamos a otras experiencias similares ya vividas en países
de nuestro continente, tendremos que un gobierno no tradicional, un Gobierno
Municipal de centro izquierda como el actualmente ejercido por el Frente Amplio,
en la ciudad de Montevideo, capital del Uruguay, donde se concentra más
de la mitad de la población de ese país del sur, mediante talleres
formativos e incentivos a la participación solidaria, ha podido conseguir
una respuesta positiva, de mayor rendimiento, de aplicación más
efectiva de los planes previstos en función de las mayorías que
lo eligieron en elección libre y democrática, representantes del
Frente Amplio del Uruguay han venido gobernando la Comuna de Montevideo desde
1990 hasta la fecha; su tarea de conscientización y la puesta en práctica
de efectivos controles administrativos han generado hoy en día una claridad
de opción de triunfo presidencial en las próximas elecciones a
llevarse a cabo en la patria de Artigas.
Desde su primer triunfo en Montevideo, la coalición de izquierdas uruguayas
pensaba que por el hecho de haber llegado a tan relevante cargo de gobierno
municipal, todo iba a cambiar de inmediato, en cuanto a la gestión local.
Así fue que se dispusieron aumentos de salarios, se redujeron las jornadas
laborales, se lograron reenganches de algunos funcionarios, se profundizaron
las mejoras en cuanto a la seguridad social y otros beneficios. No se obtuvo
nada a cambio de ello y el funcionamiento de la estructura municipal, aunque
cambió en la exposición de objetivos no lo hizo en su operatividad.
Sólo después de una firme ejecución depurativa de los cuadros
puestos allí por los partidos tradicionales anteriormente, se pudo encaminar
el proceso revolucionario del Frente Amplio en el gobierno municipal de Montevideo.
Hay otros ejemplos vivos, como el de México, Argentina y otros países
de Centro América. No caben dudas que cualquier política de reivindicaciones
ó mejoras dirigidas a los trabajadores, debe ser acompañada de
talleres de información, de conscientización, de entendimiento
efectivo entre lo que constituye el respaldo más directo y efectivo que
tiene el Estado: sus funcionarios y el cuerpo ministerial de Gobierno con el
Partido de Gobierno y el propio Presidente a la cabeza. Porque la función
pública tiene que tener un sentido distinto al que ha venido demostrando,
un sentido de colaboración directa y consciente para con el Estado que
la contrata. A su vez, el Estado debe controlar su eficacia y rendimiento en
función de las necesidades de la población. Si no nos convertimos
en firmes ejecutores del sentir patriótico y revolucionario de los hombres
más directos del Presidente, los hombres del Estado venezolano, definitivamente
no nos haremos acreedores a los cambios en democracia. Sin ese respaldo eficiente
del funcionariado del Estado, convertido en el más directo brazo ejecutor
de las políticas del Presidente, ni los militares, ni nosotros que constituimos
el resto del soberano, saldremos de la oscuridad y la decadencia.