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Elecciones internas del Frente Amplio
La innovación Mujica
Las últimas elecciones internas de la coalición de izquierda
pueden resultar reveladoras sobre los cambios que se están operando dentro
de esta fuerza política: su pasaje de un partido de ideas a uno de masas.
Diego Sempol
/ BRECHA
El caluroso domingo 26 de mayo los comités de base se vieron desbordados
por largas filas de vecinos que se acercaban a los circuitos para emitir su
opinión en las elecciones internas del Frente Amplio (FA). Unas 200 mil
personas (un 30 por ciento más que en las internas de 1997) votaron para
definir la composición de los principales organismos de decisión
del FA. Los resultados finales confirmaron las tendencias que se conocieron
a partir del escrutinio primario (véanse BRECHA 31-V-02 y 7-VI-02). El
cambio más significativo fue el fuerte crecimiento electoral del Movimiento
de Participación Popular (MPP). La mayoría de los analistas consultados
por BRECHA subrayaron que más que un éxito de los "radicales",
los resultados de la interna frenteamplista demuestran la persistente eficacia
del llamado "fenómeno Mujica".
UNA VOTACIÓN INESPERADA. La cantidad de votos emitidos sorprendió
a todas las fuerzas políticas uruguayas. El hecho de que prácticamente
la mitad de ellos pertenezcan al interior del país, y sólo 30
mil a Canelones, indicaría, dice a BRECHA el historiador José
Rilla, que esta fuerza política tiene un importante equilibrio geográfico.
La perspectiva del triunfo del FA en las elecciones nacionales de 2004, así
como su carácter opositor en uno de los momentos más críticos
de la historia uruguaya en los últimos 25 años, serían
para Rilla los dos factores que explicarían el éxito de esta elección
interna. "Este período de crisis -más allá del descreimiento
que sufren todos los partidos políticos, incluido el FA- favorece la
politización y la participación, y la oposición es quien
primero recoge los efectos de esta protesta", dijo.
Según la politóloga Constanza Moreira, "la elección era
muy difícil, ya que el voto no era obligatorio, y todos los que se acercaron
a votar -y que no eran militantes activos del FA- tuvieron que vencer 'la natural
repugnancia' de dar sus datos ese mismo día en un comité de base
para poder sufragar. También se debió elegir dos papeletas diferentes,
una para los grupos políticos y otra para las bases (cuyos nombres eran
completamente desconocidos para la mayoría). Y por último, los
temas de la agenda política durante la elección giraban en torno
a otros tópicos y la campaña preelectoral de las internas tampoco
fue muy visible". Todos estos factores, que para Moreira presagiaban que la
elección convocaría a lo sumo a unas cien mil personas, tenían
únicamente como contraparte positiva el hecho de que se autorizó
a votar a toda un franja de ciudadanos más jóvenes que en las
elecciones nacionales (el límite fueron los 14 años). La fuerte
participación electoral se explica, en opinión de Moreira, por
el "clima político: la gente salió a votar como sale a cacerolear.
Fue antes que nada una protesta contra el gobierno, y un apoyo al FA y a su
oposición a la actual política económica. Si bien una votación
es algo mucho más comprometido y estructurado que un simple cacerolazo,
tuvo mucho de esto, además del descontento que existe por la forma en
que ha sido tratada la izquierda por el gobierno en los últimos tres
años". Álvaro Rico, también politólogo, coincide
en que la votación fue una respuesta directa al ajuste fiscal votado
por la coalición de gobierno, sin participación alguna de la ciudadanía,
y la repercusión final de toda una serie de movilizaciones generales
y sectoriales que se han venido dando en los últimos meses.
Los resultados indicarían, más allá de la crisis de participación
política, que la izquierda uruguaya sería el único partido
en el sistema que funciona todavía hacia afuera, logrando captar a jóvenes
y nuevos adherentes de otras fuerzas políticas. "Mientras el Partido
Colorado sigue siendo un partido que funciona porque está en el gobierno,
y el Partido Nacional opera también solamente desde la cúpula
de su Directorio, el FA demuestra mayores signos de renovación, participación
e intercambio entre viejos y jóvenes", subrayó Rilla.
EL TRIUNFO DE MUJICA. Los tres investigadores consultados por BRECHA coincidieron
en la necesidad de diferenciar entre Mujica, el MPP y el MLN. Cada uno de estos
tres niveles respondería a diferentes núcleos de identidad y tradición,
y la mayoría de los votos habrían estado dirigidos básicamente
al ex líder guerrillero antes que a las organizaciones políticas
a las que pertenece. Rilla sostiene que el "fenómeno Mujica" encierra
una combinación entre "pragmatismo" y "radicalismo político",
posiciones que generalmente van por vías separadas en la política
y cuya unión sería algo bastante novedoso dentro de la izquierda.
"Sus planteos siempre van al fondo de las cosas, pero a su vez aseguran cierta
negociación, algo que en política es esencial", señaló.
A su vez el actual senador del MPP encarnaría un discurso de la "responsabilidad"
muy próximo al del "populismo" ya que utiliza un lenguaje sencillo, muy
conceptual, simplificador, y en ocasiones metafórico-filosófico.
Pero a diferencia del lenguaje populista dicotómico utilizado tradicionalmente
por la izquierda (que diferencia entre la izquierda y la derecha), el de Mujica
aparece como más matizado, mucho más próximo, según
Rilla, al que hablaría "un uruguayo medio, si esta categoría existiera".
A su vez, Mujica mediáticamente funciona muy bien. "El Pepe, en tanto
fenómeno y tal como lo conocemos actualmente, no sólo se construyó
en las asambleas barriales y sociales, sino también en la televisión
y en la radio, cuando no era muy común todavía en Uruguay que
un dirigente de izquierda se sentara en la mesa a decir lo suyo y tratara de
establecer una relación con el periodista, quedándose en ocasiones
al aire hasta 30 segundos callado buscando compañía en el pensamiento",
agregó. El FA siempre tuvo, recuerda Rilla, una "puerta de salida" y
otra de "entrada". "Mujica es una puerta de entrada, como lo fueron Batalla
y Astori en su momento. Es en definitiva adherir a alguien en un momento crítico
del país, que no te obliga a una militancia muy fuerte, ni siquiera a
un disciplinamiento específico."
Para Moreira el FA siempre tuvo fuertes "movimientos electorales de opinión",
en los que existen un líder carismático y niveles de organización
y permanencia generalmente bajos si se los compara con alguno de los partidos
"tradicionales" de izquierda, que cuentan con aparatos y programas más
consolidados (ps y pcu). Estos "movimientos electorales de opinión" capturan
parte importante del electorado independiente -que vota a la izquierda hace
ya varias elecciones pero que no está afiliado a ninguna representación
partidaria-, así como a gran parte de los jóvenes que votan por
primera vez.
El discurso de Mujica cuaja en este momento de la vida política uruguaya
porque aparece como fuertemente crítico y diferenciado, justo cuando
la izquierda más desdibuja su perfil. A su vez, "la izquierda ha ido
pasando de una coalición de partidos de ideas a un partido de masas,
y cuando se sufre esta transición los liderazgos tienden a ser cada vez
más importantes para definir el electorado, y mucho menos relevancia
terminan conservando los programas y las estructuras partidarias. En las elecciones
internas suelen ganar los aparatos partidarios, pero en ésta triunfó
un movimiento electoral, creo -antes que nada- debido al clima político
existente, que convocó a muchos adherentes, y a la crisis creciente de
las redes de los comités de base y barriales, las que de todas formas
permitieron una importante votación al ps", dijo Moreira.
Rico sostiene también que Mujica junta dos puntas en la intención
de voto: los jóvenes y los más veteranos, así como los
más pobres y los sectores más acomodados. "Por la tradición
de lucha y de jugarse que representa Mujica, junta votos de veteranos cansados
de discursos y demagogias, al mismo tiempo que por su forma desfachatada para
referirse a temas políticos logra captar el voto juvenil. A su vez el
Pepe está haciendo con los sectores populares lo que el pcu hacía
en los años sesenta, utiliza un discurso reivindicativo, de acercamiento
hasta físico, que los incorpora a la política, pero también
sabe hacer un discurso estadístico y documentado sobre los arroceros,
la mediana empresa y la importación, que logra incorporarlos como sujetos
productivos. Mujica cubre por ello el vacío de las políticas populares
de la izquierda y sus referentes personalizados, y logra así juntar varios
extremos."
Rico y Moreira coinciden en que Mujica es uno de los políticos que más
se ha integrado al sistema político en las últimas décadas.
Pero si al senador del MPP -a diferencia de Astori- no se le cobra "tarifa de
paso" es debido antes que nada a que aún conserva elementos de ruptura
discursiva y se apoya en una fuerte dosis de sentido común, dice Rico.
"Su humildad, su lenguaje popular, ir en motoneta al Parlamento, el no afeitarse,
son elementos simbólicos más que reales, de corte rupturista en
una política de los buenos modales, del abrazo, y del disimular las contradicciones
y llamarse por su nombre de pila", afirma Rico.
La integración del Plenario Nacional y de la Mesa Política define
muchas cosas, pero el triunfo de Mujica en estas elecciones internas no va a
alterar, según Moreira, la situación interna del FA. "Si se piensa
en las jerarquías de la coalición de izquierda está primero
Tabaré Vázquez, que tiene un gran margen de maniobra, luego siguen
los candidatos electos, y después viene el gobierno municipal, con cuadros
distintos, y finalmente están la Mesa Política, y el Plenario.
En términos de jerarquía política no creo que lo que se
haya dirimido en esta elección sea el gobierno de izquierda, sino que
éste está en otro lado. Es totalmente falso afirmar, como hacen
algunos sectores de derecha, que ahora la izquierda esté gobernada por
Mujica." De todas formas la izquierda -a diferencia del Partido Colorado y el
Nacional- continúa arrastrando un gran problema: mientras los partidos
tradicionales lograron organizarse en lo interno en base a dos bloques fundamentales,
la izquierda continúa fuertemente fragmentada. "Los partidos tradicionales
tuvieron casi un siglo para resolver este asunto, mientras que la izquierda
lleva mucho menos tiempo, pero lo cierto es que en el FA todavía no existe
una hegemonía y eso será una enorme dificultad si llega a ser
gobierno", señaló Moreira.