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Latinoamérica

29 años después

Por Carlos Peláez

¿A ver? Hoy no sé como explicar lo que siento. Esta columna debería aportar algo, una opinión, una noticia, tal vez una esperanza. Pero en mi cabeza sólo hay sentimientos desencontrados. Mejor se los cuento. Este es un día muy triste para los uruguayos. Debería serlo. Hace 29 años un grupo de alzados, civiles y militares, demolieron las instituciones democráticas. Una historia que no se ha contado bien; una historia que los jóvenes no conocen; una historia que muchos no quieren recordar. Voy a hacer ese ejercicio de memoria para recordar a mis muertos más queridos, como Alvarito Balbi, comunista, padre de familia, músico, un buen hombre. Asesinado salvajemente en la Guardia Metropolitana sin que hasta ahora sepamos por qué y quienes lo mataron a palos..
Me voy a acordar de mi hermano del alma, "el flaco" Andrés, blanco como hueso e'bagual, wilsonista, solidario, que nunca preguntó qué éramos, sino cuántos éramos y a todos tendió su mano generosa para proteger. Me voy a acordar de mi otro hermano del alma, José, y de sus cartas que atesoro y servían para alentarme. Sólo que él estaba preso y yo en libertad. Y me voy a acordar del Bola y sus sesudas discusiones y su buen humor y su mostacho señalador.
Y también de Paulita y su sufrimiento en el penal de Punta de Rieles. Y me voy a acordar del Turco y de Roy; y de Ana María; y de Gerardo y la Chacha, y de otros cuantos con los que compartí sueños, esperanzas, angustias, alegrías, miedos, tristezas. En este día se me da por acordarme de ellos. Tal vez porque necesito homenajearlos, decirles que los quiero y los extraño. Me gustaría ahora encontrarlos, abrazarlos y decirles, muchachos, aquí está nuestro sueño. Me gustaría decirle a mis hijos que esa gente, esa maravillosa gente, puso su vida para que ellos vivieran mejor. Pero capaz que se me cae un lagrimón, al darme cuenta que no sólo no los veré, sino que para mis hijos sólo hay frustración.
Y en lugar de un país hermoso, digno, justo, para ser gozado, tienen esta mierda que sólo les ofrece o un pasaporte o la miseria. Una mierda construida por los Sanguinetti, por los Lacalle, por los Batlle, por todos sus secuaces. Una mierda en la que los que honraron la democracia son marginados y los serviles Millores, Blancos, Goyos, Burgueños, Garcias Pintos; ocupan u ocuparon lugares de privilegio en nombre de un sistema que pisotearon. Si, a veces uno siente asco. Mucho asco. Más cuando se le sigue negando a la gente el derecho a una vida digna, para privilegiar a corruptos y ladrones que siguen, como entonces, saqueando al país. Supongo que cuando se está más cerca del arpa que de la guitarra, uno se vuelve un poco escéptico. Y deja de creer en muchas cosas que antes pensó maravillosas.
Ya no tengo muchas esperanzas para mí. De verdad, le creo cada vez menos a mas gente. Pero también sé que no es buena cosa. Ahí están mis hijos y los hijos de mis amigos y tantos miles de muchachos que cada día sacan fuerza de algún lado para construirse un futuro, para mantener vivos los sueños, para creer que es posible.
Ellos esperan aliento, necesitan apoyo. Nos necesitan. A ellos, quiero decirles que redoblen el esfuerzo, que no me crean mucho. Pero tampoco le crean a los Batlles y Bensiones, a los Sanabrias, a los Abdalas, a los Gallinales y Pous, a los Caumont, a los Cotelos y Araujos. ¿Y por que no? tampoco a los Juanjos, a los Courieles, a los Astoris.
Duden, piensen, construyan, cultiven la rebeldía, no le den pelota a los que quieren convertirlos en bomberos. Contágiennos optimismo y ganas de luchar. Este 27 de junio nos encuentra en medio de una gran frustración. Pero si somos capaces de superar el desánimo; la ausencia de esperanzas; de juntarnos, como lo hicimos antes sin importar banderas; de levantar la cabeza y ver que hay un horizonte, salimos muchachos, seguro salimos. Yo creo que si zafamos de los mentirosos y deshonestos, podemos.