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Latinoamérica

28 de junio del 2002

Guatemala: Los kaibiles mantienen su guerra

Reuters
Poptum, Guatemala, 11 de junio. Con el rostro contraído por la ira y con ropas de camuflaje, Gregorio Cruz baja a rappel, colgado de una cuerda doble, un risco en la selva del norte de Guatemala con su rifle semiautomático al hombro. ''Si avanzo sígueme, si me detengo aprémiame, si retrocedo mátame", grita Cruz entre brinco y brinco, parte de una canción de guerra que aprendió de memoria.
"Si esto fuera de verdad habría bajado disparando", explica orgullosamente Mario Ayala, coronel que dirige la Escuela Kaibil de Guatemala, el centro de adiestramiento militar más duro de Centroamérica, durante una demostración. La verdad -una sangrienta guerra de casi cuatro décadas contra guerrillas izquierdistas que dejó 200 mil muertos- terminó en 1996 con acuerdos de paz.
Sin embargo, pese a que no han ocurrido combates armados desde ese año y la mayoría de los observadores descartan la posibilidad de un resurgimiento de la guerrilla, Ayala afirma que si los insurgentes retomaran las armas, sus estudiantes los estarán esperando.
''Entrenamos en la paz para vencer en la guerra'', manifiesta durante la visita de un reportero al campo de adiestramiento en la deforestada selva del departamento de Petén, en la región fronteriza norte de Guatemala.
Los más rudos
La guerra civil de Guatemala se inició en 1960, cuando jóvenes oficiales inspirados por la revolución cubana se escondieron en las colinas luego de haberse levantado contra un fiero gobierno anticomunista instalado en 1954, tras un golpe que contó con el respaldo de Estados Unidos.
La guerra tocó su punto más sangriento durante una campaña de dictadores militares a inicios de la década de 1980, caracterizada por masacres de indígenas mayas en áreas selváticas y montañosas donde el apoyo a los rebeldes era mayor. Durante esos violentos años, los instructores kaibiles usaron un agotador adiestramiento físico y mental para crear una elite militar de líderes de pelotón, con un odio al enemigo del que la mayoría de los conscriptos carecía.
"En el combate eran los soldados más sangrientos, desalmados y valientes", dijo el ex comandante rebelde Celso Humberto Morales, quien enfrentó a soldados kaibiles en batalla. Estos soldados, a quienes se atribuye haber ayudado al gobierno a aplastar a los rebeldes, han sido acusados por grupos de derechos humanos de algunas de las más graves atrocidades.
El nombre de la unidad salta repetidamente en un reporte de 1999 de la Comisión de la Verdad sobre el conflicto, que culpa a fuerzas de seguridad estatales de gran parte de la violencia. Un extracto describe la matanza en 1982 de 178 personas -incluyendo a 67 niños- a manos de 50 soldados kaibiles en la población de Dos Erres, que se sospechaba era bastión de la guerrilla.
El programa de adiestramiento kaibil busca convertirlos en ''máquinas de matar'', con desprecio a la razón y a los sentimientos humanos más primarios, dice el reporte de la comisión.
Viviendo una leyenda
La escuela lleva el nombre de Kaibil Balam, legendario príncipe maya que escapó de los invasores españoles durante la conquista del siglo XVI. El nombre significa ''fuerza de dos tigres". "Kaibil Balam vive en cada uno de nosotros", dice Ayala. La escuela es un orgullo para el ejército guatemalteco y semillero de futuros líderes.
Entre los ex dirigentes del centro se encuentran el ministro del Interior del presidente Alfonso Portillo, ex general Eduardo Arévalo; el general Juan de Dios Estrada, ex ministro de Defensa, y el ministro de Turismo, ex general Luis Miranda.
Durante las negociaciones de paz el grupo guerrillero Unidad Nacional Revolucionaria de Guatemala exigió el cierre de la escuela Kaibil, pero la demanda fue rechazada. Sin embargo, sus críticos, incluyendo la Organización de Naciones Unidas (ONU), dicen que la filosofía de centro no tiene lugar en la posguerra de Guatemala, un país que lucha desesperadamente por dejar atrás tres décadas de violencia.
"Persisten antiguas prácticas de aleccionamiento ideológico, el entrenamiento continúa siendo contrainsurgente", dijo una misión de la ONU en un reporte el mes pasado que hizo referencia a la escuela.
El ministro de Paz de Guatemala, Gabriel Aguilera, reconoció que los kaibiles aún son entrenados para luchar en una guerra civil y dijo que no debía darse tanta importancia a ese aspecto. En defensa de la escuela, el funcionario dijo que la mayoría de los ejércitos, incluidos los de Gran Bretaña y Estados Unidos, cuentan con unidades de elite, que los lemas de motivación son usuales en unidades militares y que "la mentalidad militar debe estar preparada para la posibilidad del combate".
Los críticos aún no están convencidos de que los kaibiles puedan adaptarse al nuevo papel del ejército según lo establecido en los acuerdos de paz, de proteger las fronteras, el espacio aéreo y las aguas territoriales de Guatemala. "Son máquinas de matar", publicó Harold Shetemul, un columnista del influyente diario local Prensa Libre. "¿Qué van a hacer en el mar? ¿Pelear con tiburones?"