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11 de julio del 2002
México: El escándalo silencioso de la deuda externa y del modelo neoliberal*
Eric Toussaint
Venceremos
En 1914, en plena revolución, cuando Emiliano Zapata y Pancho
Villa estaban a la ofensiva, México suspendió por completo el
pago de su deuda externa. El país entonces el más endeudado del
continente, sólo devolvió, entre 1914 y 1942, sumas puramente
simbólicas con el único fin de calmar la situación. Entre
1922 y 1942 (¡20 años!) hubo largas negociaciones con un consorcio de
acreedores dirigido por uno de los directores de la Banca J.P. Morgan, de Estados
Unidos. Entre 1934 y 1940, el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó
sin indemnización la industria petrolera y los ferrocarriles que estaban
en manos de empresas estadounidenses y británicas, expropió y
repartió en forma de ejidos mas de dieciocho millones de hectáreas
de grandes latifundios de propiedad nacional y extranjera, reformó profundamente
la educación pública (1).
Esta política radical antiimperialista y popular provocó naturalmente
la protesta de los acreedores. Pero la tenacidad de México dio resultado:
en 1942, los acreedores renunciaron aproximadamente al 80% del valor de sus
créditos (tal como estaban en 1914, es decir sin tomar en cuenta multas
por los atrasos) y aceptaron unas leves indemnizaciones por las empresas que
les habían sido expropiadas (2). Otros países, como Brasil, Bolivia
y Ecuador, también suspendieron total o parcialmente los pagos a partir
de 1931. En el caso de Brasil, la pausa selectiva en los reembolsos duró
hasta 1943, año en el que un acuerdo permitió reducir la deuda
en un 30%. Ecuador, por su parte, interrumpió los pagos desde 1931 hasta
los años 50.
En los años '30, en total 14 países suspendieron los pagos en
forma prolongada. Entre los grandes deudores, sólo Argentina reembolsó
sin interrupción, después de haber hecho lo mismo durante la crisis
precedente, a finales del siglo XIX. Si se comparan los resultados económicos
de Argentina en el decenio de 1930 con los de los otros grandes deudores (México
y Brasil), éstos fueron por supuesto mucho peores.
Con la crisis de la deuda iniciada en 1982 y todavía en curso veinte
años mas tarde, la situación cambió profundamente. Los
gobiernos latinoamericanos -con la excepción de Cuba- adoptaron en general
una actitud de capitulación ante los acreedores. Desde agosto de 1982
y ante la suspensión provisional del reembolso de la deuda mexicana,
los acreedores, con la complicidad o la cobardía de los gobiernos latinoamericanos,
en general supieron sacar provecho de la situación.
Todas las interrupciones en los pagos duraron menos de un año y nunca
fueron decididas de manera concertada por varios países. En consecuencia,
los acreedores privados pudieron realizar jugosos negocios y el FMI logró
recuperar con intereses las sumas puestas en cada caso a disposición
de los deudores para que pudieran honrar los compromisos internacionales y continuaran
o retomaran los reembolsos.
Más importante, los gobernantes y las clases dominantes de América
Latina, aceptaron las exigencias de los gobiernos imperialistas acreedores,
en primera instancia de la administración estadounidense, y aplicaron
medidas económicas neoliberales, que desembocaron en una recolonización
de sus países. Las políticas llevadas a cabo en México,
en Argentina o en Brasil estan determinadas hasta en los más mínimos
detalles en Washington sede del Banco Mundial, del FMI y de la administración
estadounidense. Lo declara claramente Joseph Stiglitz, el ex primer vice presidente
y economista en jefe del Banco mundial, premio Nobel de economía 2001
: « Hoy, el país se enfrenta a una crisis y el FMI le dice que, si quiere
más dinero, tiene que hacer tal cosa (.) Hay incluso una farsa permanente,
que consiste en que el país redacta una carta de intención, en
la que detalla lo que piensa hacer, y la envía al FMI; pero es el FMI
el que le ha dicho previamente lo que tiene que escribir. Se lo han dictado.(...)
En el FMI no hay más que un país que tenga el derecho de veto:
el Departamento del Tesoro de Estados Unidos » ( El País Semanal, 23
de junio del 2002)
Entre 1982 y 2000, la deuda externa de México casi triplicó (pasando
de 57 mil millones de dólares a 157 mil millones) mientras el país
pagó a sus acreedores 8 veces lo que debía (según el Banco
Mundial, México reembolsó 478 mil millones de dólares).
El país reembolsa endeudándose. La deuda externa se vuelve eterna.
El pago de la deuda externa mexicana representa, como para los otros países
del Tercer Mundo, una enorme transferencia de ingresos de los trabajadores y
de los pequeños y medianos productores hacia los capitalistas poseedores
de títulos de la deuda externa. Entre los acreedores se encuentran capitalistas
mexicanos que poseen una parte de los créditos gracias a los capitales
que han colocado en los mercados financieros extranjeros. Mientras el pueblo
se empobrece obligado a sacrificarse para pagar la deuda externa, los capitalistas
mexicanos se enriquecen de manera inédita.
Después de la crisis de 1994-1995, a pesar de discursos propagandísticos
de los presidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox, las transferencias de México
hacia el exterior han sido enormes, peores que en los años de 1982-1986.
Según los datos comunicados por el Banco Mundial, entre 1986 y 2000,
México recibió 140 mil millones de dólares en préstamos
y reembolsó 210 mil millones. Significa que México transfirió
hacia sus acreedores 70 mil millones de dólares más de lo que
recibió.
El reembolso de la deuda pública externa se hace en detrimento de los
gastos sociales (educación, salud, vivienda) y de la inversión
publica: el gobierno dedica el 30% del presupuesto público al pago de
la deuda externa. En el 2001, el gobierno pagó 29 mil millones de dólares
a los acreedores de la deuda pública externa (Fuente: Gobierno, Primer
informe de ejecución 2001, página 208 http://pnd.presidencia.gob.mx/pnd/pdf/2001_ie-pnd_203-210.pdf).
Si añadimos el costo de la deuda pública interna, llegamos a sumas
astronómicas. En 2001, el costo financiero de la deuda pública
interna y del Fobaproa-Ipab representó 131 mil millones de pesos mexicanos
(unos 14 mil millones de dolares). El total de la deuda pública interna
y externa alcanza alrededor de 150 mil millones de dólares (mitad interna,
mitad externa). En dolares, el costo de esa deuda representó en 2001
alrededor de 43 mil millones de dolares: una hemorragia tremenda de recursos
hacia los capitalistas nacionales y extranjeros acreedores. El tesoro público
dedica 2,5 mas dinero al pago de la deuda que a la educación pública
en un país en el que, según el presidente de la Confederación
Patronal de la Republica Mexicana (Coparmex), Jorge Espina, hay « 32,5 millones
de mexicanos analfabetos » (El País, 23 de junio del 2002). Un país
en el cual, según el mismo Jorge Espina más de la mitad de la
población vive bajo la línea de pobreza.
El modelo entreguista aplicado después del 1982 por Miguel De La Madrid
hasta Vicente Fox implica entregar progresivamente los ejes fundamentales del
desarrollo económico, social y cultural de la nación al gran capital
extranjero (sea norteamericano u europeo) en complicidad con los capitalistas
mexicanos, manteniendo ellos un cierto control sobre una parte del aparato productivo.
Este modelo implica también una degradación profunda de las condiciones
de vida de los asalariados, campesinos y demás pequeños productores,
del pueblo en general. La venta de empresas públicas implica una pérdida
de soberanía nacional y el dinero de las privatizaciones sirve para asegurar
el pago de la deuda pública interna y externa. En el 2001, el banco estadounidense
Citigroup se apodero de Banamex y en el 2002 Banco Bilbao Vizcaya ganó
el control completo sobre Bancomer.
La situación económica en México se vuelve nuevamente muy
tensa : pérdida de 500.000 empleos desde que empezó la nueva crisis
económica en el vecino del norte a inicios del 2001 (90 % de las exportaciones
mexicanas salen para EEUU). El Producto Interno Bruto bajó en 2001. El
precio del petróleo, como el de otras materias primas, está deprimido,
lo que reduce los ingresos fiscales del gobierno con los que se paga la deuda
externa. Las presiones contra el peso aumentaron nuevamente a mitad del 2002;
las salidas de capitales se aceleraron. Un aumento de la tasa de interés
(premio de riesgo país) que paga México sobre su deuda no se puede
descartar. En breve, no es improbable una nueva crisis económica y financiera
con problemas de pago de la deuda. Sin embargo, la presidencia de Vicente Fox
profundiza la política neoliberal de sus predecesores. Con la política
de apertura económica total que favorece a las empresas transnacionales,
los obreros y obreras, los campesinos y campesinas de México están
obligados a competir con los trabajadores de los demás países,
cercanos y lejanos. El diario español, El País, lo expresa de
manera cruda : « las maquilas, las cadenas de montaje de capital extranjero,
que crearon más de un millón de empleos, y constituyen el segundo
generador de divisas después del petróleo, pierden competitividad.
La razón es simple : los obreros mexicanos ganan tres dólares
y medio a la hora, y los chinos o indios, cuarenta centavos » (El País,
23 de junio del 2002).
Hace falta romper totalmente con el modelo neoliberal y quebrar el círculo
infernal de la deuda. No hay nada ineluctable.
Las certidumbres teóricas neoliberales manifestadas hoy en día
no valen apenas más que las de los liberales o conservadores al poder
en los años 1920 antes del crack financiero. El fracaso económico
y el desastre social provocados por los neoliberales de hoy podrían desembocar
en nuevos grandes cambios políticos y sociales. La mundialización
no es un bulldozer que aplasta todo a su paso: las fuerzas de resistencia son
reales y vivas. La mundialización está lejos de haber logrado
un sistema económico coherente: las contradicciones en el seno de la
Tríada son múltiples (contradicciones entre potencias imperialistas,
contradicción entre empresas, descontento social, crisis de legitimidad
de los regímenes en el poder, criminalización del comportamiento
de los grandes actores económicos). Es más, las contradicciones
entre el Centro y la Periferia se refuerzan ya que la dinámica actual
de la mundialización es excluyente. Los pueblos de la Periferia constituyen
más del 85% de la población mundial: los que creen que van a dejarse
marginar sin reaccionar cometen una gran equivocación. Finalmente en
el interior de la Periferia, las autoridades que aceptan la vía neoliberal
pierden progresivamente elementos de legitimidad (v.g. Fernando de la Rúa
en Argentina derrocado por el pueblo en diciembre 2001, Alejandro Toledo obligado
en Perú a renunciar a ciertas privatizaciones en junio de 2002). En general,
las clases dominantes en estos países no tienen muchas perspectivas de
progreso que ofrecer a la gran masa de la población.
Frente a esta falta de perspectiva de mejoramiento del desarrollo humano, es
hora para los millones de personas y decenas de miles de organizaciones que
luchan, de aprender a vivir juntos reconociendo la real complementariedad e
interdependencia entre sus proyectos, de organizar y de afirmar la mundialización
de las fuerzas de (re)construcción de nuestro porvenir unidos, de difundir
la narración solidaria de este mundo.
Ya es hora.
Notas
(*) Prefacio del autor a la edición mexicana del libro « La Bolsa o la
Vida. Las Finanzas contra los pueblos » a ser editado en Julio 2002 en México
DF por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y
Convergencia Socialista. La primera edición de este libro en castellano
es: La Bolsa o la Vida. Las Finanzas contra los pueblos, Editorial Gakoa, San
Sebastián (España). 464pp, 2002.
(1) La reforma al articulo 3 de la Constitución que entró en vigor
en diciembre 1934 decía : "La educación que imparta el Estado
será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá
el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus
enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un
concepto racional y exacto del universo y de la vida social ». En los fundamentos
la iniciativa de ley presentada en la Cámara de Diputados se podía
leer : « La implantación de la enseñanza socialista en la República,
al aprobarse la reforma del artículo 3°, no significa la inmediata transformación
económica del régimen en que vivimos, significa la preparación
del material humano que necesita la revolución para continuar y afirmar
su obra. El futuro del país pertenece a la niñez y juventud socialista
que ahora se oriente y cultive en los establecimientos educativos y a ella toca
realizar definitivamente las aspiraciones del proletariado y de las clases oprimidas
de México » (citado por Adolfo Gilly: La revolución interrumpida,
Ediciones « El Caballito », México DF, 1971, p. 381).
(2) Para un análisis detallado, véase Carlos Marichal: A century
of Debt Crises in Latin America, 1820-1930, Princeton University Press, 1989;
del mismo autor, La deuda externa: el manejo coactivo en la política
financiera mexicana, 1885-1995, Mimeo, México, 1999.