VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

SIMON RODRIGUEZ
EL MAESTRO QUE LIMPIABA LOS LIBROS DE SOFISMAS Y LOS LLENABA DE VIVENCIAS
.

Alirio Liscano*

Este fue Simón Rodríguez, el maestro de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad y arquitecto de este niño que el compromiso convirtió en El Libertador Simón Bolívar. Tiene mucho sentido, junto al alumno, rendir homenaje también al maestro. Sobre todo cuando El Libertador Simón Bolívar, el más iluminado venezolano de todos los tiempos, que ya pertenece a los pueblos del mundo, sigue cabalgando y abriendo surcos renovados de esperanza.

Qué buena nueva el día que el arisco Simoncito, escapado de la casa de su tío Carlos Palacios y refugiado en el hogar de su hermana María Antonia y don Pablo Clemente Francia, fue sacado de allí, entre gritos y lágrimas, por su tío Carlos, para llevarlo a la casa de Simón Rodríguez, el maestro seguidor de Rousseau y devoto de su Emilio.

Qué presagiosa oportunidad aquella para que el niño caraqueño, guiado por el quijote de sienes de arcoiris, lo llevara a deshojar los bosques, a conocer todas sus criaturas, a recorrer caminos frondosos, húmedos y umbríos, a sentir el rugido de los ríos, la impetuosidad de los caballos y las angustias de los hombres. Qué mano de la Providencia se interpuso para que ocurriera aquel encuentro, en que el excéntrico preceptor de palabra leñosa, comenzó a rasgar para el chiquillo el velo inextricable de la vida y empezó a moldear su voluntad indestructible. Qué instante de la historia, ese de la casualidad, en que dos hombres se consiguen para dar comienzo a la historia.

Así se lo reconoció Bolívar, tiempo después, en la famosa Carta de Pativilca: "Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso... No puede usted figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado... En fín, usted ha visto mi conducta, usted ha visto mis pensamientos, mi alma pintada en el papel, y usted no habrá dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos, ellos también son míos".

Simón Rodríguez, el revolucionario auroral de la Conspiración de Manuel Gual y José María España por la Independencia de Venezuela en 1797, cuyos discípulos pueblan todo el Continente y "no han podido borrar ni siquiera una coma de sus grandes sentencias", formó al imberbe que en una caminata por Europa juró la Independencia en el Monte Sacro (Roma), al estadista del Congreso de Angostura, al estratega de Carabobo, al jinete que remontando la injusticia escaló hasta el Alto Perú para poner en fuga a los virreyes y convertirse en alarife de medio Continente y al amante de Manuelita, Josefina y Anita, que le hicieron el amor en ausencia, cruzando alucinadas las líneas enemigas.

Sirvan estas palabras, para honrar la memoria del Libertador Simón Bolívar en este nuevo aniversario de su nacimiento y para rendir homenaje igualmente al maestro de América Simón Rodríguez, que convirtió a Simón Bolívar en El Libertador.

*Consejero de la Embajada de la República Bolivariana de
Venezuela en Costa Rica.

San José, Costa Rica, julio de 2002.