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Cárdenas, en la mira de la guerra fría
El gobierno ordenó espiar
al general por su apoyo a la Revolución Cubana
Después de la segunda Guerra Mundial, la partición bipolar del
mundo dio origen a un enfrentamiento sordo entre las potencias que fue conocido
como guerra fría. En cada país, según su alineación
con los bloques en confrontación, tuvo rasgos particulares. Así,
en México adquirió características de guerra sucia, donde
el Estado policiaco privó por encima del concepto de seguridad nacional,
de manera que a la oposición al régimen se le consideraba enemiga
potencial, que debía ser espiada y en muchos casos perseguida y combatida
con argucias legales o abiertamente al margen de la ley.
La serie de reportajes que a partir de hoy publicará La Jornada, elaborados
con base en documentos oficiales, da cuenta de esa zona oscura de nuestra historia
reciente, con la intención de que en la vida democrática por la
que empieza a transitar nuestro país nunca más vuelvan a repetirse
estos hechos vergonzosos.
MIREYA CUELLAR
La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales
que vinculan la experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones
anteriores, es uno de los fenómenos más característicos
y extraños de las postrimerías del siglo XX. En su mayor parte,
los jóvenes, hombres y mujeres, de este final de siglo crecen en una
suerte de presente permanente sin relación orgánica alguna con
el pasado del tiempo en el que viven.
Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX
Temeroso de que el general Lázaro Cárdenas estuviera organizando
milicias campesinas pro comunistas, el gobierno de Adolfo López Mateos
ordenó, en 1961, espiar al ex presidente y preparar un equipo de agentes
de la Procuraduría General de la República dedicado a dilucidar
si el viejo militar -para entonces enamorado de la Revolución Cubana-
andaba "caldeando los ánimos, invitando a la revolución o a otros
desórdenes".
Lázaro Cárdenas tenía preocupado al gobierno. Después
de 20 años de silencio -situación que le ganó entre la
prensa el título de ''la esfinge de Jiquilpan"-, el ex presidente reapareció
en la vida pública apoyando al movimiento rebelde que había entrado
triunfante a La Habana la última noche de 1958.
El hecho agitó y polarizó a la sociedad mexicana. Un sector -intelectuales,
miembros del Partido Comunista y corrientes de izquierda- lo vivía con
entusiasmo, mientras la Iglesia católica atizaba el anticomunismo entre
sus feligreses, organizaba jornadas de oración de 36 horas entre la clase
media alta para pedir a Dios que no fueran a llegar los comunistas al país
y llamaba en los pueblos a los campesinos a combatir a "los ateos".
''En cumplimiento a las órdenes recibidas de ud. nos trasladamos a la
ciudad de Texcoco, Edo. de Mex., con el objeto de hacer una encuesta de carácter
político-social, relacionado con la situación actual (....) Habiendo
entrevistado a varios campesinos sobre si existía algún grupo
formado en favor del Gral. Lázaro Cárdenas, nos manifestaron,
que no lo había, pero que todos los campesinos guardan cariño
para el Ex Presidente, en virtud de que este, en su régimen favoreció
a los mismos y a la clase obrera. Así mismo manifestaron su adección
(adhesión) al régimen del Lic. López Mateos..."
Este informe -ortografía y sintaxis tal cual-, remitido el 7 de abril
de 1961 por los agentes de la Policía Judicial Federal número
467 y 470 (Gabriel Malda y Mario Molina) a su jefe, es uno de los muchos que
los agentes de esa corporación reportaron a sus superiores en todo el
país en el aciago año de 1961.
Un mensaje público del comandante Fidel Castro encendió las alarmas
en la esfera gubernamental. El presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy,
parecía estar a punto de ordenar la invasión a Cuba -el triunfo
de una revolución popular a 166 kilómetros de su territorio había
sido para los estadunidenses una ''descarga eléctrica'', define la investigadora
Soledad Loaeza-, y el domingo 27 de marzo el barbudo guerrillero dijo en La
Habana que ''los campesinos de México están listos para lanzarse
a las montañas en defensa de la revolución (cubana), si nuestra
patria es atacada''. Y añadió que el general Cárdenas ''es
el caudillo de todos los humildes de México, hombres y mujeres, y de
los soldados mexicanos''.
La noticia, publicada con tono escandaloso en las primeras planas de la prensa
mexicana, junto a las convocatorias de quienes llamaban a ''ayudar'' a los refugiados
cubanos que huían del comunismo que ''les quitó sus casas y sus
bienes'', y las amplias explicaciones sobre lo que implicaba la ''tiranía
roja y atea'', dibujan la polarización de la época, reflejo de
la guerra fría que se vivía en esos tiempos.
El general michoacano se vio obligado a salir al paso de esas versiones, y el
31 de marzo publicó en Excélsior una carta aclarando que lo dicho
por Castro se refería a la ''solidaridad'' que se había expresado
durante una conferencia latinoamericana convocada días antes. ''El primer
ministro cubano no está haciendo un llamamiento a los campesinos de México...'',
puntualizaba.
El gobierno, sin embargo, no le retiró el marcaje personal. Unos días
antes del discurso ofrecido por el comandante de la Revolución Cubana
(que en 61 se declaró formalmente socialista), el general Cárdenas
convocó y organizó la Conferencia Latinoamericana por la Soberanía
Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, en la que participaron
delegados de China, la URSS, Argentina, Brasil y Cuba.
La conferencia se dio en un ambiente ''irrespirable por las bombas pestilentes''
que arrojó un grupo de estudiantes anticomunistas, y donde Patricio Lumumba,
el líder congoleño, y Castro ''fueron los dos nombres constantemente
vitoreados en la sesión inaugural'', según relató Excélsior.
La presencia de Vilma Espín de Castro, esposa de Raúl, llamó
la atención de la prensa en general.
La orden de vigilar al general provino directamente del presidente al procurador
general de la República, quien entregaba personalmente los informes a
López Mateos durante las sesiones de acuerdo. Lázaro Cárdenas
no sólo organizaba conferencias en favor de Cuba, sino que en plena invasión
a Bahía de Cochinos intentó ir a la isla para participar en su
defensa.
Los aviones anticastristas ya sobrevolaban territorio cubano cuando el 17 de
abril, muy temprano, se entregó al procurador un informe en el que se
precisaba que el general, su esposa, su hermano Dámaso, el diputado Horacio
Tenorio y un ayudante del ex presidente tenían reservaciones para el
vuelo 311 a La Habana de ese día a las 8:20 horas, ''pero en virtud del
actual conflicto se suspendieron los vuelos''.
Cárdenas del Río estuvo todo el día en el aeropuerto intentando
conseguir la manera de irse a Cuba. También ahí fue seguido minuto
a minuto. Un ''Reporte Telefónico del Puerto Central Aéreo'',
que arriba tiene la leyenda ''Policía Judicial Federal'', y que como
todos los documentos relacionados con el espionaje al general está sobre
papel membretado de la PGR dice:
''El agente de esta policía Jesús Madrigal Nieto, informa a las
14.45 horas que el general Lázaro Cárdenas se encuentra en el
aeropuerto, en donde fue entrevistado por el reportero Olguín, a quien
le manifestó que reprobaba el crimen que se estaba cometiendo contra
Cuba por el Imperialismo Yanki que el Gobierno y Pueblo de México así
como los Gobiernos y Pueblos libres, deben protestar por esa agresión.
Que en estos momentos, estaba dispuesto el Gral. a salir hacia La Habana...
''Cuando el reportero Olguín le preguntó si no tenía temor
de llegar a Cuba en la situación en que se encuentra actualmente, respondió
el Gral; que precisamente por eso iba.
''Sigue informando nuestro Agente, que el vuelo especial que conducirá
al Gral. Cárdenas, es factible que se efectué en un avión
de Aerovías Anaya...''
Finalmente, el vuelo no se hizo ese día, ni al siguiente, sino hasta
julio de ese año. El último reporte de esa tarde en torno a sus
actividades fue: ''El Gral. Lázaro Cárdenas, suspendió
su viaje, pero posiblemente hoy en la noche o mañana en la mañana
saldrá para la Habana; nuestros Agentes estarán pendientes, ya
que está hecha la solicitud de Aerovías Anaya, para llevarlo a
Mérida, Yuc., y posiblemente de Mérida, aborde otro avión''
(para llegar a La Habana).
Pero sus esfuerzos por salir fueron vanos. Así que el 18 de abril participó
en una concentración multitudinaria que se realizó en el Zócalo,
en protesta por la invasión a la isla. Cárdenas sorprendió
a muchos cuando subió a la cajuela de un coche para desde ahí
improvisar arengas y demandar al gobierno mexicano ''adoptar una postura franca,
como también debe adoptarla el pueblo de México, y si es necesario
llegar a la guerra contra las imposiciones imperialistas''.
De su participación en ese mitin, la ''Jefatura de Policía del
D.F.'' entregó un informe:
''Síntesis del discurso pronunciado por el C. Gral de División
Lázaro Cárdenas, durante el mitin celebrado a las 20.30 horas
de hoy en la Plaza de la Constitución, como protesta por el ataque de
que fue objeto la república de Cuba, habiéndose reunido alrededor
de 10 mil manifestantes...
''El ataque a Cuba fue propiciado por fuerzas que provinieron del exterior (dijo
Cárdenas, según el reporte) (...) comparó el caso con la
agresión que sufrió la Revolución Mexicana (...) DEBEMOS
ESTAR EN PIE DE GUERRA (el original está con mayúsculas), pues
lo mismo que pasa ahora a Cuba, puede pasarle a cualquier país de Latinoamérica''.
Durante el mitin, según reportó también la prensa, el ex
presidente Cárdenas comentó que ninguna compañía
de aviación quiso transportarlo y que cuando trató de contratar
un vuelo particular, ''las mismas compañías lo impidieron llegando
hasta amenazar al piloto que iba a hacer el viaje''. Informó que con
anterioridad había avisado al presidente que pensaba ir a Cuba, y que
era un viaje ya planeado.
Este informe -ortografía y sintaxis tal cual-, remitido el 7 de abril
de 1961 por los agentes de la Policía Judicial Federal número
467 y 470 (Gabriel Malda y Mario Molina) a su jefe, es uno de los muchos que
los agentes de esa corporación reportaron a sus superiores en todo el
país en el aciago año de 1961.
Un mensaje público del comandante Fidel Castro encendió las alarmas
en la esfera gubernamental. El presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy,
parecía estar a punto de ordenar la invasión a Cuba -el triunfo
de una revolución popular a 166 kilómetros de su territorio había
sido para los estadunidenses una ''descarga eléctrica'', define la investigadora
Soledad Loaeza-, y el domingo 27 de marzo el barbudo guerrillero dijo en La
Habana que ''los campesinos de México están listos para lanzarse
a las montañas en defensa de la revolución (cubana), si nuestra
patria es atacada''. Y añadió que el general Cárdenas ''es
el caudillo de todos los humildes de México, hombres y mujeres, y de
los soldados mexicanos''.
La noticia, publicada con tono escandaloso en las primeras planas de la prensa
mexicana, junto a las convocatorias de quienes llamaban a ''ayudar'' a los refugiados
cubanos que huían del comunismo que ''les quitó sus casas y sus
bienes'', y las amplias explicaciones sobre lo que implicaba la ''tiranía
roja y atea'', dibujan la polarización de la época, reflejo de
la guerra fría que se vivía en esos tiempos.
El general michoacano se vio obligado a salir al paso de esas versiones, y el
31 de marzo publicó en Excélsior una carta aclarando que lo dicho
por Castro se refería a la ''solidaridad'' que se había expresado
durante una conferencia latinoamericana convocada días antes. ''El primer
ministro cubano no está haciendo un llamamiento a los campesinos de México...'',
puntualizaba.
El gobierno, sin embargo, no le retiró el marcaje personal. Unos días
antes del discurso ofrecido por el comandante de la Revolución Cubana
(que en 61 se declaró formalmente socialista), el general Cárdenas
convocó y organizó la Conferencia Latinoamericana por la Soberanía
Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, en la que participaron
delegados de China, la URSS, Argentina, Brasil y Cuba.
La conferencia se dio en un ambiente ''irrespirable por las bombas pestilentes''
que arrojó un grupo de estudiantes anticomunistas, y donde Patricio Lumumba,
el líder congoleño, y Castro ''fueron los dos nombres constantemente
vitoreados en la sesión inaugural'', según relató Excélsior.
La presencia de Vilma Espín de Castro, esposa de Raúl, llamó
la atención de la prensa en general.
La orden de vigilar al general provino directamente del presidente al procurador
general de la República, quien entregaba personalmente los informes a
López Mateos durante las sesiones de acuerdo. Lázaro Cárdenas
no sólo organizaba conferencias en favor de Cuba, sino que en plena invasión
a Bahía de Cochinos intentó ir a la isla para participar en su
defensa.
Los aviones anticastristas ya sobrevolaban territorio cubano cuando el 17 de
abril, muy temprano, se entregó al procurador un informe en el que se
precisaba que el general, su esposa, su hermano Dámaso, el diputado Horacio
Tenorio y un ayudante del ex presidente tenían reservaciones para el
vuelo 311 a La Habana de ese día a las 8:20 horas, ''pero en virtud del
actual conflicto se suspendieron los vuelos''.
Cárdenas del Río estuvo todo el día en el aeropuerto intentando
conseguir la manera de irse a Cuba. También ahí fue seguido minuto
a minuto. Un ''Reporte Telefónico del Puerto Central Aéreo'',
que arriba tiene la leyenda ''Policía Judicial Federal'', y que como
todos los documentos relacionados con el espionaje al general está sobre
papel membretado de la PGR dice:
''El agente de esta policía Jesús Madrigal Nieto, informa a las
14.45 horas que el general Lázaro Cárdenas se encuentra en el
aeropuerto, en donde fue entrevistado por el reportero Olguín, a quien
le manifestó que reprobaba el crimen que se estaba cometiendo contra
Cuba por el Imperialismo Yanki que el Gobierno y Pueblo de México así
como los Gobiernos y Pueblos libres, deben protestar por esa agresión.
Que en estos momentos, estaba dispuesto el Gral. a salir hacia La Habana...
''Cuando el reportero Olguín le preguntó si no tenía temor
de llegar a Cuba en la situación en que se encuentra actualmente, respondió
el Gral; que precisamente por eso iba.
''Sigue informando nuestro Agente, que el vuelo especial que conducirá
al Gral. Cárdenas, es factible que se efectué en un avión
de Aerovías Anaya...''
Finalmente, el vuelo no se hizo ese día, ni al siguiente, sino hasta
julio de ese año. El último reporte de esa tarde en torno a sus
actividades fue: ''El Gral. Lázaro Cárdenas, suspendió
su viaje, pero posiblemente hoy en la noche o mañana en la mañana
saldrá para la Habana; nuestros Agentes estarán pendientes, ya
que está hecha la solicitud de Aerovías Anaya, para llevarlo a
Mérida, Yuc., y posiblemente de Mérida, aborde otro avión''
(para llegar a La Habana).
Pero sus esfuerzos por salir fueron vanos. Así que el 18 de abril participó
en una concentración multitudinaria que se realizó en el Zócalo,
en protesta por la invasión a la isla. Cárdenas sorprendió
a muchos cuando subió a la cajuela de un coche para desde ahí
improvisar arengas y demandar al gobierno mexicano ''adoptar una postura franca,
como también debe adoptarla el pueblo de México, y si es necesario
llegar a la guerra contra las imposiciones imperialistas''.
De su participación en ese mitin, la ''Jefatura de Policía del
D.F.'' entregó un informe:
''Síntesis del discurso pronunciado por el C. Gral de División
Lázaro Cárdenas, durante el mitin celebrado a las 20.30 horas
de hoy en la Plaza de la Constitución, como protesta por el ataque de
que fue objeto la república de Cuba, habiéndose reunido alrededor
de 10 mil manifestantes...
''El ataque a Cuba fue propiciado por fuerzas que provinieron del exterior (dijo
Cárdenas, según el reporte) (...) comparó el caso con la
agresión que sufrió la Revolución Mexicana (...) DEBEMOS
ESTAR EN PIE DE GUERRA (el original está con mayúsculas), pues
lo mismo que pasa ahora a Cuba, puede pasarle a cualquier país de Latinoamérica''.
Durante el mitin, según reportó también la prensa, el ex
presidente Cárdenas comentó que ninguna compañía
de aviación quiso transportarlo y que cuando trató de contratar
un vuelo particular, ''las mismas compañías lo impidieron llegando
hasta amenazar al piloto que iba a hacer el viaje''. Informó que con
anterioridad había avisado al presidente que pensaba ir a Cuba, y que
era un viaje ya planeado.
Las actitudes pro cubanas del ex presidente le merecieron que el Partido Nacional
Anticomunista -que tenía sus oficinas en la calle de Liverpool y era
encabezado por Mario Guerra Leal- presentara una demanda penal en su contra,
acusándolo de ''traición a la patria'' por ''pretender implantar
un régimen totalitario de tipo comunista''. Las clases medias no eran,
como se ha presentado en ocasiones, revolucionarias, y las posturas pro comunistas
y el asalto al cuartel de Madera, Chihuahua, un 23 de septiembre de 1965, provocaron
el rechazo de quienes se habían creído el cuento del ''milagro
mexicano alemanista''.
En el amplio expediente que está en los archivos gubernamentales de la
época -que pronto el gobierno pondrá a disposición pública
sobre los años 60 y 70- se reportan los movimientos del general durante
buena parte del sexenio de Adolfo López Mateos. Ahí hay volantes,
desplegados publicados en los diarios de esos días y reportes de los
policías encargados de indagar sus actividades. También hay algunas
copias de documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional sobre las
acciones del militar.
Pese a las críticas que recibió en su momento, Lázaro Cárdenas
mantuvo sus posturas. Se fue a Cuba a celebrar el asalto al cuartel Moncada
y en agosto de 1961 encabezó el nacimiento del Movimiento de Liberación
Nacional (MLN), como una unidad de las fuerzas ''democráticas y antiimperialistas''.
La vida del MLN no fue larga. Enrique González Pedrero, Víctor
Flores Olea, Carlos Fuentes, entre otros intelectuales, participaron con el
general en su movimiento, no obstante la censura de la izquierda radical.
Era el México en el que con total impunidad la clase gobernante podía
matar a líderes agrarios como Rubén Jaramillo. Era el México
que bailaba en los salones capitalinos al ritmo de la Sonora Santanera y la
voz de Sonia López, y que tenía en César Costa y Julissa
a sus ''rebeldes sin causa'' para el consumo masivo.
El general siguió caminando hacia la izquierda. Su apoyo a la creación
de la Central Campesina Independiente, en 1963, una organización estrechamente
ligada al Partido Comunista (entonces proscrito), le valió fuertes críticas
del PRI y una carta de reproche del también ex presidente Emilio Portes
Gil, acusándolo de apoyar a ''comunistoides vergonzantes'' que ''están
atacando injustamente a López Mateos''.
Lázaro Cárdenas del Río volvió a poner sus ojos
en el Partido Revolucionario Institucional durante la campaña de Gustavo
Díaz Ordaz a la Presidencia de la República, cuando lo recibió
en Michoacán como encargado de la Comisión del Río Balsas.
Para entonces, el Partido Comunista había enterrado su vieja estrategia
política de ''impulsar'' la Revolución Mexicana, José Revueltas
era acusado de ''revisionista''... y muchos jóvenes habían optado
por la lucha guerrillera en un sexenio que, según palabras del propio
López Mateos, era ''de izquierda... dentro de la Constitución''.