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Latinoamérica

1 de mayo del 2002

El principio del fin de un ejército

Legionarios de Cristo, el escándalo en México
Carlos Martínez García
Masiosare

¿Pudo imaginar el Papa Pío XII el futuro del joven a quien dio aquella titánica tarea? "Líderes, padre Maciel, dijo el entonces Sumo Pontífice, tenemos que formar y ganar para Cristo a los líderes de América Latina y del mundo... Entonces deben ser ustedes un ejército en orden de batalla..." La encomienda marcó a la congregación religiosa -fundada por un michoacano, Marcial Maciel-, ahora mejor conocida como los Legionarios de Cristo. Las denuncias de abusos sexuales tuvieron poco impacto hace cinco años. Sólo la marejada que vino del norte, en forma de demandas por pederastia contra sacerdotes católicos estadunidenses y de, al menos, encubrimiento, del lado de la alta jerarquía, pudo arrastar y devolver a la mesa pública a la cúpula de una institución que camina por la senda del autoritarismo y de la consigna de "la ropa sucia se lava en casa". El ejército "en orden de batalla" no deja de ser fuerte, pero ahora está bajo el escrutinio de su rebaño

HACE CINCO AÑOS La Jornada y Canal 40 expusieron públicamente las acusaciones de abuso sexual perpetradas por Marcial Maciel Degollado. Entonces hubo un tenue eco en otros medios, casi imperceptible, aunque la tendencia general fue un aplastante silencio que permitió salir bien librados al propio fundador de los Legionarios de Cristo y a los jerarcas católicos que lo defendieron. Esta semana el mismo asunto tuvo gran resonancia y millones de mexicanos conocieron lo que antes sólo se sabía en algunos círculos informados. La difusión del tema en el programa Círculo Rojo, que conducen Javier Solórzano y Carmen Aristegui, alcanzó una audiencia que debe tener preocupada a la alta burocracia clerical, tanto por el asunto específico que fue expuesto como por los augurios de una mayor vigilancia mediática hacia la Iglesia católica mexicana.
A partir del 18 de abril de 1997, y en varias entregas, La Jornada publicó la investigación del reportero Salvador Guerrero Chiprés. Éste, a su vez, conoció del caso Maciel a través del Internet y profundizó en el asunto. La explosiva serie contó con el apoyo de la directiva del diario y fue lanzada a la opinión pública. En el editorial del periódico, de fecha señalada, se establecía que "si los señalamientos sobre el religioso resultaran ciertos, habría que imputar a la jerarquía católica local y al Vaticano responsabilidades por ocultamiento y por complicidad". También señaló la necesidad de que como toda institución cuyos líderes desarrollan sus actividades en espacios concretos de la sociedad, supuestos mandatos divinos aparte, tenían que estar sujetos al análisis externo y sus repercusiones. Fue así que por primera vez en México un medio impreso dio cabida con amplitud a los abusos sexuales de Maciel Degollado, cometidos contra infantes y adolescentes cuyos padres los pusieron bajo su cuidado con la esperanza de que el líder de los Legionarios sería un modelo benéfico para sus hijos.
Lo publicado por La Jornada hace cinco años en esencia coincide con lo mismo que fue transmitido en el principal canal de Televisa hace unos días. Testimonios de cómo el dirigente eclesial usó su poder simbólico y real para seducirlos, contándoles de problemas genitales ("retención de semen") que eran muy dolorosos y que solamente podía ser liberado de los tremendos efectos de su mal mediante masajes en la zona afectada y compartiendo con él su lecho. Todos los denunciantes alcanzaron puestos prominentes en la orden religiosa fundada en 1941 por Marcial Maciel. Entre ellos se contaban un ex rector de la Universidad Anáhuac, un representante del movimiento en los Estados Unidos, ex sacerdotes y abogados. Además de revelar los abusos sexuales, los afectados hicieron público también el consumo que hacía Maciel de drogas y fármacos como heroína, darvón y dolantín. Para convencerlos de que el recurso de los contactos sexuales con los menores y jóvenes era un remedio lícito, el sacerdote contaba a sus víctimas que tenía permiso del entonces, a mediados de los años cincuentas del siglo pasado, papa Pío XII para efectuar en ellos sus liberaciones corporales (los interesados en datos pormenorizados del modus operandi de Maciel los encontrarán en el libro de Alfonso Torres Robles, La prodigiosa aventura de los Legionarios de Cristo, Ediciones Foca).
Mientras se estaba dando a conocer la historia oculta de Marcial Maciel en La Jornada, el lunes 21 de abril de 1997, en una especie de ostentación e impunidad ante la opinión pública el cuestionado eclesiástico ofreció al nuncio Girolamo Prigione una comida para despedirlo de su función en México. El acto, que tuvo lugar en la mayor institución educativa fundada por los Legionarios, la Universidad Anáhuac, contó con la asistencia de la plana mayor de la jerarquía católica y fue presidida por el mismo nuncio, el arzobispo primado de México, Norberto Rivera y, por supuesto, Marcial Maciel Degollado. Sin referirse directamente a las denuncias del diario, pero por el contexto respondiendo a los cuestionamientos, Prigione fue contundente: "Nunca me he preocupado de lo que dice la opinión pública, si critica o alaba, uno tiene una meta, una función... en fin, yo sigo, trato de alcanzarlo con todos los medios lícitos y posibles para llegar a esta realización" (La Jornada, 22 de abril de 1997). El legionario mayor no quiso hablar con la prensa. Estuvo más esmerado en que la "espléndida comida", como dijo el nuncio, saliera a la perfección. El menú consistió de exquisiteces dignas de los mejores restaurantes, se sirvieron aguacate relleno de cangrejo al eneldo, crema de queso, filete chambertin, islas flotantes y café.
Después de algunas semanas el tema resurgió en una televisora que trataba de posicionarse ante un auditorio de mayor escolaridad que el promedio de la ciudadanía. Canal 40 transmitió el 12 de mayo un programa preparado bajo la dirección del periodista Ciro Gómez Leyva. En los días previos de su salida al aire, la nueva televisora recibió fuertes presiones de empresarios como Lorenzo Servitje, quien amagó con retirar una intención publicitaria de casi medio millón de dólares a favor del canal en caso de concretarse la transmisión de la investigación periodística. Lorenzo Servitje era y es la cabeza del consorcio industrial Bimbo, y desde hace varios años uno de los principales impulsores del proyecto "A favor de lo mejor en los medios", una de cuyas acciones recientes fue llamar a boicotear publicitariamente al programa Big Brother. Finalmente el documental salió al aire y casi se restringió a las denuncias de abusos sexuales, y apenas tocó la fármacodependencia de Maciel. Tuvo que ser así, lo han declarado quienes armaron el trabajo, como una forma de ceder ante las presiones desatadas en contra del naciente canal.
La mañana del mismo día que el programa sería transmitido, el arzobispo Norberto Rivera Carrera hizo una encendida defensa de Maciel Degollado y aseguró que las acusaciones de abuso sexual eran "totalmente falsas" e "inventos". Fue más lejos y planteó que el reportaje de La Jornada fue pagado por "difamadores de la Iglesia". El reportero Guerrero Chiprés tuvo que aguantar la andanada del irritado clérigo. Cuando el periodista le preguntó su opinión sobre el programa televisivo que esa noche se transmitiría, Rivera, sudoroso y molesto, le revirtió: "Son totalmente falsas, son inventos y tú nos debes explicar cuánto te pagaron". Habría que recordarle hoy este episodio al cardenal, cuando busca aparecer ante los medios como profundamente preocupado por la ola de denuncias de abusos sexuales clericales en Estados Unidos y las resurgidas acusaciones contra Maciel.
El empresario Lorenzo Servitje tuvo que referirse al tema de los abusos denunciados de Maciel al otro día del programa televisado. Lo hizo presionado por la audiencia del Instituto Tecnológico Autónomo de México, a donde acudió junto con Francisco González Garza, presidente de la Unión de Padres de Familia (organismo cercano a, si no es que controlado por, la jerarquía católica), para explicar los motivos de la campaña "A favor de lo mejor" que pretendía contener la difusión en los medios "de la violencia, el desorden sexual y el menosprecio de los valores fundamentales de la familia". Servitje refrendó su desacuerdo con que se estuviera ventilando en la prensa escrita y electrónica el asunto de Maciel Degollado. Y eso que el tópico sólo fue cubierto por una televisora que estaba tratando de posicionarse y alcanzaba una audiencia pequeña. Es necesario recordar que no hubo notas alusivas al tema ni en TV Azteca ni en Televisa. Por su parte González Garza sostuvo que el asunto del padre Maciel era "tangencial" y la campaña "A favor de los mejor" no podía detenerse en lo coyuntural" (La Jornada, 14 de mayo de 1997).
Quien hizo las declaraciones más desorbitadas en esos días fue el presidente de Pro-Vida, Jorge Serrano Limón. Sin tomarse la molestia de aportar prueba alguna, afirmó que los señalamientos contra Marcial Maciel provenían de "gente que odia a la Iglesia" y que se trataba de una conspiración contra ella. Incluso sostuvo que los ataques contaban con el "aval de Gobernación". Interrogado por la prensa, Serrano Limón consideró que ni el fundador y dirigente de la Legión de Cristo como tampoco otros líderes de la orden tenían porque detenerse a darles explicaciones a críticos y medios: "Los legionarios no tienen que tomarse la molestia de contestarles porqué esto es una obra de Dios, es una obra en la que Dios se ha manifestado, y ha crecido, es una obra maravillosa. Aunque es una calumnia la que se ha hecho al padre Maciel, mi opinión es que no deben contestar, no tienen que contestar".
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La marejada de denuncias por pederastia contra sacerdotes, juicios, millonarias indemnizaciones en dólares y hasta encarcelamientos de curas abusivos en Estados Unidos traspasó las fronteras de ese país. En otras partes del mundo hubo repercusiones y empezaron a conocerse historias semejantes. Hace dos semanas tuvo lugar la Conferencia del Episcopado Mexicano, convocada para tratar el tema de una década de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, sus logros y reformas pendientes de acuerdo a la visión de la alta burocracia católica. En las conferencias de prensa, y a regañadientes, distintos jerarcas, por presión de los reporteros, se vieron prácticamente obligados a tratar el tema de los abusos sexuales cometidos por clérigos católicos en nuestro país. Trataron de minimizar el tema, arguyendo que nuestra realidad cultural es distinta a la de Estados Unidos y que aquí esas cosas no pasaban. Luego dijeron que sí se habían dado algunos casos de pederastia sacerdotal pero que no era conveniente ventilarlos en público, sino que era mejor seguir el dicho popular de que "la ropa sucia se lava en casa". Pidieron comprensión para los curas que habían incurrido en esa debilidad y olvidaron, convenientemente, referirse a la tragedia que vivieron y viven las víctimas de esos actos delictivos. Es decir, se comportaron como siempre, protegiéndose unos a otros y señalando a quienes buscan desprestigiar a su Iglesia. Lo contrastante fue la actuación de los medios, tanto los escritos como los radiofónicos y televisivos que mantuvieron una posición distinta a la de hace un lustro.
En las actuales circunstancias hubo mayores cuestionamientos a los jerarcas, se les pidieron razones y explicaciones. Las incisivas preguntas de varios reporteros hicieron caer en contradicciones y francas ridiculeces a los nerviosos y defensivos integrantes del Episcopado. Cuando creían que más o menos habían podido superar el temporal, vino la transmisión del lunes 15 de Círculo Rojo. Ahora muchísimos más que quienes leyeron originalmente la serie publicada en La Jornada hace cinco años, o tuvieron acceso al programa del canal 40, pudieron enterarse de las acusaciones que un grupo de exlegionarios ha sostenido contra el padre Maciel desde hace dos décadas. Javier Solórzano y Carmen Aristegui retomaron y profundizaron los trabajos periodísticos de 1997. Ventilaron el caso en una televisora que se había mantenido cerrada a exponer casos en los que la Iglesia católica saliera mal librada. Por la audiencia que alcanza el canal 2 de Televisa, en esta ocasión los Legionarios tuvieron que hacer algo distinto a simplemente guardar silencio y decidieron enviar un comunicado al noticiario más sintonizado en México, el de Joaquín López Dóriga. Por supuesto que la declaración fue para defender a Maciel y tratar de poner en duda la veracidad de las acusaciones. El siguiente paso será lograr, por el seguimiento del caso por parte de los medios, que uno o más dirigentes de la Legión aparezca en algún programa para dar sus razones a la opinión pública sobre el tema que pensaban sepultado en el olvido. Por las repercusiones que para el Vaticano tiene el caso, Marcial Maciel no va dar la cara.
Ni modo, ese efecto no deseado por las instituciones totales y cerradas sigue germinando en México. Nos referimos a la democratización cultural, una de cuyas vertientes la entendemos aquí como un proceso en el que los centros de poder económico, político y religioso tienen que rendir cuentas a los ciudadanos y a las instancias que éstos se dan para controlar a aquellos. Mientras la Iglesia católica sigue anquilosada en su autoritarismo, la sociedad mexicana avanza en otros caminos y los medios de manera creciente están dando cabida a ese andar.