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BOLIVIA: DONDE GANAN LOS QUE PIERDEN
Por Isaac Bigio(*)
Las elecciones generales bolivianas han acabado sin que haya un claro vencedor.
Ninguno de los once candidatos acaparó siquiera un cuarto de los votos.
La primera mayoría la tiene sorpresivamente el expresidente Sánchez
de Lozada, pero en Bolivia no es lo usual que quienes saquen la votación
más alta lleguen necesariamente a la presidencia. En la mayoría
de las siete elecciones generales que ha conocido dicha nación desde
el restablecimiento de la democracia formal en 1978, han sido perdedores quienes
determinaron siendo ungidos en la presidencia por el Congreso.
Sánchez apenas tiene un 22% de los votos emitidos, lo cual puede implicar
alrededor de un séptimo del electorado debido al masivo abstencionismo.
Su partido, el MNR, puede controlar más de la mitad de los 27 senadores
y más de un cuarto de los 130 diputados, pero requiere del apoyo de una
treintena de parlamentarios de otras filas. Sánchez necesita ganar socios
para un eventual gobierno. Es difícil que la Nueva Fuerza Republicana
de Manfred Reyes Villa acepte que su candidato, quien era inicialmente el favorito
y quien habría quedado a un punto de distancia, le ceda el paso. Por
otro lado, en 1997 los otros cuatro partidos grandes prefirieron votar por el
exdictador Hugo Bánzer antes que por él, a quien ven con tanta
desconfianza.
Reyes ha obtenido una bancada que no refleja su porcentaje electoral. Pese a
que aglutinó un 21% de los votos, habría quedado cuarto en el
Senado y en el parlamento. Los primeros resultados indican que la NFR tal vez
no llegue ni a una treintena de curules, y que el MNR tuviese un 50% más
de bancas.
El Movimiento Al Socialismo del líder cocalero Evo Morales salió
tercero con un 18% de los votos, pero ha ganado en el altiplano y Cochabamba,
asegurándose el segundo lugar en el parlamento. El MIR del expresidente
Paz Zamora, pese a haber obtenido apenas un 15%, habría quedado tercero
en el Congreso.
El MAS no tiene ninguna chance de ser electo a la presidencia. Los Estados Unidos
le han vetado y este partido llama a desarticular a la partidocracia y al sistema
neoliberal impuesto desde 1985. Morales ha afirmado que su partido no apoyará
a ninguno de los dos principales candidatos a quienes sindica de derechistas
y proestadounidenses. Otra fuerza que se mantendría como oposición
a Sánchez y Reyes son los indianistas de Felipe Quispe, quien habría
conseguido un quinteto de diputados.
El eje de la campaña de Reyes y Sánchez fue cuestionar al saliente
gobierno, pero ahora, para hacer gobierno, deberán negociar con tres
de los partidos que estuvieron en el poder con Bánzer. La clave para
la formación de un nuevo gobierno está en el MIR, el cual apenas
tiene un quinto de los parlamentarios, y en dos partidos menores que han estado
en el saliente ejecutivo: la ADN y la UCS, quienes tendrían apenas 5
y 7 diputados cada uno.
Los tres partidos que gobernaron con Bánzer desde 1997 tienden a ser
históricamente más hostiles a Sánchez que a Reyes. El MIR
en 1985 llevó al poder al MNR (que quedó segundo) para frenar
a Bánzer (quien ganó los comicios). En 1989 el exdictador Bánzer
logró aliarse con el MIR para cerrarle el paso a Sánchez, quien
entonces obtuvo la primera mayoría. Desde entonces, el MIR y el ADN,
dejaron de ser enemigos y se convirtieron en constantes aliados. Si el MNR no
logra restablecer el contubernio que tuvo con el MIR en 1985-89 difícilmente
Sánchez volvería a la presidencia.
Reyes, en cambio, estuvo como socio minoritario en el gobierno de Bánzer
con el MIR, UCS y ADN, y su movimiento no presenta tantos anticuerpos para el
oficialismo. Por otra parte, él carece de un partido con estructura (como
si lo es el MNR) lo cual permite que hayan más espacios en la administración
estatal para cuadros de otras formaciones políticas. Gran parte del debate
programático para ver cómo se formará el nuevo gobierno
será, en el fondo, una discusión sobre distribución de
cuotas de poder.
Si bien hoy la prensa habla de que el Congreso boliviano debería escoger
entre los dos más votados, lo cierto es que en anteriores ocasiones (1978,
1979, 1989) éste colocó la banda presidencial a candidatos que
ni si quiera estuvieron dentro de los dos primeros puestos. Hoy la llave para
la formación de un nuevo gobierno multipartidario la tienen los perdedores.
Los dos partidos campesinos que juntos obtuvieron más votos que cualquiera
de los dos ganadores se sienten envalentonados y no quieren entrar al reparto
del poder con los partidos que ellos asocian con la oligarquía y el imperialismo.
Su rol en el parlamento será tratar de quebrar el vigente modelo ecosocial
neoliberal.
El oficialismo, que acabó mal parado en estos comicios, va a tratar de
capitalizar su minoría para ser la balanza que decida quien será
el nuevo mandatario y se garantice el continuismo. El MIR, al igual que en 1985
y 1989, se convierte en la dama a la que los dos ganadores buscaran cortejar
pues dependiendo del compromiso que adquieran con ella se logrará el
matrimonio político que rija a Bolivia en 2002-2007.
* Analista Internacional. Enseña Gobierno y Política en Latino
América en la London School of Economics y está escribiendo un
libro sobre la historia boliviana desde la revolución de 1952.