VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

LAS FARC-EP Y LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES


Comunicado del Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, mayo 7 de 2002

Cada vez más agresivas y desafiantes transcurren las campañas de los candidatos presidenciales del bipartidismo Sanin, Serpa y Uribe, que amarraron sus estrategias propagandística primero, a la cancelación de los diálogos de paz y, ahora, a la confrontación total con las FARC.
El veneno de sus mensajes televisivos y la beligerancia verbal de estos tres candidatos, abundante en calificativos y adjetivos propios del irresponsable discurso electorero que los caracteriza, y el rabo de paja que exhiben como integrantes de anteriores gobiernos, les impidió airear alternativas serias a los graves problemas que padecemos los colombianos. Por el contrario, sus intervenciones estimularon la escalada de la violencia política y social que nos abrasa.
Estas tres campañas presidenciales destilan odio y convocan a la retaliación. Nada bueno le auguran a Colombia.
La dureza de la situación que afecta al país se ha visto agravada por la ruptura de los diálogos, por el desgobierno, por las miserables condiciones de vida en que continúan hundiendo a las mayorías, por las tramposas elecciones del 10 de marzo y por las mentiras oficiales. Ya ni el congreso norteamericano cree en las "verdades probadas" del Gobierno Pastrana, sus Altos Mandos Militares y su Fiscal General.
Es evidente, que al bipartidismo liberal conservador le falló la estrategia del "garrote y la zanahoria" como también la "guerra total" durante medio siglo, simplemente porque la "fiebre no esta en las sabanas".
Hay que dialogar, pero convencidos unos y otros de la necesidad de profundos cambios democráticos en materia económica y social así como en la composición política del poder, porque de lo contrario se puede presentar otra frustración.
Las FARC-EP le reiteran al nuevo presidente, sea quien fuere, que sólo una profunda convicción en la solución política al conflicto social y armado que padece la familia colombiana podrá aproximarnos con solidez a la nueva Colombia, democrática y con justicia social.